El supuesto giro a la derecha de la sociedad chubutense tras la victoria de Ignacio Torres en las elecciones a gobernador, se topa contra los datos objetivos que lo desmienten: 179867 personas de un padrón de 474242 no se presentaron en las escuelas o sus votos fueron en blanco, nulos o impugnados. Lo que representa casi un 40% del total en comparación a los 116432 votos obtenidos por el candidato de Juntos Por el Cambio. Del otro lado, el Frente de Izquierda pese a obtener por primera vez una banca registró 1700 votos menos que en 2019, lo que implica que no fue advertido en las urnas como una fuerza que represente los intereses de los trabajadores, en una provincia en la que hace menos de 2 años se vivió la mayor rebelión popular de su historia. Como se observa, el escueto triunfo de un reaccionario de pura cepa no está exento de contradicciones y avizora un escenario convulsivo, incluso antes de su asunción.
Foto de Aníbal Aguaisol |
Por Iván Marín
El recuento provisorio de votos arrojó un ajustado triunfo
del candidato de Juntos por el Cambio, Ignacio Torres, por sobre el oficialista
de Arriba Chubut, Juan Pablo Luque: poco más de 5 mil votos. Este sector
también se quedó con los 16 diputados que corresponden a la mayoría, y el PJ
obtuvo 7 bancas; los libertarios “Por la Libertad Independiente Chubutense”, 3
diputados y el Frente de Izquierda por primera vez tendrá un representante en
la Legislatura provincial. Los comicios registraron el mayor ausentismo desde
1983 a esta parte: poco más del 30%. A lo que debe sumarse un 10% de votos en blanco, anulados, impugnados y recurridos en la categoría a
gobernador y casi un 13% en la elección de diputados. De conjunto, alrededor
de un 40% del padrón manifestó de una u otra forma su disconformidad contra los
candidatos del régimen político.
La provincia viene de transitar más de 6 años muy
convulsivos. Desde que Mariano Arcioni asumió el Ejecutivo, tras el
fallecimiento del entonces gobernador Mario das Neves, las movilizaciones
proliferaron a lo largo y ancho del extenso territorio, con cortes de rutas,
ocupaciones de edificios públicos, huelgas duras y varios levantamientos
populares en distintas localidades, con su pico máximo en la rebelión popular
de diciembre de 2021 contra la zonificación minera bautizada por sus
protagonistas como “Chubutazo”. Estas expresiones de lucha son la contracara de
los intentos de todo el régimen político por instaurar la megaminería y llevar
adelante una reforma reaccionaria en el Estado provincial. En ese contexto debe
leerse el fenomenal endeudamiento del Estado -acompañado por todas las fuerzas
políticas- por más de 650 millones de dólares con acreedores internacionales y
59 mil millones de pesos con el Tesoro Nacional. Es lo que explica el ajuste no
sólo sobre la masa salarial de los empleados públicos sino sobre los servicios
generales del Estado, en especial en educación, salud y obras públicas.
En Rawson, capital política del Chubutazo, el ausentismo
rondó el 32% y los votos en blanco, anulados, impugnados y recurridos en la
categoría a gobernador representaron el 22,47% del total, en tanto que en
diputados el 29,37%. Esto significa que de 32558 electores habilitados, 15414 no
lo hicieron por ninguna opción en la gobernación y lo mismo ocurrió con 16951
persona en diputados. Que alrededor del 50% del padrón decidiera no apoyar a
ninguno de los candidatos del régimen, no puede sorprender en una ciudad donde
gran parte de sus vecinos y, entre ellos, trabajadores de la pesca, se
enfrentaron abiertamente en batallas durísimas contra las fuerzas represivas
del Estado en al menos 3 de las 7 jornadas del Chubutazo de diciembre de 2021.
Allí el Frente de Izquierda apenas llegó a un 3% de los votos.
¿Elección histórica del Frente de Izquierda?
Las exageradas expresiones de festejos en redes sociales de las fuerzas que componen el
Frente de Izquierda ante una elección que consideran histórica ocultan que
sacaron 1700 votos menos que en la misma elección de 2019. Ocurre que en aquella
oportunidad el Partido Obrero (8728) y el MST (7373) fueron por separado y
sumados llegaron 16101 votos; en cambio ayer alcanzaron 14401. Este notorio
retroceso en una provincia que, como se dijo, se encuentra movilizada por infinidad
de luchas en los últimos años, expresa que claramente el FITU no es vista como
una alternativa para los trabajadores y el pueblo. Si se observa con atención,
lo que en el espectro político se observa como “izquierda” hace aproximadamente
una década y media que viene obteniendo los mismos guarismos, incluso mayores
en varias oportunidades. Sucede que en anteriores ocasiones por un lado fueron
divididas y, por el otro, algunas de ellas se integraron al Frente de Todos. A
lo dicho con antelación respecto al gobierno, es probable que el alto
ausentismo en general, y en Comodoro Rivadavia en particular -la principal
ciudad industrial de la Patagonia sur- explique no sólo la derrota del PJ en la
gobernación sino también por qué no obtuvieron más bancas en legislatura. En la
ciudad petrolera el FITU hizo una elección flojita, de apenas un 3% de los
votos. En Puerto Madryn, donde se supone que es más fuerte, conservó cifras de
elecciones pasadas, de alrededor del 5%.
Sin dudas, la ciudad que posibilitó la banca obtenida por el Frente de Izquierda fue Trelew, en la que superó el 7% de los votos, aprovechando que el progresismo local -Partido Municipal por Trelew y lo que fue en su momento MAPU- no presentó candidato propio. Hay que señalar que en esta ciudad el FITU no tiene casi desarrollo militante ni mucho menos presentó algún candidato con reconocimiento entre los trabajadores. Y quienes encabezaron las distintas listas viven en otras ciudades.
Las elecciones generales en Chubut se inscriben en una
tendencia nacional signada por la crisis del régimen político y falsas
polarizaciones que no logran disimular la tendencia a la disgregación de las
fuerzas políticas patronales. Ninguna salida al derrumbe de las condiciones de
vida de las masas trabajadoras saldrá de los cuartos oscuros de la democracia
burguesa. Solo la movilización en las calles, la deliberación democrática de un
programa político en congresos obreros y la perspectiva de la huelga general
abrirán el camino a una salida independiente de los bandos patronales. Las
elecciones deben servir a las fuerzas políticas que se reivindican
revolucionarias para colaborar a instalar esta discusión en el pueblo.
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