Desde el sábado un grupo comandado por la conducción del
SOMU acampa en el ingreso al Parque Industrial Pesquero local. Un sector
opositor hace lo propio desde ayer a la tarde en la vera de la Ruta 3, en el
Acceso Sur a la ciudad. Más de 800 familias madrynenses se ven afectadas
directamente, y de manera indirecta cerca de 15 mil trabajadores, es decir,
alrededor de 40 mil personas. El lock-out patronal se habría decidido en una
feria pesquera en Barcelona. Cientos de trabajadores hace 8 meses que no cobran
un peso. En este momento, hay marineros manifestándose a 2000 km de distancia,
en Goya, Corrientes. La situación es desesperante y amenaza con estallar en
cualquier momento.
Por Iván Marín
El viernes último se confirmó una amenaza que llevaba
semanas: la negativa de las patronales pesqueras a anotarse para llevar
adelante las salidas de prospección, cuyo propósito es evaluar si se encuentran
las condiciones óptimas en el mar para comenzar la temporada de pesca de
langostino en aguas nacionales. Según denuncian los trabajadores, y trascendió
en algunos medios, las empresas exigen una reducción en las cargas impositivas
y en el convenio colectivo de trabajo, que supondría una baja del 30% del
salario obrero sobre el ítem de producción, que representa la inmensa mayoría
de lo que cobran los marineros. Este chantaje es denunciado por el SOMU
(Sindicato de Obreros Marítimos Unidos) y el conjunto de los trabajadores del
sector como un lock-out patronal y obligó al gobernador Ignacio Torres a
reunirse con los representantes sindicales y acordar un encuentro en Buenos
Aires con el Gobierno nacional para este martes.
Marineros a la vera de la Ruta Nacional N° 3
César Zapata, secretario General del SOMU en Puerto Madryn,
le manifestó a Prosa Urgente que “esto es un conflicto que viene desde el 17 de
marzo, que se arrancó la temporada en el área 41 y ahora nos encontramos en
esta situación, que tendríamos que estar pescando. Nosotros creemos que existe
un lock-out patronal, que ya tendríamos que estar pescando. Pero parece que las
empresas no quieren salir a pescar. Nosotros estamos pidiéndole al Consejo
Federal Pesquero que nos dé una respuesta a esto porque parece que quienes
manejan el recurso del mar argentino son dos o tres empresarios, y es lo más
preocupante”.
Por su parte, Claudio Russo, presidente de la Unión Marítima
10 de Julio, agrupación interna opositora a la actual conducción del SOMU en la
localidad, recalcó que “el conflicto sucede y está instaladísimo hace un par de
meses por el hecho de que el empresario de la pesca viene por un 30% de
reducción de nuestro salario, que es el ítem de la producción. Y también quieren
que no cobremos el básico mientras estemos en navegación”. Agregó que “ahora el gremio como que se está
despertando y empezó a movilizarse y a reclamar lo que nosotros ya veníamos
denunciando con las marchas que veníamos haciendo en Puerto Madryn de no a la
baja. Ellos aducían que era algo mediático por los empresarios y entonces no
accionaban”.
Zapata advirtió que “no hay ningún reclamo legal de los
empresarios en el ministerio de Trabajo. Esto se hizo todo mediático, que
supuestamente no les daban los costos. Nosotros les pedimos que, si hay algún
reclamo que lo hagan en el ente que lo tienen que hacer, no en una radio o en
televisión”.
El dirigente sindical, además, reveló “que lo que más duele
es que el recurso nuestro se trató en una feria de Barcelona, un recurso que es
de los argentinos. En Barcelona se decidió cuándo se va a salir a pescar y
cuánto se le va a tener que pagar a un marinero. Nunca se discutió en Argentina
eso”.
Russo denunció un detalle no menor: “Los empresarios dicen
que van a pérdida si sacan los barcos pero no muestran los números”.
“Esta situación le está afectando a una flota de entre 6 y 7
mil marineros de todo el país, de los cuales 800 viven en Puerto Madryn”,
informó Zapata. Y amplió que indirectamente se ven involucradas más de 15 mil
familias del sector pesquero, entre amarradores, estiva, camioneros, STIA
(Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación) en las plantas,
los talleres navales”. El último censo arrojó que en la localidad viven poco
más de cien mil habitantes, por lo que casi la mitad de la población se ve
afectada por esta decisión unilateral de las patronales.
