Al igual que la CTERA y el resto de los sindicatos docentes del
Chubut, la institución dirigida por Murphy y Magno le dará la espalda a la
histórica jornada de lucha del próximo martes 23 de abril. Ante esta carnereada
monumental, se hace más urgente que nunca dejar las aulas, autoconvocarse y movilizar
ese día en defensa de la universidad pública, es decir de la educación pública
en su conjunto.
Por Iván Marín.
Este martes 23 de abril se llevará adelante en todo el país
una Marcha Federal Universitaria contra el ajuste presupuestario y en defensa
del sistema educativo público en general. La movilización que, se prevé sea
masiva, es el resultado de varias semanas de deliberación en el ámbito
universitario de todas las localidades del país. Asistiremos, posiblemente, a
la primera movilización multitudinaria de neto carácter antigubernamental en la gestión de
Javier Milei, a diferencia de lo que ocurrió con el parito de enero impulsado
por la CGT. Ello explica, justamente, que ni las CTAs, ni CTERA, ni la propia
CGT, llamen a parar en defensa de la educación pública. De espalda a este paro,
la burocracia sindical se encuentra consensuando una contrarreforma laboral,
que intentará ser disimulada con una marcha a la CGT el primero de mayo, cuyo único
objetivo es utilizar a esos trabajadores que movilizarán como botín de
negociación en la susodicha contrarreforma.
La Marcha Federal Universitaria del próximo martes suscita
un interés estratégico para las familias obreras en el país, no sólo porque
apunta a la defensa de su derecho a la educación pública y gratuita, sino
porque puede despertar un movimiento de rebelión en otros ámbitos contra las
políticas reaccionarias del gobierno “libertario” y, en espacial, contra el DNU
y la nueva Ley Ómnibus que se encuentran en el Congreso Nacional, en cuyos objetivos
se encuentran la mencionada contrarreforma laboral, la profundización de la
entrega de nuestros recursos naturales, la privatización no solo de la
educación sino de varias dependencias estatales y un salto en la criminalización
de la protesta social y, por ende, de la represión contra el pueblo que se
moviliza.
Mientras todo esto ocurre, la conducción LILA de la ATECh
(Asociación de Trabajadores de la Educación del Chubut), dirigida por Daniel
Murphy y Carlos Magno, dispuso participar de la marcha “convocando a asambleas
unificadas con retiro del lugar de trabajo”, es decir, un saludo para la
ocasión, ya que en todo lo que va del año en la inmensa mayoría de las escuelas
de la provincia no se desarrollaron asambleas. Ocurre que, en estos más de dos
años de gestión de la LILA, se vació el sindicato de participación política. La
docencia adhiere a los paros pero no moviliza. Cuando intentó iniciativas
propias en 2022 y 2023, fueron boicoteadas por la propia LILA. Hoy la ATECh se encuentra
en el peor momento de su historia en cuanto a participación de las bases, y la
docencia del Chubut es con comodidad la que percibe los peores salarios reales
del país, en un contexto general signado por una profunda inflación de precios.
El resto de los sindicatos docentes de la provincia tampoco convocan a parar,
es decir, asistimos a una fenomenal carnereada por parte de las conducciones
sindicales docentes a la marcha en defensa de la educación pública más
importante de las últimas 3 décadas en el país.
Esta carnereada de la LILA, y del resto de las conducciones
sindicales, cuenta con el silencio, y por ende, la complicidad de las
agrupaciones docentes opositoras en la ATECh, incluidas las que responden al
Frente de Izquierda, que no denuncian el accionar de Murphy, Magno y compañía.
El silencio involucra también a mayor parte de los medios de comunicación alternativos y a
ciertos “influencers” que durante la gestión Celeste se veían en todas las
redes sociales pero que desde que llegó la LILA no volvieron a abrir la boca.
¿La pauta LILA silenció a estos sectores? El vaciamiento de participación de las bases docentes en la ATECh, deja de manifiesto que la conducción LILA es la
continuidad de la Celeste por otros medios.
Este martes 23 de abril, la docencia chubutense no puede
estar ajena a la lucha de sus hermanos universitarios, debe autoconvocarse,
dejar las aulas y movilizar en defensa de la educación pública.
Este lunes
se llevará adelante una audiencia preliminar contra ciudadanos de localidades
de Rawson, Trelew y Puerto Madryn que defendieron el agua y fueron partícipes
de la rebelión popular de diciembre de 2021, el mayor levantamiento en la
historia de la provincia. Pese a la feroz represión, no hay ningún policía ni
autoridad política imputada. Se convoca a acompañar a estos vecinos.
Foto, Aníbal Aguaisol
Por Iván Marín
Desde el
miércoles 15 de diciembre de 2021, en que la Legislatura del Chubut aprobó de
manera “imprevista” un proyecto que habilitó la megaminería en la meseta
provincial, hasta el martes 21 en que esos mismos diputados derogaron dicha
resolución en votación unánime, la provincia vivió la semana más convulsionada
de su historia, con movilizaciones masivas en las localidades más importantes,
y con enfrentamientos de masas entre el pueblo y las fuerzas represivas, en
especial en la ciudad de Rawson y, en menor medida, también en Trelew. Los
análisis más serios sobre este proceso ubican a dichos enfrentamientos como
decisivos para la victoria popular en defensa del agua y el medioambiente.
Chubut, además, venía de 3 o 4 años de movilizaciones contras las políticas de
ajuste del gobierno provincial de Mariano Arcioni.
Foto Aníbal Aguaisol
En ese marco hay que situar
este intento de criminalizar a once vecinos por luchar, todos ellos sin ninguna
pertenencia partidaria o de activismos en alguna organización. Hay que recordar
que hubo decenas de heridos, muchos de ellos de gravedad, en esta resistencia
popular contra la megaminería y las políticas de ajuste, que es lo que fue en
última instancia el Chubutazo. No hay ningún imputado del Estado, y sí del
pueblo. Las palabras sobran. Compartimos a continuación, la convocatoria de un
grupo de vecinos autoconvocados que llaman a apoyar los vecinos a los que se
quiere criminalizar.
CAUSA
CHUBUTAZO
*Este
lunes 15 de abril, a las 9:00 hs. Se llevará adelante la AUDIENCIA PRELIMINAR
contra vecinos de Rawson, Trelew y Madryn, por el Chubutazo.
*La
fiscalía de Rawson y la Querella del Ex-Gobernador Arcioni, buscan llevar a
juicio, a vecinos que estuvieron en las movilizaciones durante diciembre del
2021, cuando Mariano Arcioni, con la complicidad de la Legislatura del Chubut,
aprobó la zonificación minera, en contra de la voluntad popular.
*A dos
años y meses de la gran REBELIÓN POPULAR que LOGRÓ HACER RETROCEDER AL GOBIERNO
y a las empresas multinacionales, EVITANDO así el SAQUEO y la CONTAMINACIÓN de
nuestra provincia, RESISTIENDO LAVIOLENCIA DEL ESTADO (que aún no ha dado explicaciones),y no hay ni un movimiento en las causas
contra el Estado, los Legisladores, y las Fuerzas Represivas, que dejaron un
saldo de decenas de heridos, daños emocionales profundos en la comunidad, daños
a comercios y autos, etc, ni ninguno de los delitos que ellos mismos cometieron
durante todos los días y noches de represión, pero si avanzan las causas contra
el pueblo.
