viernes, 3 de febrero de 2023

Lof Winkul Lafken Mapu: “A pesar de todo lo que nos hizo este Estado racista, no le tenemos miedo a la muerte ni a la cárcel ni a nada”

Desde el violento desalojo a la comunidad mapuche del 4 de octubre último, se encuentran con prisión domiciliaria 4 mujeres junto a sus 9 hijos. La machi Betiana Colhuan Nahuel, Romina Rosas, Celeste Ardiz Guenumil y Luciana Jaramillo en esta extensa entrevista recordaron con detalles aquella jornada en que fueron reprimidas y torturadas por las fuerzas del “Comando Unificado”, denunciaron que son las únicas presas en el país por una causa de “usurpación” y advirtieron que su “gente se seguirá levantando aunque continúe la persecución y encarcelen a sus autoridades”.

 



Por Iván Marín

 

El 31 de enero debió llevarse adelante en Bariloche una “mesa de diálogo” entre el Gobierno Nacional, representantes de comunidades mapuche y de organismos de derechos humanos con el objetivo de destrabar distintos conflictos que hacen a los pueblos indígenas de la zona, en especial la libertad a las cuatro mujeres de la lof Winkul Lafken Mapu, quienes se encuentran con prisión domiciliaria hace casi 4 meses, tras el desalojo del 4 de octubre último. Sin embargo, y previsiblemente, el Gobierno pospuso el encuentro para el próximo 8 de febrero. Es en ese marco que se había dispuesto la realización de un festival en la localidad para acompañar la actividad y exigir el retorno de la machi Betiana al rewe y a la lof. Para la ocasión se hicieron presentes representantes mapuche y de organizaciones sociales de distintos puntos del país, como así también diversos artistas que hicieron cientos de kilómetros para solidarizarse presentándose en el evento. De la costa chubutense partió un colectivo colmado. El festival fue muy concurrido y terminó con una ruidosa movilización por el centro de la ciudad.

 

Desde Prosa Urgente fuimos partícipes de la delegación que partió desde el Valle y la Costa. El lunes por la tarde noche entrevistamos a las cuatro mujeres con prisión domiciliaria en el centro comunitario en el que se encuentran detenidas junto a sus nueves hijos. A continuación un extracto de la entrevista que podés ver completa en el enlace a YouTube.

 



LA JORNADA DEL 4 FUE EXACTAMENTE IGUAL QUE COMO NUESTROS ANTIGUOS VIVIERON LA “CONQUISTA DEL DESIERTO”

 

“El 4 de otubre nuevamente sufrimos un gran atropello a nuestra comunidad donde en el año 2017 asesinaron por la espalda a nuestro weichafe Rafael Nahuel. Hoy nos encontramos llevando adelante dignamente esta prisión domiciliaria. Porque claramente nosotros desde ese momento hasta hoy estamos siendo perseguidos y criminalizados solo por pertenecer a un pueblo preexistente que nunca dejó de luchar, que viene luchando desde que el winka llegó a nuestros territorios, desde esa mal llamada “Campaña del Desierto” en la que Roca junto a su gente no pudo terminar su trabajo”, comienza su relato la macho Betiana, autoridad espiritual mapuche. Recordó que ellos hacen más de 5 años decidieron recuperar el “territorio usurpado por el winka, que está siendo explotado por los intereses del winka, que solo busca la destrucción del territorio, minería, petrolera, forestales, del turismo”.

 

Remarca que “desde nuestro nacimiento nos imponen la nacionalidad, vivir de una forma. No es que nosotros desconozcamos al Estado argentino. Obviamente que nosotros tenemos que reconocer al Estado que nos oprime día a día porque desde nuestro nacimiento vivimos oprimidos”. Denuncia que “la jornada concreta del 4 fue exactamente igual que como nuestros antiguos vivieron la Conquista del Desierto”. Aclara que no están ahí por “ser una guerrilla, por tener un ideal solamente político sino que estábamos en ese espacio por ser mapuche y por tener una conexión espiritual, que no la rompe nadie, que no se vende”.

