La aprobación de la reforma constitucional de Gerardo Morales guarda enormes similitudes con el método implementado por el régimen político chubutense respecto de la zonificación minera en diciembre de 2021: se hizo de espalda al pueblo, se respondió con una feroz represión a los manifestantes y desató una revuelta que unió a trabajadores y pueblos indígenas en defensa de sus derechos y contra una reestructuración reaccionaria en sus condiciones de vida. Las autoconvocatorias obreras y populares y la defensa del agua en el centro del conflicto. La huelga general como herramienta para triunfar.
Fotografía de Carolina Heritier |
Por Iván Marín
El Jujeñazo en curso desató todas las contradicciones en la
que se cimienta el régimen político y económico de la provincia norteña y, en
particular, enuncia la encerrona en que se encuentra la dirigencia política
patronal para darle una salida a la crisis, tanto en los distritos provinciales
como en el marco nacional: por un lado, la necesidad de descargarla en su mayor
parte sobre la espalda del pueblo trabajador, por el otro, la rebelión que
necesariamente despiertan estas decisiones. El cómodo triunfo de Gerardo
Morales en las elecciones provinciales del 7 mayo en el que fue electo Carlos
Sadir como sucesor del caudillo radical, pretendió usarse como respaldo para un
avance reaccionario en las condiciones de vida del pueblo jujeño mediante una
contrarreforma constitucional afín a los intereses extractivistas en la región.
Esta expresión ´altiplana` de colonialismo interno tiene como fundamento las
necesidades de las grandes potencias mundiales, en especial Estados Unidos y
China, en la extracción del “oro blanco”, como se denomina al litio, mineral
utilizado en baterías para celulares, computadoras e incluso vehículos
eléctricos o híbridos. Un informe publicado en “elDiarioAR“ señala que detrás
de las empresas encargadas de sacar el recurso se encuentran al menos 4 fondos
de inversión que son acreedores de la deuda externa argentina. Este escenario
es lo que llevó a que un sector de la burguesía jujeña, comandada por Morales,
ensayara un avance fenomenal sobre los derechos de los trabajadores y los
pueblos indígenas de la provincia mediante una reforma constitucional, que no
hizo otra cosa que acicatear la rebelión que ya venían protagonizando docentes
y empleados estatales en defensa del salario. Como ocurriera en el Chubutazo de
diciembre de 2021, el pueblo respondió con decisión en las calles contra el
régimen político en su conjunto, exigiendo, entre otras cosas, la renuncia del
gobernador jujeño.
En un artículo escrito por Iñaki Aldasoro sobre la reforma constitucional, se expresa que: “La reforma establece facilidades para la privatización y explotación de las tierras fiscales, declara delito grave contra la propiedad privada las tomas y lo que denomina ´usurpaciones`; limita, además, todos los organismos de control del Estado. Da carácter constitucional al Ministerio Público de la Acusación y al Código Contravencional, que ha servido para perseguir a cualquier opositor y a los luchadores en particular. Habilita la posibilidad de endeudamiento y creación de entidades bancarias municipales, luego de haber cerrado el Banco de Acción Social y entregado el banco de la provincia al Macro, que ostenta el monopolio de todas las cuentas sueldo de los trabajadores estatales de Jujuy.
Por último, también establece la prohibición de los cortes
de ruta y calles en la provincia y la prohibición de la toma de edificios
públicos. Hasta la toma de un colegio por parte de sus estudiantes que reclamen
mejoras edilicias o agua pasará a ser inconstitucional para el gobierno”. Say no
more.
El pueblo lucha, no importa cuántas veces lo intenten
Utilizando un recurso ´memístico` de redes sociales, por
llamarlo de alguna manera, podríamos decir que “cada vez que las clases
dominantes intentan avanzar de manera abrupta sobre las condiciones vida de las
masas obreras y populares, se desatan rebeliones. No importa en qué provincia
del país se intente esto”. Dicha característica, que forma parte del ADN del pueblo
argentino, es la que lleva a la dirigencia política patronal a recurrir a una
metodología de “ensayo y error” cuando se propone una perspectiva general de
reestructuración reaccionaria de la organización económica y social del país.
No estamos solo ante una orientación de “ajuste” sino ante una estrategia de
conjunto. Como se dijo más arriba, la rebelión jujeña guarda enormes
similitudes con el Chubutazo, y en este sentido es un anticipo de un escenario
nacional convulsivo. En nuestra provincia también se intentó avanzar con una
ley de espalda al pueblo para profundizar la dependencia extractivista en las
que se sostienen las arcas estatales y el conjunto de la economía. La intentona
vino acompañada por una orden de Nación de reestructuración reaccionaria del
Estado. Por ahora, ambos proyectos fueron derrotados pero los salarios
estatales, en especial de la docencia, están muy por debajo de la canasta
familiar patagónica, que ronda los 350 mil pesos.
Fotografía de Johana Arce para SISAS |
Durante toda la jornada de ayer, la infantería jujeña no
escatimó esfuerzos en la represión, que dejó un saldo de una treintena de
detenidos y decenas de heridos. Lejos de doblegar las fuerzas de los
manifestantes, y a pesar del cerco mediático de las empresas de comunicación,
la lucha pegó un salto y ya se conocen convocatorias en distintos puntos del
país en repudio al accionar del gobierno de Morales y en apoyo a los
trabajadores e indígenas en lucha. Cualquier parecido con el Chubutazo no es
pura coincidencia.