*Se sigue
persiguiendo y criminalizando a los vecinos, que con coraje enfrentaron más de
5 días de REPRESIÓN FEROZ, y salvaron a la Toda la Provincia de la destrucción
que asegura la Megaminería.
*Por eso
es fundamental, es lo correcto y debemos acompañar a los vecinos procesados en
esta audiencia, donde se presentarán los cargos en su contra, y la Defensa
Pública Penal, presentará los descargos sobre dichas acusaciones y luego el
Juez Castro será quien decida la elevación a juicio o el sobreseimiento de
nuestros vecinos.
Esto
último es lo que exigimos!
●SOBRESEIMIENTO
A LOS VECINOS DEL CHUBUTAZO.
●BASTA DE
CRIMINALIZAR LA PROTESTA
●NO A LA
MEGAMINERÍA
●JUICIO Y
CASTIGO A LOS REPRESORES Y SUS RESPONSABLES POLÍTICOS.
Rubén Kotler, historiador tucumano especializado en derechos
humanos, se refiere al video negacionista emitido por la cuenta oficial del
Gobierno Nacional el 24 de marzo último, a 48 años del golpe cívico-militar de
1976. Además de contextualizar la provocación “libertaria”, hace un análisis
puntilloso sobre la supuesta versión “completa” de los acontecimientos que se anuncia
en el documento audiovisual, el debate en torno al genocidio, la cifra de los
30 mil detenidos-desaparecidos y el pretendido “curro de los derechos humanos”.
Por Iván Marín
Como se preveía, el gobierno de Javier Milei difundió el 24
de marzo último su versión negacionista de los crímenes de terrorismo de Estado
cometidos por la dictadura cívico-militar que estuvo en el poder desde 1976 a
1983. Lo hizo a través de un registro audiovisual de escasa originalidad y con
tres protagonistas que pretenden contar una historia “completa”, que no es más que
una versión repetida hasta el hartazgo por sectores militares, de la iglesia
católica y de las clases dominantes de nuestro país, como es la denominada “teoría
de los dos demonios”, desmentida por todos los organismos de derechos humanos e
investigaciones históricas serias. Estamos hablando del periodista,
propagandista militar y neoliberal y funcionario menemista, Juan Bautista Yofre,
apodado “Tata”; de María Fernanda Viola, hija del militar tucumano Humberto
Antonio Viola, asesinado por el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), brazo
armado del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) y de Luis Labraña,
ex militante de Montoneros, quebrado y fundido, un ser inanimado cuya
existencia en este mundo se parece en demasía a las de los zombis, tan de moda
en series en los últimos años, aunque con menos dignidad.
Esta provocación “libertaria” se da mientras el gobierno
aplica un plan económico que tiene por objetivo una derrota histórica de la
clase obrera y el pueblo en su conjunto. Dicho propósito estratégico incluye contrarreformas laborales, previsionales e impositivas; criminalización de la
protesta social y la implantación de un régimen policial; privatizaciones de
empresas estatales y decenas de miles de despidos en el sector; la profundización
del extractivismo, esto es la entrega de recursos naturales a potencias
mundiales y la consiguiente contaminación de los territorios y poblaciones en
todo el país.
Sobre estos temas dialogamos con el historiador Rubén Kotler,
quien se desempeña como docente en la Carrera de Comunicación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, donde además trabaja en el Archivo Histórico de la institución. Además es autor de varios libros sobre el tema y guionista del documental "Tucumanazo", entre otras producciones.
La discusión sobre la última dictadura está
"saldada" solo a condición de no dejar de darla nunca. Suponer que
porque esté "saldada" no se le debe responder a los negacionistas es
obtuso y despolitizado. Además, es subestimar el atraso político en general en
la población y en la juventud. Por ejemplo, mayor parte de los pibes en secundaria no
tiene mucha idea de lo que fue la última dictadura, tampoco de cuestiones
elementales como la "obediencia debida" y "el punto final", por mencionar algunos
ejemplos. Obviamente, eso no es responsabilidad de ellos pero es una realidad
objetiva. Dar por "saldada" la discusión es facilitarle el camino ideológico a los fachos. Esa es una de las tantas razones que motivó
esta entrevista. A continuación, la versión en audio de la charla con Kotler y, más abajo, su respectiva desgrabación.
¿Cuáles son tus impresiones sobre el video que difundió
el gobierno nacional el 24 de marzo?
En primer lugar, lo que hay que decir es que estamos desde
el 10 de diciembre ante un gobierno de nuevo cuño, con lo cual era esperable
que una cantidad de acciones, no solamente políticas y económicas sino también
simbólicas, se lleven adelante. El negacionismo en sectores que están cercanos
al actual gobierno, desde el presidente mismo hasta la vicepresidenta y algunos
personajes que ya conocemos de su gabinete, no son nuevos. Por lo tanto, era
esperable que el 8 de marzo, por ejemplo, hicieran alguna acción simbólica como
fue el sacar a las mujeres del Salón de las Mujeres y las reemplazaran por lo
que ellos consideran los próceres, entre quienes colocaron el cuadro de Carlos Menem.
En este sentido, el 24 de marzo esperábamos algún tipo de provocación similar.
Y esa provocación, entre comillas, -la pongo bien entre comillas porque no sé
si efectivamente es una provocación o es una forma también de instalar un
discurso sobre las lecturas del pasado-, llegó el 24 de marzo a través de los
canales oficiales del gobierno. En ese sentido, no son nuevas las posiciones
que ahí se destacan. Participan tres personajes que a mí modo de ver son
quizás, no sé si los más representativos pero sí como, siempre entrecomillados,
voces autorizadas para demandar lo que ese sector denomina memoria completa. Es
así que entrevistan a un ex Montonero que supuestamente fue quien pergeñó el
número de los 30 mil, como Labraña, y a la hija del capitán Viola, ajusticiado
por el PRT en el año´74. Lo curioso es que quien funge de entrevistador es un
personaje como el Tata Yofre, vinculado a la Inteligencia argentina, -fue jefe
de la Inteligencia durante el menemismo y un activo colaborador también de la
dictadura. Por lo tanto, no nos sorprende lo que ese documento audiovisual emana.
No dicen nada nuevo. Y todas las cuestiones ahí planteadas ya han sido
respondidas, en la academia por lo menos. El problema es que parte de lo que
allí se plantea no ha sido puesto en circulación en la sociedad.
Yendo al caso de la hija de Viola, ¿qué referencia podés
hacer frente a ese caso en particular?
Para situarnos tenemos que hablar que en Argentina durante
el siglo veinte hubo seis golpes de Estado, seis interrupciones institucionales
por parte del Ejército como brazo de cierto establishment político y económico.
