El supuesto giro a la derecha de la sociedad chubutense tras
la victoria de Ignacio Torres en las elecciones a gobernador, se topa contra
los datos objetivos que lo desmienten: 179867 personas de un padrón de 474242
no se presentaron en las escuelas o sus votos fueron en blanco, nulos o
impugnados. Lo que representa casi un 40% del total en comparación a los 116432
votos obtenidos por el candidato de Juntos Por el Cambio. Del otro lado, el
Frente de Izquierda pese a obtener por primera vez una banca registró 1700
votos menos que en 2019, lo que implica que no fue advertido en las urnas como
una fuerza que represente los intereses de los trabajadores, en una provincia en
la que hace menos de 2 años se vivió la mayor rebelión popular de su historia. Como
se observa, el escueto triunfo de un reaccionario de pura cepa no está exento
de contradicciones y avizora un escenario convulsivo, incluso antes de su
asunción.
Foto de Aníbal Aguaisol
Por Iván Marín
El recuento provisorio de votos arrojó un ajustado triunfo
del candidato de Juntos por el Cambio, Ignacio Torres, por sobre el oficialista
de Arriba Chubut, Juan Pablo Luque: poco más de 5 mil votos. Este sector
también se quedó con los 16 diputados que corresponden a la mayoría, y el PJ
obtuvo 7 bancas; los libertarios “Por la Libertad Independiente Chubutense”, 3
diputados y el Frente de Izquierda por primera vez tendrá un representante en
la Legislatura provincial. Los comicios registraron el mayor ausentismo desde
1983 a esta parte: poco más del 30%. A lo que debe sumarse un 10% de votos en blanco, anulados, impugnados y recurridos en la categoría a
gobernador y casi un 13% en la elección de diputados. De conjunto, alrededor
de un 40% del padrón manifestó de una u otra forma su disconformidad contra los
candidatos del régimen político.
La provincia viene de transitar más de 6 años muy
convulsivos. Desde que Mariano Arcioni asumió el Ejecutivo, tras el
fallecimiento del entonces gobernador Mario das Neves, las movilizaciones
proliferaron a lo largo y ancho del extenso territorio, con cortes de rutas,
ocupaciones de edificios públicos, huelgas duras y varios levantamientos
populares en distintas localidades, con su pico máximo en la rebelión popular
de diciembre de 2021 contra la zonificación minera bautizada por sus
protagonistas como “Chubutazo”. Estas expresiones de lucha son la contracara de
los intentos de todo el régimen político por instaurar la megaminería y llevar
adelante una reforma reaccionaria en el Estado provincial. En ese contexto debe
leerse el fenomenal endeudamiento del Estado -acompañado por todas las fuerzas
políticas- por más de 650 millones de dólares con acreedores internacionales y
59 mil millones de pesos con el Tesoro Nacional. Es lo que explica el ajuste no
sólo sobre la masa salarial de los empleados públicos sino sobre los servicios
generales del Estado, en especial en educación, salud y obras públicas.
En Rawson, capital política del Chubutazo, el ausentismo
rondó el 32% y los votos en blanco, anulados, impugnados y recurridos en la
categoría a gobernador representaron el 22,47% del total, en tanto que en
diputados el 29,37%. Esto significa que de 32558 electores habilitados, 15414 no
lo hicieron por ninguna opción en la gobernación y lo mismo ocurrió con 16951
persona en diputados. Que alrededor del 50% del padrón decidiera no apoyar a
ninguno de los candidatos del régimen, no puede sorprender en una ciudad donde
gran parte de sus vecinos y, entre ellos, trabajadores de la pesca, se
enfrentaron abiertamente en batallas durísimas contra las fuerzas represivas
del Estado en al menos 3 de las 7 jornadas del Chubutazo de diciembre de 2021.
Allí el Frente de Izquierda apenas llegó a un 3% de los votos.
¿Elección histórica del Frente de Izquierda?
Las exageradas expresiones de festejos en redes sociales de las fuerzas que componen el
Frente de Izquierda ante una elección que consideran histórica ocultan que
sacaron 1700 votos menos que en la misma elección de 2019. Ocurre que en aquella
oportunidad el Partido Obrero (8728) y el MST (7373) fueron por separado y
sumados llegaron 16101 votos; en cambio ayer alcanzaron 14401. Este notorio
retroceso en una provincia que, como se dijo, se encuentra movilizada por infinidad
de luchas en los últimos años, expresa que claramente el FITU no es vista como
una alternativa para los trabajadores y el pueblo. Si se observa con atención,
lo que en el espectro político se observa como “izquierda” hace aproximadamente
una década y media que viene obteniendo los mismos guarismos, incluso mayores
en varias oportunidades. Sucede que en anteriores ocasiones por un lado fueron
divididas y, por el otro, algunas de ellas se integraron al Frente de Todos. A
lo dicho con antelación respecto al gobierno, es probable que el alto
ausentismo en general, y en Comodoro Rivadavia en particular -la principal
ciudad industrial de la Patagonia sur- explique no sólo la derrota del PJ en la
gobernación sino también por qué no obtuvieron más bancas en legislatura. En la
ciudad petrolera el FITU hizo una elección flojita, de apenas un 3% de los
votos. En Puerto Madryn, donde se supone que es más fuerte, conservó cifras de
elecciones pasadas, de alrededor del 5%.
Sin dudas, la ciudad que posibilitó la banca obtenida por el
Frente de Izquierda fue Trelew, en la que superó el 7% de los votos,
aprovechando que el progresismo local -Partido Municipal por Trelew y lo que fue
en su momento MAPU- no presentó candidato propio. Hay que señalar que en esta
ciudad el FITU no tiene casi desarrollo militante ni mucho menos presentó algún
candidato con reconocimiento entre los trabajadores. Y quienes encabezaron las
distintas listas viven en otras ciudades.
Las elecciones generales en Chubut se inscriben en una
tendencia nacional signada por la crisis del régimen político y falsas
polarizaciones que no logran disimular la tendencia a la disgregación de las
fuerzas políticas patronales. Ninguna salida al derrumbe de las condiciones de
vida de las masas trabajadoras saldrá de los cuartos oscuros de la democracia
burguesa. Solo la movilización en las calles, la deliberación democrática de un
programa político en congresos obreros y la perspectiva de la huelga general
abrirán el camino a una salida independiente de los bandos patronales. Las
elecciones deben servir a las fuerzas políticas que se reivindican
revolucionarias para colaborar a instalar esta discusión en el pueblo.
