lunes, 4 de mayo de 2020

Las bases textiles de Trelew deben unirse en defensa propia


Solo la unidad del conjunto de los obreros textiles podrá afrontar las maniobras de las patronales y del gobierno para debilitar la lucha dividiéndola por fábricas. Un breve recorrido desde la instalación del parque industrial en Trelew hasta el fantasma del “Chubutazo” en tiempos de cuarentena.



Foto: diario El Chubut


Por Iván Marín



La movilización de la semana pasada autoconvocada por las bases textiles y sus delegados marcó un acontecimiento como hacía décadas no sucedía: la unidad de los trabajadores del rubro de todas las fábricas del parque industrial de Trelew. Las primeras en tomar nota del asunto fueron las patronales de la región y su personal político de turno, como así también las burocracias sindicales. Las ausencias en la marcha de las conducciones de la AOT (Asociación Obrera Textil) y del SETIA (Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines) son un claro ejemplo al respecto.


El reclamo contra el recorte del más del 50% del salario para aquellos trabajadores que se encuentran realizando la cuarentena firmado por la AOT a nivel nacional despertó el repudio de los textiles en varios puntos del país. Este sector fue uno de los más castigados durante el último gobierno macrista, con miles de despidos en todo el territorio nacional, y en particular en Chubut con cientos de despidos, suspensiones y cierres de fábricas. Podrá preguntarse el lector por qué las bases textiles no se unieron en los años precedentes. Cualquier intento serio de respuesta implica adentrarse en la historia de lucha de los trabajadores desde la conformación del parque textil a comienzos de los setenta, repasar su apogeo en esa década y la siguiente, y pensar balances de la derrota que implicó el desmantelamiento de lo que supo ser el motor productivo de Trelew y alrededores.


La promoción industrial impulsada por el Estado en su expresión tanto nacional, provincial como municipal fue el factor fundamental para la creación del Parque Industrial en Trelew (PIT), a comienzos de los ´70. Si bien se constituyó uno de los polos textiles más importantes del país, en el PIT también se instalaron empresas químicas y metalúrgicas, entre otros diversos rubros. Según consignan Horacio Osvaldo Ibarra y Carlos Alberto Hernández en el libro Trelew y su hinterland 1889-1999, a nivel nacional “estaban eximidas del pago del IVA, y en el orden provincial (decretos 839 y 1.066/83) y municipal estaban también exentas del impuesto a los Ingresos Brutos, Inmobiliario y de Sellos, siendo también beneficiadas con tarifas promocionales para la energía eléctrica” (Pág. 110). Debe agregarse toda la moderna inversión en servicios proporcionada por el Estado. 


Diversas fuentes contabilizan entre 7 y 8 mil obreros textiles en la década de esplendor del PIT, que va de mediados de los setenta a la mitad de los ochenta. Durante el gobierno de Raúl Alfonsín a nivel nacional y del también radical Atilio Viglione en provincia, comenzaron los primeros síntomas de crisis cuando se bajaron nuevos proyectos que se disponían a instalarse. Pero sin dudas, el salto se produjo con el arribo de Carlos Menem a la presidencia y la desregularización, o nueva regulación, de la economía, que además de dar de baja los beneficios de la promoción industrial a las patronales instaladas en la zona, implicó la apertura de las importaciones.


Esto sucedía mientras en la provincia los trabajadores estatales se levantaban contras las políticas de ajuste del entonces gobernador pejotista Néstor Perl. Ese proceso se conoció como “Chubutazo”, y si bien logró el objetivo de la defensa de los puestos de trabajo y la renuncia del Ejecutivo provincial, también implicó pérdidas de algunas conquistas en los trabajadores estatales.


Con ese marco de fondo, “En junio (de 1990) se conformó la CGT <<regional noreste>>, alineada con la CGT menemista o CGT <<San Martín>>, agrupando a sindicatos de Trelew y Puerto Madryn. Se expresa el apoyo al gobierno nacional y se elige secretario general al dirigente de la AOT, justamente un sindicato que agrupaba a parte de los trabajadores más castigados por el plan económico”, señala Gonzalo Pérez Álvarez en su Patagonia. Conflictividad social y neoliberalismo. El noreste del Chubut 1990-2005 (Pág. 90).