En ese sentido, uno lo que debería hacer es anclar esta historia en un proceso de
largo plazo y no quedarnos en lo anecdótico que resulta ser el ajusticiamiento
del capitán Viola. Es cierto que quizás las organizaciones político-armadas que
emergieron en los años ´60 y ´70’, no como un fenómeno solamente local sino
global, cometieron algunos errores de lectura, de apreciación, de estrategia,
pero eso no invalida una enorme militancia dentro del campo popular que implicó
a trabajadores de fábricas cerradas, a militantes de un peronismo que hasta el ´73
estaba proscripto. Y aquí sería bueno recordarle a Labraña, a Viola, al Tata
Yofre y a todo el gobierno, que en el ´55 hubo un golpe militar encabezado por
lo que se llamó “La Fusiladora” y que el ejército en ese momento, el 16 de
junio del ´55, hizo una de las acciones criminales más horribles de la historia
como es el bombardeo a la Plaza de Mayo. En ese sentido, yo creo que anclar la
historia en ese proceso nos permite entender por qué surge la guerrilla, si es
una preocupación la guerrilla para estos sectores, y además separar lo que son
los posibles crímenes que pudieron haber cometido las organizaciones político-armadas
de lo que fue la respuesta del Estado, que fue violenta. Y no por caer en algo
que se ha vuelto a reflotar como discurso, que es la “teoría de los dos
demonios”. Yo siempre recuerdo y digo, las picanas no empezaron en el ´76 ni en
el ´75 con el “Operativo Independencia”. Empezaron en el ´30 con Uriburu, las
salas de torturas y la picana eléctrica. Entonces, tenemos una tradición en la
Argentina de golpes militares y de acciones. ¿Qué esperaba el establishment que
ocurriera? ¿Que las organizaciones sociales y sindicales respondieran con
manifestaciones pacificas en un contexto donde la violencia política estaba
legitimada? Bueno, evidentemente no, y lo sabían. Por eso en los años ´60
adscribieron a las ideas de la escuela francesa, a la experiencia que tuvieron los
franceses en la guerra de Argelia. Por lo tanto, ellos esperaron y sabían que
una respuesta de este tipo iba a producirse a partir de la implementación de lo
que vulgarmente denominamos políticas neoliberales. Quedarnos en la anécdota
del ajusticiamiento de Viola, o quedarnos en dos o tres hechos anecdóticos que
son los que recuperan la derecha, o esta derecha, para no ver el proceso
completo, me parece que es también ir en contra de lo que ellos mismos
propugnan, que es la memoria completa. La memoria completa implica que las
organizaciones político-armadas emergieron en un contexto particular, que
fueron aceptadas por amplios sectores sociales como sectores de trabajadores
fabriles, sindicales, amplios sectores de la sociedad. De hecho, muchos de los
militantes de estas organizaciones eran personas que venían de clase media ilustrada,
no venían de las fábricas. En ese sentido, me parece que explicar la historia
no es quedarse con la anécdota. La anécdota no explica absolutamente nada
porque a estas anécdotas les podríamos responder con otras miles de anécdotas,
como las desapariciones de militantes estudiantiles que reclamaban, por ejemplo
en el caso de Tucumán, por el no cierre de comedores universitarios en los ´60,
y que muchos de ellos producido el último golpe cívico-militar son
secuestrados, torturados, detenidos, desaparecidos y algunos de ellos
identificados en el “Pozo de Vargas”.
¿Qué lugar viene a ocupar esto de agregar la palabrita “completa”
a la historia?
Yo creo que ellos suscriben a la idea de los “dos demonios”,
que emergió con el gobierno de Raúl Alfonsín, y uno de cuyos mentores fue
Ernesto Sábato. Y que suponía que a una violencia de izquierda había emergido,
descontextualizando, una violencia de derecha que emanaba de los poderes del
Estado a través del Ejército, respondiendo con una violencia peor. Ma parece
que esa lectura es muy simplista y es una lectura que obviamente la transición
en la Argentina se dio porque buscaba consensos y una especie de consciliación.
Pero Alfonsín también respondió haciendo el juicio a la Junta y juzgando al
mismo tiempo a las cúpulas de las organizaciones político-armadas del PRT y
Montoneros. Por lo tanto, los que reclaman que no hubo juicios contra esas
organizaciones evidentemente se quedaron cortos con la lectura de qué pasó
después del ´83. Pero al mismo tiempo hay que recordarles que el Ejército
emprendió contra todo tipo de militancia una acción represiva como nunca
habíamos visto en la Argentina, y que en lugar de juzgar a quienes ellos
consideraban que habían cometido delitos, como por ejemplo pudo haber sido el
ajusticiamiento de Viola, los tendrían que haber llevado a la justicia y no
haber provocado un genocidio, que fue el objetivo final de este último golpe
cívico-militar. El golpe cívico-militar no vino a terminar con la guerrilla
porque, en palabras de quienes llevaron a cabo el “Operativo Independencia”, en
diciembre del ´75 dijeron que la guerrilla ya estaba desarticulada. Palabras
que le dice Buzzi a Acdel Vilas, quien había sido el responsable del “Operativo
Independencia” desde febrero del ´75, cuando le entrega el mando. Le dice “usted
no me ha dejado ningún trabajo por hacer”, evidenciando que la guerrilla para
diciembre del´75 ya estaba desarticulada e incapacitada en su accionar. Por lo
tanto, los que esgrimen el argumento de que el golpe militar fue para enfrentar
a la guerrilla me parece que no han visto tampoco los números ni la forma ni el
contenido que ha tenido esa represión. En ese sentido, los principales
detenidos-desaparecidos han sido obreros, dirigentes estudiantiles, dirigentes
sindicales, abogados, defensores de derechos humanos, trabajadores del campo,
trabajadores fabriles, etcétera.
Ahí tocaste un tema que más allá de cómo lo trate la
derecha o estos sectores en particular, también es un debate al interior de la
academia e incluso obviamente de historiadores que defienden los derechos
humanos, que es la cuestión del genocidio, de ver si lo que ocurrió en los años
´70 fue un genocidio o no.
Yo creo que ahí tenemos un debate que es un debate jurídico
más que filosófico o ético, si se quiere. En el sentido de que uno siempre
tiene que apelar a lo que dicen las legislaciones vigentes. Y nosotros tenemos
una legislación que después de la Segunda Guerra Mundial, en el año´48, emanó
en la Convención para la Sanción y la Prevención del Delito de Genocidio. La
Convención no habla de números, sino que habla de motivaciones y la
intencionalidad de un sector de la población de exterminar o aniquilar a otro
sector de la población. En este sentido, yo sí adscribo acá a la idea de
genocidio porque hubo una intención clara de desarticular y de aniquilar, como decía
además el decreto del “Operativo Independencia”, a un sector de la población. Y
este sector de la población estaba claramente identificado con esa militancia
de izquierda o de centroizquierda que estaba en contra de los intereses del
establishment económico. Y ahí me parece que no hay dudas, pero es un debate
más jurídico. Daniel Feierstein, sociólogo que ha estudiado muchísimo la
cuestión del genocidio, elaboró un término que a mí modo de ver entra perfecto
dentro de estas definiciones o de este campo de disputas, que son las “prácticas
sociales genocidas”. Las prácticas sociales genocidas implican una cantidad de prácticas
dentro de ciertos sectores de la sociedad que buscan demonizar a otro sector para
justificar o legitimar cualquier accionar en contra. Eso lo podemos ver desde
la propaganda política del Ejército ya desde los tiempos del “Operativo Independencia”,
pero inclusive antes cuando emerge la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).
Y eso lo podemos ver en operaciones como por ejemplo estas que procuran volver
a instalar esa idea de que todo lo que no es favorable a nuestro pensamiento o
a nuestra línea política es considerado de izquierda y por lo tanto debe ser
eliminado. Y ese es el discurso que emerge hoy también en boca del propio
presidente Milei, y de manera más refinada en boca de la vicepresidenta
Victoria Villarruel.
