Luego de una semana de demora el partido de Nicolás del Caño se
expresó sobre la situación de su socio en el Frente de Izquierda, aunque lo
hizo esquivando las críticas fundamentales de Altamira y sin manifestarse sobre
la expulsión de cientos de militantes.
Foto: La Izquierda Diario |
Por Iván Marín
En el día de ayer, y luego de más de una semana de publicada
la expulsión de las filas del Partido Obrero (PO) de la fracción de Jorge
Altamira, el Partido de los Trabajadores Socialista (PTS) emitió opinión al
respecto. En los más de 40 mil caracteres del artículo firmado por Fernando Scolnik y Matías Maiello no se dice absolutamente nada de la susodicha
expulsión, que según fuentes de la fracción mencionada llegaría a más de mil
militantes. Tampoco se vierte repudio alguno sobre el pedido de la dirección
nacional del PO al Estado para que intervenga su regional de Tucumán.
Manifestarse en estos dos aspectos democráticos elementales no lleva de suyo
necesariamente coincidir con los argumentos esgrimidos por las partes en el debate.
Los más de 40 mil caracteres de análisis se dan después que
la mayoría de las fuerzas políticas de izquierda escribieran su posición sobre
el asunto. Por lo que inevitablemente hace suponer que al PTS no le quedó otra
que expresar algo al respecto, no tanto porque considere que su opinión pueda
sumar al debate sino para armar a su base que hasta el momento no tenía un
discurso con el cual intervenir en un escenario no deseado. El PTS lamenta que
la ruptura se dé en el más inoportuno de los momentos: en plena campaña
electoral. Durante los días previos hicieron lo imposible para tratar de minimizar
algo imposible de minimizar: la ruptura del principal partido de la izquierda
en el país.
Esos más de 40 mil caracteres tienen por función primordial,
y quizás exclusiva, hacer una defensa de sí mismo como fuerza política en toda
la trayectoria de polémicas entre el PTS y el PO. Se podrían haber ahorrado
miles de caracteres si hubieran resumido algunos párrafos en la siguiente
pregunta: “¿Vieron que teníamos razón?”.
Un pasaje de esos más de 40 mil caracteres describe que “en
la discusión al interior del PO no hay, a la par del debate de consignas, una
problematización de la propia práctica política y los métodos en las
organizaciones de masas, lo cual, a nuestro entender, desarma estratégicamente
para la construcción de un partido de combate y la intervención en la lucha de
clases”. Esos más de 40 mil caracteres son recorridos por una exigencia de
balance político sobre sus propias prácticas que estaría ausente en la historia
del PO. Lo llamativo del caso es que al PTS en sus tres décadas de existencia
no se le conoce balance alguno sobre sí mismo. Por el contrario,
se ha naturalizado a su interior que quienes cumplen roles de dirección les
exijan balances a sus bases, pero sin ellos hacer lo propio. En el PTS cuando
desde la base se le plantea balance o autocrítica a quienes cumplen funciones
de dirección en general no reciben respuesta alguna.
En los más de 40 mil caracteres Scolnik y Maiello tampoco
responden al principal cuestionamiento de Altamira a la campaña electoral: su
carácter electorarero y democratizante. Por el contrario, cuando hacen mención
a las críticas de Altamira y de la dirección nacional del PO al PTS, contestan
sin hacerse cargo de las mismas y trayendo a colación viejas polémicas. Se
puede incluso hasta tener acuerdo total o parcial con las críticas históricas
del PTS al PO, pero eso por sí mismo no implica que no se deba responde a los
señalamientos de Altamira, que en general son coincidentes con la mayor parte
de las organizaciones no nucleadas en el FITU (Frente de Izquierda y de los
Trabajadores Unidad).
Otro de los puntos que resaltan en los más de 40 mil
caracteres es el autobombo al plantear que el principal motivo de la crisis del
PO fue la subestimación de Nicolás del Caño en las PASO (Primarias Abiertas,
Simultáneas y Obligatorias) del 2015: “La idea de que Del Caño ganó la elección
interna por ser figura ´democratizante`, en la que coinciden ambos sectores del
PO, no hace más que evitar la discusión real”. Y enfatizan en que “cualquier
estudio serio de opinión (que podría perfectamente haber hecho el PO), le
hubiera mostrado que la popularidad de Del Caño no es un misterio, sino que
proviene de ser valorado por ´estar con los trabajadores`”. Sin negar los
méritos atribuidos a Del Caño por su partido, lo cierto es que al entonces
precandidato a presidente no le hubieran bastado esos atributos para ganarle no
solo a un referente histórico como Altamira sino al mucho mayor desarrollo
militante que tenía el PO en aquel entonces.
Un ejemplo de lo vertido en el párrafo anterior se dio en
Chubut. En ocasión de aquellas PASO quienes tomaban el trabajo militante del
PTS desde La Plata se negaban por todos los medios a enviar militantes para
reforzar la campaña electoral, desconociendo a la mayor concentración
industrial de la Patagonia, después de Neuquén, como lo es Comodoro Rivadavia.
Luego de duras discusiones contra el conservadurismo de dicha dirección, se
logró que enviaran refuerzos 15 días antes de los comicios a la ciudad
petrolera. En los primeros días de agitación la inmensa mayoría desconocía a
Del Caño, a pesar de ser una ciudad relativamente politizada. Con mucho
esfuerzo militante finalmente el candidato del PTS triunfó en las PASO de las principales
ciudades de Chubut, incluida Comodoro Rivadavia. Si bien no se puede desconocer
la influencia de los spots sobre el triunfo, todo parece indicar que si el PO
se hubiera tomado el trabajo de hacer una campaña electoral más ofensiva no
podría haber perdido nunca en nuestra provincia. El PTS le ganó principalmente
esa elección nacional por el despliegue militante, además de la decisiva ventaja
obtenida en Mendoza, pero sobre todo porque el PO no desplegó hasta el final
sus fuerzas y fue a las elecciones con la seguridad de un triunfo. De lo
contrario, no se explica la derrota teniendo mucha mayor construcción y
conocimiento en el electorado. No gano el PTS esas elecciones: las perdió el
PO.