De conjunto, estos conflictos “regionales” hunden sus raíces
en la crisis económica internacional, una de las más importantes en la historia
del capitalismo. Hace décadas que este sistema de explotación entró en su fase
de degeneración, por lo que precisa de una mayor agresividad sobre las masas
explotadas y el medio ambiente. Ello se ve reflejado, entre otras cosas, en que
el fenomenal avance de la ciencia y la técnica no se exprese en una mejor
calidad de vida de la inmensa mayoría de la población. Por el contrario, la
desigualdad ha alcanzado índices nunca vistos en la historia de la humanidad.
La irracionalidad en la que se erige este sistema es la antítesis de una
economía planificada sobre la base de las necesidades de las mayorías
populares, único camino posible para revertir la regresión en las condiciones
de vida que aquejan al planeta en su conjunto. Es lo que se encuentra detrás de
la guerra de proporciones mundiales que protagonizan la OTAN y Rusia en
Ucrania, que no es otra cosa que el objetivo de las potencias imperialistas por
hacerse con los recursos naturales de la Federación Rusa, un verdadero
subcontinente colmado de riquezas, y la puerta de entrada hacia China,
principal amenaza a la alicaída hegemonía estadounidense en el mundo.
Autoconvocatorias y huelga general
Un fantasma recorre el país, el fantasma de los “azos”. No
bajo la forma más o menos clásica de finales de los ´60 y comienzos de los ´70,
en el que los reclamos articulaban la disputa contra las arbitrariedades de los
gobiernos de facto con exigencias salariales y de mejores condiciones
laborales. Tras el Argentinazo de 2001, y una experiencia de idas y vueltas con
gobiernos “progres” y macristas, los “azos” de la década en curso entrelazan
las demandas históricas de la clase obrera con la de otros sectores
postergados, -tal es el caso de los pueblos indígenas-, y las medioambientales.
La decrepitud del capitalismo pone a la humanidad en su conjunto ante la posibilidad de
su autoextinción. La catástrofe económica y social como perspectiva lleva a los
trabajadores y al pueblo en general a enfrentar la atomización de las demandas,
es decir, a coordinar en la lucha de clases lo que el capital, la dirigencia política
burguesa y las burocracias de todo tipo intentan dividir. Este escenario
explosivo pone contra las cuerdas a la política patronal -politiquería, para
ser más exactos-, y es lo que explica la fragmentación sin antecedentes en la
que está inmersa. Ninguno de los frentes electorales capitalistas goza de buena
salud de cara a las elecciones próximas. Claro que no será en el oscuro cuarto
de la democracia burguesa donde se decidirán los antagonismos insalvables entre
el pueblo trabajador y las clases dominantes, sino en el luminoso terreno de la
lucha de clases, como lo demuestra el Jujeñazo en curso, que al igual que el
Chubutazo, son episodios anticipados de una serie que nos deparará con
seguridad más de una temporada.
Fotografía de Susi Maresca |
Las autoconvocatorias de los trabajadores estatales jujeños, como anteriormente lo fue la de los salteños, no son expresiones aisladas. Son el emergentes de anticuerpos que surgen de las entrañas obreras para sortear las mediaciones burocráticas de la mayoría de los aparatos sindicales y partidos políticos patronales, en especial de los autodenominados “progresistas”. Una vez más, es lo que ocurrió en el Chubutazo y lo que se presenta en el caso jujeño. De ese descontento organizado emerge la perspectiva de la huelga general como imposición del propio devenir de la lucha, no como bendición de los aparatos sindicales -claro que no de manera espontánea, sino por la propia experiencia que se va adquiriendo en el movimiento, y en el cual la izquierda que se reivindique revolucionaria debiera jugar un papel destacado apostando a su desarrollo. La unidad obrera e indígena no son nuevas: tiene numerosos antecedentes en nuestro continente, en especial en Bolivia, en el que incluso han estado en el centro de procesos revolucionarios. No podría ser de otra manera, si tenemos en cuenta que estas poblaciones, además de luchar por el territorio, componen la inmensa mayoría de la masa trabajadora en diversas zonas.
Actividad en solidaridad con el pueblo jujeño en Trelew, Chubut. Foto de Aníbal Aguaisol |
El Jujeñazo precisa de la solidaridad de todo el pueblo
argentino. Un triunfo de este proceso será un espaldarazo para las luchas en
cursos en el país y, sobre todo, para las que vendrán. Porque, como se dijo,
vendrán. Los acuerdos con el FMI y otros acreedores internacionales
necesariamente nos llevarán a rebeliones de proporciones históricas en todo el
territorio nacional, pues suponen contrarreformas laborales, previsionales e
impositivas que son una declaración de guerra contra el pueblo en su conjunto.
¡ABAJO LA REFORMA REACCIONARIA DE LA CONSTITUCIÓN IMPULSADA
POR EL RÉGIMEN POLÍTICO JUJEÑO!
¡VIVA EL JUJEÑAZO EN CURSO!
* Los videos incorporados son informes realizados por la cuenta de YouTube "Por ahicito", que recomendamos para seguir el conflicto.
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