jueves, 31 de octubre de 2019

Balance de una campaña lavada en la tierra del “Chubutazo”


Con seguridad, como en ninguna otra parte del país, quedó claro que los resultados electorales no resolverán la crisis estructural que atraviesa nuestra provincia. ¿Del spoileo de la bancarrota del régimen al spoileo de la intervención del Frente de Izquierda?





Por Iván Marín

Sin sorpresas, en Chubut el Frente de Todos aventajó con comodidad en la categoría presidencial a Juntos por el Cambio: según datos provisorios 167.164 (52,16%) votos contra 94.685 (29,54%). Muy lejos aparece en tercer lugar Consenso Federal con 24.326 (7,59%); le sigue el Frente Nos con 13.746 (4,28%), luego el Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (FITU) con 12,727 (3,97%) y cierra Unite por la Libertad y la Dignidad con 7.814 (2,43). En tanto que 7.327 (2,19%) personas votaron en blanco.


La fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández fue la que más provecho sacó de las políticas de ajuste de los cuatro años de Mauricio Macri al frente del Ejecutivo nacional, pese a que los despidos en el sector privado de la provincia (en especial en el petróleo) comenzaron en los últimos meses de Cristina Fernández en la presidencia. Durante la gestión nacional del macrismo en la provincia se perdieron más de 7 mil puestos de trabajos directos, de los cuales más de 2 mil corresponden al sector hidrocarburos donde, además, otras 2 mil personas relacionadas de forma indirecta con el rubro también perdieron su trabajo.


La convulsionada situación provincial hacía particularmente interesante saber qué iba a ocurrir en la categoría a diputados nacionales. Recuérdese que en Chubut se desdoblaron las elecciones provinciales, resultando triunfadora para la gobernación la fórmula Mariano Arcioni-Ricardo Sastre de Chubut al Frente. Arcioni se hizo cargo del ejecutivo luego del fallecimiento de Mario das Neves a fines de octubre de 2017. Al poco tiempo profundizó las políticas de ajuste, entre las que se destaca el pago en forma escalonada a los estatales, con la excepción de la Policía del Chubut. Lo que llevó a que el año pasado la provincia estuviera paralizada en el primer semestre con ocupaciones de edificios públicos, piquetes, movilizaciones multitudinarias y paros y retenciones de servicios de los trabajadores.


El proceso se reactivó en julio del presente año ante el regreso del pago escalonado y el no cumplimiento de las paritarias firmadas y homologadas en febrero y marzo, a pocas semanas de las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), que se desarrollaron el 9 de abril. Bautizado por las propias masas movilizadas como “Chubutazo”, el proceso este año por momentos cobró mayor radicalidad que en 2018, aunque persiste el límite de ser dirigido por la Mesa de Unidad Sindical (MUS), que en su mayoría responden al PJ-Kirchnerismo. Incluso un aliado político a Alberto Fernández como Jorge “Loma” Ávila, secretario General del Sindicato del Petróleo y Gas Privado, envió a una patota a atacar un piquete de estatales en rutas petroleras.


En ese marco, el Frente de Todos obtuvo dos de las tres bancas en disputa, ingresando Santiago Igón y Estela Hernández tras obtener 153.550 (53,29%) votos. La otra diputación quedó en manos Ignacio Torres, el referente del PRO en Juntos por al Cambio, a quien votaron 93.255 (32,36%) personas. Más atrás viene el Movimiento Polo Social Chubut, que fue en alianza con el Frente Nos de Juan Gómez Centurión, con 21.727 (7,54%). El FITU, que llevaba de candidatos a Gloria Sáez (PO), Daniel Ruiz (PSTU), (recientemente liberado tras estar detenido más de un año por movilizar contra la reforma previsional en diciembre de 2017 y que no participó en ningún spot), y a Emilse Saavedra (MST), obtuvo 14.605 (5,06%) votos. Por último, al Partido Independiente del Chubut lo votaron 4.996 (1,73%) personas. Debe destacarse el alto índice de votos en blanco, que llegó según el relevamiento provisorio a las 35.054 (10,64%) personas, a las que se le deben sumar otras 5.483 a quienes se le anularon los votos, entre los cuales hay casi 500 recurridos.


Al igual que en el resto del país, pero con mayor notoriedad en nuestra provincia por el “Chubutazo” en curso, la campaña electoral se caracterizó porque ninguna de las fuerzas políticas en disputa advirtió que las elecciones no resolverán los graves padecimientos que aquejan al pueblo trabajador. En ese sentido, las elecciones como expresión distorsionada de la consciencia de las masas, reflejan en nuestra provincia el hartazgo a las políticas de Macri con el voto al Frente de Todos. Aunque el apoyo a los Fernández debe ser matizado si se tiene en cuenta el alto porcentaje de votos en blanco en diputados nacionales, obteniendo el tercer lugar en esa categoría.