Recién salido del horno, “Discutir Montoneros desde adentro”,
el segundo libro de la entrevistada sobre el tema, no proporciona una lectura lineal
respecto de cómo se procesaron las críticas al interior la organización. La
autora complejiza el asunto y esgrime una visión de conjunto en el que
involucra el rol jugado por las bases en torno a las discrepancias. El texto se
enfoca en las disidencias colectivas, para lo cual aborda el derrotero de
cuatro corrientes internas a partir numerosos testimonios de sus protagonistas.
Ilustración de Gastón Spur
Por Iván Marín
Lejos de una perspectiva moralista de tinte condenatorio, “Discutir
Montoneros desde adentro” es un texto que pretende explicar la complejidad
política en torno a cómo se vivieron las disidencias colectivas al interior de
la fuerza guerrillera dirigida por Mario Firmenich. Es lo que explica que el
libro de Daniela Slipak, recientemente salido a la venta por la editorial Siglo
XXI, tenga como subtítulo: “Cómo se procesaron las críticas en una organización
que exigía pasión y obediencia”. En la charla con Prosa Urgente la autora
reconoce dos puntos fundamentales que fueron ejes de discrepancias en la
organización: qué concepción se tenía acerca de lo que era el peronismo y la
compleja relación entre la política y la estrategia guerrillera en una fuerza
que, a su modo, se pretendía revolucionaria. “Hacer la revolución era una
cuestión de orden bélico”, señala la entrevistada.
Con independencia de las interpretaciones que se pueda tener
sobre el peronismo en general y de Montoneros en particular, la obra en
cuestión ayuda a pensar la cuestión del disenso en las organizaciones, más allá
de las que específicamente se decidieron por una estrategia guerrillera. Sin
desconocer los distintos grados de responsabilidades, Slipak reconstruye estas
discrepancias a partir de distintas fuentes: publicaciones partidarias de la
época, libros escritos sobre el tema y, en especial, testimonios de los propios
protagonistas. Todo esto le permite complejizar la lectura sobre la
problemática y reflexionar en torno al rol de las propias bases, en este “horizonte
de censura” de alguna manera naturalizado en la organización.
Como se dijo, este es el segundo libro sobre el tema de Slipak:
en 2015 publicó en la misma editorial “Las revistas montoneras. Cómo la
organización construyó su identidad a través de sus publicaciones”. A
continuación, la entrevista -realizada el viernes 21 de julio- en dos formatos:
el audio en YouTube y la desgrabación completa.
¿Por qué estudiar Montoneros? Tengo entendido que hace
años que lo hacés, ya sacaste otro libro. ¿Cuándo comenzaste? ¿Cómo llegaste a
la decisión de escribir este libro en particular?
Hace muchísimos años, trabajo más o menos desde 2007 sobre
Montoneros. Podría poner la pregunta en relación a cierta reinstalación,
digamos, de la década de los setenta en la agenda y en el debate público de lo
que fue el ciclo kirchnerista a partir de las políticas de memoria y justicia
que tuvo ese ciclo. Entonces, quizás una parte de la pregunta tiene que ver con
ciertos desplazamientos memoriales que acompañaron ciertos pensamientos
posteriores en las maneras de evocar esta experiencia de los setenta. Y
después, bueno, soy socióloga y tengo un doctorado en Estudios Políticos y
siempre me interesaron temas relativos a la violencia política, a los espacios
revolucionarios. Y comencé indagando para mis tesis de maestría y de doctorado
sobre Montoneros. Ambas tesis versaron sobre publicaciones periódicas
partidarias de la organización, como sus revistas oficiales. Después de
concluir esa investigación, y habiendo trabajado más que nada lo que fue la
propuesta oficial en la construcción de la subjetividad revolucionaria, de la
identidad revolucionaria, a través de estas revistas, me interesó abrir,
restituir ciertas diferencias en torno a esta perspectiva más lineal que yo
había tenido al principio tratando de buscar un poco los desacuerdos, las
tensiones en relación a lo que era la línea oficial del espacio. Entonces, de
ahí surge el interés por recorrer los desacuerdos, -hubo un montón de
desacuerdos en toda la década de Montoneros pero yo construí un objeto de
estudio sobre la base de los cuatro grupos disidentes que tuvo la organización
a lo largo de esa década. Y ahí está el libro sobre discutir Montoneros.
Justamente sobre eso te quería consultar, porque no es
que vos afrontás el libro tomando cualquier tipo de críticas internas en la
organización, sino que te enfocás en las críticas colectivas, que se expresaron
en estas cuatro corrientes internas. Para quienes no lo saben, se llamaban Columna
José Sabino Navarro (1972-1975), Juventud Peronista Lealtad (1973-1974),
Peronismo Montonero Auténtico (1979-1980) y Montoneros 17 de Octubre
(1980-1982). ¿Qué singularidades o aspectos en común tienen las críticas de
estas corrientes internas, si es que las tienen?
Primero habría que reponer que son cuatro grupos que
surgieron en momentos muy distintos de la organización, en momentos en donde
Montoneros tenía una estructura muy distinta a su interior. En momentos donde
también el vínculo de Montoneros con otros actores de la coyuntura era muy
distinto. Porque los cuatro grupos que mencionaste son más o menos los primeros
del ´72-´73 y después ´73-´74 y los dos últimos son del ´79 y ´80. Entonces,
estamos hablando de momentos de la estructura de la organización, de la
situación de los militantes al interior de esa organización y momentos muy
distintos del vínculo de Montoneros con otros actores y también del panorama
nacional. Hay que recordar que esos diez años, además en una década muy
efervescente, muy intensa, recorrieron distintos tipos de gobiernos. Ahí
incluye el último peronismo, antes las dictaduras militares del período
anterior a la apertura electoral del ´73, y después lo que fue el terrorismo
estatal. Entonces, cada uno de estos grupos surgió en momentos muy diferentes y
tuvo estructuras, a su vez, muy diferentes. Algunos fueron muchos más
articulados y centralizados, con bastante trabajo político territorial,
digamos, o fabril. Otros grupos más desarticulados. Y después una cantidad de
militantes completamente distinta porque los dos últimos grupos responden a un
momento de desarticulación de la organización, en el marco también de la
detención-desaparición o asesinatos de muchos de sus militantes. Entonces, a
pesar de todas estas divergencias, que son muchas, igual de alguna manera yo en
el libro coso determinadas discusiones que tienen cierta continuidad y que
tienen que ver con, te diría fundamentalmente, cómo articular la violencia con
la política. Digamos, discusiones sobre cuál era la violencia revolucionaria, o
sea la violencia legítima, cómo se articulaba con el resto de las actividades.
