El desgaste de las conducciones gremiales y su adhesión al
gobierno nacional las ubica en un lugar más incómodo que durante el macrismo.
Los límites en su rol para contener a las bases y desviar el proceso por los
carriles institucionales. ¿El “estallido” es inevitable?
Por Iván Marín
El fallecimiento del gobernador Mario das Neves, la asunción
de Mariano Arcioni en su reemplazo y la conformación de la Mesa de Unidad
Sindical (MUS) fueron acontecimientos imbricados que se dieron en los meses
finales de 2017, en una provincia donde los índices de desocupación y
precarización laboral comenzaron a hacerse sentir con más fuerza, en particular
en el sector privado y con epicentro mayor en el Valle Inferior del Río Chubut.
Ni bien Das Neves murió se supo que el ajuste se
profundizaría y con ello la resistencia en las calles a las medidas que ello
implicaría. El surgimiento de la MUS debe interpretarse como una anticipación a
los efectos de una situación convulsionada pronta a caer: buscar contener y
desviar el proceso de lucha. En mayor o menor medida lograron el objetivo en
las dos etapas anteriores del “Chubutazo” en curso.
El 23 de noviembre de 2017 se oficializó la conformación la
Mesa de Unidad Sindical, impulsada principalmente por la CTA de los
Trabajadores, la CTA Autónoma, la CGT del Valle Inferior del Río Chubut y la
CGT Saúl Ubaldini de Comodoro Rivadavia. Aunque en lo concreto las CGTs
mencionadas jugaron un rol absolutamente marginal y nunca convocaron a ningún
paro provincial. En los hechos, el protagonismo por aquel entonces recaía sobre
las conducciones de la ATECh (Asociación de Trabajadores de la Educación del
Chubut) en manos de Santiago Goodman, ATE (Asociación de Trabajadores del
Estado) de Guillermo Quiroga, la CTA de los Trabajadores de Tomás Montenegro,
el SiTraViCh (Sindicato de Trabajadores Viales del Chubut) de Carlos Milani, y
otros sindicatos en su mayoría estatales como judiciales, empleados de
legislatura y el Sisap (Sindicato de Salud Pública).
Esta formación inicial de la MUS se dio a conocer con un
documento donde se criticaba el proyecto macrista para la contrarreforma
previsional aprobado en diciembre de 2017, represión mediante a una
movilización de miles en el Congreso de la Nación. Su primera aparición pública
de relevancia se dio a comienzo de enero de 2018 cuando convocó a movilizar
contra la adhesión del gobierno de Chubut al “Pacto Fiscal” ordenado por Macri,
que se dio mediante una sesión extraordinaria de Legislatura.
Lo posterior es conocido: ante el anuncio del gobernador
Mariano Arcioni de desdoblar el pago de sueldos según rangos de ingresos y el
desfinanciamiento de los servicios esenciales que debe brindar el Estado, miles
de trabajadores de toda la provincia movilizaron en cada uno de los puntos con
la MUS a la cabeza. En algunos casos las bases sobrepasaron a las conducciones,
como ocurrió con las Asambleas Interhospitalarias en Cordillera, o con la toma
del ministerio de Educación por parte de los docentes.
En este primer tramo del “Chubutazo” los últimos dos o tres
días de mayo y la primera semana de junio fueron realmente problemáticos para
la MUS, pues había perdido el control que mantenía de la situación desde que comenzaron
con el acampe en Casa de Gobierno a principios de marzo. Varios testigos
aseguran haber escuchado a un Goodman desorientado y sobrepasado por la
situación en la toma del ministerio de Educación, decir “¿cómo llegamos a
esto?”.
Lo cierto es que la MUS, en consonancia con el gobierno,
apostó al desgaste de la lucha y logró retomar la iniciativa del proceso con el
borrador de un proyecto para declarar la emergencia en educación, salud y
seguridad, realizando una marcha a Legislatura con casi 3 mil personas.
Lamentablemente los sectores más críticos en las bases no supieron enfrentar
esta maniobra distraccionista, y en algunos casos de organizaciones concretas referenciadas
en la izquierda directamente hubo seguidismo. El proceso terminó en una
victoria parcial, logrando arrancar aumentos por cláusula gatillo y otros
ítems, pero sin poder derrotar el pago escalonado.
A la segunda etapa del “Chubutazo” la MUS llegó más
debilitada: primero por la defección de la conducción de ATE liderada por
Quiroga, quienes se alejaron hacia fines del año anterior, en el proceso
electoral. También lo hicieron otros sindicatos que fueron y volvieron a la
MUS. Pero el principal factor de debilidad fue la experiencia hecha por las
propias bases en 2018 y la consecuente desconfianza hacia su dirigencia. Todo
ello llevó a un escenario más explosivo, con puebladas, enfrentamientos con la
policía e intervenciones paraestatales a favor del gobierno como en el caso de
la patota del líder petrolero Jorge “Loma” Ávila. Este proceso derivó en una
derrota parcial, ya que no se conquistó ninguno de los puntos por los que se
luchaba, en particular terminar con el pago escalonado y hacer cumplir las
recomposiciones salariales otorgadas en paritarias antes de las elecciones
provinciales, pero implicó un avance considerable en los métodos de
organización de las bases al arrancarle plenarios provinciales de delegados a
las conducciones sindicales, lograr articulaciones embrionarias de coordinación
con asambleas intersectoriales y haber estado a muy poco de lograr la caída del
gobernador Arcioni.