Lo llamativo del asunto es el rol que jugó el Frente de Izquierda en esta campaña electoral. Sus spots y materiales de agitación se limitaron a reproducir los materiales de la campaña nacional, en marcada contradicción con la caracterización que hacen en sus prensas partidarias del proceso de Chubut como un adelanto de lo que ocurrirá en el resto del país. Cabría preguntarse si así como la crisis en nuestra provincia spoilea un futuro cercano a nivel nacional, no solo en cuanto al intento de descargarla sobre la espalda de los trabajadores, sino sobre el rol que jugarán los partidos patronales y la burocracia sindical, también spoilea la futura intervención del Frente de Izquierda.  


La fracción oficial del Partido Obrero, que se ufana hace varios meses en ser supuestamente la primera en agitar la consigna “Fuera Arcioni”, en su balance sobre las elecciones omite hacer referencia a que la misma se llevó adelante mientras se desarrolla el “Chubutazo”, nombre con el que titularon varios de sus artículos en las últimas semanas. Desde ya, reconocer eso, implica necesariamente aceptar el carácter despolitizado de la campaña, en el sentido de no brindarle a los protagonistas del “Chubutazo” una caracterización correcta de la situación de la provincia y, sobre todo, una orientación con perspectiva de poder para el triunfo de la lucha.


No solo estuvo ausente de las consignas de agitación de la campaña electoral el “Fuera Arcioni” que resuena en cada una de las movilizaciones provinciales, sino también la necesidad de coordinar las luchas mediante plenarios o asambleas de delegados. Tampoco se aprovechó a denunciar el rol que juega la burocracia sindical como escollo para que se desarrolle el proceso, en particular la MUS y las CGTs y CTAs. Ni siquiera hubo referencia alguna a la tibia exigencia de un paro de 36 horas a las centrales sindicales. Desde ya, la imprescindible consigna de “huelga general”, en una provincia paralizada hace más de tres meses en el ámbito estatal, brilló por su ausencia. En ese marco, tampoco puede sorprender que no hayan agitado la necesidad de una asamblea constituyente libre y soberana, que revoque todos los poderes del estado y discuta una provincia sobre nuevas bases sociales, en perspectiva de un gobierno de los trabajadores.


Es decir, se dejó pasar una oportunidad histórica. Quizá como en ningún otro lado, en Chubut se expresó a la luz de todo el mundo la crisis estratégica en la que está envuelta la izquierda revolucionaria en nuestro país, y que viene señalando la Tendencia del Partido Obrero. Una izquierda que pretende abordar de forma parlamentaria problemas estructurales que padecen las masas. Una izquierda que no apuesta a darle una perspectiva de poder a los trabajadores, que no puso la campaña electoral al servicio del “Chubutazo”, sino que se valió del mismo para tratar de subir los porcentajes pretendidos. Los números reflejan que en Chubut había recepción para realizar una campaña revolucionaria.


Pero Chubut no es una isla en nuestro país, ni en el continente. Ecuador, Chile y Haití, por citar los casos más relevantes en la actualidad, viven momentos de aguda confrontación no ya contra políticas de ajuste sino contra el régimen en su conjunto. La crisis económica internacional que comenzó en 2008 amenaza con dar un nuevo salto en el futuro inmediato, reactualizando necesariamente en el escenario la lucha de clases. La izquierda revolucionaria debe prepararse para ello con los métodos históricos de la clase obrera y con una perspectiva de poder independiente de la burguesía y, por ende, en ruptura con el capitalismo: un gobierno de los trabajadores.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Ana Belinco: “Decidí irme del PTS porque tomó una orientación parlamentarista”


La docente y dirigente sindical en la villa 1-11-14 del Bajo Flores se refirió a su ruptura con el partido de Nicolás del Caño luego de más de dos años de militancia: campañas electorales vacías y despolitizadas, el lugar que ocupó el trap de Nico en la misma, la crisis internacional. Su empalme con la Tendencia Pública del PO.





Por Iván Marín


Ana Belinco ejerce la docencia primaria desde hace más de 13 años en la villa 1-11-14 del Bajo Flores, en Capital Federal. Hace 7 años que trabaja en la Escuela N 13 del distrito escolar 11. Su práctica como trabajadora de la educación siempre se combinó con militancia en los barrios y sindical, ganándose un lugar como referente en el activismo del sector. Es delegada en su colegio. Desde finales de 2016 comenzó a militar en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), la fuerza política conocida por tener como figura pública a Nicolás del Caño, hoy candidato a presidente por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad (FITU).