Si bien desde los organismos de derechos humanos siempre
se deja bien en claro que la cifra de 30 mil está abierta, ¿qué se tiene para
decir desde la Historia sobre el particular?
En primer lugar, una cosa son las consignas que podemos
gritar y cantar como eslóganes en actos como el 24 de Marzo, y otra cosa es
responder a las provocaciones cuando dicen “no fueron 30 mil”. Me parece que
discutir números en este contexto nos quita a nosotros del eje para pensar que
una sola desaparición forzada es grave, diez desapariciones forzadas son
graves, cuarenta y tres desapariciones forzadas, como las de los estudiantes
mexicanos en Ayotzinapa son graves. Entonces, no es una cuestión de números,
por un lado. Pero, por otro lado, tenemos otro problema que emerge de los años
de la dictadura y de la transición, que muchísima gente, no sabemos cuánta, no
ha podido hacer la denuncia. Te pongo un ejemplo que me parece que es válido,
de evidencia empírica, yo siempre digo que hay que apelar a las evidencias
empírica. En el “Pozo de Vargas” fueron identificados casi 140 perfiles
genéticos distintos. Al día de hoy sólo han podido ser identificados 119. Es
decir que nos quedan una treintena de perfiles genéticos que no han sido
identificados porque sus familiares no han dado sangre al banco de sangre, no
han aportado las pruebas genéticas al banco genético. Quiere decir que hay una
cantidad de personas que no han podido hacer la denuncia. Estamos hablando de
un número importante. Eso por un lado. Por otro lado, el diario La Nación, que
es vocero de estas ideas ultraliberales, en el año 2006 en una nota que escribe
Hugo Alconada Mon, destaca un documento desclasificado de la Inteligencia
norteamericana del año´78 en el cual el Ejército admite haber desaparecido a 22
mil personas. Comprendamos que la dictadura continuó hasta diciembre del´83.
Estamos hablando de que en dos años de producido el Golpe hubo 22 mil desapariciones
aceptadas y admitidas por el Ejército Argentino. Ahora esto nos lleva a otra cuestión,
hablando de la cuestión documental. Hubo un reclamo y una demanda que me parece
que no solamente es válida sino necesaria, que es la apertura de los archivos.
Les estamos pidiendo a las víctimas que demuestren que han sido víctimas y no
les reclamamos a los victimarios que abran los archivos sobre lo ocurrido en
esos años, y que pongan blanco sobre negro sobre qué es lo que han actuado,
cómo han actuado. Te pongo otro ejemplo más cercano. Me decían los compañeros
que están trabajando en el Pozo de Vargas, que es un pozo de más de 30 metros
de profundidad, donde han sido arrojados mas de 140 personas, de las cuales 139
han sido identificadas como perfiles genéticos distintos, que es muy probable
que en las inmediaciones de este primer pozo abierto exista otro pozo de la
misma magnitud que pueda contener restos humanos. Estamos hablando de dos
enterramientos comunes, enterramientos en los que también vale decir que muchas
veces fueron arrojados cuerpos vivos. Y para el caso de Tucumán Antonio Domingo
Buzzi se murió sin decir cuáles eran otros enterramientos comunes en los que él
mismo participó como ejecutor directo. Hay testimonios donde Buzzi era quien
ejecutaba el tiro de gracia de los detenidos-desaparecidos. Entonces, me parece
que hay una cantidad de cuestiones que hay que profundizar y no quedarnos en la
simpleza de las tres consignas que emergen de la derecha en el poder, o de este
gobierno llamado de ultraderecha, que son el cuestionamiento de los 30 mil, las
acciones particulares de dos o tres acciones de las organizaciones
político-armadas y reflotar el discurso de los “dos demonios”, que no tiene
nada que ver con lo que aconteció en el proceso histórico en la Argentina del
siglo veinte.
Y a eso habría que sumarle esto del supuesto negocio de
los derechos humanos, que también está presente en el video.
Sí. La cuestión del “curro de los derechos humanos”. Habría
que recordarle al Tata Yofre que las indemnizaciones a los hijos de
detenidos-desaparecidos fueron inauguradas por el gobierno del cual él fue
parte, que fue el gobierno de Carlos Menem, por un lado. Por otro lado, eso
también implicó debates al interior de las organizaciones de derechos humanos,
si aceptar o no las reparaciones económicas del Estado. También sería bueno que
ellos dijeran dónde está el “curro de los derechos humanos” porque si abrir un
espacio para la memoria implica un curro, en el mundo estamos llenos de “curros”,
entonces, de los derechos humanos y habría que cerrar Auschwitz como centro de
memoria. A nadie se le ocurriría cerrar Auschwitz, o cerrar los campos de
concentración que hoy son verdaderos museos, o los museos que hay en Chile
donde fueron centros clandestinos de detención. Al contrario, lo que se pide es
más memoria y mayor apertura de estos espacios para conocer realmente lo que
pasó. Y alguien los tiene que gestionar. O bueno, uno podría decir el “curro”
de ser presidente de un Estado de alguien que no cree en el Estado. Nosotros no
vamos a utilizar ese término. Entonces, si alguien malversó fondos, supongamos
de fondos públicos, tendrá que rendir cuentas en la justicia. Pero hablar del “curro
de los derechos humanos”, yo no conozco a nadie, por lo menos acá en Tucumán, a
ningún militante de derechos humanos que se haya enriquecido y que viva como
rey por haber militado en derechos humanos. Y Tucumán es una provincia pequeña
en la que nos conocemos todos. Muchas veces, al contrario, dejan años y años en
la calle y aportan sus bienes personales también para una cantidad de cosas.
¿Por qué considerás que el gobierno emite este video en
el contexto de las políticas que está llevando adelante?
Yo creo que en primer lugar es simbólico. En segundo lugar,
es aleccionador, intentan otra vez volver a meter miedo, “ojo que los militares
pueden volver a operar”, de hecho hay una disputa dentro del poder entre Bullrich
(Patricia) sobre la intervención de las fuerzas armadas en cuestiones internas.
Es interesante porque quien más cercana está al partido militar, que es
Villarruel, dice “el Ejército no puede intervenir, por la legislación actual, dentro
del conflicto interno”. Entonces, me parece que hay toda una serie no solamente
de provocaciones sino también de buscar posicionar a un sector de la sociedad y
de legitimar este tipo de políticas económicas que las hemos visto en el ´66,
en el ´76, en los años ´90, en el 2001, en el 2015. Es decir, políticas
económicas que son funcionales a un sector económico, que es el mismo sector
económico que se viene beneficiando desde el año´66 a la fecha y que necesitan
de un relato legitimador. En ese sentido, el video pasa a ser un relato
legitimador. “Nosotros lo que estamos haciendo está bien, los que están en
contra, están en contra de ciertas supuestas libertades”, que no nos terminan
de explicar cuáles son, y bueno, “y nosotros también hemos sido víctimas. Ahora
es nuestro tiempo de ofrecer nuestro relato”. Supongo que en ese sentido es la
idea de la circulación de este tipo de discursos también van por ahí. Pero
también creo que hay un sector muy importante de votantes de este gobierno a
los que ya no les importa, o desconocen o no quieren saber nada, con lo que
pasó en los ´70, y están más urgidos por respuestas a demandas muy concretas.