Otro punto donde resalta la unilateralidad de los 40 mil
caracteres es en la crítica al uso de los medios comunicación: “Desde nuestro
punto de vista, no proponerse en la actualidad hacer todo lo posible por cerrar
la brecha que existe entre la militancia de la izquierda (que se cuenta por
miles) y los más de un millón de votos que llegó a obtener el FIT, tiene como
consecuencia inevitable caer en el rutinarismo, el sindicalismo y el
electoralismo. Es por eso que, de nuestra parte impulsamos desde 2014 La
Izquierda Diario”. Y agregan correctamente que “no hay ninguna espera del
ascenso de masas que justifique que la izquierda no haga todos los esfuerzos
por utilizar los medios disponibles para intentar llevar su programa y sus
ideas a sectores de masas”.
Lo que no dicen los articulistas es que el indudable acierto
de La Izquierda Diario no debería por qué ir en detrimento de la prensa
impresa. Según registra la página oficial del PTS, la última vez que el partido
editó su prensa impresa data de la fecha 29/09/17. El periódico impreso semanal
o quincenal tiene por objetivo no solo la agitación persona a persona con
contactos y distintas estructuras (obreras, estudiantiles, etc), sino también
jerarquizar aquellos temas que considere más importante la fuerza política en
cuestión. Renegar de esta tradición histórica del marxismo revolucionario tiene
sus consecuencias en la calidad de partido que se construye, incluso en la calidad
de las relaciones que se entablan. Vayamos a un ejemplo concreto
nuevamente en nuestra provincia.
En los primeros meses del año pasado, docentes y el resto de
los sectores estatales de Chubut protagonizaron movilizaciones, cortes de
rutas y tomas de dependencia estatales masivos hasta los primeros días de julio
en reclamo, entre otras cosas, contra el desdoblamiento del pago de sueldos,
por mejoras salariales y contra otras medidas de ajuste del gobierno de Mariano
Arcioni. El PTS no tuvo material impreso en todos esos meses para agitar entre
quienes luchaban. Quien escribe este artículo junto a otro exmilitante del PTS
y a otros compañeros/as independientes decidimos impulsar un periódico llamado “Chubutazo”,
que salió en dos oportunidades: la primera a principios de abril vendió más de
200 ejemplares; y la segunda a mediados de mayo vendió más de 500. Para el
número de mayo contamos con la participación de una exmilitante del PTS de los
años ’80 y ’90, que escribió sobre las luchas que se conoció en aquellos años
como Chubutazo; compañeros de la Asamblea Interhospitalaria de la Coordillera
(quizá el fenómeno de autorganización más importante en décadas en la
provincia) discutieron colectivamente un artículo especialmente escrito para el
periódico; también participaron artículos en que se abordaba la cuestión de la
mujer, de pueblos originarios y contra la megaminería. Como título del
periódico tomamos la consigna que agitaba el PO en ese momento: “Por un plenario
provincial de delegados de base”, y le agregamos “que impulse un plan de lucha
hasta derrotar el ajuste de Arcioni y Macri”. La editorial del periódico tuvo
como eje la crítica a las medidas de ajuste y a la burocracia
sindical, la reivindicación del proceso de asambleas interhospitalarias en la
cordillera, y al Frente de Izquierda como fuerza política en defensa de los
trabajadores y por una perspectiva anticapitalista y socialista. El periódico,
como se dijo, fue un verdadero fenómeno entre los luchadores: se vendió (no se
regaló ninguno) en toda la provincia, debutando con más de 50 ejemplares
vendidos en el piquete de Cerro Dragón. Es decir, si de la idea de dos militantes trotskistas (no organizados en partido) pudo salir un periódico impreso que le llegó a cientos de trabajadores (hay que tener en cuenta que en general por cada ejemplar quien lo lee es más de una persona), el potencial en una fuerzas política es muchísimo mayor.
Para finalizar sobre el artículo de 40 mil caracteres, allí
también se resalta el claro déficit del PO para construir una corriente
internacional, aunque se pasa por alto los zigzagueos de la Fracción Trotskista-Cuarta
Internacional a la que pertenece el PTS: por ejemplo, el propio Maiello escribió
un artículo en 2015 polemizando con el PO respecto al ballotage presidencial,
planteando que el voto en blanco, es decir el no a apoyo a ninguna de las
variantes burguesas en pugna (Scioli versus Macri) era una cuestión
estratégica. Sin embargo, 3 años más tarde, en el ballotage en Brasil entre Fernando
Haddad y Jail Bolsonaro, el PTS llamó a votar al primero porque esta vez la
elección era “táctica”. Este oportunismo
de pe a pa se entiende no solo por el seguidismo al nacionalismo burgués, sino
también porque el Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT), corriente
hermana del PTS en Brasil, ya había anticipado su voto al candidato de Lula.
En definitiva, en los 40 mil caracteres el PTS le exige al
PO que haga lo que ellos no hacen: autocrítica o balances; no responden a las
principales críticas de Altamira sobre el carácter electorarero del Frente de
Izquierda; y lo que es más grave, no se manifiestan contra la expulsión de
alrededor de mil militantes ni contra el pedido de intervención estatal del PO.
En pocas palabras, el PTS apoya a la fracción mayoritaria del PO.
Buen análisis, y excelente el remarcar el rol de la prensa Revolucionaria como herramienta de lucha política.
ResponderEliminar