La situación es acuciante: “Para estas fechas ya tendríamos
que estar en aguas nacionales, con 4 o 5 mareas adentro”, recalcó el
sindicalista. “El marinero la desesperación que tiene es que ya no sabe qué
hacer para vivir. Llevamos 8 meses sin trabajar. Un 30% de los 800 marineros de
Madryn cobra un mensual de 500 mil pesos. El otro resto no percibe nada”,
denunció.
Marineros comenzaron el lunes movilizando en Goya
Más allá de las diferencias, los dos referentes coincidieron
en que no aceptarán la rebaja salarial que quieren imponer las patronales. Esto
llevó a que el sector vinculado a la conducción sindical comenzara este sábado
por la tarde un acampe en el ingreso al Parque Industrial Pesquero de Puerto
Madryn. Mientras que los trabajadores enrolados en agrupaciones opositoras,
entre las que se encuentra Russo, hicieran lo propio a la vera de la Ruta
Nacional 3, en la rotonda de Acceso Sur a la localidad. Ninguna de las acciones
se levantará de no producirse novedades favorables a los trabajadores,
expresaron en distintas entrevistas tanto Zapata como Russo.
Paralelamente, a casi 2 mil kilómetros de distancia, en la
ciudad correntina de Goya, varios marineros se sumaron a los reclamos. Desde
esa provincia, cientos de trabajadores se acercan todos los años a embarcarse
en temporadas de pesca.
Destacado
internacionalmente por sus agudos análisis sobre el concepto y las prácticas
sociales conocidas como “genocidios”, en diálogo con Prosa Urgente se refirió a
estos temas y también al avance fascista en nuestro país. El rol de los medios
de comunicación, la criminalización de la protesta social en Argentina y en
Chubut en particular, los spots negacionistas difundidos en los últimos dos
años para el 24 de Marzo por el Gobierno nacional, la cuestión del lenguaje y la
educación fueron otras de las problemáticas abordadas durante 50 minutos con el
sociólogo.
Por Iván
Marín
Daniel Feierstein
es un reconocido investigador y teórico de los estudios sobre los genocidios.
Su vasta obra al respecto es apreciada a nivel internacional. Debido a la
extensión de la entrevista que el lector tiene ante sí, nos excusaremos de extralimitaros
en el uso de caracteres para su presentación. Nos remitiremos a adelantar que
la charla se realizó por teléfono el miércoles 14 de mayo al mediodía y que los
pocos pasajes en que la conexión dificultó el entendimiento de las palabras
mencionadas por Feierstein fueron completados con puntos suspensivos.
En
tu producción académica cobra un rol central el análisis del concepto de
genocidio. Tu último libro “El pasado en la batalla cultural. La disputa por el
sentido del genocidio”, profundiza ese camino. ¿Por qué decidiste volver a
escribir sobre el tema? ¿Cuál es su actualidad?
Sí, yo te
diría que es volver a escribir en un sentido pero en realidad es darle otro
contenido en función de las transformaciones del presente. El eje, te diría de
mis trabajos en los últimos 20 años, -o sea, es cierto que toda mi vida el eje
estuvo en función del análisis de los procesos genocidas pero casi en los
último 20 años estuvo mucho más centrado en las formas de memoria y
representación de esos procesos genocidas. Esto es lo que podríamos llamar las
disputas que se dan por el sentido del pasado. Y entonces este libro un poco
condensa toda esa trayectoria pero a la vez aprovechando un término que surge
desde las nuevas derechas pero que en realidad es un término gramsciano, que es
el término “batalla cultural”, para plantear que en verdad esas disputas por el
sentido del pasado siempre, en todo momento, en verdad lo que están implicando
es una disputa por el presente, por el uso del pasado en el presente. Y
entonces por eso el título del último libro, que es El pasado en la batalla
cultural, esto es cómo se usa el pasado, o cómo se intenta usar el pasado
para incidir en las representaciones y las acciones del presente. Y en este
sentido es volver justamente a los debates sobre la noción de genocidio porque
fueron parte de esas disputas por el sentido, porque en muchos casos yo creo
que había -sobre todo te diría más en el ámbito académico que en el ámbito de
las organizaciones populares- cierta falta de escucha ante los riesgos que
implicaba determinadas representaciones sobre el pasado, como la que está
detrás de un concepto como “terrorismo de Estado” o algunos de los problemas al
que da lugar un concepto como “crímenes de lesa humanidad”, y la potencia que
podía desatar esta construcción de la sociedad argentina durante muchos años,
ya desde el fin de la dictadura, de pensar ese pasado en clave de práctica
genocida y en clave de destrucción parcial de una parte de la sociedad
argentina. Y cómo eso atravesaba las identidades, y cómo no sólo atraviesa el
pasado sino el presente. Y de pronto con la emergencia de nuevas derechas esa
discusión cobró muchísima más actualidad.
