El cielo gris de agosto, la furia del viento azota a las
olas del mar como ayer, como mañana. Un día más en alguna ciudad cualquiera de
la costa patagónica. No hay silencio por hurgar si la lluvia precipita su plan.
Si la verdad fuera una meta, en la Patagonia es el punto de partida. Aquí donde
las distancias infinitas lo son todo y nada, aquí sobre el ripio voraz de las
huellas siniestras de los genocidios fundantes. Aquí nace Prosa Urgente, para
informar, reflexionar, visibilizar, difundir pequeñas y grandes historias de
luchas.
¿Es posible pensar la profesión, labor y vocación del
periodista en abstracto, es decir, escindida de los condicionantes que
estructuran la vida cotidiana del común de los mortales? La ingenuidad es
enemiga sepulcral del pensamiento crítico. De ahí que la imposibilidad de
responder afirmativamente a la preguntada planteada nos conduzca por el
tortuoso camino de sus múltiples respuestas. En un mundo donde la explotación y
opresión de la inmensa mayoría de las personas se produce a costa de una
minoría infinitamente concentrada, parecería sensato partir de ese estado de
cosas, al menos por dos motivos: primero y principal, porque necesariamente se
debe tomar posición y, segundo, ya que el posicionamiento tiene su razón de ser
en la entramada complejidad de la vida social, de la cual el periodista es parte.
En lo particular entiendo que el oficio del periodismo no
puede ser sino una actividad militante que tenga un compromiso carnal con la
verdad de lxs explotadxs y oprimidxs. Ello implica, entre otras cosas, el
combate implacable contra esa visión propia de las clases dominantes que reduce
la práctica periodística a la exaltación acrítica de la “neutralidad” como el
valor por antonomasia. La neutralidad frente a los grandes asuntos de la
humanidad implica necesariamente tomar empatía por los poderosos. Objetividad y
neutralidad no son sinónimos. En el combate por la verdad histórica el
periodista debe posicionarse en la trinchera de las masas por su liberación.
Ello se puede hacer no sólo desde su condición de trabajador en relación de
dependencia, sino, y fundamentalmente, intentando hacer de su profesión una
forma de vida íntegra en plenitud. Como ya lo dijera un referente que dio su
vida por su compromiso con la verdad, el violento oficio del escritor debe ser
el norte en esta profesión que necesariamente se ejerce desde la barricada de
la lucha de clases cuando se toma consciencia de que posicionarse es su deber
fundamental.
Desde allí nace Prosa Urgente.
El Ruido
29 de agosto de 2017
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