Y después muchas discusiones también sobre el segundo punto, te diría, qué era
el peronismo, que es la tradición donde se inscribía Montoneros, Y después
algunas discusiones sobre cómo deberían ser los militantes, digamos, cuáles
eran las exigencias de esos militantes y si debían ser tan heroicos y
sacrificiales como lo planteaba el oficialismo de la organización, por decirlo
de alguna manera. Y ciertas incomodidades sobre eso, sobre cuáles son las
características de los militantes, cuáles eran los mandatos para esos militantes.
Pero estas últimas son las menos. Fundamentalmente, creo que la continuidad
tiene que ver qué tipos de violencias y de políticas requería la revolución y
en segundo lugar cómo interpretar al peronismo.
Un aspecto importante de la investigación que, visto
desde la actualidad, puede llegar a sorprender es que el término “disidencia”
para caracterizar posiciones críticas a la línea oficial casi no se usó durante
la existencia de la organización. Destacás que eso es posterior, es decir a
mediados de los años 80, si mal no recuerdo. ¿A qué pensás que se debió? ¿Esto
fue algo particular de Montoneros o incluyó a otras organizaciones?
Efectivamente, el término literal, digamos, lo encontré más
que nada en los últimos documentos. O sea, algo del orden de las últimas
discusiones que rondaron en torno a la última operación político-militar de la
organización, que fue la contraofensiva. Digamos, ahí apareció alguna que otra
vez “disidencia”, pero me parece que tiene que ver con cierta matriz propia de
la subjetividad revolucionaria y cómo concibe o cómo enfrenta algo del orden de
los desacuerdos. Y en muchos, si bien no en todos, pero en términos normativos,
digamos, a través de podríamos decir reglas informales y también formales, se
tendía a ignorar o clausurar el espacio a diferencia. Y cuando a veces
aparecía, aparecía catalogada bajo la idea de traición, de alguna especie de
traición al horizonte revolucionario, a efectivamente cómo debía hacerse la
revolución. Entonces, la nominación no pasa tanto por quizás ese, que para
nosotros muchísimos años después nos es más común ¿no?, interpretar en términos
de hay o no disidencias, pero en buena medida por esa matriz que recogía
ciertas tradiciones revolucionarias y que recogía también cierta estructura
disciplinaria que venía de alguna matriz, por una parte del peronismo en términos
de lealtad y traición, digamos, y por otra parte algo del orden del imaginario
militar porque también hacer la revolución era una cuestión de orden bélico,
entonces por todas esas cuestiones no siempre, no quisiera exagerar, pero había un horizonte del orden de la censura respecto de la
diferencia y su nominación bajo la idea de traición, que tenía que ver
también con de alguna manera lo que era el trabajo político revolucionario, la
seguridad que requería ese trabajo político revolucionario y esa acción en
donde estaba mal vista la idea de debatir porque había que pasar a la práctica
y había que cuidar el espacio, sobre todo en situaciones, por ejemplo, de
clandestinidad.
A lo largo del libro me dio la impresión de que hay un
intento permanente de tomar distancia del objeto de estudio. Por ejemplo,
cuando analizás las críticas de la Juventud Peronista Lealtad y que fueron
catalogados por la conducción montonera como una ruptura por derecha, vos medio
que te alejás de esa designación e inmediatamente describís esas objeciones y
queda claro era una ruptura por derecha, por lo menos visto a la distancia.
¿Cómo manejaste esa tensión entre la necesidad de tomar cierta distancia del
objeto de estudio y las conclusiones a las que ibas arribando como
investigadora, en el marco de que es tema que obviamente no te es ajeno y que
supongo ya venías con ciertos posicionamientos por el hecho de venir
investigándolo?
Diría que esa es una pregunta muy pertinente para todo
investigador e investigadora. Digamos, cómo construir un objeto de estudio,
cómo posicionarse frente a un objeto de estudio. Y te podría decir que
cualquier investigador o investigadora, yo incluida, tiene siempre una posición
política porque no existe esa neutralidad pero efectivamente aquella persona
que investiga necesita cierta distancia, que puede pasar por un montón de
dimensiones esa distancia, pero que en definitiva también reconoce que los
investigadores e investigadoras también estamos investigando sobre una época o
un espacio, que puede ser la actividad también, del cual no somos
protagonistas. Entonces, para mí de alguna manera efectivamente yo lo que hago
en el libro es tratar de tomar distancia para no reproducir, podríamos decir,
la perspectiva oficial de Montoneros pero tampoco reproducir y apegarme a la
perspectiva disidente. Entonces, lo que hago con herramientas propias de mi
profesión, que son los Estudios Políticos, tratar desde cierta distancia en la
medida en que no fui protagonista de esos acontecimientos, sino que simplemente
los analizo, identificar analíticamente cuáles fueron las dimensiones de esa
subjetividad revolucionaria que a mí me interesa. Entonces, si se quiere, yo no
reproduzco la perspectiva de los actores, -eso intento-, sino más bien analizo
sus discusiones para tratar de identificar cuál fue el lenguaje
revolucionario, cuáles fueron las características de la subjetividad revolucionaria,
cuáles fueron los temas importantes a discutir, qué significaba para uno u otro
sector hacer una revolución, cuándo era legítima la violencia, qué significaba
para todos esos actores la política porque no siempre la política significa lo
mismo para cada actor político que interviene. Entonces, de alguna manera, si
bien yo no estoy exenta de adscripciones políticas, cuando hago mi trabajo de
investigadora trato de tomar una distancia, diría, epistemológica que me
permita analizar la coyuntura sin reproducir ninguna de las voces que forman
parte de esa coyuntura.
Justamente, con relación a eso, si bien a lo largo de
todo el libro ponés énfasis en cómo fueron planteadas las críticas y, sobre
todo, en el modo en que fueron recibidas y/o clausuradas por la conducción de
la organización, no lo hacés desde una perspectiva lineal, es decir no trazás
por ahí una división tajante respecto de la responsabilidad de las bases en
este aspecto, en el sentido de que cierta disciplina estaba encarnada en toda
la organización. ¿Esto se debió a la propia lógica interna de una organización
armada o pensás que hubo otros factores que influyeron?