 

Aquella madrugada del 4 de octubre Betiana se encontraba con sus dos hijos, uno de 4 años y otro de 8 meses, a los cuales tuvo que cambiar rápido. “Ya teníamos esa experiencia de atropello. En mi caso personal desde muy chica he sufrido la represión del Estado”, recalca. “Lo primero que hicieron las fuerzas represivas fue disparar. Fue decir o se tiran al piso o las matamos”, finaliza.

 

TORTURAS Y VIOLENCIA OBSTÉTRICA

 

“Yo estaba con la panza muy evidente. Tenía 40 semanas de embarazo, con una buena preparación, con la señora que ayuda a recibir a los niños a nacer. Teníamos todo preparado para que nazca en la lof, íbamos a enterrar la placenta en el territorio como lo hicieron los demás lamuen. Se frustró todo la mañana del 4 de octubre, en donde a los gritos y tiroteos llegaron y gasearon todo. A mí con la panza también me tiraron gases, me redujeron, a mí hija (8 años) también. Un efectivo que no tenía la máscara quedó tirado en el suelo porque no podía respirar. Y los demás tenían todos máscaras y no les importó nada, ni ese compañero que estaba tosiendo tirado en el piso”, comienza su relato Romina, quien se encontraba embarazada al momento del desalojo y dio a luz bajo prisión domiciliaria. Prosigue: “Ahí nomás nos manotearon y nos llevaron abajo sin dar ningún tipo de explicación, con total impunidad y diciendo todo el tiempo que querían matar a un mapuche. El shock psicológico que tenemos desde ese día grandes y niños es muy fuerte. Nos llevan a la ruta, estaba lloviendo, estaba helado”, describe.

 

“Yo tuve que estar parada, sin tomar agua ni nada. No nos dejaron buscar abrigos ni pañales para los otros lamuen que tenían sus bebitos ahí. Nos requisaron en la ruta, adelante de toda la gente que estaba, con testigos, todos tenían cámaras, y todos estaban ahí expectantes a que nosotras nos desnuden ahí. Porque la jueza (Silvina Domínguez) apareció y dijo ´acá mando yo`”, denuncia.

 

¿Las desnudaron en la ruta?

 

Sí, nos sacaron nuestra vestimenta, todo. Ahí a mí me separan del resto y me llevaron arrastrando hacia una camioneta. Y se cayeron encima de mí como 40 oficiales. Fue humillante. ¡Tanto racismo puede haber! Ahí quedé paralizada, me perdí de la impotencia. Lo único que pedía era por mi hija, que quería volver con las lamuen. Después me cerraban la puerta contra las piernas para que yo entrara a la camioneta. Yo no quería subir porque yo decía ´me ban a matar. ¿Qué me van a hacer? ¿Me van a desaparecer? `

 

Señala que de ahí la llevaron al hospital con contracciones donde estuvo dos o tres horas y después a la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria), en donde la filmaron todo el tiempo. “Me tuvieron una salita refría sin calefacción, no me daban nada y encima querían que yo esté sentada quieta. Y a cada rato me daban como contracciones. Una de las chicas que estaba de testigo se descompensó y se quiso retirar porque no aguantaba más la situación. ¡Era una tortura psicológica!”, denuncia.

 

¿Pensaste en algún momento que podías perder a tu hijo?

 

En todo momento.

 

Romina acusa que no las dejaban hablar con sus abogados ni ver a sus hijos. Luego la volvieron a llevar al hospital, en el que nuevamente la estuvieron filmando todo el tiempo.

 

Informa que durante todo el operativo “los efectivos nos decían que estaba todo destruido, que habían prendido fuego la lof. Una tortura psicológica terrible”.