Entonces, bueno, la historia es un campo de batalla y en ese campo estamos
tratando de batallar permanentemente.
El Club Atlético Independiente de Villa Obrera es oriundo de
la localidad sanjuanina de Chimbas. Es uno de los equipos con más tradición de
la provincia y sus socios e hinchas supieron dar una lucha cuando Metalúrgica
Andina pretendió cambiarle el nombre y los colores. Sobre este y otros temas
charlamos con Zulma González, vecina del barrio Villa Obrera y una de las referentes de la
agrupación Frente Azul y Rojo.
La entrevista se realizó el 18 de enero último y, además,
trata sobre la actual situación del club, que fue tomado por socios y vecinos
ante una cuasi acefalía en que se encontraba hasta finales de 2023. Desde
entonces se vienen desarrollando asambleas periódicas con vistas a su pronta
normalización.
A continuación, compartimos también el cortometraje “Los
colores no se cambian”, sobre el cual se hace referencia en la charla con
González.
Bajo el fundamento antimarxista de que todo lo que no
se nombra, no existe, el FIT-U oficializó a su interior la utilización “inclusiva”
de la “x” y la “e”. La adhesión a este “lenguaje” ultramarginal es la confesión
sin tutía de que no pretende llegarle y, por ende, organizar a la clase obrera,
sino hacerle seguidismo estratégico al “reformismo” de les progres. Milei y lxs
libertarixs festejan.
Por Iván Marín
Hace unos días reflexionamos sobre el uso autoritario que
una parte del activismo hace del llamado “lenguaje inclusivo”, en especial con
la utilización de la “x” y la “e”. Entrelazamos esa discusión con el arribo de
Milei y la ultraderecha al gobierno del país. Ahora nos enfocaremos en un
aspecto que en aquella oportunidad esbozamos al pasar pero que consideramos más
grave, por las implicancias estratégicas que eso admite: la adhesión de la casi
totalidad del Frente de Izquierda a la “inclusividad” que aportaría el uso de
la “x” y la “e”. Lo que para algunos podría suponer una concesión nimia, cuando
no una actualización inevitable a los “tiempos que corren”, en realidad encubre
o, mejor dicho, pone de manifiesto por enésima vez el carácter esencialmente oportunista
del acuerdo electoral, y el cretinismo parlamentario que se desprende del
desvarío programático y estratégico de los partidos que lo componen.
El debate en torno al estatus del lenguaje en la teoría del
conocimiento no es ninguna novedad en la historia universal de las ideas. Sin
miedo a exagerar, podríamos afirmar que se encuentra sino en el centro de la
reflexión del ser humano desde los primeros tiempos en que el hombre comenzó a
pensarse a sí mismo, al menos sí es parte de ella. Como suele pasar en otros
aspectos relacionados sobre la discusión de ideas, es un lugar común remitirse
a la Grecia Clásica para enfocarse en quizás el primer superclásico que vivió
la historia sobre el tema: el que enfrentó a los sofistas con los filósofos que
pusieron a la razón y, por ende, a la búsqueda de la verdad, en el centro de
sus reflexiones. Los primeros no pretendían asirse de ninguna verdad y
planteaban que el objetivo de la filosofía era persuadir y, por lo tanto, la
retórica y, con ella, el lenguaje en particular jugaba un rol fundamental. A su
vez, los sofistas vendían sus servicios a quienes podían comprárselos. Del otro
lado, los filósofos clásicos, con Sócrates, Platón y Aristóteles a la cabeza,
ubicaban a la búsqueda de la verdad en el centro de sus reflexiones, y el lenguaje era un
instrumento para llegar a ella. Con sus peculiaridades, este debate dividió
aguas a lo largo de la historia de las ideas: nominalistas versus realistas se
sacaron chispas durante siglos, por citar uno de los ejemplos más conocidos.
Los prolegómenos del “giro lingüístico” pueden rastrearse
desde comienzos del siglo pasado, o incluso a finales del anterior, pero no fue
recién hacia finales de los años ´60, y sobre todo en los ´70 y ´80, que se
impuso como corriente teórica al interior de la academia, centrándose
marcadamente en dos ámbitos geográficos: el anglosajón, por un lado, y la
Europa continental, por el otro. No hace falta ser muy perspicaz para observar
que la imposición de lo que efectivamente se conoce como “giro lingüístico” es
contemporánea de la derrota de los proyectos revolucionarios, la proliferación
de las dictaduras militares en América Latina y luego la vuelta a los regímenes
constitucionales -en realidad, contrarrevoluciones democráticas-, e incluso la
restauración capitalista en Europa del Este y China. Es decir, con un proceso
reaccionario, que en lo económico se bautizó como “neoliberalismo”, cuyos
éxitos estructurales en favor de las patronales, sobre todo en nuestro país, aun siguen vigentes. El “fin de los grandes relatos”, como caracterizó a esta
época Jean-François Lyotard, en su clásico libro “La condición posmoderna”, se
materializó en la academia en la micropolítica, la política de las identidades
y, sobre todo, en el desplazamiento del estudio material de lo social,
-entendido como lucha de clases y las leyes que dan cuenta de la estructura de
la sociedad capitalista-, al más inofensivo ámbito simbólico, es decir del
lenguaje y sus múltiples expresiones “contingentes”, -siempre contingentes. En
paralelo, el propio marxismo tras la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en
Europa, fue alejándose de “la calle” y concentrándose en la academia, en temas
relacionados sobre todo con la filosofía y el arte.
Como se imaginará el lector, esta fue una época de reflujo
de la teoría y, por supuesto, en la estrategia marxista. Cualquier mención a los
clásicos de dicha corriente -desde Marx y Engels, hasta, y, sobre todo, Lenin y
Trotsky- era mala palabra, con la salvedad de Antonio Gramsci, quien pasó a ser
por lejos el marxista más adulado por la academia burguesa, cuya interpretación
de su legado no pudo sino ser en clave reformista, seguramente porque el núcleo
duro de sus planteamientos teóricos y políticos adolecían de mayores
debilidades que los de los autores citados con antelación. En términos
generales, se postuló que no habría una realidad por fuera del discurso, por lo
que no existirían los hechos sino solamente interpretaciones. Lo que
históricamente se conoció como realidad no era más que una construcción
lingüística. Estas sentencias fueron llevadas al absurdo por algunas corrientes
y movimientos sociales, como en la frase que es un lugar común de los
movimientos LGTBI y del feminismo radical, “lo que no se nombra, no existe”. En Argentina, esta perspectiva política es la que sustenta el reemplazo de la consigna de "30000 compañeros desaparecidos" por la estrambótica e inconsistente "30400 compañerxs desaparecidxs". No debe dajar de señalarse que adherir a esta visión del mundo posmoderna no implica necesariamente aprobar o coincidir con el uso del "lenguaje inclusivo". Sin embargo, no cabe dudda de que en este conjunto de estados de cosas se encuentra su fundamento teórico y, por ende, político.
