domingo, 25 de junio de 2023

La lucha docente camina por la cornisa, entre la vuelta a clases o la huelga general

Pese a que la participación de las bases venía en crecimiento, esta cuarta semana consecutiva de paro progresivo en Chubut se encuentra con un panorama complejo. Por un lado, la conducción LILA se juega todo a levantarlo. Por el otro, los plenarios de delegados provinciales muestran límites insalvables y la oposición le hace seguidismo al oficialismo. Murphy se reunió con Ricardo Sastre, su candidato a vicegobernador en la provincia. Sólo la irrupción de autoconvocatorias podría revertir este impasse favorable al gobierno ajustador.

 


Foto: Aníbal Aguaisol


Por Iván Marín

 

La lucha docente merece un llamado de atención urgente y, sobre todo, público. Un pseudo plan de lucha surgido de un Plenario Provincial de Delegados bajo la escrupulosa regimentación de la conducción LILA de la ATECh (Asociación de Trabajadores del Estado del Chubut) está dando sobradas muestras de agotamiento. Ocurre que de los más de 20 días de paro progresivos comenzados a fines de mayo, solo se aprovecharon 4 o 5 con acciones provinciales o locales con cierto grado de masividad. La inmensa mayoría de las jornadas fueron paros domingueros. Los plenarios de delegados surgieron del mandato de un Congreso Extraordinario del sindicato realizado de espalda a las bases y, por ende, con nula participación de los miles de trabajadores que habitan el territorio provincial. En Dichos plenarios participó apenas un puñado de delegados, la mayoría de ellos de las tres regionales con mayor adhesión a las medidas de fuerza en los últimos dos o tres años: Este, Noreste y Noroeste. La LILA se ubicó en todos estos encuentros como el ala más conservadora -la Celeste, pese a conducir 3 regionales, solo participó con una de ella, en donde tiene a la lista Multicolor como opositora. La conducción del sindicato tuvo que ceder en más de una oportunidad y aceptar la progresividad del paro pero se encargó de imponer una orientación con acciones tibias con el objetivo de restar visibilidad a las medidas y, sobre todo, masividad. La única acción más o menos “dura” que salió del Plenario fue un corte de ruta en el Acceso Norte a Trelew pero que en los hechos fue una volanteada, pues por decisión unilateral de la LILA se dejó pasar a los vehículos cada 20 minutos.  Pese a estos grandes límites, la docencia fue sumándose a las pocas acciones que se impulsaron en las calles. En ciudades como Trelew y Puerto Madryn también se pudo observar en las movilizaciones a jubilados, estudiantes y padres. Inexplicablemente dentro de las 144 horas de paro en curso en Trelew no se volvió a movilizar, por decisión de la regional, es decir, jugaron a desmovilizar.

 

Hay que recordar que desde hace un año y medio la adhesión a los paros venía siendo buena en las tres regionales mencionadas pero con escasa participación en las acciones, que a todas luces no resultaban atractivas para las bases. Estamos sin dudas ante un problema de conducción.

 

Los dos máximos dirigentes de la LILA, Daniel Murphy y Carlos Magno, son militantes del PCR, partido que integra el frente Unión por la Patria, que lleva en Chubut como fórmula a la gobernación a Juan Pablo Luque y Ricardo Sastre. Con este último se reunió hace unos días Murphy y le habría sacado un compromiso de diálogo con el gobierno, que viene esquivando con facilidad las exigencias de reuniones paritarias. ¿Estamos ante un acuerdo de cara a las elecciones de fines de julio? Pareciera que Murphy y compañía hacen lo imposible por contener el descontento en las calles, pues la principal fórmula afectada sería la oficialista.

 

La oposición a la LILA se divide en dos grandes grupos. Por un lado, la Celeste, que casi no interviene en la lucha y juega al desgaste de la conducción provincial. Por el otro, los delegados opositores, con la lista Multicolor de Puerto Madryn a la cabeza, que si bien se muestran críticos en las instancias orgánicas, públicamente la mayor parte le hace seguidismo a la conducción. En especial las agrupaciones impulsadas por la izquierda parecen haber acordado con no hacer críticas públicas porque eso sería visto como divisionista. Son acuerdos de aparatos que no contribuyen a desarrollar la lucha.

 

Como se observa, el escenario es complejo. En este marco, el mayor límite que tiene la lucha es que aun no ha surgido una masa crítica de docentes de base que se plante decididamente de manera independiente de la conducción. Esto solo podría llevar a desarrollar autoconvocatorias. Aunque no está dicha la última palabra. Aun hay fuerzas para luchar. Hay que tratar de reorganizarse por localidades y reimpulsar las movilizaciones por ciudades para que sean el puntapié de un nuevo despertar de las bases. Solo haciendo de la lucha una causa popular, es decir, involucrando al resto de la comunidad, se logrará masividad y, con ello, se estará en mejores condiciones para acciones contundentes y coordinadas provincialmente. Este escenario hace más urgente que nunca desarrollar la huelga general docente, sin necesidad de estar mandatando todas las semanas si no hay novedades.  

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