El citado trabajo detalla que “Los sindicatos textiles denuncian las suspensiones y el cierre de algunas fábricas. Se realizan medidas de fuerza por planta, pero ningún paro general”. De conjunto, las conducciones sindicales nunca plantearon una salida independiente de las patronales y de las políticas del gobierno, sino que, por el contrario: “La AOT y SETIA apoyan el reclamo de los empresarios contra la libre importación y por el establecimiento de los subsidios”. Incluso más, la susodicha investigación rescata una declaración que oficiará como muletilla derrotista en las tres décadas posteriores por parte de las conducciones textiles ante cada crisis en el sector: “El dirigente de SETIA pide que se confíe en la negociación y asegura que no es posible la toma de fábricas o la gestión de los obreros ante los cierres” (Pág. 196).


Todas las iniciativas de resistencias del período recaían en algunos sectores de las bases textiles y en particular en agrupaciones opositoras a las conducciones sindicales. Fueron las únicas que se propusieron unir las luchas de los sectores privados al “Chubutazo” protagonizado por los estatales. Aunque no contaron con la fuerza suficiente para lograrlo, además de tener que lidiar con la ferviente oposición de la CGT a la lucha de los estatales. Esta misma burocracia sindical acompañó cada uno de los ataques del gobierno y las patronales a los sectores combativos, fueron grandes organizadoras de derrotas durante décadas.


Por eso no debe extrañar el comportamiento de la CGT del Valle Inferior del Río Chubut, quienes no le hicieron ningún paro en el período de la gobernación que comenzó con Mario das Neves y continuó con Mariano Arcioni (2015-2019), pese a que el aglomerado Trelew-Rawson se mantiene en el triste ranking de mayor desocupación del país. Lo único que atinaron a hacer fue adherir tibiamente a los paros nacionales y, desde ya, siguen mirando para otro lado respecto al nuevo “Chubutazo” protagonizado por las masas estatales desde hace dos años en la provincia. Como si esto fuera poco, son cómplices del lobby minero que pretende instalar la megaminería en Chubut.


El despertar de las bases textiles de las últimas semanas debe seguir el camino de la autoorganización democrática en base a deliberaciones por fábrica y en particular impulsando grandes asambleas del conjunto de los textiles. Las patronales, el gobierno y las conducciones sindicales seguirán con los mismos métodos de siempre: primero intentando dividir la lucha por fábrica y luego tratando de desgastar cualquier iniciativa.


Para que la lucha triunfe debe basarse en métodos democráticos. La conducción de la AOT fue elegida por una docena de personas. ¿Cómo puede ser que una conducción tan desprestigiada decida por 600 o 700 trabajadores? Esos burócratas ya tienen sus vidas y las de sus hijos aseguradas, mientras la inmensa mayoría de los textiles hace malabares para llegar a fin de mes.


La movilización de la semana pasada en defensa del salario ha sido tomada como ejemplo por el conjunto de los estatales que protagonizan el “Chubutazo”, como así también por el propio movimiento No a la Mina, que esta tarde marchó multitudinariamente por las calles de Esquel. La unidad de las bases textiles puede convertirse en el puntapié de la unidad del conjunto de los trabajadores privados y estatales contra las políticas de ajuste que pretenden hacer pasar con la excusa de la cuarentana que se desarrolla para paliar la pandemia de coronavirus.


A continuación, se propone un pliego de reivindicaciones y medidas a ser debatidas por las bases para afrontar el nuevo escenario abierto:


·         por el inmediato pago del salario completo
·         paritarias ya, bajo control de las bases
·         la ocupación de toda fábrica que cierre o despida
·         apertura de los libros de estas empresas y la expropiación sin pago bajo control obrero
·         la prohibición de despidos y suspensiones
·         terminar con el trabajo en negro. Pase a planta permanente de todos los trabajadores textiles
·         un salario mínimo igual al costo de la canasta básica familiar
·         comisiones de control a cargo de los trabajadores.



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