Hace poco más un mes Belinco publicó en su cuenta personal de Facebook una carta de ruptura con el PTS que revolucionó a cierto sector del activismo de izquierda por sus críticas no solo al partido donde ella militaba sino al Frente de Izquierda en general, hoy integrado por el Partido Obrero (dirección oficial), Izquierda Socialista y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST). Sus cuestionamientos iban en un sentido parecido a los que venía haciendo la Tendencia Pública expulsada del Partido Obrero: electoralismo y parlamentarismo rabioso del FITU, caracterización conservadora de la situación económico-política y de los trabajadores, y falta de una perspectiva de poder revolucionaria, entre otras. De todas esas cuestiones charlamos con la docente durante 17 minutos. Compartimos a continuación enlace en Youtube con el audio completo de la entrevista y abajo la desgrabación. Consideramos las afirmaciones esgrimidas por la docente un aporte a la discusión sobre qué tipo de izquierda revolucionaria precisamos las y los trabajadores ante la crisis que atraviesa el país y el mundo.






La idea es que nos relates cuáles fueron las razones que te llevaron a la ruptura con el PTS. Sabemos que en esa carta muy interesante que escribiste hay fuertes críticas a la orientación electoralista y parlamentarista no solamente del PTS sino más bien del Frente de Izquierda en general.

Decidí irme por eso que decís, porque el PTS tomó una orientación parlamentarista y democratizante, no solo el PTS sino el FITU de conjunto, en medio de una campaña electoral que se está dando en el medio de una bancarrota del sistema capitalista a nivel mundial, abierta desde el 2008, y con una Argentina que está al borde del colapso, que promete seguir en ese rumbo forzada por el plan de ajuste del FMI (Fondo Monetario Internacional) que está gerenciado por el macrismo, radicalismo, peronismo, los partidos patronales de todos los colores, garantizado por la burocracia sindical y eclesiástica que nos quieren hacer esperar sentados en casa en medio del espanto de la burguesía para que no estalle todo, la pobreza, la desocupación, la carestía de la vida. Y en medio de ese escenario hubo una adaptación de la izquierda en general muy fuerte al régimen y a una conciencia del movimiento obrero que se catalogaba como conservadora, como atrasada, en vez de salir a hacer una campaña socialista y revolucionaria que le explique a los trabajadores que justamente la solución no iba a venir por medios de las urnas, esta pseudo democracia, sino que hay que organizar desde los lugares de trabajo, de estudios, la perspectiva de una huelga general que pueda imponer una asamblea constituyente libre y soberana donde nosotros, los y las trabajadoras, podamos discutir de verdad nuestros verdaderos problemas, una asamblearia que revoque todos los poderes del Estados para poder forzar un gobierno de los trabajadores que sea la única perspectiva.


¿Nos podés recordar cómo está girando o cómo se expresa en la actualidad la campaña del Frente de Izquierda?

Cuando yo expresé todos estos desacuerdos, los expresé por escrito, en mi equipo partidario, en la dirección de la regional. Me dijeron que los “focus group” contratados por el partido, o sea estos grupos especializados que se encargan de hacer encuestas entre la sociedad, decían que la gente no entendía nada si se le hablaba de asamblea constituyente o de gobierno de los trabajadores, y que había que salir a hablar de cosas comprensibles y que fueran de preocupación inmediata de la gente. O sea ahí ya tenés, utilizando una tecnología, que está muy bien utilizarla y demás pero que se determinó direccionando la actividad del partido. En ese sentido se pensó el programa de emergencia frente a la crisis que se levanta, que es correcto, la indexación de salarios, que cuando una fábrica cierra, se toma y demás; pero se mantuvo conscientemente este programa desvinculado de una perspectiva de salida como es expresar la necesidad de que los laburantes tomemos el poder y te deja sin norte estratégico. Porque se ocuparon más de ver qué era lo que la gente quería escuchar que en ver qué era lo que había que decir según la realidad.


El problema es que esto para un trotskista, el programa y la acción, partidaria no puede acomodarse al atraso de las masas sino que tiene que dar respuesta a las condiciones objetivas de la crisis, que en la Argentina, como vos y todos allá en Chubut sabrán, tuvo una enorme agudización con el “Chubutazo” donde estatales, docentes, médicos, enfermeros, petroleros, etcétera, paralizaron la provincia en el medio de esta bancarrota nacional e internacional con piquetes, barricadas, toma de rutas, asambleas y quemando la Legislatura, y no hubo en la campaña nacional una unión cabal con estos procesos, y tampoco con las tomas de fábricas como en Kimberley Clark, en Mielcitas. Todo eso pasó de largo.