¿Por
qué decís que cobró más actualidad? ¿En qué sentido es útil la utilización de
este concepto de genocidio? A lo largo del libro hay una especie de polémica
con el concepto de “terrorismo de Estado”, hacés la distinción de la utilidad
de uno y otro.
Y sí,
cobra actualidad justamente porque muchas de las advertencias que veníamos
haciendo, te diría entre 10 y 15 años, acerca de los riesgos de centrar el
debate alrededor del concepto de “terrorismo” emergen con mucha claridad a
partir de la ofensiva negacionista, a partir de todo lo que va a empezar a
emerger ya hace más de una década, te diría, pero cada vez con más fuerza en
este intento de replantear ese sentido de ese pasado. Y que entonces, no solo
los conceptos sino las representaciones que están detrás de esos conceptos como
que te dibujan el escenario….Entonces, algo que yo planteaba desde hace muchos
años, y que recupero en el libro, cuando vos incluso invertís el sentido de los
términos de aquella figura originaria de Duhalde (Eduardo Luis) de “Estado
terrorista”, que hablaba de formas de Estado, y lo das vuelta en el sintagma
este de “terrorismo de Estado”, cuando vos planteás “terrorismo de Estado” todo
el debate… y cuando uno dice “terrorismo” lo primero que aparece, por lo menos
en los últimos 20-25 años sino más, es el atentado a la AMIA (Asociación Mutual
Israelita Argentina) en la Argentina, es el atentado a las dos torres en Nueva
York, son los atentados en Medio Oriente. Entonces, cuando uno plantea
“terrorismo” es mucho más esto que los campos de concentración lo que aparece
como eje. Y, entonces, agregarle el “de Estado” implica establecer ya esa
dualidad. La pregunta que se desprende casi lógicamente del sintagma
“terrorismo de Estado” es “ah, ok, ´terrorismo de Estado`, ¿qué relación con el
terrorismo?”. Con lo cual ya empezás a instalar la dualidad que es la base de
la construcción de la lógica de los “dos demonios”. Mientras que fíjate que la
representación que gira alrededor del concepto de “genocidio”, más allá de que
no es ni maravillosa ni que resuelve todos los problemas, pero en el escenario
del horizonte que se establece quiebra la dualidad porque nadie, ni siquiera
los sectores más afines a perpetradores hablan de que hubo dos genocidios. No
habría modo de plantear que las organizaciones insurgentes en nuestro país, y
en general en la región, hicieron nada que se acercara a ninguna posibilidad de
genocidio. El concepto de “genocidio” lo primero que pone sobre la mesa es una
estructura de campos de concentración, es una política de desaparición,
asesinatos, secuestros de personas. Es la sistematicidad de la organización de
esas políticas, no es cualquier forma de violencia. Y entonces te dibuja un
escenario mucho más interesante, que donde quizás la discusión no es tanto la
dualidad sino si aplica o no aplica el término, cuál es el grupo que se quiso
excluir, si se trata de un grupo político, si se trata de un grupo nacional,
qué pasa con la exclusión de los grupos políticos de la convención, es decir,
no es solo la resolución de la discusión sino los propios ejes de la discusión,
el escenario de la discusión es infinitamente más interesante. Y esto es lo que
me parece que incide en esta lógica de cómo juegan las representaciones sobre
el pasado en las preguntas que disparan en el presente, de los escenarios de
discusión que abren. Ahora, nunca se pensó de este modo, en general, por lo
menos hegemónicamente, y creo que estamos pagando el costo de eso. Como que se
establecieron algunas formas de nominación sin demasiada discusión y ahora
estamos viviendo las consecuencias de esas decisiones. Y un poco el libro lo
que busca es llamar la atención sobre eso, como lo venía llamando pero con un
nuevo giro, para poder permitir reabrir esos debates hoy y pensar un poco qué
escenario nos construye cada conjunto de representaciones. Y después sería el
otro tema que es cómo conectan con el presente.
Desde
la publicación de la primera edición de “La construcción del enano fascista”
pasaron casi 6 años. ¿Cómo observás el desarrollo de prácticas sociales
fascistas en la actualidad? ¿Ves imposible la imposición de un régimen político
fascista en sentido clásico?