Varias cosas forman parte de la respuesta. Primero, quizás
en este ejercicio de tomar distancia habría que decir que la idea de que había
una cúpula autoritaria, más allá de si es cierto o no, pero la idea de que los
problemas tienen que ver con una cúpula autoritaria es un argumento disidente.
Digamos, es un argumento que los propios actores en su momento sostuvieron para
de alguna manera explicar los sinsabores de lo que estaba siendo la experiencia
y a la vez tratar de relanzar la promesa revolucionaria. Sin embargo, digamos,
en mi investigación en los testimonios que pude recabar y que generosamente exmilitantes me
dieron observé que la cuestión de la disciplina y de la norma era probablemente
más compleja que esta idea militante disidente. Entonces, esto no es sólo una
especificidad, me parece, de una organización revolucionaria armada sino mucho
más general, que es que la norma se reproduce a lo largo y a lo ancho de los
espacios. No es sólo que de alguna manera existen dirigentes que, por decir,
sujetan al resto de los militantes a una norma contra su voluntad sino que
muchas veces las cosas son mucho más complejas y densas y somos los mismos
actores los que quizás nos quejamos de la disciplina y al mismo tiempo la
reproducimos con otros pares, con otros subordinados, en el caso de esta
organización. Entonces, efectivamente me parece que era interesante restituir,
digamos, en todo caso que la idea de los problemas de la cúpula vinculados al
autoritarismo es fundamentalmente un argumento político que intervino en esa
coyuntura y que fue parte de las explicaciones de los disidentes para
separarse, pero al mismo tiempo a la distancia trabajar que la reproducción de
la norma fue un poco más compleja que esa idea de que existe por un lado los
dirigentes y por otro lado la base militante, sino que la norma y la disciplina
se reproducía a lo largo y ancho en diferentes direcciones. Obviamente, con
distintos grados de responsabilidades. Pero en una trama donde también los
militantes convalidaban.
Porque sino no se explica por qué ninguna de esas
fracciones no se pudo imponer también, ¿no?
Yo diría, ver así las cosas también explica efectivamente
qué pasó en esas experiencias alternativas políticas que, como vos dijiste al
principio, me interesó ver no tanto las disidencias individuales, sino ver
cuándo -probablemente me interesé por un inconveniente de mi propia profesión,
esa voz disidente se convirtió en un espacio colectivo. De hecho, algunos de
los testimoniantes después, -pasados los años, con el diario del lunes-, me
comentaron que efectivamente sintieron que en ese espacio alternativo se
reprodujeron los mismos problemas del espacio inicial. Entonces, efectivamente
me parece que un acercamiento más denso de cómo se articuló esa subjetividad
revolucionaria, cómo se pensó la revolución, la violencia y la política, ayuda
a la comprensión desde mi perspectiva mucho más que determinadas figuras más
simples que fueron políticas y fundamentales para la militancia pero me parece
que desde lejos, con cierta distancia epistemológica necesaria para la
investigación, se ven más complejas.
En varios pasajes del texto remarcás, reproduciendo los
testimonios que lograste conseguir, la prohibición de las relaciones
horizontales en la organización, que obviamente supongo que por su lógica
militar ¿A qué se debió esto y si siempre fue igual a lo largo de toda la
historia de Montoneros?
Antes de los cambios diacrónicos quizás habría que restituir
ciertas diferencias sincrónicas, en el sentido de que en los espacios legales
evidentemente podríamos decir existían vínculos mucho más horizontales que en
los espacios clandestinos. Y eso tiene que ver con un montón de aspectos, pero
entre otros, lo que vos mencionaste recién, que es que los cuadros militares el
tipo de estructuración, el tipo de trama que articulan esos cuadros militares,
que configuran un espacio de tipo clandestino, que desarrollan actividades
ilegales, digamos, vinculadas a las intervenciones armadas, y que están
estructurados en buena medida con cierta lógica militar; eso hace que las
relaciones horizontales sean mucho más problemáticas en este tipo de tramas
vincular que en tramas de trabajo político territorial, legal, etcétera.
Entonces, primero habría que hacer una distinción más bien sincrónica entre de
qué tipo de circuitos de militantes estamos hablando. Y después, efectivamente
si bien de alguna manera esa propia lógica militar que tenía que ver, entre
otras razones, como dije hace un rato, hacer la revolución también suponía la
estrategia bélica, digamos, esta lógica mucho más vertical en donde los
vínculos horizontales eran un problema, se intensifica, se endurece, se
rigidiza, aunque si bien ya existía en los inicios, se va rigidizando y
endureciendo conforme empeoran las condición de la organización en la coyuntura
y conforme se intensifica la represión legal e ilegal, y luego sucede el salto
cualitativo del terrorismo estatal. Entonces, en esas condiciones de
persecución en donde hay todo el tiempo problemas en torno a la seguridad del
espacio y la clandestinidad del espacio, bueno, eso hace que la lógica
punitivista mucho más verticalista se vaya endureciendo de alguna manera. Y
además, esa es una deriva que acompaña un desánimo y una desazón que es en
torno la lógica de Montoneros y en torno la revolución que se estaba queriendo
construir, va sintiendo buena parte de los militantes que ven
detenidos-desaparecidos, en sus términos caídos, o asesinados, a compañeros
(parece decir “que tenían al lado.”). Entonces, podríamos decir que toda la
estructura hace que ese desánimo y ese riesgo cada vez mayor, en vez de
habilitar a una discusión más amplia sobre el rumbo de la revolución, se
resuelve con la clausura de esa discusión y con castigos más o menos
informales, más o menos duros, pero con castigos a los desacuerdos sobre el
rumbo de la revolución.
El libro contiene muchos testimonios, algunos de los
cuales no aparecen con sus nombres verdaderos. ¿Se puede saber, sin entrar en
detalles, a qué se debe?
Es una cuestión de profesión de investigadora. Yo doy la
opción a los entrevistados y entrevistadas de ir con su nombre o pseudónimo. Y
eso lo dije al momento de hacer la entrevista y después antes de que saliera
publicado el libro hice otra ronda para saber si efectivamente mantenían esa
decisión. Entonces, hubo respuestas diversas. Y luego sucedió que hay algunos
en situaciones donde me pasó que me habían dicho que sí, no tenían problema en
aparecer con su nombre pero después lamentablemente murieron en el transcurso
desde que inicié la investigación hasta que publiqué el libro. En esos casos,
como no tuve la confirmación, me pareció ético resguardar su nombre porque no
pude confirmar su disposición a que aparecieran sus nombres.