De hecho, tampoco lo hay en la campaña del Frente de Izquierda acá en Chubut. Ni siquiera agitan el “Fuera Arcioni” en la campaña electoral. Más allá de eso, ¿cómo se dio la lucha al interior del partido, cuándo la comenzaste y cuál fue el clic que te llevó a decir “hasta acá llego”?

Yo empecé a agudizar la discusión porque veía que la deriva electoralista se iba agudizando y se expresaba por medio de una campaña centrista muy fuerte que tenía como objetivo captar el voto joven de manera despolitizada por medio de un trap que se hizo viral y que se tornó como el eje de agitación en los colegios, en las universidades, inclusive en las mesas de agitación que poníamos en las calles, con la bajada que había desde el partido de preguntarle a la gente si conocía a Nico del Caño; si lo conocía, por qué; si lo conocía por el trap; si lo conocía por el trap, por qué le gustaba el trap; en el medio de todo ese cuadro que yo te marcaba.


¿En serio el trap fue un eje de la campaña?

El trap fue una metodología que se utilizó de manera consciente y persistente. Era con lo que se pasaba por los lugares de estudio, por ejemplo. O sea, fue una profundización en el sentido de querer hacer conocidas a figuras públicas en vez de explicar la necesidad que tenemos de disputar el poder político de un régimen que está en decadencia. No se correspondía con las necesidades.


Aparte, en la universidad no necesita demasiada presentación Nicolás del Caño, y menos con un trap.

Tal cual. Y aparte los universitarios no era lo que estaban queriendo escuchar. Quieren escuchar cómo comprar los apuntes, cómo poder recibirse y demás, y aparte darles una perspectiva política para poner la universidad al servicio de la pelea de los trabajadores y trabajadoras. A eso sumale que también se puso como eje meter a Myriam Bregman como diputada para legislar el aborto o para legislar la legalización de la marihuana o para defender a las mujeres, los trabajadores y la juventud legislando leyes a su favor dentro del parlamentarismo burgués. O sea, esto rompe con toda concepción de un parlamentarismo revolucionario en términos leninistas como lo concebimos los revolucionarios, como un tribuno del pueblo que levante las demandas más sentidas pero que al mismo tiempo denuncie la imposibilidad de alcanzarlas dentro de este sistema, que no legisla para nosotros, que legisla en contra de la clase obrera. O sea, hay una desvirtuación de lo que tiene que ser un parlamentario.


¿Durante cuánto tiempo diste la lucha interna?

La pelea la empecé a dar más fuerte desde abril, desde el último congreso partidario, con toda la discusión del MST, que yo era expresión de minoría, diciendo que me parecía que era por esta presión electoralista, por esta desesperación de no perder votos que se estaba haciendo eso. Yo no estaba de acuerdo. La di durante cinco meses aproximadamente, con la campaña en el medio. Y la gota que rebalsó el vaso para mí fue la votación positiva de la ley antiobrera y desmovilizadora de Emergencia Alimentaria, que fue un salvavidas para el régimen de conjunto, y que significaba el insulto de 9 pesos por día para sacar del hambre generalizada a la gente, supuestamente. O sea, los parlamentarios del PTS y del PO oficial votaron a favor de eso, que era un escándalo, y la diputada de Izquierda Socialista se abstuvo, estuvo bien. Pero esto es una muestra de que el FITU no es más que un rejunte electoral oportunista más que un nucleamiento político. Si bien conserva la independencia de clase y demás, y por eso estaríamos llamando a votar a ese espacio pese a todas las críticas, hay que decirlo.


Vos mientras estuviste dando toda esta discusión, o más bien cuando te fuiste, empalmaste ideológica o programáticamente con lo que es la Tendencia Pública del Partido Obrero, los compañeros que fueron expulsado del partido. ¿Cómo se fueron dando estas coincidencias?

Sí, porque yo mientras daba la discusión salió todo el tema de la ruptura dentro del PO, la discusión que se abrió con después la posterior expulsión de hoy más de mil compañeros, y empecé a leer qué era lo que estaba pasando porque la realidad es que este debate contra la adaptación democratizante y electoralista atraviesa a toda la izquierda mundial, y fue abierto por la Tendencia del PO en esos términos, que salieron a plantearlo al interior de su partido pero en perspectiva de marcar que era algo que estaba pasando de conjunto. Si bien se quiso sentar la idea en el PTS de que la crisis del PO es por una charca metodológica, que se están peleando por aparato, la realidad es que lo que está abierto es un debate político estratégico clave en el medio de un derrumbe electoral del FITU en todo el país. O sea, amerita hacer un balance serio de qué es lo que está pasando.