Yo te
diría que a mí mismo me sorprendió. Yo, por un lado, podría decir, bueno, el
libro tiene 6 años de publicado, 7 de escrito, y te podría decir que vi como
muy embrionariamente procesos que efectivamente se desarrollaron. Me sorprendió
a mí mismo también la velocidad. Cuando yo trataba de explicar estos procesos,
estaba hablando de lógicas a largo plazo. Estaba diciendo, bueno, está
apareciendo en la sociedad argentina algo de lo que no teníamos registro, algo
que nunca tuvo…bien europea de principios, de mediados del siglo veinte, y que
lo veía emerger en nuestro país embrionariamente en tanto práctica social, no
en tanto régimen, digamos. Ahora, el avance de esas prácticas sociales fue
infinitamente más veloz de lo que yo mismo podía imaginar o pronosticar en ese
libro. Creo que hubo varios elementos para generarlo. Yo creo que los dos
principales fue que la crisis política se hizo muchísimo más profunda de lo que
parecía en ese momento. Yo escribo el libro en el momento de crisis y el final
del gobierno de Macri, por lo menos en la segunda parte del gobierno de Macri,
donde justamente lo que parecía, y de hecho más o menos fue ocurriendo, es que
la crisis de ese gobierno iba a dar lugar a una nueva experiencia popular pero
que al mismo tiempo iba a ir generando, y el propio gobierno de Macri, sobre
todo yo pongo un eje central en la desaparición de Santiago Maldonado, y sobre
todo el rol que empieza a tomar Patricia Bullrich, iba girando el propio
gobierno de Macri hacia la incorporación de algunas prácticas fascistas. Y que
esto iba a ser un proceso de larga germinación pero al que había que prestarle
atención. Bueno, se cruzó que la crisis política se profundizó muchísimo porque
ese gobierno popular lejos de resolver la crisis, la hizo mucho mayor. Este
profundo desprecio por la propia importancia de la actividad política, el nivel
de corrupción, el nivel de hipocresía, la falta de cuadros técnicos, las
internas. Digamos, todo esto generó una profundización muy rápida y muy a fondo
de esa crisis. Pero al mismo tiempo se nos cruzó la pandemia, que fue un
fenómeno internacional, y que por eso genera en todo el mundo la aceleración
del desarrollo de estas prácticas fascistas. Y, entonces, esto, un proceso que
yo veía de modo embrionario y de un desarrollo de una o dos décadas, se termina
desarrollando en un lustro, se termina desarrollando en muchísimo menos tiempo,
y entonces da lugar a esta pregunta que hacés, que no tengo la respuesta clara,
que es si el desarrollo de estas prácticas fascistas que yo venía identificando
podría también dar lugar a la imposición de un régimen fascista. Y creo que es
un peligro que está en el horizonte. No sé, lo que pasa es que después del
error de ese primer libro, ya no me animo a ser tan categórico porque en
principio te diría, bueno, no me parece un proceso del corto plazo, me parece
que justamente el aumento de estas prácticas puede permitir en el mediano o
largo plazo la emergencia de un régimen que ya lo asuma desde el propio aparato
estatal. Algunas acciones, -son muy embrionarias, son muy pequeñas- del
gobierno de Milei parecen dirigirse hacia ahí. De pronto retrocede, de pronto
intenta. Como que hay ahí un juego que por ahora es muy embrionario pero que es
difícil saber cómo se va a ir desarrollando, pero sobre todo hay que ampliar la
mirada porque esto no es solo Milei o no Milei. Una salida de un régimen
fascista puede ser la profundización de algunos de los peores aspectos de este
gobierno pero también puede ser un proyecto de recambio de este gobierno. Si
este gobierno entra en una crisis, puede ser que su salida sea por derecha, que
su salida sea a través de un régimen más fascista que no sea con Milei. Me
parece que ahí hay un riesgo que efectivamente hay que atender, que tiene otro
carácter. Me parece que el riesgo de las prácticas fascistas ya no es un
riesgo, es una realidad y el riesgo de un régimen fascista pasa a cobrar…
Justamente
sobre eso te quería consultar. Al leer el libro, la versión del 2023, me dio la
impresión como que no la veías como cercana en ese momento a esta posibilidad
de la instalación de un régimen fascista no solo en Argentina sino también en
Latinoamérica y lo que estás diciendo ahora es que los tiempos parecen haberse
acelerado, ¿no?