Me llamó la atención porque ya pasaron 40 años.
Hay algunos que todavía prefieren ir con pseudónimos, de
todas maneras. Y hay otros que como fallecieron me pareció que era lo que tenía
que hacer. Pero tiene que ver con la ética sobre qué significa investigar y los
derechos de los entrevistados, qué es lo que quieren hacer con sus testimonios.
En el capítulo dedicado a la fracción Peronismo Montonero
Auténtico, mencionás a Patricia Bullrich, actual precandidata a presidenta en
Juntos por el Cambio. ¿Pensaste en algún momento en entrevistarla?
No. Cuando inicié la investigación creo que intenté,
digamos, hay muchos protagonistas de esos años que prefieren no dar testimonio
y también me parece que es parte de sus derechos a hablar o no sobre su pasado,
cada uno gestiona como quiere o puede su pasado. Lo que hice en el caso de
Patricia es ver y escuchar entrevistas que ella había dado a otros archivos
institucionales, en particular de la Facultad de Ciencia Sociales. Pero de
todas maneras te diría que en términos de la pertinencia en la investigación
Patricia Bullrich sí aparece efectivamente conformando parte de esa, es la
tercera disidencia que yo analizo, el tercer grupo disidente, que es el
liderado fundamentalmente por Rodolfo Galimberti; ella tuvo un papel
secundario, podríamos decir. No tenía protagonismo ni tenía mucha importancia
en la configuración de ese grupo, entonces tampoco era del todo relevante, y
reconstruí por otros testimonios, y fundamentalmente es una disidencia para la
cual utilicé muchos documentos, comunicados y publicaciones que después saca
esa disidencia, que había una revista que se llamaba “Jotapé”, y en sus
primeros años es lanzada por esta disidencia.
Para cerrar, ¿qué libros nos podés recomendar sobre la
época?
El primero que diría fundamental también sobre la
experiencia de Montoneros es el de Hernán Confino sobre la contraofensiva (“La
contraofensiva: el final de Montoneros”), pero que restituye también algo
de lo que es todo el derrotero de Montoneros aunque enfatiza sobre la contraofensiva.
Están los trabajos más clásicos sobre Montoneros, muchos de ellos cuestionados,
por ejemplo de Gillespie (Richard) que es uno de los fundamentales. Después hay
un trabajo importante de Lucas Lanusse sobre los momentos originarios. Pero
luego si tuviera que recomendar un libro interesante, y que para mí fue también
fundamental, de la época, más que nada de los primeros años y más en términos
generales, no sólo de Montoneros, es el de Marina Franco “Un enemigo para la
nación”, que ayuda a comprenderde
alguna manera cómo fue posible la instalación del horror del terrorismo estatal
desde el ´76.
A la cortina de metal que oficia de vallado permanente, se
le suma la negativa de los directores de la dependencia a atender personalmente
los reclamos de la docencia. Es el caso de Valeria Troncoso, a cargo de
Recursos Humanos. A cientos de trabajadores les deben el Fondo Compensador de Nación
y no se sabe cuándo lo pagarán. Además, también a muchos les adeudan hace varios
meses las altas en el sistema. Una persona que se presentó como miembro de la
privada del ministro Grazzini, y de supuesto apellido Jara, maltrató a un
docente que reclamó.
Por Iván Marín
A los sueldos miserables que paga el gobierno de Mariano
Arcioni a la docencia, se le agrega el destrato permanente de los funcionarios
del ministerio de Educación a cargo de José María Grazzini, quien tiene la sede
central del organismo hace más de un año y medio restringida a los miles de
docentes de la provincia. A la cortina de metal ubicada en el frente del
edificio se le suma la permanencia de varios policías en la puerta de entrada
para imposibilitar el acceso a la dependencia. Quienes pretenden hacer un
reclamo no pueden hacerlo de manera personal con el encargado de la oficina a
la que corresponde la queja, sino que debe dejar una nota en la mesa de entrada
y esperar los extensos tiempos burocráticos para obtener una respuesta otro
día, si es que la obtiene. Los directivos se esconden y no bajan a dar
explicaciones personalmente.
El caso más paradigmático es el de Valeria Troncoso,
directora de Recursos Humanos, la encargada del ministerio en habilitar el
cobro de lo adeudado por planilla complementaria. En los últimos 3 meses se
registraron cientos de casos de no pago del Fondo Compensador de Nación a
aquellos docentes con salarios más bajos. Este periodista y docente se acercó el
viernes último a pedir explicaciones y pese a que estuvo más de dos horas
esperando, Troncoso no bajó en ningún momento a dar una respuesta. Solo envió
a decir por terceros que supuestamente se cobraría con el mes de julio todo lo
adeudado. Como se dijo, este fondo lo cobran los docentes con menor salario,
por lo que se precisa urgente hacerse del mismo. Por otra parte, no hay ninguna
garantía que el próximo mes se cobre si se tiene en cuenta que miles no lo
cobraron en los meses anteriores. Estamos ante una estafa fenomenal. Este Fondo
es bajado de Nación y retenido indebidamente por Provincia. A esta situación se
suma que son cientos los docentes que no han sido dados de alta en cargos u
horas que tomaron en ¡marzo!, a los cuales también se les debe el Fondo
Compensador.
Como si toda esta violencia no fuera suficiente, ese viernes
bajó una persona de apellido Jara, quien se presentó como parte de la
secretaría privada de Grazzini, a responder de manera prepotente los pedidos de
explicaciones e intentar quitarle el celular a este periodista utilizando la
fuerza física ante la sorpresa de los policías que estaban presentes y tuvieron
que calmarlo.
La docencia de salarios más bajos no puede esperar a agosto
para cobrar lo que le corresponde. La conducción de la ATECH debe ponerse al
frente de estos reclamos y exigir el cobro inmediato de los adeudado.
La acción se desarrolló durante dos horas y media en el
Acceso Norte a la ciudad en reclamo de mejoras salariales y en repudio al fallo
contra el compañero Matías Schierloh, condenado por luchar. La conducción LILA
del sindicato no se sumó aduciendo que no se logró concentrar el número de
personas acordado para realizarla y que había “alerta amilla” por el frío (sic,
mil veces sic). Sin embargo, ayer levantaron el paro progresivo sin consultar a
las bases y un día antes de que finalizara las 120 horas de paro en curso. El piquete
demostró que si las bases se autoconvocan se puede romper con la pasividad que
promueve la burocracia sindical.