En ese sentido, cuando yo empecé a leer toda esa discusión entendí mucho más la discusión que estaba dando al interior del PTS, y por eso hoy estoy eligiendo confluir y construir el espacio de la Tendencia del Partido Obrero porque me parece que cada militante, que cada trabajador de izquierda, tiene que fortalecer la lucha contra la adaptación de las direcciones de los partidos que se presentan como revolucionarios, porque si no el capitalismo nos va a llevar puesto. Es un deber que tenemos los y las revolucionarias salir a dar esa discusión.


¿Cómo sigue tu militancia en adelante, qué repercusión tuvo esta ruptura en tu círculo cercano y qué opinión tenés de las críticas públicas a las direcciones de los partidos cuando no hay acuerdos, creés que es sano para la militancia de izquierda?

Mi militancia sigue en ese sentido que te decía. O sea, para mí se impone más que nunca construir un partido revolucionario de la clase trabajadora que se pueda poner al frente de disputarle el poder político a esta burguesía que nos está llevando a la nada, en ruptura con el capitalismo, y por un mundo socialista. Esa es mi militancia. En ese sentido creo que, para no olvidarme cuál fue mi primera confluencia con la Tendencia del Partido Obrero, o sea el movimiento de mujeres y el último Encuentro de Mujeres al que fui confluyendo con la línea de las compañeras del Plenario de Trabajadoras (Tendencia del PO), lleve la perspectiva, o sea las mujeres en el mundo entero están a la cabeza de esa lucha, somos vanguardia en esa lucha y tenemos que dar una pelea dura, decidida, para que nos dejen de hacer pelota.


¿Qué repercusión tuvo en tu círculo próximo la ruptura, se han acercado también compañeras y compañeros de otros espacios?

La verdad que tuvo mucha repercusión, mucha gente que se comunicó conmigo desde diferentes organizaciones, no solo del PTS, o sea compañeros y compañeras dentro del PTS que están tratando de pensar, inclusive quedando internos al partido para dar la discusión desde ahí o desde afuera. También gente de otras organizaciones que estamos todos en esa línea de lo que vos decías antes, de pensar qué formas de construcción de partido son saludables en el sentido de la democracia interna que tiene que haber en los partidos, cómo se entiende el centralismo democrático porque también es una discusión que sobrevoló mucho todo esto de que parece que el centralismo democrático es hablar hacia adentro y callarse hacia afuera. Bueno, eso no puede ser así. Los revolucionarios hacemos política hacia las masas trabajadoras para que todos los trabajadores se involucren en cómo construir la revolución. En ese sentido a mí me parece que el centralismo democrático tiene que ser la mayor discusión hacia adentro y poder sacarlo hacia afuera para hacer parte a todos los trabajadores y trabajadoras que son con los que esperamos hacer la revolución porque no la vamos a hacer entre cuatro.


En los últimos días ha habido movilizaciones importantes en distintos países de Latinoamérica y del mundo, sabemos que la Tendencia del Partido Obrero ha venido dando una discusión primero al interior del PO y después hacia afuera sobre el escenario mundial. ¿Este aspecto también ha tenido algún tipo de relevancia en tu ruptura con el PTS y en las críticas a la orientación que viene llevando adelante el Frente de Izquierda?

Sí. Como te decía al principio, yo empecé a dar toda esta discusión en el medio de que en Argentina el FITU estaba desarrollando esta campaña lavada al calor de una situación convulsiva que atraviesa el capitalismo a nivel global que viene desde hace años. Ahora estamos viendo picos pero no es algo nuevo. Desde Asia hasta Medio Oriente y ahora fuerte acá en América Latina. Una situación que la izquierda argentina no atinó a prever cuando a los marxistas no deberían sorprendernos estos procesos de crisis del capital si usamos correctamente el método materialista dialéctico que nos legó Trotsky por allá atrás para analizar la realidad.