Claro. Lo
que yo decía en ese momento era primera versión del libro escrito 2018, están
surgiendo en nuestro país, y en otros países de la región, prácticas fascistas
de modo embrionario, de modo incipiente pero se van desarrollando. En 2023
tengo que reconocer, bueno, en un punto en el prólogo de Natanson, dice, bueno,
Daniel vio cosas en el momento en que estaban surgiendo, pero tengo que
reconocer que la verdad que lo que no vi fue la velocidad, en el sentido decir
eso, que a mí me parecía muy incipiente, muy embrionario, en 5 años se
transformó en una realidad absolutamente constatable y en movimientos políticos
de ese carácter en gran parte de los países del mundo y de la región. Ahora, yo
seguía sosteniendo la versión de la primera edición del libro que era lo que
importa analizar y lo que vemos como posibilidad son prácticas sociales
fascistas, que en definitiva es lo más importante porque es lo que configura
nuestros lazos sociales. Y veía que la experiencia de regímenes fascistas era
algo que no veía emerger ni en la región ni en el mundo. La perspectiva que
veía era que era menos potente en ese momento porque van asumiendo otras
formas, porque no tenían ni la necesidad, porque las estructuras dictatoriales
fueron muy deslegitimadas, sobre todo a partir del fin de la Guerra Fría. Es
cierto que eso mismo también ha ido cambiando en estos, qué sé yo, 2 años de
esta segunda impresión del libro. Ha ido cambiando porque estas prácticas
fascistas se han generalizado y entonces han creado la posibilidad, de la mano
de esta crisis cada vez más radical del funcionamiento político, de pronto una
baja del aval del funcionamiento institucional, que es lo que está detrás de la
posibilidad de imposición de un régimen fascista. Entonces, yo te diría un dato
que, por ejemplo, es llamativo, y que no vi que se le esté prestando tanta
atención, que son las elecciones del domingo pasado. Hubo un nivel de
asistencia a votar menor que el punto más bajo de la historia de Argentina, que
son las elecciones de 2001, las elecciones previas al estallido de diciembre. Y
es la primera vez que tenemos un nivel de votos significativamente menor en
esas cuatro provincias a lo que fue el voto 2001. Entonces, esto te está
mostrando una desafección muy fuerte por el sistema político. Los estudios de
opinión también lo van detectando, esta caída en la valoración del
funcionamiento institucional, del funcionamiento democrático. Son como
elementos que te pueden facilitar la emergencia de regímenes o dictatoriales o
fascistas o una articulación de esas formas. Entonces, otra vez, ¿es algo que
me parece inminente? No. En Argentina no y tampoco lo veo mucho en otros países
de la región pero sí me parece que es un riesgo atendible, o sea que por lo
menos hay que poner la cuestión sobre la mesa, que van a haber sectores
políticos seguro que van a leer esta realidad y que entonces pueden decidir
jugar.
A
ese elemento importante que vos señalás respecto de las elecciones, también se
agrega que quienes ganaron, más allá de que lo hayan hecho con un porcentaje
menor, en todos los casos son opciones muy de derecha y que pareciera que el
escenario político se ha corrido en términos generales desde una perspectiva de
los partidos del régimen hacia la derecha, incluso en el progresismo. ¿Lo ves
así?
Sí, sobre
todo que lo que veo es que no aparece una opción política de carácter nacional
que esté haciéndose cargo de las novedades y planteando un proyecto
alternativo. A mí me parece que esto es lo que genera esa decepción con el
funcionamiento político. Por un lado, creo que lo más cercano a eso fue el
llamado, fue antes de las elecciones anteriores, o sea que ya hace 2 años, el
llamado de Axel Kicillof a entonar las nuevas melodías, digamos. Pero luego lo
que uno empieza a ver es que esas nuevas melodías no están apareciendo. Mi
percepción es que se está muy atrás en la izquierda o en el campo popular
porque ni siquiera hay una capacidad de entender qué pasó o que está pasando,
que parte del entender qué pasó también es entender qué es el fascismo, qué son
las prácticas sociales fascistas, o sea que es lo nuevo que está apareciendo. Y
entonces me parece que la percepción dominante es que no se lo observa como
nuevo, que es la misma derecha que conocemos, que nos va un poco mal. Digamos,
no hay ni siquiera capacidad de registrar esa realidad, entonces desde la falta
de registro no hay ninguna posibilidad de construir salidas alternativas, de
poder enfrentar esta situación que ahora tenemos y no la situación que
imaginamos, que es la de hace 30 años o 20 años. Entonces, me parece que ahí
