miércoles, 27 de julio de 2022

Ante el derrumbe ecónomico, preparemos el obrerazo

Por la unidad y el triunfo de las luchas obreras, por un salario mínimo igual a la canasta familiar con cláusula gatillo. Por congresos obreros que preparen la huelga general. Por un gobierno de trabajadores.




Declaración de Política Obrera Trelew 26/7/22

La incertidumbre recorre a todo el escenario político nacional desde hace aproximadamente un mes. Como dice la canción, el acuerdo del Gobierno de los Fernández con el FMI “murió potro sin galopar”. A las pocas semanas de su firma, la crisis en el país se acentuó y el llamado “Dólar Blue” se disparó más de 100 pesos en lo que va de julio, mientras los salarios no corren la misma suerte. Estamos entrando en un escenario mega devaluatorio y, por ende, hiperinflacionario.  El cambio de la ministra Silvina Batakis por Martín Guzmán no apaciguó los ánimos del “mercado”, y el gobierno transita la disolución del Frente de Todos, es decir caminará por la cornisa hasta el 2023, sin garantías de llegar a cumplir el mandato. Del otro lado de la vereda patronal, la cosa no está mucho mejor. El frente Juntos por el Cambio atraviesa innumerables crisis internas y arrastra el peso del nefasto gobierno de Macri que precedió al de los Fernández. Hasta el momento el gran ausente político en este complejo escenario es el movimiento obrero, el único en condiciones de darle una resolución favorable a la crisis si interviene con independencia de los bandos patronales y las burocracias sindicales. Sin embargo, las manifestaciones de trabajadores, tanto ocupados como desocupados, empiezan a recorrer el país con mayor fuerza a medida que avanza el ajuste contra los salarios y se acrecienta la pauperización de las condiciones de vida de la inmensa mayoría del pueblo.


En nuestra provincia, el Chubutazo de diciembre último concentró embrionariamente todas estas contradicciones, es decir, fue la expresión de la lucha de más de 4 años de los trabajadores provinciales contra las políticas de ajuste de los gobiernos locales y sus intentos por implantar la megaminería. Como hemos dicho en otras oportunidades, el Chubutazo anticipó, a su manera, un escenario conflictivo a nivel nacional. Es que el pago religioso de la deuda externa provincial en detrimento de los salarios estatales y de la educación y salud pública como así también de otras obligaciones estatales, tuvo como respuesta la rebelión en todas las calles de Chubut. A su modo, es lo que ocurre a nivel nacional con la deuda externa e interna, en detrimento de las masas obreras en todo el país. Aunque el régimen en su conjunto no tiene el respaldo político para llevar adelante las medidas que posibilitarían cumplir con esos compromisos, por lo que la perspectiva de una rebelión popular a nivel nacional, como ya ocurrió en los últimos 3 años en otros países de nuestro continente -¡y del mundo!- está a la vuelta de la esquina.


Un actor central en esta orientación ajustadora de los gobiernos es la burocracia sindical. A diferencia de lo que plantea el Frente de Izquierda (FITU) y el populismo, las centrales obreras (CGT y CTA Autónoma y CTA de los Trabajadores) no son actores de reparto en los acuerdos con los acreedores internacionales, sino protagonistas centrales de estas tentativas, cuyos propósitos últimos son una reestructuración de las condiciones de explotación en detrimento de los trabajadores: reformas laborales, previsionales e impositivas. Es que la crisis capitalista es mundial y ya no hay espacios para grandes reformas a favor de las masas obreras dentro de este sistema. La guerra en Ucrania, -una guerra de alcance mundial por el poderío de quienes están implicados en ella-, es la expresión más aberrante del derrumbe de este putrefacto régimen económico, político y social. Los pedidos de planes de lucha que realiza el FITU y sus laderos a la burocracia sindical son iguales de impotentes que los llamados al kirchnerismo para que rompan con el FMI, pues embellecen el rol patronal de estos sectores y siembran confusión entre los trabajadores, cuando la función de la izquierda revolucionaria es justamente aportar claridad y una caracterización correcta de la etapa. Algo similar ocurre con el coqueteo que vienen llevando adelante con los movimientos de desocupados oficialistas y cayetanos. El abordaje electoralista que hace el FITU de la crisis es la contracara de su estrategia de conciliación de clases en las calles. El rol de la burocracia sindical en nuestra provincia quedó manifiesto con el papel jugado por la Mesa de Unidad Sindical (MUS) desde 2017 a 2020, o por las tres regionales de la CGTs durante el ajuste macrista primero y del Frente de Todos luego, sin llamar a ningún paro provincial frente a los miles de despidos y la pérdida de conquistas laborales. Es lo que estamos observando ahora en la lucha de los 300 obreros de FYRSA, quienes reclaman el cobro de deudas salariales y la reincorporación de todos los trabajadores despedidos ante la intervención propatronal de la conducción del STIA (Sindicato de Industrias de la Alimentación) y obviamente de los gobiernos de Mariano Arcioni en provincia y de Damián Biss en el municipio de Rawson. La intervención del FITU en esta lucha ha sido sin ningún tipo de denuncia respecto de la complicidad del STIA con la patronal.


Este escenario actualiza más que nunca la necesidad de las autoconvocatorias y coordinadoras de base, es decir, de la deliberación democrática de las bases obreras para imponer un plan de lucha propio, o sea, independiente de las burocracias sindicales, las patronales y sus gobiernos. Por todo ello, es que hacemos nuestro para el conjunto del movimiento obrero todas las resoluciones de la Asamblea Nacional Abierta realizada por nuestros compañeros del Polo Obrero Tendencia en el estadio de Lanús el 17 de julio pasado, y, en especial, el siguiente pasaje: “Esta Asamblea convoca al conjunto del movimiento piquetero a un plan de agitación política por la huelga general; a organizar brigadas que concurran a puertas de fábrica; a barrios, colegios y universidades. En momentos en que se convocan a diferentes asambleas, llamamos a la concreción de un único Congreso obrero, que prepare una huelga general contra el régimen fondomonetarista. Esta asamblea convoca a los trabajadores a la movilización política por su propio gobierno”.

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