La docente y dirigente sindical en la villa 1-11-14 del Bajo
Flores se refirió a su ruptura con el partido de Nicolás del Caño luego de más
de dos años de militancia: campañas electorales vacías y despolitizadas, el lugar que ocupó el trap de Nico en la misma, la crisis internacional. Su empalme con la
Tendencia Pública del PO.
Por Iván Marín
Ana Belinco ejerce la docencia primaria desde hace más de 13
años en la villa 1-11-14 del Bajo Flores, en Capital Federal. Hace 7 años que
trabaja en la Escuela N 13 del distrito escolar 11. Su práctica como
trabajadora de la educación siempre se combinó con militancia en los barrios y
sindical, ganándose un lugar como referente en el activismo del sector. Es
delegada en su colegio. Desde finales de 2016 comenzó a militar en el Partido
de los Trabajadores Socialistas (PTS), la fuerza política conocida por tener
como figura pública a Nicolás del Caño, hoy candidato a presidente por el
Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad (FITU).
Hace poco más un mes Belinco publicó en su cuenta personal
de Facebook una carta de ruptura con el PTS que revolucionó a cierto sector del
activismo de izquierda por sus críticas no solo al partido donde ella militaba
sino al Frente de Izquierda en general, hoy integrado por el Partido Obrero
(dirección oficial), Izquierda Socialista y el Movimiento Socialista de los
Trabajadores (MST). Sus cuestionamientos iban en un sentido parecido a los que
venía haciendo la Tendencia Pública expulsada del Partido Obrero: electoralismo
y parlamentarismo rabioso del FITU, caracterización conservadora de la
situación económico-política y de los trabajadores, y falta de una perspectiva
de poder revolucionaria, entre otras. De todas esas cuestiones charlamos con la
docente durante 17 minutos. Compartimos a continuación enlace en Youtube con el
audio completo de la entrevista y abajo la desgrabación. Consideramos las afirmaciones
esgrimidas por la docente un aporte a la discusión sobre qué tipo de izquierda
revolucionaria precisamos las y los trabajadores ante la crisis que atraviesa el
país y el mundo.
La idea es que nos
relates cuáles fueron las razones que te llevaron a la ruptura con el PTS.
Sabemos que en esa carta muy interesante que escribiste hay fuertes críticas a
la orientación electoralista y parlamentarista no solamente del PTS sino más
bien del Frente de Izquierda en general.
Decidí irme por eso que decís, porque el PTS tomó una
orientación parlamentarista y democratizante, no solo el PTS sino el FITU de
conjunto, en medio de una campaña electoral que se está dando en el medio de
una bancarrota del sistema capitalista a nivel mundial, abierta desde el 2008,
y con una Argentina que está al borde del colapso, que promete seguir en ese
rumbo forzada por el plan de ajuste del FMI (Fondo Monetario Internacional) que
está gerenciado por el macrismo, radicalismo, peronismo, los partidos
patronales de todos los colores, garantizado por la burocracia sindical y eclesiástica
que nos quieren hacer esperar sentados en casa en medio del espanto de la burguesía
para que no estalle todo, la pobreza, la desocupación, la carestía de la vida.
Y en medio de ese escenario hubo una adaptación de la izquierda en general muy
fuerte al régimen y a una conciencia del movimiento obrero que se catalogaba
como conservadora, como atrasada, en vez de salir a hacer una campaña
socialista y revolucionaria que le explique a los trabajadores que justamente
la solución no iba a venir por medios de las urnas, esta pseudo democracia,
sino que hay que organizar desde los lugares de trabajo, de estudios, la
perspectiva de una huelga general que pueda imponer una asamblea constituyente libre
y soberana donde nosotros, los y las trabajadoras, podamos discutir de verdad
nuestros verdaderos problemas, una asamblearia que revoque todos los poderes
del Estados para poder forzar un gobierno de los trabajadores que sea la única
perspectiva.
¿Nos podés recordar
cómo está girando o cómo se expresa en la actualidad la campaña del Frente de
Izquierda?