La derrota de la revolución en la lucha de clases tuvo su
expresión en la derrota del marxismo en la academia, que no se debió a la falta
de respuestas teóricas -aunque algo de eso pudo haber habido, en especial
ausencias de respuestas políticas en la mayoría de los partidos que se
reivindicaban revolucionarios-, sino a una correlación de fuerzas desfavorable,
en un ámbito en el que, con sus matices, en general ya venía jugando de
visitante. Pese a que, con las restauraciones capitalistas, alrededor de mil quinientos
millones de trabajadores se sumaron al círculo de la producción capitalista
mundial, teorías que llegaron a tener mucho peso en el ámbito académico
postularon el “fin del trabajo” y cuestionaron la centralidad de la clase
obrera en la estructura económica y política mundial. En carreras como
Filosofía en la UBA, y con seguridad en muchos otros establecimientos del país
y del mundo, hasta hace poco se veían en primer año filósofos popes de la
posmodernidad y del “giro lingüístico” en particular, incluso de filosofía
analítica anglosajona, pero durante los cinco años de cursada se esquivaban a
los grandes filósofos o corrientes de pensamiento del siglo xix que brindaron
una perspectiva totalizadora o integradora de la compleja realidad social, como
Hegel o el propio Marx. En Ciencia Política distintas teorías del lenguaje
cobraron centralidad en los planes de estudio, sobre todo en materias como
sociología y sus derivados y, especialmente, en la teoría política
contemporánea. En la Comunicación Social y el periodismo esto llegó a límites
extravagantes, pero será tema de un artículo específico, más adelante.
Previsiblemente fue la crisis capitalista la que puso en
cuestión esta visión del mundo hegemónica, al finalizar la última década del
siglo pasado, y sobre todo a partir de la monumental crisis financiera de
2007-2008, que nunca se superó y que fue partera de movimientos de masas como
el de los “Indignados”, la “Primavera Árabe”, o más cercano en el tiempo las
rebeliones en Latinoamérica y otros países del mundo. La pandemia en 2020, como
subproducto de la crisis climática generada por el capitalismo, y el escenario
de guerra mundial en Ucrania y Palestina, y potencialmente en Taiwán, son
algunos ejemplos, del nocaut que sufrieron los postulados teóricos y políticos
del posmodernismo.
A contrapelo de esto último, es decir cuando el marxismo
comienza a ser teóricamente revisitado y la lucha de clases a nivel mundial
cobra mayor vigor, los partidos del Frente de Izquierda y de los Trabajadores
Unidad, deciden adherir formalmente al “lenguaje inclusivo”. Es lo que se
desprende de sus materiales periodísticos oficiales. El MST (Movimiento
Socialista de los Trabajadores) fue quien tomó la iniciativa, al que le siguió
el PTS (Partido Socialista de los Trabajadores) y el Partido Obrero oficial,
tras la expulsión de 1500 militantes que se organizaron primero como Tendencia
del Partido Obrero y después como Política Obrera. La adhesión tardía al
posmoderno “giro lingüístico” de estas fuerzas políticas coincide con el viraje
profundamente electoralista de estas corrientes, en especial del PTS y el PO.
Lo que para algunos puede ser una nimiedad, en realidad concentra el ADN de la
existencia oportunista de este frente, cuya única razón de ser es la
electoral: no organiza a la clase obrera para luchar ni mucho menos le
proporciona un programa y una estrategia para llegar al poder.
La adhesión a los postulados del posmodernismo no se dio en
los últimos años, pero sí se acentuó en el seguidismo a sus expresiones más
notorias: el feminismo radical, liberal y antiobrero; el ambientalismo sin
perspectiva de clase; el indigenismo nacionalista; la burocracia sindical y los
partidos políticos “reformistas” -las comillas no son decorativas, desde un
perspectiva histórica el reformismo agotó sus fuerzas hace varias décadas, pues
el capitalismo se encuentra em una etapa de descomposición marcada por crisis y
guerras. Las elucubraciones “teóricas” que elaboran estas corrientes en
realidad no son más que justificaciones enmarañadas de su seguidismo al
progresismo -el PTS, por ejemplo, hace casi una década publicó un libraco de
600 páginas de estrategia política en donde intentaron articular a Trotsky con
el teórico de la guerra, Carl von Clausewitz, en lo que se puede resumir como
una tentativa ecléctica de reformulación del Frente Único Obrero, por el cual
se le dio sustento “teórico” a todos sus acuerdos de aparatos: con la
Confederación Mapuche de Neuquén, las conducciones sindicales, al
PJ-kirchnerismo, por citar algunos casos. Los autores de ese libro ahora
escriben sus artículos en La Izquierda Diario en “lenguaje inclusivo” (sic, mil
veces sic). Pasaron del “Stalin, el gran organizador de derrotas” de Trotsky a
cualquier libro de saldo de Darío Sztajnszrajber sin solución de continuidad.
No es que el marxismo estuviese ajeno a las discusiones del
“giro lingüístico” y no haya aportado a una teoría del lenguaje. Nada más
lejano. Pero para el socialismo las distintas formas que revisten las
opresiones bajo el capitalismo se resolverán en el terreno de la lucha de
clases, por lo que no se pueden poner todas las contradicciones o antagonismos
al mismo nivel: si el motor de la historia es la lucha de clases y la
contradicción capital-trabajo es la que determina y condiciona todas las
opresiones, la estrategia de un partido revolucionario debe estar centrada en
brindarle un programa, es decir, una salida al sujeto revolucionario, o sea, a
la clase obrera. La clase obrera y el pueblo no hablan ni hablarán en “lenguaje
inclusivo”, por lo que su uso por parte de un partido de izquierda solo se
explica en su intento por llegarle a otros sectores, en este caso el
progresismo, con el mezquino objetivo de cuidar la quintita parlamentaria. Y en
el caso del Frente de Izquierda esto es más patente que en ninguna otra fuerza
política: como se adelantó más arriba, el uso de la “x” y la “e” por parte de
los partidos que lo integran, coincidió con su conformación colectivo electoral y, en especial, con
la obtención de bancas legislativas.
En un interesante artículo, titulado "El inclusivo con E, lenguaje de centroizquierda", el investigador y docente
marxista Hernán Díaz reflexiona respecto al uso del “inclusivo” con “e”, cuyas
conclusiones nosotros extenderemos también al uso de la “x”: "La raíz del
problema con el inclusivo con E está en el nefasto trabajo de deformación
ideológica que vienen haciendo los principales teóricos del posmodernismo,
desde hace cuatro décadas hasta hoy. Según Roland Barthes, ´el lenguaje es
fascista`, es decir que nos hace decir cosas que no queremos, de manera despótica.
Como un jerarca nazi, el lenguaje es inalcanzable y está más allá de las
intenciones de los hablantes. Para Michel Foucault, el lenguaje es una cárcel
de la que los hablantes no pueden salir, porque todas las relaciones sociales
son relaciones discursivas. En todas y cada una de sus frases, el lenguaje es
sujeto y el individuo es su predicado (el lenguaje ´nos habla`). Según Lacan,
el significado circula libremente en la cadena de significantes, es decir que
todo escapa a las intenciones de los hablantes. Estas concepciones nefastas han
educado a varias generaciones de estudiantes y de intelectuales.