hay un problema muy de fondo y que eso está generando esa crisis del sistema
político porque efectivamente tampoco es que estos gobiernos estén dando
respuestas a las necesidades de la mayoría de la población, entonces uno ve dos
caminos y los dos pueden incluir el riesgo fascista. Porque uno ve el camino de
un gobierno que si va perdiendo niveles de su apoyo decida profundizar tanto su
carácter autoritario como la estructura de prácticas fascistas que le permitan
proyectar el sufrimiento, el descontento, el resentimiento, el odio que genere
la situación social y económica que estamos viviendo. O uno ve un segundo
camino, igual o más riesgoso que ese, que es que el gobierno entre en una
crisis al no poder resolver la situación pero que esa crisis sea capitalizada
por derecha por alguna fuerza que busque profundizar los rasgos fascistas y
autoritarios como forma de resolución de la crisis. Y no se observa ni una
fuerza ni un conjunto de fuerzas políticas que estén observando este panorama e
intentando plantear otra respuesta. Uno lo que ve es la persistencia de lo
mismo, de un internismo infinito, del aval a las prácticas de corrupción, de la
circulación de los mismos nombres repudiados de siempre. Digamos, como una
crisis muy creciente del funcionamiento del sistema político, que siempre fue
la condición de posibilidad tanto de prácticas fascistas como de regímenes
fascistas. Recordemos que tanto en Italia como en Alemania, los regímenes
políticos estaban en una profunda crisis. Además de una profunda crisis
económica, había una profunda crisis política, una crisis de valores, que es lo
que permite el surgimiento del fascismo. Y yo veo un momento en ese sentido
bastante equivalente. Hay un libro muy interesante de un periodista, creo que
es austríaco, Ginzberg (Siegmund), que es Síndrome de 1933, que creo que
lo escribe en Estados Unidos, que es muy rico para ver algunos puntos de
analogía. Por supuesto que las situaciones históricas nunca se dan dos veces
del mismo modo, pero sí de pronto las condiciones de posibilidad, o sea las
condiciones de crisis de un sistema político y de articulación con una crisis
muy profunda y muy estructural a nivel económico, que genera enormes grados de
sufrimiento y la imposibilidad que ese sufrimiento sea interpelado por ninguna
otra alternativa que la posibilidad fascista. Entonces, esto es lo que genera
mayor preocupación.
Volviendo
a las prácticas sociales fascistas. Desde que escribiste el libro hasta la
actualidad, ¿cuáles creés que son las que se desarrollaron con más fuerza, o
las que te llaman más la atención, o te ponen más en alerta en la actualidad?
Prácticamente
todas las que desarrollo en el libro. O sea que la capacidad de movilización
reaccionaria ha crecido muchísimo, sobre todo la horizontalización de formas de
odio que aparecían de manera muy incipiente en el momento en que salió el libro
se han generalizado e involucran hoy te diría a la mitad de la población,
digamos, en las formas de representación de que la casta, el privilegiado
vendría a ser aquel trabajador formal que tiene algún derecho más que el
trabajador informal, o aquel trabajador que se dedica a tareas comunitarias,
que trabaja para la estructura estatal, el profesor, el maestro, el médico,
hasta el bombero te diría, o el policía. En esta lógica absolutamente alterada
en la cual esta lógica individualista de esa expresión espantosa, yo diría y
muy articulada con estas prácticas de horizontalización del odio, de “vos vivís
de la mía”. Esta lógica de que aquel que ha decidido dedicar su vida a hacer
tareas que benefician al conjunto, que son este conjunto de trabajadores que
articulan su función a través de tareas del Estado, de tareas sociales, en
lugar de ser -como fueron durante más de un siglo, profundamente respetados por
la comunidad-, pasan a ser el punto de concentración de los odios y
resentimientos. Entonces, me parece que todo el desarrollo de estas prácticas
que yo describí en La construcción del enano fascista han sufrido una
aceleración y una irradiación tremendamente rápida y tremendamente masiva, y
por eso la gravedad del momento. Esto que aparecía como una posibilidad, se ha
transformado en una realidad. Las prácticas sociales, por eso digo, no
necesariamente en término de regímenes pero sí en término de irradiación de
esas prácticas.
Coincido
con vos que parece haber pegado un salto con la desaparición seguida de muerte
de Santiago Maldonado, pero en el último tiempo, ¿qué análisis hacés del rol
que están jugando los medios de comunicación para alentar este tipo de
prácticas sociales fascistas?