El pueblo ecuatoriano y chileno son los espejos donde tenemos que mirarnos los pueblos latinoamericanos de conjunto. Chile es hoy un pueblo que se está despertando, como ellos mismos dicen que se levantan contra la bancarrota del régimen político de Piñera (Sebastián, presidente de Chile) que no es más que el pinochetismo del siglo veintiuno, es una continuación de esa política represiva, y que aplicó a rajatablas los planes del FMI hundiendo en la miseria a los trabajadores, a los jubilados, a los estudiantes, impidiendo el acceso a la educación. Frente a esto los trabajadores hoy se están organizando por la huelga general, por una asamblea constituyente como salieron a decir hoy (por ayer) llamando a la huelga para mañana (por hoy), que le permita a las mayorías populares decidir sobre su propia vida. Y están gritando “Fuera Piñera” mientras el presidente dice que está en una guerra y circulan audios de la primera dama hablando de una invasión alienígena, o sea uno se pregunta si es real o no pero pareciera ser que sí. Y ese es el desprecio que tienen los ricos por los que laburamos. Y Chile y Ecuador marcan el camino para una Argentina que todos los analistas están diciendo que está sobre el abismo porque del pago de Argentina depende que el propio FMI no entre en una bancarrota general. Y en el medio de esta crisis capitalista el mundo capitalista necesita ese salvavidas. Entonces, gane quien gane las elecciones va a buscar cumplir con sus socios fondomonetaristas descargando el peso sobre el pueblo trabajador, y no nos queda más que organizarnos y luchar con los métodos de clase obrera porque vamos a decir, para terminar, que el parlamento no nos va a salvar de este lío.

lunes, 21 de octubre de 2019

El “Chubutazo” ausente en los spots electorales del Frente de Izquierda en Chubut


Pese a la gran movilización provincial, tampoco agitan las consignas “Fuera Arcioni”, “plenarios de trabajadores”, ni “paro de 36 horas” y mucho menos “huelga general” y “asamblea constituyente”.





Por Iván Marín

En consonancia con el resto del país, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad (FITU), desarrolla una campaña electoral sumamente lavada en Chubut, aunque con el agravante de hacerlo en una provincia que hace más de dos meses se encuentra movilizada contra las políticas de ajuste del gobernador Mariano Arcioni y el presidente Mauricio Macri.


Trece semanas ininterrumpidas de paro docente; ocupaciones de dependencias estatales por jubilados; paros y retención de servicios desde hace casi tres meses en salud y otros sectores del estado; toma de escuelas por estudiantes secundarios; pueblada en Sarmiento ante una posible represión; piquetes de viales, docentes y ATE; bloqueos en la poderosa Aluar de Puerto Madryn y en la playa de tanques de YPF en Comodoro Rivadavia; embrionarios procesos de coordinación de las luchas con plenarios provinciales de delegados/as docentes, asambleas interhospitalarias y asambleas intersectoriales; los fallecimientos de las docentes Jorgelina y Cristina en una accidente y los incendios de Casa de Gobierno y Legislatura, y masivas movilizaciones en todo el territorio. Esas son tan solo algunas de las acciones desarrolladas contra las medidas de ajuste aludidas más arriba, y que algunos bautizaron como “Chubutazo”.


En ese marco, los fuerzas del FITU de nuestra provincia, Partido Obrero (PO, dirección oficial), Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), vienen agitando desde hace más de dos meses en sus prensas partidarias las consignas “Fuera Arcioni”, “Paro de 36 horas” y plenarios provinciales de delegados.


Lo contradictorio del asunto (¿contradictorio?) es que pese al escenario convulsionado que vive la provincia, las fuerzas mencionadas evitaron por todos los medios recurrir a esas consignas en los spots de la campaña electoral en curso. Por el contrario, como si nada pasara, decidieron agitar en los spots lo mismo que esgrimen sus referentes a nivel nacional, como si el “Chubutazo” solo existiese en sus prensas y no en la realidad concreta provincial. Tampoco utilizan la propaganda electoral para denunciar el rol traidor de las burocracias sindicales enroladas en la Mesa de Unidad Sindical (MUS), de ATE y del sector privado nucleadas en las CGTs, principales garantes de la “gobernabilidad”. Mucho menos llaman al resto de la clase obrera, desocupados y privados, a sumarse a la lucha. Desde ya, no han hecho participar de los spots a Daniel Ruiz, el exdelegado petrolero recientemente liberado tras estar más de un año detenido por participar de las movilizaciones contra la reforma previsional en diciembre de 2017, quien va como candidato a diputado nacional en segundo lugar, aportado por el PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado).