Cuando yo expresé todos estos desacuerdos, los expresé por
escrito, en mi equipo partidario, en la dirección de la regional. Me dijeron
que los “focus group” contratados por el partido, o sea estos grupos
especializados que se encargan de hacer encuestas entre la sociedad, decían
que la gente no entendía nada si se le hablaba de asamblea constituyente o de
gobierno de los trabajadores, y que había que salir a hablar de cosas
comprensibles y que fueran de preocupación inmediata de la gente. O sea ahí ya
tenés, utilizando una tecnología, que está muy bien utilizarla y demás pero que
se determinó direccionando la actividad del partido. En ese sentido se pensó el
programa de emergencia frente a la crisis que se levanta, que es correcto, la indexación
de salarios, que cuando una fábrica cierra, se toma y demás; pero se mantuvo conscientemente
este programa desvinculado de una perspectiva de salida como es expresar la
necesidad de que los laburantes tomemos el poder y te deja sin norte
estratégico. Porque se ocuparon más de ver qué era lo que la gente quería
escuchar que en ver qué era lo que había que decir según la realidad.
El problema es que esto para un trotskista, el programa y la
acción, partidaria no puede acomodarse al atraso de las masas sino que tiene que
dar respuesta a las condiciones objetivas de la crisis, que en la Argentina,
como vos y todos allá en Chubut sabrán, tuvo una enorme agudización con el “Chubutazo”
donde estatales, docentes, médicos, enfermeros, petroleros, etcétera,
paralizaron la provincia en el medio de esta bancarrota nacional e
internacional con piquetes, barricadas, toma de rutas, asambleas y quemando
la Legislatura, y no hubo en la campaña nacional una unión cabal con estos
procesos, y tampoco con las tomas de fábricas como en Kimberley Clark, en Mielcitas.
Todo eso pasó de largo.
De hecho, tampoco lo
hay en la campaña del Frente de Izquierda acá en Chubut. Ni siquiera agitan el “Fuera
Arcioni” en la campaña electoral. Más allá de eso, ¿cómo se dio la lucha al
interior del partido, cuándo la comenzaste y cuál fue el clic que te llevó a
decir “hasta acá llego”?
Yo empecé a agudizar la discusión porque veía que la deriva
electoralista se iba agudizando y se expresaba por medio de una campaña
centrista muy fuerte que tenía como objetivo captar el voto joven de manera
despolitizada por medio de un trap que se hizo viral y que se tornó como el eje
de agitación en los colegios, en las universidades, inclusive en las mesas de
agitación que poníamos en las calles, con la bajada que había desde el partido
de preguntarle a la gente si conocía a Nico del Caño; si lo conocía, por qué;
si lo conocía por el trap; si lo conocía por el trap, por qué le gustaba el
trap; en el medio de todo ese cuadro que yo te marcaba.
¿En serio el trap fue
un eje de la campaña?
El trap fue una metodología que se utilizó de manera consciente
y persistente. Era con lo que se pasaba por los lugares de estudio, por ejemplo.
O sea, fue una profundización en el sentido de querer hacer conocidas a figuras
públicas en vez de explicar la necesidad que tenemos de disputar el poder
político de un régimen que está en decadencia. No se correspondía con las
necesidades.
Aparte, en la
universidad no necesita demasiada presentación Nicolás del Caño, y menos con un trap.
Tal cual. Y aparte los universitarios no era lo que estaban
queriendo escuchar. Quieren escuchar cómo comprar los apuntes, cómo poder
recibirse y demás, y aparte darles una perspectiva política para poner la
universidad al servicio de la pelea de los trabajadores y trabajadoras. A eso sumale
que también se puso como eje meter a Myriam Bregman como diputada para legislar
el aborto o para legislar la legalización de la marihuana o para defender a las
mujeres, los trabajadores y la juventud legislando leyes a su favor dentro del
parlamentarismo burgués. O sea, esto rompe con toda concepción de un
parlamentarismo revolucionario en términos leninistas como lo concebimos los
revolucionarios, como un tribuno del pueblo que levante las demandas más
sentidas pero que al mismo tiempo denuncie la imposibilidad de alcanzarlas
dentro de este sistema, que no legisla para nosotros, que legisla en contra de
la clase obrera. O sea, hay una desvirtuación de lo que tiene que ser un
parlamentario.