Se sabe que la crisis chubutense es estructural y que una
salida a la misma, desde una perspectiva burguesa, implica necesariamente una
derrota histórica a la clase trabajadora de la provincia. Esto, obviamente,
ligado a la situación nacional e incluso internacional. Se ha escrito mucho el
año pasado respecto a que Chubut anticiparía lo que iba a suceder en el resto
del país. En ese sentido, Arcioni volvió a intentar arremeter en las últimas
semanas contra las conquistas del pueblo de la provincia,
tratando de modificar la ley 5001 para hacer avanzar la zonificación minera, lo
cual provocó movilizaciones de decenas de miles en todo el territorio y con
ello, podemos afirmar tentativamente, abierto el paso a la tercera etapa del
“Chubutazo”, posiblemente la definitiva, en lo que hace a su suerte como
gobernador.
Esta última etapa no se reduce a los intentos de complacer
al lobby minero, que de hecho parece ser que ya fueron derrotados, al menos por
este año, si no que implica sobre todo el proyecto de reestructuración del
Estado anunciado la semana pasada. El congelamiento salarial por 180 días, la continuidad
del pago escalonado, retiros voluntarios, reducción de la planta política,
cancelación de vacantes por cuatro años, reemplazo de un estatal cada tres
jubilados, son algunas de las medidas adelantadas. Otras que se conocieron ya
fueron bajadas. Según trascendidos, ni el bloque del Frente de Todos ni Juntos
por el Cambio apoyarían el proyecto. También hay rumores que en el oficialismo
habría más de un legislador que no acompañaría. El gobierno cuenta con 16
diputados y precisa de 14 votos, aunque el costo político ya se percibe que
será significativo si se aprueba en estas condiciones.
La conducción de APEL (Asociación Provincial de Empleados Legislativos)
anunció esta mañana que el sector comenzó la retención de servicios por no
tener un panorama claro de cuándo cobrarán el mes de diciembre, por lo que ya
adelantaron que el jueves no se podrá llevar adelante en Legislatura la sesión
extraordinaria pretendida por el Ejecutivo.
En ese escenario trabajadores de base en Esquel anunciaron
que movilizarán a la costa para no dejar sesionar a los legisladores. Todo
parece indicar que, de no anunciar el gobernador la postergación de la sesión,
el jueves habrá una movilización de miles en la capital provincial.
La MUS llega a esta etapa con un desprestigio importante en
las bases y con el límite de responder al presidente Alberto Fernández, uno de
los más interesados en que este ajuste se lleve adelante. Los trabajadores no
parecen dispuestos a dejar pasar la llamada “reestructuración” del Estado sin
presentar resistencia. La provincia ya se encuentra movilizada hace un mes por
el rechazo a la megaminería. La lucha contra la megaminería y el ajuste
finalmente empalmará en una sola que necesariamente implicará grandes batallas
en las calles que chocarán con el débil marco institucional.
Si Fernández no baja fondos o si Arcioni no da marcha atrás
con el proyecto, la “gobernabilidad” de la provincia se hará trizas en las próximas semanas o
incluso días. En su editorial de ayer, diario Jornada, a quien nadie puede acusar de ser un férreo opositor, advirtió: "Sin
apoyo financiero importante del Gobierno nacional, con dificultades para sacar
el primer paquete de medidas en una Legislatura en la que presuntamente tiene ´mayoría` y con los gremios ganando otra vez la calle, al gobernador se le hará
difícil seguir gobernando.
Chubut arrastra una crisis política profunda desde hace
varios años, agravada por serias dificultades económicas y financieras. Una
combinación casi letal a la que muy pocos gobiernos logran sobrevivir cuando la
soledad ocupa mucho espacio en el poder".
Los días de Arcioni en el poder dependerán de dos factores,
interrelacionados entre sí: el primero y principal, de la capacidad de las
bases para coordinar acciones que logren sobrepasar a las conducciones
sindicales, o al menos forzarlas para que les respondan; si el resultado fuera
desfavorable a las cúpulas sindicales, es decir, si el activismo más convencido
toma la dirección del proceso, la última carta para salvar una salida
institucional quedará en manos del PJ-kirchnerismo.
Recordemos que en 1990 el gobernador Néstor Perl renunció a
su cargo luego de varios meses de lucha de los estatales, en un proceso que se
conoció como “Chubutazo”. Si bien el escenario aun está abierto, la suerte de
Arcioni pareciera estar echada. ¿Volverá a sobrevivir o el inevitable “estallido”
social se lo llevará puesto? Por si esto fuera poco, en algunas asambleas de
trabajadores ya se hace mención a que no alcanza con el “Fuera Arcioni” y hay que
agregar a su vice, Ricardo Sastre.
Impecable el artículo.
ResponderEliminarLa única salida para lxs trabajadoresla tendremos que generar como trabajadores. Lxs estatates no somos clasemedia. Este ajuste no es sólo salarial sino que debilita todas las conquistas que nos han costado muertxs, sangre,sudor y lágrimas. Por otraparte, la mega-minería como una arista delextractivismo, amenaza ser la única salida para los capitalistas. No nos queda alternativa más que luchar.
ResponderEliminar