Cabe señalar, que la dirección de la campaña en Chubut está en manos del PO (dirección oficial) y del MST, por ser las fuerzas que cuentan con la personería. De ahí que los spots sean protagonizados por sus candidatas: Gloria Sáez (PO) y Emilse Saavedra (MST). El PTS, por su parte, no ha realizado hasta el momento spots para las redes sociales. En todos los casos, (PO, MST y PTS) no agitan en sus materiales electorales las consignas señaladas más arriba y el “Chubutazo” ocupa un lugar de relleno. Hay que decirlo sin pruritos: esta no es más que la continuación de una política de adaptación de pe a pa al parlamentarismo y el electoralismo, opuesta hasta el caracú a la tradición leninista de utilizar los espacios que se le arrancan al régimen como un tribuno del pueblo. Para el caso del PO (dirección oficial) se vienen ufanando con recurrencia ser supuestamente los primeros en agitar en su prensa la consigna "Fuera Arcioni", peso es evidente que lo hacen con fines propagandísticos y no de intervención concreta en la realidad. 


La caracterización conservadora de la situación que atraviesa no solo el país, sino también Latinoamérica y el mundo, fue motivo de crítica de la Tendencia Pública del Partido Obrero, y por la cual fueron expulsados de dicho partido más de mil militantes. Entonces, no puede sorprender la falta de una perspectiva de poder en Chubut ni en el país, y mucho menos su agitación concreta en la campaña electoral con dos consignas indispensables: la huelga general y la asamblea constituyente libre, soberana y con poder.


Lo grave del asunto es que el FITU perdió una oportunidad histórica en la campaña electoral para tratar de hacer menos marginal su actuación en la lucha de clase. Trazar una perspectiva para desarrollar la lucha de clases en Chubut y darle una orientación de poder a las masas que protagonizan el “Chubutazo” hubiese contribuido a fortalecer el proceso, que en las últimas semanas intenta ser desviado por las burocracias sindicales y el Frente de Todos.

martes, 8 de octubre de 2019

¿Qué es, por ahora, el “Chubutazo”?


¿El proceso se reduce a la enorme lucha docente o es algo mucho más profundo? Cualquier propuesta de orientación para la consolidación y triunfo de la lucha debe partir de una caracterización seria.





Por Iván Marín

El “Paso, paso, paso, se viene el Chubutazo”, se escuchó después de mucho tiempo en la provincia en las multitudinarias movilizaciones del año pasado protagonizadas por los trabajadores estatales en respuesta a la profundización de las medidas de ajuste del recientemente asumido al frente del Ejecutivo provincial, Mariano Arcioni. Desde entonces, el fantasma de un “Chubutazo” ha recorrido cada una de las manifestaciones en Chubut. La inspiración, claro está, viene del proceso que terminó con la gobernación de Néstor Perl en octubre de 1990. 


Tras la muerte del exgobernador Mario das Neves (31/10/17), Arcioni inmediatamente pretendió profundizar las políticas económicas que ordenaba para todo el país Mauricio Macri. Se intentó descargar un ajuste brutal en primer lugar contra los trabajadores estatales. De alguna forma, como respuesta a ello, nació la Mesa de Unidad Sindical (MUS), un acuerdo de las cúpulas sindicales para tratar de conducir y contener las movilizaciones y el descontento que necesariamente se iba a expresar en lo inmediato en las calles. El 9 de enero de 2018 movilizaron a Legislatura desde toda la provincia contra la sesión extraordinaria para aprobar el Pacto Fiscal y la Ley de Emergencia.


Las consecuencias del criminal endeudamiento de la provincia de las últimas gestiones, pero sobre el efectuado en 2016, tuvo como consecuencia un ajuste brutal sobre los bolsillos de los trabajadores y las dependencias estatales. 


Durante los meses de enero y febrero el gobierno provincial adelantaba que no habría recomposiciones salariales, que en algunos casos debía del año anterior. A comienzo de marzo comenzaron las grandes movilizaciones tras conocerse que los estatales cobrarían en forma escalonada. Para entonces los hospitales públicos ya sufrían profundas crisis por desabastecimientos de insumos, falta de personal e incluso problemas edilicios. Esta situación se extendía a educación y al Poder Judicial, como así también a otras dependencias del Estado. Lo que llevó a que trabajadores en distintos puntos de la provincia acompañaran las movilizaciones y cortes de rutas con ocupaciones de secretarías, llegando a su punto más álgido con la ocupación y acampe en el ministerio de Educación en Rawson por parte de cientos de docentes.


Los resultados de esas acciones fueron dispares. Aun falta un balance crítico y minucioso del asunto. Pero si bien no se lograron obtener todos los reclamos, se alcanzaron recomposiciones salariales que más o menos estaban a tono con la inflación, es decir superiores a las del ámbito privado. El gobierno, por su parte, también suscribió una serie de compromisos para revertir el vaciamiento en servicios que presta el Estado que nunca cumplió. El mayor saldo de ese proceso fue la incorporación de nuevos contingentes de luchadores/as en toda la provincia, el surgimiento de amplios sectores autoconvocados (no antisindicales sino cuestionadores de las conducciones), e incluso de manifestaciones embrionarias de coordinadoras como la Asamblea Interhospitalaria del Noroeste del Chubut.


