martes, 3 de diciembre de 2019

Un Chipi Castillo descafeinado y electorarero suelto en el “Chubutazo”


La charla que dio en Trelew confirma la profundización de la deriva democratizante del PTS y la huida a balancear los procesos de lucha en los que participa, en este caso el de los estatales en Chubut. Autobombo en redes sociales versus construcción partidaria revolucionaria.





Por Iván Marín


El sábado 30 de septiembre Christian Castillo, dirigente del Partido de los Trabajadores Socialista (PTS), dio una charla en el paquete bar La Dolores. Lo acompañó en la mesa la docente Noemí Barra y la trabajadora de la salud Lucía.


La exposición, que versó sobre la situación que se atraviesa en Chile y Bolivia, recién se difundió en redes sociales el mismo día que se llevó adelante, por lo que tuvo un carácter semiabierto, es decir cerrado. Por redes sociales transmitieron solo la intervención de Castillo. Se infiere, a partir del análisis que haremos, que los organizadores buscaron evitar el debate abierto con público foráneo que pusiese en cuestión la orientación política del PTS en el último tiempo.


La actividad se desarrolló mientras el “Chubutazo”, ese proceso al que caracterizamos como “la respuesta en las calles de los trabajadores estatales (pasivos y activos) y los estudiantes a los intentos de los gobiernos de Arcioni y Macri de descargar la crisis sobre sus espaldas”, ingresó en un impasse a partir de los primeros pasos que dieron el PJ-kirchnerismo y las cúpulas que integran la Mesa de Unidad Sindical para sellar junto al gobierno de Mariano Arcioni un “Pacto Social” ordenado por el presidente electo Alberto Fernández. La magnitud de la deuda de la provincia (y los elevados compromisos a pagar en el corto plazo), los altos índices de desocupación y precarización laboral, como así también la creciente pauperización de las condiciones de vida, hacen muy precario cualquier tipo de acuerdo que pretenda contener el descontento social.


Lo señalado en el párrafo anterior no es un detalle menor. El PTS en vez de organizar una charla para balancear el proceso de lucha de los estatales en nuestra provincia y en particular su intervención como partido en el mismo, en el marco de una situación internacional convulsionada, procede al revés: impulsa una actividad sobre las luchas de los pueblos chilenos y bolivianos que no solo las desliga de la crisis económica mundial de las que son su resultado, sino que ubica el “Chubutazo” como un proceso con vida propia desligado por completo del escenario mencionado.


Es así que Castillo al comienzo de su análisis le recalca al público: “Vienen de haber protagonizado un proceso de lucha que no hubo en ningún otro lado del país y de algún modo parte de la experiencia que va a empezar a hacer la clase trabajadora con el nuevo gobierno peronista, en parte se ha hecho al menos en una vanguardia en la provincia contra el gobierno de Arcioni”. Y, como no podía ser de otra manera, inmediatamente hizo referencia a los resultados electorales: “En ese sentido creo hay una explicación de por qué la elección del Frente de Izquierda acá fue mejor que la de las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias)”, para luego resaltar que “ese es un dato de la particularidad provincial”.


Insistimos: en vez de articular el proceso chubutense con el que se vive en varios países de Latinoamérica, que tiene entre otras características principales Estados enormemente endeudados con acreedores internacionales y pueblos empobrecidos por pagar esos compromisos que se movilizan por mejores condiciones de vida generando crisis políticas de envergadura, Castillo prefirió hacer una mención de compromiso a la situación de Chubut y resaltar los resultados electorales del Frente de Izquierda, desconociendo que eso no implicó un mayor reclutamiento de fuerza militante y mucho menos de una intervención correcta en el escenario de lucha.


Luego de incursionar en las situaciones en Chile y Bolivia, donde primó la descripción de los acontecimientos y el autobombo al informar que tienen agrupaciones hermanas (pequeñísimas) en esos países, intentó abordar muy tangencialmente algunas polémicas dentro de la izquierda pero falseando posiciones. Por ejemplo, respecto al proceso chileno señaló que la Tendencia del Partido Obrero “no le da importancia a que el proletariado no está en el centro”, cuando en realidad lo que plantea ese sector es que la revolución será obra de las masas no de una vanguardia. En un pasaje archicitado de su Historia de la Revolución Rusa, León Trotsky se manifiesta sobre el particular:


“Sólo estudiando los procesos políticos sobre las propias masas se alcanza a comprender el papel de los partidos y los caudillos, que en modo alguno queremos negar. Son un elemento, si no independiente, sí muy importante de este proceso. Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero, sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor”.

El dirigente del PTS acentúa la orientación que tomaron inmediatamente tras el fracaso electoral para tratar de abroquelar a su propia base: el autobombo respecto de la construcción a nivel internacional como si esto por sí mismo significaría una intervención revolucionaria en los procesos y la supuesta mayor influencia ideológica con La Izquierda Diario luego de realizar encuestas a hermanos/as, novios/as, padres, abuelos/as, amigos/as y personas cercanas a sus militantes. En todo caso, lo que debería primar en toda polémica es con qué programa y estrategia se afrontan los escenarios convulsivos.