Mirá, pasó
una cosa muy paradójica con esto porque yo en el libro le dedico todo un
capítulo al tema de los medios porque lo que planteo es que los medios fueron
primero. Esto es, uno ve emerger primero esta incitación al fascismo y estas
formas de descalificación y estigmatización del otro primero en los medios de
comunicación que en la estructura política. Y primero digo bastantes años
antes. Yo lo identifico muy temprano como un quiebre que se da en el
funcionamiento periodístico que la vanguardia va a tener que ver con el grupo
Hadad. En ese momento La primera de la semana, lo que va a ser en su
momento Radio 10. Que es como el surgimiento de un conjunto de
periodistas que cambian la lógica del periodismo. Podés incluir ahí a Baby
Etchecopar, a Eduardo Feinmann. Como que hacen escuela todo este grupo de Hadad
en esto de facilitar el insulto, el morcilleo en cámara, el abandono del
profesionalismo, la descalificación soez y exagerada. Y esto es muy temprano
porque te estoy diciendo hace 20-25 años. Y después eso irradia muy rápido a
muchos otros periodistas y a muchos otros medios… Y te diría que irradia incluso
a los dos lados de la grieta porque lo vas a tener en procesos de muy distinto
carácter pero que funcionan todos igual. La descalificación, los carpetazos, la
presentación de información sin chequeo. Ahora, ¿por qué decía paradójico?
Porque fíjate que cuando esto irradia a la política, empieza a generar grupos
políticos, permite que algunos de esos grupos políticos accedan al poder,
resulta que hoy hay un ataque que poner a los periodistas en ese lugar.
Entonces, uno ve no sólo la reaparición de causas penales contra periodistas
-lo hemos visto, abiertas por el presidente esta misma semana contra Ari
Lijalad, Pagni (Carlos), Canosa (Viviana)- pero además en este llamado a “no
odiamos suficiente a los periodistas”, en el hecho de que sea un fotógrafo
periodístico, Pablo Grillo, el que termina siendo agredido, hospitalizado, casi
asesinado en el contexto de la represión a una movilización popular. Y,
entonces, me parece que ahí se da un fenómeno tremendamente paradójico que está
sufriendo el periodismo las consecuencias de lo que muchos de sus miembros
generaron, esto de cómo la pelota te vuelve de aquello que generás. Y me parece
que es un tema interesante para permitir una reflexión sobre la responsabilidad
y el rol del periodismo, porque yo creo que eso irradia muchísimo, el
periodismo es como una expresión de nosotros pero que puede permitir que surja
lo mejor de nosotros o que surja lo peor de nosotros. Y creo que gran parte del
periodismo jugó ese juego que claro te puede dar rating, de tratar de movilizar
lo peor de cada uno de nosotros, y ahora esa bala le está volviendo. O sea, eso
peor que trató de generar durante años en cada uno de nosotros, ahora -entre
otros sujetos- también empieza a atacar al propio periodismo.
Hay
un tipo de práctica que acá en Chubut la lleva adelante el régimen político,
que calculo que también a nivel nacional, pero que se ha vuelto como muy
sistemática, que tiene que ver con la criminalización de la protesta social
pero sobre todo el escrache y la acusación a luchadores, incluidos medios de
comunicación alternativos, sin ningún tipo de pruebas. Por ejemplo, en febrero
recordarás que hubo una serie de allanamientos donde terminó detenida una
persona que estaba en una comunidad mapuche, también se allanó una radio
comunitaria en cordillera, se recontra escrachó a esta comunidad y sobre todo a
esta compañera a la que se la acusó de haber incendiado una estancia, a los
pocos días se comprobó de que ella no estuvo ahí y se la siguió escrachando en
los medios de comunicación, ayer se la liberó. Acá en la costa también sucede
lo mismo. Hay como una situación en la que se escracha en los medios de
comunicación hegemónicos que utiliza el Gobierno, después queda en la nada pero
sin embargo esas personas ya quedaron ahí, estigmatizadas. Ha pasado mucho,
incluso con Facundo Jones Huala. Y de eso después no se vuelve. Es como una
estrategia que está utilizando sistemáticamente el régimen. ¿Cómo lo ves? ¿Lo
ves también en otros lugares?