El lenguaje es, para estos representantes de la decadencia
científica del capitalismo, un objeto autosuficiente, separado de la masa
hablante, una fuerza opresiva imposible de controlar. No existe dialéctica
entre el sujeto y la tradición, que efectivamente ´oprime el cerebro de los
vivos como una pesadilla`, pero la posibilidad del cambio y la revolución se da
justamente cuando el ser humano se sacude de encima esa pesadilla. Y el cambio
no es un suceso único y excepcional, sino que es la lucha diaria del hombre
contra las tradiciones. Pero el cambio (la revolución) es un fenómeno que a los
posmodernos les queda muy grande. Cuando se produjo la revolución bolchevique,
los intelectuales rusos comprobaron, quizás con sorpresa, que se seguía
´hablando ruso en Rusia`. Quería decir que los cambios políticos no tenían la
misma lógica que los cambios en el lenguaje. Esta verdad evidente es
reemplazada por la centroizquierda, para la cual la perspectiva de un cambio
social se ha trasladado de la instancia política a la instancia de la
subjetividad. Allí está su fracaso”.
Díaz concluye sus reflexiones aconsejando a la izquierda:
“La izquierda no debe utilizar el inclusivo con E, debe utilizar el lenguaje
que utiliza el 90% de la gente, el 95% del tiempo. Una cosa serán las
incursiones ocasionales de los militantes en las redes sociales, otra muy
diferente son los programas y declaraciones ´oficiales` de la izquierda, en
cualquiera de sus vertientes. La izquierda debe utilizar el lenguaje de la
mayoría”. Sobre el particular, más adelante amplía: “Se entiende que algunos dirigentes
estén muy mimetizados con ciertos ambientes feministas, pero hay que considerar
que la izquierda no se dirige exclusivamente a ese sector: la izquierda le
habla a toda la gente, a todas las clases explotadas. Y hay muchas personas en
esas clases que rechazan tajantemente el lenguaje inclusivo con E (mientras que
es favorable o indiferente ante expresiones del lenguaje inclusivo, como
´presidenta`, ´ministra`, etc.)”. Y, finaliza: “La izquierda va más allá de
ello y mira más lejos que el sector militante kirchnerista que vive enarbolando
esta práctica lingüística. No se debe hacer seguidismo con esta cuestión, se la
debe considerar un fenómeno inocuo o bien un elemento que dé la posibilidad de
volver a plantear cuestiones ideológicas y filosóficas más profundas”.
Es evidente que la izquierda a la que se refiere Díaz, en
especial el FITU, no lo escuchó o no quiso escucharlo. El texto, fechado el
25/8/22, por otra parte, llegó cuando este tipo de prácticas ya se encontraban
consolidadas en el Frente de Izquierda y en la mayor parte de las corrientes
populistas de izquierda, -léase, guevaristas de todo tipo. El autor mencionado
depositó -¿y deposita?- expectativas en una corriente que fue ganada por el
progresismo con antelación a su adhesión al “lenguaje inclusivo”. Esta falta de
independencia de clase quedó de manifiesto en toda su expresión en los últimos
meses: primero, negándose a agitar el voto en blanco o su impugnación en el
balotaje de noviembre, y, luego, haciéndole un seguidismo criminal a la
conducción de la CGT: no sólo le piden un paro al principal escollo que tiene
la clase obrera para su autoorganización, sino que además ayer trascendió una
reunión con dicha cúpula en la que no se esgrimió ninguna crítica por la
ausencia de medidas de fuerzas en los últimos 4 años, el silencio frente a la
inflación y la devaluación de los salarios y, más en general, la complicidad
con el contenido de conjunto del DNU y la ley ómnibus. La política de buenos
modales con les progres se trasladó a la burocracia sindical, a la que,
obviamente, no le exige comunicados en “lenguaje inclusivo”, como sí lo hacen
en todos los frentes donde participan. La foto con la CGT solo abona más
confusión a la clase obrera en su conjunto y, en este marco, es funcional al
bloqueo de las autoconvocatorias, pues el principal objetivo del paro aislado de 12 horas es contener el descontento social. La participación en él debe hacerse a condición de no generar ninguna expectativa en la buruocracia sindical y con la perspectiva de desarrollar las autoconvocatorias obreras y populares y el objetivo de imponer la huelga general hasta derrotar las política de Milei, que es lo mismo que plantear la caída del conjunto de su gobierno.
Se precisa con urgencia una
reorganización de la vanguardia obrera y socialista del país que discuta un
programa de independencia de clase, en la perspectiva estratégica de la
construcción de una herramienta internacional de la clase obrera, la
reconstrucción de la IV Internacional.
Cuando se
pierde el norte de lo relevante y se quiere hacer pasar por popular una causa
que no lo es ni lo será nunca. Una crítica política al cotillón de la
corrección política de les progres.
Por Iván
Marín
Corría el
mes de mayo de 2020 y los obstáculos de una cuarentena regimentada bajo la batuta del
fascista ministro de Seguridad Federico Massoni no lograron contener la
necesidad de movilizar en defensa de puestos laborales y salarios en Trelew.
Desde hacía semanas los estatales, con los docentes a la cabeza, se
autoconvocaban en plaza Independencia. Exactamente el primer día de la
cuarentena coincidió con la ocupación obrera de la pesquera FYRSA en Rawson,
que luego se extendió a un depósito que tenían en el parque industrial trelewense.
En paralelo, los trabajadores Sedamil desde abril venían reclamando deudas
salariales que terminó con la ocupación de la histórica empresa textil. Estas luchas coincidían en que eran autoconvocadas y en tener a las respectivas conducciones
sindicales como parte del problema. Durante varias semanas transcurrieron sin
ningún tipo de coordinación. El miércoles 13 de mayo, en un Gol gris
destartalado, tres compañeros, dos de los cuales eran docentes, nos acercamos
al acampe de los trabajadores de FYRSA en Trelew a llevarles solidaridad e
invitarlos a una movilización docente que se desarrollaría al otro día por la
mañana en el centro de la ciudad. El jueves, cuando la marcha estaba por
terminar, un grupo de 15 o 20 compañeros de FYRSA se acercaron con sus
banderas. Se finalizó el recorrido en plaza Independencia y se improvisó una
asamblea, en la que los tres compañeros mencionados más arriba propusimos hacer
una movilización conjunta. La moción fue aprobada por unanimidad pero la lista
Lila no quiso ponerle fecha a una reunión para coordinar la actividad, por lo
que nuevamente intervinimos los tres compañeros y propusimos reunirnos en el
acampe de FYRSA el sábado e invitar a los trabajadores de Sedamil. La Lila no sólo
no participó de esa reunión sino que la boicoteó entre su grupo cercano. El sábado
se llevó adelante el encuentro, al que se sumaron compañeros de organizaciones
sociales y políticas y también activistas independientes. Los compañeros de una
organización guevaristas se encargaron de hacer el flyer de convocatoria para
el miércoles 20 de mayo. El borrador del afiche salió muy bien aunque contó con
un detalle no acordado en la reunión: fue redactado en “lenguaje inclusivo”. Sin
mediar discusión alguna, el flyer fue modificado ante la inquietud de los
trabajadores de FYRSA y Sedamil y de algunos otros compañeros que estábamos en
la organización. El miércoles la actividad fue un éxito, se movilizó desde el
parque industrial hasta el centro y se hicieron presentes entre 1500 y 2000
personas. Como no
podía ser de otra manera, la lista Lila de la ATECh, luego de boicotear la
actividad, no sólo participó en ella sino que además aparateó y se sumaron
como únicos representantes entre los oradores del sector docente. Fue la
primera movilización autoconvocada del que se tenga registro en las últimas dos
décadas entre el sector industrial y el estatal. En ese sentido, fue una acción
histórica.
