sábado, 18 de noviembre de 2023

El balotaje, el falso dilema entre “fascismo” y “democracia” y el rol de la izquierda

Un nuevo capítulo reaccionario de la “fiesta de la democracia” se esgrimirá en cuestión de horas.

 



Por Iván Marín

 

Las diatribas de amplios sectores del “progresismo” argento contra todos aquellos que no apoyan al derechista de Sergio Massa pegaron un salto luego de las elecciones generales de octubre y se multiplicaron a un nivel cuasi delirante en la última semana. Quizás -sólo quizás- el cenit lo represente la frase esgrimida en su cuenta de Instagram por una de las principales referentes del feminismo vernáculo, Malena Pichot: “Votar a Massa no te hace peronista; votar a Milei te hace cómplice de la dictadura”. Que una persona de aguda inteligencia y humor ácido como Pichot, no escatime esfuerzos por quedar en ridículo en defensa de una causa que considera justa, es una muestra más de la impotencia política en la que está sumida la “centroizquierda” -las comillas no son decorativas- que gobierna el país, tras el fracaso del macrismo al frente del Ejecutivo Nacional. Resulta que, para esta gente, generaciones que nacieron biológica y políticamente con varios años de posterioridad a la última dictadura militar pueden convertirse en cómplices del genocidio por el mero hecho de votar a un personaje de tintes fascistoides como Javier Milei. En la llamativa sentencia estos popes defensores de la “democracia” omiten el contenido de clase de los gobiernos desde la caída de la última dictadura a la actualidad, que no solo es el mismo que defendieron los militares, sino que lo llevaron más lejos, profundizando la reestructuración reaccionaria de las condiciones de vida del pueblo trabajador durante el alfonsinismo y el menemismo, que no fue revertida en lo más mínima por el PJ-kirchnerismo en las últimas dos décadas. Erigir un muro infranqueable entre la democracia burguesa y uno de sus anversos, en este caso gobiernos militares, disimula los intereses de fondos que defienden los circunstanciales adversarios. En el balotaje no asistimos a una contienda entre dictadura y fascismo. Esas batallas solo tangencialmente se dan en los cuartos oscuros de la democracia burguesa, pues el fascismo es un movimiento de masas que esgrime sus diferencias de clase en el decisivo terreno de la “calle”.

 




De un lado, Sergio Massa, el hombre elegido hace más de una década por la Embajada de Estados Unidos en el país; del otro -¿del otro?-, Javier Milei, un imbécil sin ningún dote más que el de bufón carente de gracia, puesto en el escenario político con el objetivo de correr la agenda más a la derecha de lo que ya se encontraba. Este balotaje reaccionario es la expresión electoral de la crisis terminal del régimen político parido tras la caída de la última dictadura militar, en 1983. Cualquiera sea el resultado de este domingo, lo que vendrá serán intentos abiertos y frontales para cambiar la correlación de fuerza entre la gran patronal y el capital financiero de un lado, y los trabajadores y el pueblo del otro, o sea una guerra abierta entre capital y trabajo que abrirá paso a grandes e inevitables enfrentamientos en los que la papeleta electoral no jugará ningún rol significativo. La muestra más cabal de la incertidumbre en que se llega al balotaje se vio en el pseudo debate de candidatos el domingo pasado, que Massa ganó por goleada, expresando su mayor preparación como cuadro político de la burguesía, pero que no le asegura una victoria este 19. E incluso más. No debe descartarse una victoria relativamente holgada de Milei.

 

El desconcierto que atraviesa al personal político de la burguesía para darle una salida propia a la crisis económica en que se encuentra inmerso el país hace más de una década se explica por el potencial de resistencia de la clase trabajadora argentina. Crisis de los “arriba” y derrumbe económico histórico preparan las condiciones para el tercer factor que precisan las situaciones revolucionarias: la intervención decidida de las masas en defensa propia. El Chubutazo, el Jujeñazo y el levantamiento de los “elefantes” neuquinos, en los últimos dos años, pueden leerse como un anticipo concreto a esta inexorable y pronta intervención.

 

De todo lo anterior, se debiera desprender que se estaría ante un terreno fértil para el crecimiento de la izquierda que se pretende revolucionaria. Sin embargo, su principal conglomerado, el Frente de Izquierda, se encuentra totalmente integrado al sistema y su intervención en este complejo escenario es meramente electoral. Es lo que explica el apoyo vergonzante a Massa de los partidos que lo integran, con la excepción de Izquierda Socialista, a quien le cabe al menos la honestidad de llamar abiertamente a votar al actual ministro de Economía. Por su parte, el PTS, el partido de Myriam Bregman y Nicolás del Caño; el PO oficial de Solano y el MST, con sus matices, llaman explícitamente a no votar a Milei y no militan el voto en blanco, el nulo ni el ausentismo, es decir, se eximen de organizar desde una perspectiva clasista el descontento generalizado de los explotados en el balotaje. Esta capitulación a la corrección política ´progre` se explica por la pretensión de cuidar la imagen de sus figuras públicas y con ello el kiosquito parlamentario, el principal sostén económico de estas fuerzas políticas y el único punto de apoyo como frente.

 

Otras fuerzas más chicas de izquierda, en su mayoría trotskistas, como Política Obrera, La Causa Obrera o el Partido Obrero Revolucionario, desde posturas más o menos similares, llaman correctamente al voto en blanco, nulo o al ausentismo. Lo hacen desde un claro límite sectario: no demostraron ningún esfuerzo por articular un frente militante con esta orientación estratégica para el balotaje, lo que convierte a estas iniciativas en testimoniales. El “votoblanquismo” careció de una coordinación clasista que le diera un norte propio al descontento de las masas en creciente pauperización.

 

Como se dijo, lo que vendrá luego de 19N, será más ajuste y represión. Mientras se terminan de escribir estas líneas, nos llegó la información de que el lonko Facundo Jones Huala, preso político mapuche de los Estados argentino y chileno, comenzó una huelga seca “hasta las últimas consecuencias” contra su extradición al país trasandino. Una vez más, para lo que vendr: sólo la intervención decidida de las masas logrará revertir los planes capitalistas. ¡Ninguna confianza en las burocracias sindicales, de los movimientos sociales de desocupados ni en los partidos políticos patronales! ¡Por autoconvocatorias de trabajadores y la autoorganización obrera y popular! ¡Por la huelga general en defensa propia! ¡Por un Gobierno de Obrero y Socialista!