Por Iván Marín
El mandato de corte de ruta en la Regional Este se había
alcanzado hace varias semanas, pero la conducción de la ATECh (Asociación de
Trabajadores de la Educación del Chubut) hizo lo imposible para evitarlo, entre
lo que se destaca el levantamiento de las medidas de fuerza hace 15 días pese
que cinco de las seis regionales de la provincia habían mandatado paro. A la
reunión de delegados del jueves último se llegó sin siquiera una propuesta para
movilizar en solidaridad con el compañero Matías Schierloh, condenado por
luchar. Todo salió a iniciativa de los delegados más combativos, ante la
parálisis de la conducción. En esa reunión también se acordó un corte de ruta
para este lunes, que la conducción boicoteó durante todo el fin de semana, pues
no hizo nada para militarlo y, finalmente, concretarlo. El domingo ante la consulta de tres delegadas para posponerlo un día, la conducción decidió entre cuatro
paredes paarlo para el martes pero sin discutirlo con el resto de los delegados. Esta
mañana alrededor de 40 docentes se hicieron presentes para el corte de ruta
pero la conducción manifestó que no era el número acordado para hacer el
piquete e intentó mandar a todos los trabajadores a la casa. Allí se improvisó
una asamblea en donde se manifestó que no se podía perder una nueva jornada de
paro (los 4 días anteriores fueron paros domingueros), y se propuso hacer un
corte de 2 dos horas y dejar pasar a los vehículos al final de la primera hora.
Raquel Caprano, dirigente de la ATECH, manifestó que eso no era lo pactado y
que además se estaba en “alerta amarilla” por el frío. La casi totalidad de la
docencia hizo caso omiso a la respuesta prepotente de la conducción del
sindicato y subió a la ruta, donde permaneció aproximadamente dos horas y
media. Hasta allí se acercaron medios de comunicación de la zona y se formaron
dos filas extensas de vehículos a ambos lados del corte. En ese marco, el
balance del piquete autoconvocado es positivo y debe ser un puntapié para
reorganizar a las bases de cara a la vuelta del receso escolar.
De los casi 30 días de paros que lleva la docencia desde
abril, más de dos tercios fueron paros domingueros, con acciones totalmente
intrascendentes e inofensivas para el gobierno por parte de la conducción LILA
de la ATECh. Ese es el contexto en que debe leerse el corte de ruta que se llevó adelante
semanas atrás donde más de 200 docentes participaron pero dejaron pasar a los
vehículos cada 20 minutos, por decisión de Daniel Murphy y Carlos Magno, los
popes que conducen la ATECh. Este mediodía 40 trabajadores hicieron un piquete en el que liberaron el tránsito cada una hora. La predisposición a la
lucha de este último sector es la contracara de la pasividad promovida por la
burocracia sindical.
El doble discurso de la LILA en torno a respetar supuestos
acuerdos salta a la vista. La semana pasada comunicaron que este martes se
debían realizar asambleas escolares para decidir si se continuaba con el paro.
Sin embargo, el lunes, y sin avisar a las bases, en reunión del Consejo
Directivo resolvieron levantar el paro no sólo de manera unilateral sino también
un día antes de finalizar con las 120 horas de paro en curso, es decir,
promoviendo que el último día de paro los docentes no adhirieran y, por ende,
atentando contra la realización del piquete y de la movilización a Rawson en
solidaridad con Matías Schierloh. Ellos pueden levantar paros votados por las
bases pero las bases no pueden decidir hacer un piquete porque supuestamente el
número de personas no es suficiente. Es claro que esta conducción no quiere
luchar y su función objetiva es organizar la derrota de la lucha docente. Las
autoconvocatorias son las principales herramientas para evitar un desenlace
desfavorable a los trabajadores. Para ello se hace imprescindible preparar la
huelga general y hacerla efectiva a partir del primer día luego del receso
escolar.
Los jueces Marcelo Fernando Peral y
Florencia Cordón Ferrando rechazaron la apelación al fallo antiobrero de
Adrián Duret, quien en diciembre último resolvió en favor de la familia Sáez.
Ambas sentencias se caracterizan por haberse dilatado en extremo en el tiempo y
por dar por verdaderas acusaciones falsas de la patronal. Asistimos otra vez a
una sentencia revanchista del régimen político contra los trabajadores en
general y contra la prensa independiente en particular, en un escenario de
crisis económica y social signado por movilizaciones y creciente
criminalización de la protesta social. Es contra esta “justicia” que el
Chubutazo se rebeló en ocasión de las jornadas en las que también se incendió
al multimedio propiedad de la familia radical. Una advertencia: el pueblo no
olvida, tiene memoria y sabe quiénes son sus enemigos.
Por Iván Marín
El 29 de junio último la justicia patronal y prominera
volvió a fallar contra mi pedido de reinstalación a diario “El Chubut”, de
donde fui despedido en diciembre de 2021 por movilizar contra la zonificación
minera, durante la rebelión popular que se conoció como “Chubutazo”. Esta vez
fueron los jueces Marcelo Fernando Peral y Florencia Cordón Ferrando quienes se
expidieron contra la apelación al fallo de Adrián Duret, quien en diciembre del
año pasado también se manifestó en contra de mi reincorporación. Al igual que
este último, los jueces demoraron mucho más de los habitual en dictar
sentencia. El año pasado Duret se tomó 7 meses para hacer pública su decisión,
3 o 4 meses más de lo previsto. Este año el caso se encontraba para sentencia
desde el 2 de marzo pero Peral y Cordón Ferrando dictaminaron 4 meses más
tarde. Es decir, que más allá del resultado adverso, ambos fallos debieran
haberse conocido el año pasado. La demora contra un trabajador que se encuentra
desocupado apunta, entre otras cosas, a presionarlo a ir por la indemnización, pues tiene 2 años
desde la fecha del despido para hacer la presentación al respecto. Estamos en
alrededor de un año y siete meses, si se tiene en cuenta la proximidad de la
feria judicial.