Para mayor claridad tenemos el caso del “Chubutazo” donde el PTS es protagonista. Dijo al Chipi al respecto: “La caída del gobernador (Mariano Arcioni) producto de la movilización estuvo ahí, no fue por falta de lucha de clases sino”, comienza señalando correctamente, y agrega justificándose que “nuestro peso (PTS) era muy limitado como para poder jugar un lugar decisivo. Eso mismo se reactualiza en cada uno de los hechos de la lucha de clases que estamos viviendo ahora”.


Al menos tres cuestiones se desprenden de esta última afirmación que Castillo, obviamente, pasó por alto. La primera de ellas es por qué el peso del PTS es limitado en la provincia y en particular en la lucha estatal, siendo que se sabía que Chubut comenzó una política de endeudamiento hace aproximadamente una década, que pegó un salto fenomenal en 2016 con la adquisición de dos préstamos que sumaron 700 millones de dólares (más otros 515 de intereses), que hay una historia de grandes batallas de clases y que en particular desde 2014 se presagiaba que se podría llegar a la situación por la que se atraviesa en la actualidad. Es de conocimiento público que al interior del PTS en la zona hubo una discusión sobre qué orientación debía tener la construcción partidaria en donde la dirección nacional planteaba (sin dar segundas opciones) que necesariamente tenía que ser la universidad, y un sector de los que construían el partido en Trelew una y otra vez dijeron que debía ser en la docencia. Esta polémica derivó, luego de enfrentamientos de tono faccionales (con métodos de camarilla) impulsados por la dirección, en el alejamiento del sector en disidencia. La lucha de clases se encargó de saldar la discusión.  


La segunda cuestión sin abordar por el dirigente es la intervención del PTS en la lucha, no muy distinta por cierto al del resto de las fuerzas que integran el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad (FITU). En estas páginas hemos impulsado en más de una oportunidad esta polémica. Baste decir que el inicio del “Chubutazo” este año coincidió con el proceso electoral nacional. Dijimos en un artículo sobre el particular:


“(…) se dejó pasar una oportunidad histórica. Quizá como en ningún otro lado, en Chubut se expresó a la luz de todo el mundo la crisis estratégica en la que está envuelta la izquierda revolucionaria en nuestro país, y que viene señalando la Tendencia del Partido Obrero. Una izquierda que pretende abordar de forma parlamentaria problemas estructurales que padecen las masas. Una izquierda que no apuesta a darle una perspectiva de poder a los trabajadores, que no puso la campaña electoral al servicio del “Chubutazo”, sino que se valió del mismo para tratar de subir los porcentajes pretendidos. Los números reflejan que en Chubut había recepción para realizar una campaña revolucionaria”.


Esto se refleja en el hecho de que:


“No solo estuvo ausente de las consignas de agitación de la campaña electoral el ´Fuera Arcioni` que resuena en cada una de las movilizaciones provinciales, sino también la necesidad de coordinar las luchas mediante plenarios o asambleas de delegados. Tampoco se aprovechó a denunciar el rol que juega la burocracia sindical como escollo para que se desarrolle el proceso, en particular la MUS y las CGTs y CTAs. Ni siquiera hubo referencia alguna a la tibia exigencia de un paro de 36 horas a las centrales sindicales. Desde ya, la imprescindible consigna de ´huelga general`, en una provincia paralizada hace más de tres meses en el ámbito estatal, brilló por su ausencia. En ese marco, tampoco puede sorprender que no hayan agitado la necesidad de una asamblea constituyente libre y soberana, que revoque todos los poderes del estado y discuta una provincia sobre nuevas bases sociales, en perspectiva de un gobierno de los trabajadores”.

Hay que agregar que el PTS además le hizo seguidismo a varias de las maniobras de la MUS y el PJ-Kirchnerismo para desviar la lucha: por ejemplo cuando se quiso canalizarla por la vía legislativa con un proyecto distraccionista, al igual de lo ocurrido el año pasado, o sin poner en el centro de la orientación la necesidad de plenarios provinciales de delegados para tratar de achicar la brecha entre la vanguardia y el resto de los trabajadores que permaneció más pasivo.


Por último, y no menos importante, el PTS nunca impulsó un plenario con la vanguardia para hacer un balance de los acontecimientos, y sobre todo de su intervención en los mismos, en estas últimas dos semanas.


En definitiva, un Chipi Castillo descafeinado, mucho más cerca de un Fernando Rosso (posiblemente el más peronista de los trotskistas del PTS), con un discurso lavadísimo, muy alejado de aquel Castillo que se ganó un lugar dentro del trotskismo vernáculo por sus análisis agudos y críticos incluso con las propias intervenciones. Debe señalarse que para muchos Castillo es la única figura pública del PTS con una formación marxista profunda capaz de discutirle de igual a igual a cualquier cuadro de la burguesía sin recurrir a respuestas armadas por asesores electorales y de imágenes, como ocurrió con Nicolás del Caño en el debate presidencial, o en cada una de las participaciones de sus referentes, incluso en actos públicos.


De lo que se concluye que no alcanza con tener algunos militantes en Chile o Bolivia. De lo que se trata en primera instancia, como se dijo más arriba, es de tener en claro primero que nada el programa y la estrategia para intervenir en los procesos de lucha.

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