Pese a que tanto el paro del jueves como el corte de ruta fueron decisiones improvisadas por la conducción de la ATECH, ambas medidas contaron con el acompañamiento de las bases que desde marzo exigen medidas más duras. Sin embargo, la acción no se dio en el marco de un plan de lucha. A continuación, una propuesta para reorganizar al activismo docente.
Por Iván Marín
El corte de ruta 3 en el Acceso Norte a Trelew por parte de
la regional Este de la ATECH (Asociación de Trabajadores de la Educación del
Chubut) contó con un buen número de docentes, si tenemos en cuenta que la inmensa
mayoría de ellos se enteraron con apenas unas pocas horas de antelación. Ocurre
que la conducción sindical provincial improvisó un paro con menos de 48 de
anticipación debido al descontento generalizado en toda la provincia ante la
falta de respuesta del sindicato al bono otorgado por decreto por parte del Gobierno.
En ese marco, en una reunión de delegados -con muy escasa
presencia, apenas unos 15 o 20 representantes-, se decidió un corte de ruta
para el jueves. La medida venía siendo reclamada desde marzo por un sector
importante del activismo docente, el que pone el cuerpo en la mayoría de las
movilizaciones, pero la conducción sindical se excusaba que un piquete debía
estar precedido de movilizaciones masivas y del voto mayoritario de las escuelas
de la regional. Sin embargo, nada de eso sucedió para tomar esta decisión: ni
se desarrollaron acciones masivas ni la generalidad de las escuelas se
expresaron por el corte, que contó con apenas 6 mandatos, que, de todas formas,
resultaron mayoritarios porque en la inmensa mayoría de los establecimientos
escolares no se registran mandatos hace varios meses. ¿Implica esto que la
docencia no quiere luchar? Para nada. De hecho, la adhesión a los paros sigue
siendo importante. La lectura que se hace en todas las escuelas es que no tiene
sentido seguir mandatando si no hay novedades sustanciales en la lucha. Queda claro que la conducción del sindicato desde marzo recurre a excusas para no impulsar medidas duras ni masivas.
El corte comenzó alrededor de las 7:30 de la mañana y con el
pasar de las horas se fueron sumando docentes. A media mañana un nutrido número
de trabajadores le exigió a la conducción la continuidad del paro para el
viernes y, en especial, un plan de lucha. Argumentaron que, si esto no ocurría,
el corte era una medida aislada. La conducción respondió diciendo que no estaba
previsto hacer asambleas en la ruta, que todo lo que tenía que ver con el corte
se había decidido en la reunión del martes, es decir, menos de 20 personas
decidieron por alrededor de 150 que se encontraban en el piquete. Cabe
preguntarse, además, si en esa reunión se votó o directamente fue una orden bajada
por la conducción. Lo cierto es que Murphy, Magno y compañía, no quisieron
asamblear en la ruta porque en el activismo lo que prima es un descontento
generalizado hacia la pasividad de la conducción. En una asamblea, además de
exigir un plan de lucha se hubiera planteado la necesidad de que el corte fuera
más duro, ya que se dejaba pasar a los vehículos -incluidos los camiones- cada
una hora, lo que implicó que por varios minutos el corte sea testimonial. Lo
grave del asunto es que quienes pusieron el cuerpo durante 8 horas para
sostener el corte no tuvieron ninguna posibilidad de decidir sobre su
organización. Muchos fueron los docentes que recordaron que incluso en la época
de Santiago Goodman se hacían asambleas en la ruta para discutir cómo seguir.
Es algo elemental que ocurre en todos los cortes de rutas, no solamente en los
de la docencia. Otra queja generalizada es que cuando llegó la hora “acordada”
para levantar el corte se hizo sin una asamblea o reunión para hacer un balance
de la jornada, ni mucho menos con cánticos ni nada por el estilo.
Estamos ante una conducción que desprecia la decisión del
activismo docente y se esconde detrás de las asambleas escolares para disimular
su pasividad. Es un doble discurso fenomenal: por un lado, dice que no hará
nada sin el respaldo del conjunto de las asambleas escolares, y, por el otro,
recurrentemente toma decisiones de aparato entre cuatro paredes: varios paros
salieron sin mandatos y el corte se decidió de un día para el otro. A esto se
agrega que evita por todos los medios realizar asambleas interescolares que
sean resolutivas, pues allí es el activismo el que tomaría la batuta. Es lo
mismo que viene haciendo hace más de una década en Comodoro Rivadavia, con
resultados pésimos en los últimos años. ¿En Puerto Madryn la Lila también se
opone sistemáticamente a que las asambleas interescolares sean resolutivas o
allí está a favor porque la conducción es Celeste?
Poco después de levantarse el corte de ruta, la Regional
Este difundió una convocatoria para movilizar el viernes a las 19 horas que
decidió unilateralmente para tratar de disimular la pasividad y responder de
manera oportunista a los reclamos en el piquete. Sin embargo, el viernes al
mediodía decidió también unilateralmente suspender la convocatoria sin aportar
ninguna aclaración al respecto.
Cómo seguir
Todo lo descripto más arriba deja en evidencia que el
principal problema en la lucha docente radica en la contradicción entre las buenas
adhesiones a los paros -en especial en el Valle y Puerto Madryn- pero sin que eso
se exprese en movilizaciones masivas. Varios factores explican esta situación,
entre ellos, una fenomenal crisis de conducción. La única manera de romper con
este impasse es que las bases docentes retomen la iniciativa que tuvieron años
anteriores. Desde Tribuna Docente Tendencia venimos planteando la necesidad de
impulsar asambleas interescolares para que desde el activismo docente se
promuevan iniciativas en este sentido. Esto no va en detrimento de las
asambleas escolares, por el contrario, se complementa, pues una de las críticas
que se escuchan en todas las escuelas es la falta de un plan de lucha. Para
poder sumar a la lucha a aquellos docentes que aun no lo hicieron se precisa
de iniciativas concretas que apunten a impulsar acciones con pretensiones de
masividad. La docencia está cansada de ir a Rawson a “dar la vuelta al perro”.
De las asambleas interescolares pueden salir iniciativas para reorganizar a las
bases en Trelew, como movilizaciones en la ciudad en horarios accesibles para
la mayoría de la docencia, es decir, después de las 18 horas, o incluso la
preparación de cortes de rutas u otras medidas contundentes. Otro requisito
para romper con esta relativa pasividad es que en las movilizaciones a Rawson
se abra el micrófono a TODA la docencia y aprovechar esas convocatorias para
hacer asambleas. Hasta el momento solo han hecho uso de la palabra la
dirigencia. Hay que tratar de tender puentes también con la docencia enrolada en
otros sindicatos y con los compañeros no afiliados. Como esta tarea la viene
esquivando la conducción provincial de la ATECh, no queda otra que volver a
plantear autoconvocatorias en defensa de nuestro salario y de la educación
pública, que solo se logrará con la construcción desde las bases de un plan de
lucha para que el conjunto de la docencia tenga una perspectiva sobre la cual
intervenir y no medidas aisladas como las del corte de ruta del jueves.
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