Aun desde la mezquina y reaccionaria perspectiva patronal y
prominera, el fallo no se caracteriza por tener mucho vuelo. Las exposiciones
de Peral y Cordón Ferrando sumadas apenas llegan a las siete carillas, de la cuales
dos y media son un repaso arbitrario y, por ende, tendencioso del juicio
anterior y la correspondiente apelación. Para ello se basaron en las
declaraciones del dirigente del Sindicato de Trabajadores de Prensa del Noreste
del Chubut (SITPRENCH) Adolfo Pérez Mesas, quien testimonió en favor de la
patronal
La sentencia comienza con esta aclaración: “La Magistrada y
el Magistrado resolvieron plantear las siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿Se
ajusta a derecho la sentencia apelada? y SEGUNDA: ¿Qué pronunciamiento
corresponde dictar?”.
En uno de los pasajes del escrito, Peral plantea: “A fin de
ingresar al tratamiento del recurso del actor, en primer lugar es oportuno
delimitar las cuestiones sobre las cuales esta Alzada se encuentra facultada a
resolver por imperio del art . 280 del CPCC. De la reseña de las alegaciones y
pretensiones de las partes y de las conclusiones del Juez de primera Instancia
surge con claridad que en la etapa postulatoria del proceso el actor reclamó la
reinstalación en su puesto de trabajo , el pago de los haberes devengados desde
el despido hasta su efectiva reinstalación y la reparación de daño moral y que
en sustento de esas pretensiones alegó que el despido dispuesto por la
demandada tuvo motivos discriminatorios en virtud de su actividad gremial como
representante y delegado de hecho de sus pares, no planteando que la causa
invocada por la accionada al disolver el vínculo laboral no tuviera la entidad
y gravedad suficiente para justificar la decisión rupturista”. Según Peral,
como supuestamente no aparece la palabra “proporción” en la presentación, la
demanda se abstiene de pedirla. En realidad, esa lectura es tendenciosa, es
decir, propatronal, pues en todo el desarrollo de la demanda, del juicio y de
la apelación hay un tratamiento que tiende, entre otras cosas, a dejar en claro
la desproporcionalidad del despido frente a la supuesta acción por la que la
patronal termina tomando la decisión. La patronal, por otra parte, nunca probó
nada de lo que acusó en el telegrama de despido, sin embargo, este fallo -al
igual que el de Duret- dieron por ciertas y objetivas las acusaciones.
Recordemos que quien escribe estas líneas NUNCA estuvo involucrado en la causa
penal por los acontecimientos en el diario, causa que busca avanzar con la
criminalización de la protesta social, dicho sea “de paso”.
Más adelante Peral sentencia: “Conforme las pautas reseñadas,
anticipo que los planteos del actor no pueden prosperar dado que de la causa no
surgen acreditadas las circunstancias que lo colocarían al amparo de la ley
23.592 y que él mismo invocó como motivantes de la discriminación que alega,
esto es que se desempeñó como representante gremial de hecho de sus compañeros
de trabajo y tampoco aportó pruebas que cuanto menos permitan presumir que la
suspensión de prestación laboral en época de pandemia y el despido con
invocación de justa causa fueron consecuencia de una conducta discriminatoria
en relación a su persona”.
Continúa el juez prominero: “En lo que respecta a la
supuesta discriminación por razones políticas también alegada, debo señalar que
tampoco es posible vincular el despido con la ideología del actor. Por el
contrario, de las pruebas de la causa y conforme lo expresado en la
comunicación del despido, surge que la decisión rupturista se tomó por
considerar que el actor tuvo una participación activa en los ataques ocurridos
el día 20/12/2021 en las instalaciones del diario por haber sido visto “dentro
del grupo de atacantes, arengándolos e incitándolos mediante la utilización de
un megáfono vociferando proclamas contra de su empleador y sus compañeros de
trabajo” (conforme telegrama de despido de fecha 24/12/2021 acompañado con la
demanda)”.
Los miles de seguidores de Prosa Urgente durante años
estuvieron al tanto del acoso laboral y la discriminación por mis ideas
políticas de parte de la patronal de diario “El Chubut”, que fueron
rigurosamente probadas en el transcurso del juicio. Como dije en el artículo en
respuesta al fallo de Duret en diciembre pasado: “El 8 de marzo de 2018
presenté nota adhiriendo al paro nacional decretado por la FATPREN por el Día
Internacional de la Mujer Trabajadora. A la nota solo tenía acceso la patronal.
Al otro día me encuentro en mi computadora una copia de la nota con una tarjeta
por el día de la mujer. Pero el acoso no terminó ahí. Otra copia de la nota fue
pegada en la cocina donde almuerzo y esta vez le escribieron tres agravios con
tres letras distintas: 1) “Sucio”; 2) “Eso confirma que sos puto” y 3)
“Tu pareja Jones Huala te desea un feliz día desde Chile muaa!!!”. Ese era
mi último día antes de empezar las vacaciones. Desde ya, envié carta documento
a la patronal y también al SITPRENCH. La patronal no se hizo cargo de nada,
dijo que iba a investigar el caso y nunca lo hicieron pese a que tienen cámaras
de video en toda la redacción. Al regreso de mis vacaciones me encuentro con
que me cambiaron de lugar la computadora sin avisarme por escrito. Por lo que
no realizo mis tareas. Estuve 5 días sin trabajar aproximadamente pero yendo al
diario. Me amenazan con dar por concluido el contrato laboral. La
FATPREN también emitió comunicado sobre el tema https://fatpren.org.ar/repudio-ante-caso-de-acoso-laboral-en-el-diario-el-chubut/. Según
el fallo antiobrero del juez Duret, nada de esto implica acoso laboral ni
ningún tipo de discriminación. No hay ninguna referencia al respecto
en la sentencia”. Tampoco hay ninguna referencia al respecto en el fallo de
junio. A continuación, la foto en cuestión.
Como era de esperarse, Peral dictaminó: “Por todo lo
anterior concluyo que el accionante no logró probar el contexto discriminatorio
que alegó en el escrito inicial y por tal razón, en mi criterio, no es posible
considerar que su despido tuvo esa ilícita motivación. En consecuencia, el
recurso bajo análisis no puede prosperar”.
Ferrando Cordón se sumó al fallo con otras apreciaciones
antiobreras y replica las sentencias de Duret dando por verdaderas acusaciones
falsas. A la patronal no le exigen evidencias objetivas de sus afirmaciones; todo
lo contrario ocurre con el despedido. Es un fallo arbitrario por donde se lo
mire, utilizando distintas varas según las partes en conflicto.