 

Romina, una vez ya con prisión domiciliaria, se vio obligada a dar a luz como lo dispuso el Estado y no de acuerdo con la tradición en que ella se identifica. “Todo el tiempo estuvieron pinchándome que si no iba al hospital me iban a venir a buscar por la fuerza, que si me habían hecho cesárea -en su primer parto- me tenían que volver a hacer cesárea, que tenía que adaptarme a lo que decía la jueza. Y ahí nosotras empezamos a hacer fuerza porque nosotros tenemos derecho a dar a luz, el parto tiene que ser respetado para nosotras que somos mapuche y para cualquier ciudadano, y sin ser violentadas. Ahí realmente la violencia obstétrica que recibí es muy alevosa”, denuncia una vez más.

 

Mi hija nació bien, como que vino a hacer justicia porque ella vino sanita. Se llama Llowko (agua de vertiente). Nuestros hijos que tuvieron que pasar todos estos atropellos son víctimas pero también un aliento, una esperanza, una semilla que venimos a dejar nosotros acá”, enfatiza con orgullo.

 

“LE PAGARON PATADAS A MI BEBÉ DE UN MES”

 

Celeste aporta otro relato sobre la espeluznante represión del 4 de octubre: “Bajo y veo que vienen 5 o 6 policías y empiezan a decir ´al suelo, al suelo, o las matamos`. Y mientras decían eso disparaban. Entonces con mi hija del medio y la bebé (de un mes) nos tiramos enseguida al suelo. Y mi hija más grande (9 años) sale corriendo y ellos les disparan. A mí me empezaron a patear, yo tenía una cunita para poder transportar a mi bebé y la empezaron a patear diciendo ´¿qué tenés acá?`. Le pegaron patadas a mi bebé, y mi nena del medio les dice ´acá está mi hermanita`, y ahí es como que bajó un poco la violencia. Estaban sacadísimos, claramente ellos se drogan, ellos vienen ya formateados para matar. Tiraron gases lacrimógenos, explosivos. Gritaban ´dónde están sus machos para defenderlas`, ´tírense al suelo que a ustedes les gusta comer tierra`”.

 

PREPARADOS PARA LUCHAR 


Luciana tiene un hijo de ocho años y otro de cuatro y estuvo presente en el desalojo del 23 de noviembre de 2017 que precedió al asesinato de Rafael Nahuel dos días más tarde. Su hijo mayor, entonces con solo 3 años, aparece en brazos en la última foto que se sacó el joven mapuche asesinado por prefectura. Con esa experiencia de haber vivido otras represiones es que su hijo le dice en la madrugada del 4 de octubre que se tenían que ir porque ya había cientos de efectos en la lof. “Empiezo a escuchar que se quiebran las ramas, entonces digo ´están en todos lados`. Cuando a mí me agarran miro hacia atrás y veo a los nenes subir (escapando hacia el bosque). Mi nene más grande se iba con ellos. A mí se me fue un poco el cuerpo ahí porque vi cómo les disparaban”.

 

¿Los niños están preparados para saber cómo actuar?

 

Claro. En ese momento ellos tomaron la decisión. Nosotros como madres obviamente nos preocupamos pero entre que les peguen y vayan a un lugar que conocen preferimos eso, pero más vale que sentimos temor porque les estaban disparando. Y a nosotros nos iban agarrando en diferentes partes del territorio. A mí me agarran con mi nene más chico. Como yo no me quería tirar al piso, me pegaron en la espalda y me tiraron.

 

Las entrevistadas denuncian que ellas están con prisión domiciliaria por “ser supuestamente usurpadores, pero ninguna persona en el país está presa por usurpar”. Cierran con una declaración de principios: “A pesar de todo lo que nos hizo este Estado racista y represor, no lograron su cometido, nosotros no les tenemos miedo, no le tenemos miedo a la muerte ni a la cárcel ni a nada. Nuestra gente se va a seguir levantando aunque continúe la persecución, aunque encarcelen a nuestras autoridades como es el caso del Lonko Facundo Jones Huala, la Machi Betiana”.

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