La
anécdota no pretende mofarse de la organización guevarista mencionada sino
poner de manifiesto ciertas prácticas naturalizadas en el activismo progre, y
esto incluye a la mayor parte de la izquierda, con el FITU a la "vanguardia". En el
caso en particular del que hablamos, se buscó atribuirles a los trabajadores
involucrados, en especial a los del sector industrial, una forma de expresión
que les es indiscutiblemente ajena: el uso del “lenguaje inclusivo” en general,
y en particular el de la “x” en la escritura. Algo que es ostensiblemente
ultramarginal, por medio de un decretazo progre de necesidad y urgencia,
pasaría a ser masivo, pues eso indicaría el uso de la “x” en el flyer de una
convocatoria obrera. Desde ya, el éxito de la marcha no tuvo que ver con la no
utilización de este “lenguaje”, sino por los objetivos que se propuso y porque
sus principales involucrados la hicieron suya, la militaron y empalmaron sus
necesidades con la crisis laboral que aqueja a la ciudad hace más de una
década. La consigna fue contundente “Sin salarios no hay cuarentena”. Se
entabló un diálogo directo entre los trabajadores que convocaron y el resto de
la sociedad, sin la mediación que hubiera implicado la utilización de la “x”. O
sea, que quienes se sumaron a la organización de la actividad no pretendieron “sustituir”
el rol de los principales protagonistas agregando consignas artificiales en el
contenido ni en la forma de su agitación. Así es como se debe intervenir en las
luchas, hacerlo de otra forma es aparatear y poner intereses de un círculo
reducido por sobre los de la generalidad (y ello, desde ya, no implica que los intereses de las mujeres o del movimiento
LGTBI sean ajenos a los de la mayoría, sino que la forma en que este grupo
reducido intenta expresarlo es lo que está en cuestión).
Esto
último es lo que ocurrió con la convocatoria al cacerolazo y la asamblea para el
martes 2 de enero último en Trelew, en la que un grupo de la comisión de
comunicación y agitación de la asamblea decidió emitir un flyer en lenguaje inclusivo
sin haberlo consultado con el resto de la asamblea. No estamos ante meros
errores sino ante prácticas conscientes. Por un lado, es autoritario que un
grupo se atribuya la forma de expresarse de la generalidad de la asamblea, pero
lo más grave es que eso no representa al común del pueblo. Si una asamblea
decide difundir sus documentos en “lenguaje inclusivo” lo más probable es que
eso no sea una asamblea popular, sino la asamblea del activismo, o de sectores puntuales como pueden ser el cultural y/o académico (universitario y de
investigación, porque entre la juventud del secundario la “x” juega de
visitante y sin convocatoria). A riesgo de simplificar, podemos entender lo “popular”
en al menos dos formas: 1) por su masividad (uso) y 2) por representar los
intereses o inquietudes de las masas. La “x” y su hermana gemela en la oralidad,
la “e”, están ausentes en ambas formas. No se trata de adherir o no a los
criterios de la Real Academia Española (RAE), no estamos ante una cuestión
exclusivamente lingüística, sino ante una discusión política. Así y todo,
quienes buscan imponer el “lenguaje inclusivo” -atención, solo quienes buscan
imponer, no todos quienes lo usan-, guardan ciertas similitudes no menores con
la RAE, pues tienen como objetivo su institucionalización, y en la mayoría de
los casos a como dé lugar: por ejemplo, sin sonrojarse, hay quienes postulan que
como la crisis que vive el país es catastrófica, no tiene sentido discutir que
los documentos se publiquen o no con “lenguaje inclusivo” con el único objetivo
de disimular su autoritarismo y terminar imponiendo la “x”. “Total, hay
discusiones más importantes”, dicen.
La lucha
del movimiento de mujeres fue claramente lo más cualitativo de la última década.
Esta caracterización para que sea -o intente ser- completa, no puede estar
exenta de críticas a los límites objetivos y subjetivos del movimiento. La
estrategia del feminismo radical, marcada sobre todo por el punitivismo, los
escraches -en muchos casos sin importar si las denuncias eran verdaderas o no-,
la tónica antivarones -en contra de que los trabajadores movilicemos, entre
otras cosas-, el uso autoritario -léase bien, solo el uso autoritario, no
cualquier uso- del “lenguaje inclusivo”, y la catástrofe social engendrada por
la política económica del progresismo, es decir del PJ-kirchnerismo, todo eso
le allanó el camino a Milei y a la derecha más reaccionaria para llegar a la
presidencia. Hacerse el desentendido, es decir, mirarse el ombligo, y ofenderse
como un niño de jardín de infantes cuando se hacen estas observaciones, es
actuar con infantilismo político. Los balances políticos son una práctica que
debieran estar internalizada entre las militancias. Es algo elemental. No
debe dejar de subrayarse que la mayor parte de la izquierda, en especial el
FITU y organizaciones populistas, no estuvieron a la altura de las
circunstancias y le hicieron seguidismo por mero cálculo electoral a este
"sentido común" progre durante las últimas décadas.
Lo
llamativo del caso -o quizás no tanto-, es que fue el propio peronismo quien primero tomó revista de esta situación y comenzó un balance interno y público sobre
algunos rasgos del “sentido común” progre mencionado más arriba. Lo hacen
movidos por una especulación electoral pero así y todo muestran mayores
reflejos que la izquierda que se autopercibe clasista. La crítica al uso del “lenguaje
inclusivo” no debe implicar su censura. La discusión pasa por quienes lo
intentan imponer. Esto no ocurre solamente en las actividades que involucra a
sectores del progresismo, sino en conquistas democráticas, como por ejemplo la
Educación Sexual Integral (ESI), donde no han sido pocos los casos en que
docentes la aprovecharon para intentar imponerles estas formas de expresión a
sus estudiantes. Un crimen pedagógico por donde se lo mire.
En
definitiva, la inmensa mayoría de los trabajadores y el pueblo no hablamos ni
escribimos en “lenguaje inclusivo”. Podrá ser legítimo dar la discusión para
que cambiemos nuestra forma de expresarnos, siempre y cuando detrás de ese “debate”
no se escondan imposiciones encubiertas. Más en general, el “lenguaje inclusivo”
es una de las formas en que se materializó en la lengua castellana el denominado
“giro lingüístico” de finales de los ´70 en adelante, es decir, la expresión en
la academia de la derrota de la revolución en las calles en aquellos años. Los
vasos comunicantes entre el neoliberalismo de los Milei y Macri y el “lenguaje
inclusivo” son mayores de los que parecen a simple vista. La mayor parte de la
izquierda que se pretende revolucionaria se adaptó a este estado de cosas en
detrimento de la estrategia revolucionaria. Ya lo dijo Trotsky en su momento: “La
crisis de la humanidad se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria”. La
superación de este cotillón progre, cuya única función objetiva -léase bien, se
dice objetiva, es decir, más allá de las intencionalidades de sus sujetos- es
distraccionista respecto de los verdaderos problemas que aquejan a los
trabajadores, se dará por el propio desarrollo de la lucha de clases, condición
necesaria para la construcción de una verdadera herramienta revolucionaria,
como lo es un partido obrero y socialista.