La sentencia se da en un marco de creciente
criminalización de la protesta social en la provincia y el país. Estos
fallos antiobreros pretenden sentar precedentes para los convulsionados tiempos
que se aproximan. Situaciones como las que yo viví pueden volverse
relativamente habituales con el crecimiento de las movilizaciones contra las
políticas de ajuste que implementa todo el régimen político contra los
trabajadores, y de las cuales el Poder Judicial es una de sus patas
principales. Por eso, no puede -ni debe- sorprender que el Chubutazo no haya
dejado indemne los edificios públicos de este poder en Rawson, ciudad capital
de la provincia. El fallo, además, busca aleccionar a la prensa independiente
de las patronales y del régimen extractivista. En este caso, no lo lograrán. Seguiremos
en las calles, en las rutas y en las rebeliones populares sin dudarlo. La lucha
continúa.
Todos los sindicatos docentes de Chubut se sumaron a la
farsa encabezada por el gobierno provincial y en vez de rechazar la vergonzosa
propuesta salarial de Arcioni, decidieron pasar a cuarto intermedio y consultarla a las bases. Murphy pasó de “exigir” un básico de 200 mil pesos a aceptar un
salario que para muchos implica recurrir al fondo compensatorio de Nación para
llegar a los 145 mil pesos, es decir que una parte importante es en negro. Como lo anticipó este medio -el único en la provincia, dicho sea de paso- la
conducción LILA levantó el paro “previsto” para mañana. Recordemos que la semana pasada hizo lo propio, incumpliendo con el mandato de 5 regionales. Esta
genuflexión ante el gobierno a la vista del todo el mundo pretende cerrar el conflicto antes del
receso escolar y darle aire a la fórmula oficialista, Luque-Sastre, para que
lleven adelante la campaña electoral sin la docencia en las calles.
Por Iván Marín
Ensayo general para la farsa actual, teatro antidisturbios,
diría la canción. Es el mejor resumen de lo que fueron las casi 5 horas de
reunión paritaria llevada adelante en las instalaciones de Vialidad provincial
en Rawson entre todos los sindicatos docentes y el ministerio de Educación,
encabezado José Grazzini. A esta reunión se llegó luego de que la conducción
LILA de la ATECH (Asociación de Trabajadores de la Educación del Chubut) hiciera
caso omiso al mandato de 5 regionales la semana pasada para continuar con el
paro progresivo. Para ello contó con la complicidad de las conducciones
regionales en manos de la CELESTE. La única que se opuso y respetó el mandato
de sus bases fue la regional Noroeste, dirigida por la BORDÓ. Recordemos que
tanto los cabecillas de la LILA, como la CELESTE, militan la fórmula Juan Pablo
Luque-Ricardo Sastre, este último vicegobernador en ejercicio. Nada bueno podía
esperarse para los trabajadores de este frente único por el ajuste. Y nada
bueno terminó ocurriendo.
El acta paritaria pretende demostrar una supuesta puja entre
las conducciones sindicales y el gobierno. Allí se anuncia que la primera
propuesta de Grazzini fue de un aumento del 5% al básico, que fue rechazada por
unanimidad. Luego propuso un 8% con idéntico resultado. Hasta que, finalmente,
el Gobierno planteó que “como esfuerzo presupuestario, como tercera y última
propuesta el gobierno provincial proponer: elevar el básico en 10%, base de
enero, además se ofrece un incremento del 10% en el ítem zona, llevando el
valor a un 70% del básico testigo en el caso de la zona norte y un 90% del
básico testigo para la zona sur. Asimismo, se ofrece incrementar en un 5% el ítem
antigüedad a partir de los 12 años de antigüedad y para cada uno de los cortes,
estableciendo la escala de antigüedad de la siguiente manera (todo al básico): 12-14
años, 70% sobre el básico; 15-16 años, 80%; 17-19 años, 90%; 20-21 años, 110%;
22-23 años, 120%, y24 o más años, 130%.
Por último, se agrega a la propuesta la incorporación del
ítem recursos materiales como remunerativo, cumpliendo con la incorporación completa
del haber docente como remunerativo y abarcando de esta manera al sector de
jubilados, percibiendo el total de aumentos a los treinta días de otorgados”. Como
se observa, en esta última propuesta no se dice nada del no descuento de los
días de paro.
En 5 horas los 5 sindicatos (ATECH, SITRAED, SADOP, AMET Y UDA)
lograron "arrancarle" (guiño, guiño) solo un 5% más al gobierno y algún que otro ítem menor.
Rechazaron un 8% pero no hicieron lo propio con un 10%., es decir una diferencia
mayor mínima.
Recordemos que la conducción LILA de la ATECh, a partir de
mandatos de las bases, comenzó exigiendo 200 mil pesos al básico, luego 200 mil
pesos finales, más adelante se bajó a esperar una propuesta “razonable” del gobierno y
este mediodía antes de ingresar a la reunión comunicó a la docencia que cualquier
propuesta del gobierno sería bajada a las bases para que sea debatida en
asamblea. Estamos ante una de las mayores estafas en la historia del sindicalismo
docente de la provincia en particular y de los trabajadores en general: se
presentaron a elecciones como una opción de lucha y democrática y terminaron cumpliendo
un rol policíaco al interior de la docencia, tratando de contener el
descontento a como dé lugar.
Durante las 6 semanas de paros progresivos, la LILA hizo lo
imposible para que al menos dos tercios de esas jornadas fueras paros domingueros,
impulsando acciones falopas absolutamente intrascendentes. Cuando las acciones
se avizoraron con pretensiones de masividad, las bases docentes no sólo se
sumaron sino que fue creciendo en número a medida que fueron corriendo los
días. Es lo que explica el apuro de la conducción por romper con esta dinámica,
llegando al punto de no respetar los mandatos de 5 regionales.
La docencia rechazará esta burla del gobierno y las conducciones
sindicales sin contemplaciones. Un verdadero plan de lucha surgirá sólo de la
autoorganización de las bases, es decir, de autoconvocatorias en todas las
localidades que tengan por objetivo la coordinación de la lucha en el vasto el
territorio provincial y la imposición de la huelga general hasta triunfar.
¡POR UN SALARIO ACORDE A LA CANASTA FAMILIAR (HOY EN 350
MIL) CON CLÁSULA GATILLO!
¡TODO AUMENTO AL BÁSICO!
¡POR ASAMBLEAS GENERALES PARA CONSTRUIR UN PLAN DE LUCHA!