¿Durante cuánto tiempo
diste la lucha interna?
La pelea la empecé a dar más fuerte desde abril, desde el
último congreso partidario, con toda la discusión del MST, que yo era expresión
de minoría, diciendo que me parecía que era por esta presión electoralista, por
esta desesperación de no perder votos que se estaba haciendo eso. Yo no estaba
de acuerdo. La di durante cinco meses aproximadamente, con la campaña en el
medio. Y la gota que rebalsó el vaso para mí fue la votación positiva de la ley
antiobrera y desmovilizadora de Emergencia Alimentaria, que fue un salvavidas
para el régimen de conjunto, y que significaba el insulto de 9 pesos por día
para sacar del hambre generalizada a la gente, supuestamente. O sea, los parlamentarios
del PTS y del PO oficial votaron a favor de eso, que era un escándalo, y la
diputada de Izquierda Socialista se abstuvo, estuvo bien. Pero esto es una
muestra de que el FITU no es más que un rejunte electoral oportunista más que
un nucleamiento político. Si bien conserva la independencia de clase y demás,
y por eso estaríamos llamando a votar a ese espacio pese a todas las críticas,
hay que decirlo.
Vos mientras
estuviste dando toda esta discusión, o más bien cuando te fuiste, empalmaste
ideológica o programáticamente con lo que es la Tendencia Pública del
Partido Obrero, los compañeros que fueron expulsado del partido. ¿Cómo se
fueron dando estas coincidencias?
Sí, porque yo mientras daba la discusión salió todo el tema
de la ruptura dentro del PO, la discusión que se abrió con después la posterior
expulsión de hoy más de mil compañeros, y empecé a leer qué era lo que estaba
pasando porque la realidad es que este debate contra la adaptación
democratizante y electoralista atraviesa a toda la izquierda mundial, y fue
abierto por la Tendencia del PO en esos términos, que salieron a plantearlo al
interior de su partido pero en perspectiva de marcar que era algo que estaba
pasando de conjunto. Si bien se quiso sentar la idea en el PTS de que la crisis
del PO es por una charca metodológica, que se están peleando por aparato, la
realidad es que lo que está abierto es un debate político estratégico clave en
el medio de un derrumbe electoral del FITU en todo el país. O sea, amerita
hacer un balance serio de qué es lo que está pasando.
En ese sentido, cuando yo empecé a leer toda esa discusión
entendí mucho más la discusión que estaba dando al interior del PTS, y por eso
hoy estoy eligiendo confluir y construir el espacio de la Tendencia del Partido
Obrero porque me parece que cada militante, que cada trabajador de izquierda,
tiene que fortalecer la lucha contra la adaptación de las direcciones de los
partidos que se presentan como revolucionarios, porque si no el capitalismo nos
va a llevar puesto. Es un deber que tenemos los y las revolucionarias salir a
dar esa discusión.
¿Cómo sigue tu
militancia en adelante, qué repercusión tuvo esta ruptura en tu círculo cercano
y qué opinión tenés de las críticas públicas a las direcciones de los partidos
cuando no hay acuerdos, creés que es sano para la militancia de izquierda?
Mi militancia sigue en ese sentido que te decía. O sea, para
mí se impone más que nunca construir un partido revolucionario de la clase
trabajadora que se pueda poner al frente de disputarle el poder político a esta
burguesía que nos está llevando a la nada, en ruptura con el capitalismo, y por
un mundo socialista. Esa es mi militancia. En ese sentido creo que, para no
olvidarme cuál fue mi primera confluencia con la Tendencia del Partido Obrero,
o sea el movimiento de mujeres y el último Encuentro de Mujeres al que fui
confluyendo con la línea de las compañeras del Plenario de Trabajadoras
(Tendencia del PO), lleve la perspectiva, o sea las mujeres en el mundo entero
están a la cabeza de esa lucha, somos vanguardia en esa lucha y tenemos que dar
una pelea dura, decidida, para que nos dejen de hacer pelota.
