El diario de los Mitre y otra arenga para lavarle la cara a
las Fuerzas Armadas, mientras se desarrolla la cuarentena parcial. La derecha
argentina y el Estado policial.
Por Iván Marín
Bajo el título “Las Fuerzas Armadas y su insustituible aporte”, diario La Nación publicó este lunes una editorial que pretende
insistir, nuevamente, en la reconciliación de la sociedad argentina con los
militares. El artículo no lleva firma, por lo que no deja lugar a dudas que es
de la línea de los propietarios de la empresa de comunicación.
Luego de hacer un racconto de las intervenciones que están
efectuando y podrían realizar las Fuerzas Armadas para intentar contener la
pandemia del coronavirus en la Argentina, el texto apela a una supuesta “unidad
nacional”, artilugio ideológico que es bajado desde el gobierno de Alberto
Fernández y compartido por la oposición patronal y el conjunto de medios de
comunicación tradicionales del país: “El desafío es enorme. El aporte que
pueden realizar las FF.AA. es insustituible. Como sociedad, las dramáticas
horas que transitamos nos recuerdan la importancia de trabajar unidos”. Y,
finalmente, se despachan con una conclusión de clara tónica reconciliadora: “No
hay lugar para viejos rencores ni recriminaciones. Ante la pandemia que asuela
al mundo, los hombres de armas hacen honor al juramento prestado de servir a la
patria con una vocación inclaudicable”.
Si bien esta vez se cuidaron de no recurrir a los lugares
comunes de la derecha negacionista argenta, como lo hicieron al día siguiente
del triunfo de Mauricio Macri en el ballotage de 2015 con otra editorial
titulada “No más venganza”, y que fuera ampliamente repudiada, lo cierto es que
en última instancia el objetivo no deja de ser similar. Las afirmaciones
vertidas tienen por objetivo aprovechar la crisis sanitaria, económica y social
en que se desarrolla la pandemia para lavarle la cara a las FF.AA. y
naturalizar su presencia en las calles.
Caracterizar como “insustituible” el supuesto aporte de las
FF.AA. en las barriadas populares del país no solo es falso, sino que es una
clara operación ideológica que busca una vez más saldar una cuenta pendiente
que tienen las clases dominantes en nuestro país desde el regreso al régimen
constitucional en el 83: el represtigio de las Fuerzas Armadas. Esta tarea estratégica
para la burguesía chocó una y otra vez contra la resistencia de amplios
sectores del pueblo consciente.
La resistencia en las calles a las diversas tentativas de
todos los gobiernos nunca pudo ser quebrada. Así ocurrió con las leyes de Punto
Final y Obediencia Debida de Ricardo Alfonsín, los indultos de Carlos Menem, el
procesamiento y encarcelamiento a una minoría de genocidas durante el kirchnerismo
mientras la abrumadora mayoría gozó de libertad y el fallido intento de
Mauricio Macri de otorgarle el 2 por 1 a los milicos.
Bajo el ropaje de “ayuda humanitaria” ahora todo el arco
político patronal pretende aprovechar una situación acuciante en el pueblo para
una vez más intentar restituirle autoridad a las FF.AA. Ayer, por ejemplo,
diversos medios de comunicación transmitían en vivo el reparto de guiso de
lentejas que realizaba el ejército en La Matanza. Las organizaciones de
derechos humanos, el movimiento popular, y con más razón la militancia
revolucionaria, debe llamar la atención sobre el asunto. La advertencia tiene
un carácter también estratégico para el pueblo trabajador: ¡no perdonamos, no
olvidamos, no nos reconciliamos! Los milicos no tienen nada que hacer en las
barriadas. Las propias organizaciones que allí militan, las vecinales e incluso
comités organizados por los propios involucrados se puedan encargar de esas
tareas, con la supervisión de personal sanitario y especializado del Estado.
La tónica represiva bajo la cual se desarrolla esta trucha
cuarentena, que deja afuera a la mayoría de los trabajadores que se ven obligados
a desarrollar sus tareas habituales bajo el yugo de la patronal, lleva en su
haber decenas de miles de detenidos en todo el país, y numerosos casos de
abusos y torturas denunciadas desde las redes sociales. El avance del Estado
policial no puede sino leerse como una medida preventiva ante la inminencia de una
“potencial crisis sanitaria y social sin precedentes (...)", como el
propio gobierno adelantó en el decreto de “aislamiento social, preventivo y
obligatorio”.
La posibilidad de rebeliones populares fue uno de los
principales temas de agenda en las reuniones entre Alberto Fernández, los
gobernadores e intendentes de las ciudades más populosas. De ahí el
reforzamiento del aparato represivo. La izquierda debe estar alerta ante la
posibilidad de esta avanzada y propiciar y acompañar la deliberación y
autoorganización en los lugares de trabajo y en los barrios para combatir la
pandemia. El proceso en otros países ha puesto a la orden del día la huelga
general para garantizar la cuarentena en los servicios no esenciales y reclamar
por mejores condiciones de vida. Debemos prepararnos para ese escenario en la
Argentina.
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