El pueblo chubutense lo desprecia, proveedores del Estado le
van a iniciar acciones por mal desempeño en sus funciones, se reunió durante
años en la clandestinidad con el lobby minero, reprime y criminaliza la
protesta social, la alianza política que lo llevó al poder está divida y la
provincia en bancarrota económica se prende fuego. ¿Qué o quiénes lo sostienen?
Por Iván Marín
En los últimos días se supo que la Federación Empresaria
Chubutense (FECh) hará una presentación judicial para que el Gobierno pague lo
adeudado a más de 600 proveedores del Estado. A ello se sumarían acusaciones
individuales de varios comerciantes a funcionarios, entre ellos al propio
gobernador Mariano Arcioni, por mal desempeño en sus funciones. Además,
denuncian connivencia con las pocas empresas a las que sí les pagaron cifras
millonarias, varias de ellas involucradas en las causas de corrupción que
mantienen en vilo a la provincia desde hace poco más de dos años, entre ellas Revelación
y Embrujo, en esta última ya hubo condenados.
Que un amplio sector del empresariado chubutense saliese con
los tapones de punta en la última semana contra el gobernador luego de que
anunciara un ajuste histórico contra los trabajadores no hace si no confirmar
lo que la mayoría de los analistas políticos de la provincia vierten en sus
columnas: Arcioni está más solo que nunca y su gobernabilidad corre serios
riesgos en el futuro inmediato. Los empresarios en general muestran una
posición ambigua, por no decir un apoyo culposo al plan de “reestructuración”
del Estado: como es costumbre en estos sectores, acuerdan con achicarlo, pero a
la vez advierten que impulsar estas medidas en plena crisis económica
profundizará la recesión y, con ello, se verán afectados varios comercios,
incluso muchos posiblemente cierren, como ya viene sucediendo en los
últimos años.
“¿Si nadie lo quiere cómo se explica que haya sido electo
por más de 20 mil votos sobre su inmediato competidor?”, es una pregunta válida
que se hará el lector. Como se sabe, Arcioni asumió definitivamente la
gobernación tras la muerte de Mario das Neves el 31 de octubre de 2017. Desde
entonces la profundización a las políticas de ajuste fue ferozmente resistida
en las calles de toda la provincia. Sin embargo, de cara a las elecciones del
año pasado diseño una estrategia que más allá de lo oportunista le dio
resultados favorables: por algunos meses dejó de pagar de forma escalonada a
los estatales; acordó en paritarias con el sector recomposiciones salariales,
que en varios casos incluyó cláusulas gatillo, más a o menos a la altura de la
inflación; adelantó los comicios provinciales para los meses de abril y junio;
se negó a aceptar las propuestas del PJ-kirchnerismo para ir juntos en una
alianza dirimida en las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias);
acordó con dos caciques con despliegue territorial, como Adrián Maderna en
Trelew y Ricardo Sastre en Puerto Madryn, a quien llevó de vicegobernador; hizo
lo propio con Jorge “Loma” Ávila, secretario general del Sindicato del Petróleo
y Gas Privado de Chubut, la principal fuerza gremial de la provincia, y con el
sector político del PJ comodorense que responde a Juan Mario Pais.
¿El resultado? Un triunfo contundente de Chubut al Frente
sobre el Frente Patriótico tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, aunque
con el límite en este último caso que gran parte del bloque no responde
directamente a Arcioni si no a sus referentes, quienes en los últimos días han
mostrado distanciamiento respecto a las intenciones de impulsar la megaminería
en la provincia y ahora también sobre la llamada “reestructuración” del Estado.
En ambos casos las diferencias no son de principios, si no respuestas
coyunturales ante las masivas movilizaciones en rechazo a las intenciones mencionadas.
Pero el resultado más importante del triunfo pírrico a nivel
electoral de Arcioni se vio en el mismo mes de junio cuando anunció que
volverían los pagos escalonados a los estatales para poder pagar la fabulosa
deuda en dólares que tiene la provincia. La segunda etapa del “Chubutazo” no se
hizo esperar y el gobernador caminó por la cornisa durante meses. Fue salvado
por Alberto Fernández en septiembre en medio de rumores de juicio político y
ante la posibilidad que no cayera por la vía institucional sino por la acción
directa de las masas luego de que prendiesen fuego las entradas de Legislatura
provincial y Casa de Gobierno.
Desde ya, la Mesa de Unidad Sindical (MUS) también cumplió
un rol fundamental en garantizarle la gobernabilidad a Arcioni, haciendo lo
imposible para bloquear y/o desviar el proceso de lucha surgido desde las bases
de los trabajadores activos y pasivos de todos los rincones de la provincia. En
varias oportunidades se vio sobrepasada por la rabia de sus conducidos y
pareció que el proceso se les iba de la mano. En esas oportunidades el gobierno
no dudó en utilizar la represión policial contra los manifestantes e incluso la
represión para estatal con patotas que respondieron al “Loma” Ávila.
En definitiva, a Arcioni no se lo banca nadie, incluso
quienes son sus principales garantes de gobernabilidad: Alberto Fernández, el
PJ-kirchnerismo, la MUS y las centrales sindicales, ni siquiera en el propio oficialismo. Pero su caída producto de
la movilización popular podría sentar un precedente inmediato para otras
provincias que arrastran situaciones similares. Ahí encontramos una de las
razones por las cuales aun no ha caído, aunque no la principal: si bien la
lucha de las masas provinciales contra las políticas de ajuste lleva más de 2
años, y eso en sí mismo ya le da un carácter histórico, aun falta la maduración
para que logren coordinar esa fuerza fulminante en estado de potencia que
apunte a una acción independiente que derive en una salida por fuera de la
contención institucional. Como dijimos en el último artículo, la MUS llega
desgastada a esta tercera etapa del “Chubutazo” en curso, y las posibilidades
para que las bases intervengan con una perspectiva propia que hegemonice al
conjunto de los movilizados se acrecientan.
La nota no agrega nada a lo que todos conocemos. Pero vale, por si hay algún distraido. Bien planteada la pregunta... ¿Y...? Por qué y porque son como todo junto y separado. Porque quedó separado, ... en suspenso.
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