Todo ese proceso vivido en 2018 fue el caldo de cultivo para el que vive en la actualidad Chubut. A diferencia del año pasado, esta vez las bases confían mucho menos en la MUS, que se encuentra más debilitada por el alejamiento de ATE y otros sindicatos. En los ya casi tres meses de lucha se produjeron puebladas para evitar represiones a piquetes (Sarmiento); movilizaciones masivas en toda la provincia tras el ataque de una patota de Jorge “Loma” Ávila, secretario General del Sindicato del Petróleo y Gas Privado del Chubut, a estatales que se encontraban cortando rutas petroleras; lo mismo ocurrió tras las muertes en un accidente automovilístico, luego de participar de un Plenario Provincial de Delagados/as, de las docentes Jorgelina y Cristina, que incluyó el incendio de Legislatura y puerta 2 de Casa de Gobierno; bloqueos a la poderosa Aluar y playa de Tanques de YPF en Comodoro Rivadavia, dejando sin distribución de combustible a todo el sur chubutense, Santa Cruz y Tierra del Fuego, provocando el corte de energía eléctrica en algunos poblados; piquetes numerosos en rutas nacionales y provinciales y, al igual que el año pasado, ocupaciones y acampes en dependencias estatales. Este año, además, cuenta con amplio protagonismo de trabajadores viales, auxiliares de la educación, estudiantes secundarios y jubilados.


Lo más cualitativo del proceso en curso, además de las medidas de acción directa y los paros y retenciones de servicios, que en algunos casos, como el docente llevan 12 semanas, sin dudas son los embrionarios desarrollos de coordinación desde las bases que se están llevando adelante: las asambleas interhospitalarias se extendieron hacia toda la provincia; la docencia ya lleva dos plenarios provinciales de delegados/as y en pocos días volverá a realizar otro; ayer trabajadores del hospital regional de Comodoro Rivadavia votaron exigir a la conducción provincial de ATE un plenario de todos los delegados de hospitales de la provincia; en Esquel, Comodoro Rivadavia, la Comarca Andina y en lo que fue el acampe en Legislatura se realizaron asambleas intersectoriales. Todas estas formas de coordinación se hacen a pesar de las conducciones sindicales y han puesto en alerta no solo al gobierno de Mariano Arcioni, sino al resto de los partidos patronales.


Salvo algunos episodios puntuales, el proceso aun no ha desbordado los márgenes de la institucionalidad burguesa, ni se han producido grandes enfrentamientos con sus fuerzas represivas, por lo que el Estado aun no ha perdido del control de la situación. Lo que no implica que la “gobernabilidad” no se haya puesto en cuestión. El “Fuera Arcioni” es una consigna generalizada, aunque por el momento prima como salida institucional mediante la figura del “juicio político”, que ningún diputado parece seriamente dispuesto a llevar adelante, al menos por ahora. Otro límite es que aun ni el sector privado ni los trabajadores desocupados se han sumado en masa al proceso, aunque no han dejado de mostrar simpatías y solidaridad con el mismo, en particular los petroleros de Comodoro Rivadavia y Sarmiento, con sus muestras de apoyo a los piquetes en esas zonas.


Otra característica insoslayable que recorre todo el proceso es el contundente rechazo popular a los intentos de instalar la megaminería en la provincia. Cualquier tentativa de avanzar con estas intenciones serán replicadas con levantamientos populares generalizados y sin dudas serán acompañados de enfrentamientos directos contra el Estado y sus fuerzas represivas.


De todo lo anterior se desprende que lo que se conoce como “Chubutazo” es un proceso abierto. Bautizado así por las propias masas que lo protagonizan, es evidente que aun no cobró la radicalidad de otros “azos” conocidos por la rica historia de luchas de las masas de nuestro país. Por lo pronto, podemos señalar que, al menos hasta ahora, el “Chubutazo” es la respuesta en las calles de los trabajadores estatales (pasivos y activos) y los estudiantes a los intentos de los gobiernos de Arcioni y Macri en descargar la crisis sobre sus espaldas.


En las últimas semanas el rol del Frente de Todos y de las burocracias sindicales ha quedado más claro para las bases, principales sujetos del “Chubutazo”. Por ello los intentos de coordinación se ven como una respuesta a las maniobras para desmovilizar y sacar a los trabajadores de las calles, como ordenó Alberto Fernández.