¿Qué repercusión tuvo
en tu círculo próximo la ruptura, se han acercado también compañeras y
compañeros de otros espacios?
La verdad que tuvo mucha repercusión, mucha gente que se
comunicó conmigo desde diferentes organizaciones, no solo del PTS, o sea
compañeros y compañeras dentro del PTS que están tratando de pensar, inclusive
quedando internos al partido para dar la discusión desde ahí o desde afuera.
También gente de otras organizaciones que estamos todos en esa línea de lo que
vos decías antes, de pensar qué formas de construcción de partido son
saludables en el sentido de la democracia interna que tiene que haber en los
partidos, cómo se entiende el centralismo democrático porque también es una
discusión que sobrevoló mucho todo esto de que parece que el centralismo
democrático es hablar hacia adentro y callarse hacia afuera. Bueno, eso no
puede ser así. Los revolucionarios hacemos política hacia las masas
trabajadoras para que todos los trabajadores se involucren en cómo construir la
revolución. En ese sentido a mí me parece que el centralismo democrático tiene
que ser la mayor discusión hacia adentro y poder sacarlo hacia afuera para hacer parte
a todos los trabajadores y trabajadoras que son con los que esperamos hacer la
revolución porque no la vamos a hacer entre cuatro.
En los últimos días
ha habido movilizaciones importantes en distintos países de Latinoamérica y del
mundo, sabemos que la Tendencia del Partido Obrero ha venido dando una
discusión primero al interior del PO y después hacia afuera sobre el escenario
mundial. ¿Este aspecto también ha tenido algún tipo de relevancia en tu ruptura
con el PTS y en las críticas a la orientación que viene llevando adelante el
Frente de Izquierda?
Sí. Como te decía al principio, yo empecé a dar toda esta
discusión en el medio de que en Argentina el FITU estaba desarrollando esta
campaña lavada al calor de una situación convulsiva que atraviesa el
capitalismo a nivel global que viene desde hace años. Ahora estamos viendo
picos pero no es algo nuevo. Desde Asia hasta Medio Oriente y ahora fuerte acá
en América Latina. Una situación que la izquierda argentina no atinó a prever
cuando a los marxistas no deberían sorprendernos estos procesos de crisis del
capital si usamos correctamente el método materialista dialéctico que nos legó
Trotsky por allá atrás para analizar la realidad.
El pueblo ecuatoriano y chileno son los espejos donde
tenemos que mirarnos los pueblos latinoamericanos de conjunto. Chile es hoy un
pueblo que se está despertando, como ellos mismos dicen que se levantan contra
la bancarrota del régimen político de Piñera (Sebastián, presidente de Chile)
que no es más que el pinochetismo del siglo veintiuno, es una continuación de
esa política represiva, y que aplicó a rajatablas los planes del FMI hundiendo
en la miseria a los trabajadores, a los jubilados, a los estudiantes,
impidiendo el acceso a la educación. Frente a esto los trabajadores hoy se
están organizando por la huelga general, por una asamblea constituyente como
salieron a decir hoy (por ayer) llamando a la huelga para mañana (por hoy), que
le permita a las mayorías populares decidir sobre su propia vida. Y están gritando
“Fuera Piñera” mientras el presidente dice que está en una guerra y circulan
audios de la primera dama hablando de una invasión alienígena, o sea uno se
pregunta si es real o no pero pareciera ser que sí. Y ese es el desprecio que
tienen los ricos por los que laburamos. Y Chile y Ecuador marcan el camino para
una Argentina que todos los analistas están diciendo que está sobre el abismo
porque del pago de Argentina depende que el propio FMI no entre en una bancarrota
general. Y en el medio de esta crisis capitalista el mundo capitalista necesita
ese salvavidas. Entonces, gane quien gane las elecciones va a buscar cumplir
con sus socios fondomonetaristas descargando el peso sobre el pueblo trabajador,
y no nos queda más que organizarnos y luchar con los métodos de clase obrera
porque vamos a decir, para terminar, que el parlamento no nos va a salvar de
este lío.
Bien, compañeros!
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