Sí. A mí
me parece que justamente ahí en el sur han tenido como la más temprana de las
emergencias. Por eso te comentaba el caso Maldonado. Pero también podés sumarlo
al caso Nahuel y muchos más. Que es justamente la emergencia de esta
articulación entre prácticas sociales fascistas, que lo que tienden es a
movilizar a la población en un sentido reaccionario muchas veces, o la mayor
parte de las veces, a partir de estas acusaciones falsas, de esta propagación
de rumores, de esa idea de organizar grupos vecinales para salir a enfrentar a
las comunidades mapuche. Pero al mismo tiempo articuladas con acciones
estatales de persecución, y que es un poco lo que potencia su gravedad. O sea, se
busca al mismo tiempo movilizar a la población y actuar desde el aparato
estatal. Y efectivamente esto tiene antecedentes primero en el sur que en el
resto del país. Esto es lo que ha ido pasando, que se ha nacionalizado y se ha
generalizado este tipo de prácticas que en el sur tienen un poco más de
antigüedad. En realidad, tienen toda una genealogía mucho mayor pero que se
acrecientan con mucha fuerza hacia mediados del gobierno de Macri. Por eso
ponía un giro importante para mí en esa segunda mitad del 2017. Con lo cual sí,
efectivamente, esto se ha vuelto de enorme gravedad, se ha construido así como
a nivel nacional está esta ideal del beneficiario de planes sociales, el
maestro o el médico, en todo el sur del país, así como en algunas provincias
del norte pero en particular en el sur, ha tenido mucha pregnancia esta
construcción del enemigo mapuche. Incluso con estas acciones de los servicios
de inteligencia en relación a una organización que aparece como muy extraña, y
que aparece solo en ciertos momentos, que es esto de la RAM (Resistencia
Ancestral Mapuche), que a su vez es extrañísimo porque una organización
supuestamente nacionalista mapuche pero que se nombra a sí misma en español
pero no en mapuche, de la cual hay muy escasos datos fidedignos y parece más
una creación de servicios de inteligencia que una organización real, pero que
justifica a partir de toda esta profusión de rumores o de operativos de
inteligencia, acciones concretas contra miembros de las comunidades o incluso
contra periodistas o dirigentes sociales cercanos a las comunidades. Con lo
cual, sí, efectivamente yo creo que ahí en el sur están tendiendo uno de los
puntos de mayor gravedad del avance de las dos cosas, tanto de estas prácticas
fascistas como de su articulación con políticas estatales.
Te
voy a dar mi impresión sobre la cuestión de la RAM, no tenés por qué
compartirla. Efectivamente existe pero es ultramarginal. Hay una utilización de
la RAM, pero es absolutamente marginal. Tuvo un poquito más de fuerza, se
podría decir, en 2017-2018-2019 y después desde las propias comunidades mapuche
medio como que se fueron separando. Esto con independencia de lo que uno puede
pensar de la RAM.
Por eso te
decía lo que implican operaciones de inteligencia. Las operaciones de
inteligencia no son cien por ciento creaciones. Sino es la posibilidad de o
crear, o aprovechar, o utilizar, o magnificar fenómenos que existen dándoles
una entidad e incluso a veces un apoyo para hacerlos más importantes de lo que
son, en tanto te permite producir esos procesos de estigmatización. Por ahí
para que no se entendiera mal, yo no estoy diciendo que no existiera en el
sentido que no hubiera ningún movimiento que se reivindicara como tal. Estaba
diciendo esto de magnificar una presencia que, por lo menos desde el
conocimiento que yo tengo de las comunidades, de los grupos políticos de ahí,
creo que fue siempre marginal. Pero bueno, vos me corregirás si esto no fue así,
pero que no representa realmente ni una fuerza real ni un peligro real. Pero
que su magnificación tiene como objetivo justamente poder producir este proceso
de estigmatización mucho más generalizado.
Tanto
el año pasado como este, el Gobierno sacó para el 24 de Marzo dos spots
negacionistas. En las organizaciones de derechos humanos, progresistas y de
izquierda se desarrolló un debate si convenía o no responder a este tipo de
provocaciones. ¿Qué opinás vos al respecto y qué opinás de los spots?
A mí me
parece que efectivamente son parte son parte de esto que llaman ellos, o
llamaba yo en el libro, “la batalla cultural”. Es una disputa por las
representaciones del pasado creo que mucho mejor hecha en el 2025 que en el
2024. Ma parece que va mejorando la producción discursiva, la interpelación y
el modo de argumentación, y que efectivamente hay que poder meterse en ese debate
y en esa batalla. Me parece que uno no puede hacer oídos sordos porque
efectivamente interpela a muchísima población. Entonces, cuando uno dice “no me
voy a meter” es porque cuando se trata de una provocación de alguien marginal
que está buscando escenario y que uno no quiere plantearle ese escenario. Esto
no es la provocación de alguien marginal, esto son dos productos generados por
el gobierno nacional, y por lo tanto ese debate hay que darlo. Hay que poder,
por un lado entender cuáles son los huecos de los fenómenos de representación
que ha tenido el campo popular los últimos años. Y por eso mencionaba estos
debates en relación a los problemas del terrorismo de Estado, entre muchos
otros, porque son los que explican muchas de las lógicas argumentales de estos
materiales. Entonces hay que hacerse cargo de los problemas propios, hay que
poder escuchar, ver con atención estos materiales, y poder encontrar también
sus distorsiones, sus núcleos de contradicción para salir a confrontarlos. Me
parece que no queda otro camino, que plantear que uno puede ignorarlos y seguir
cantando las mismas melodías, podríamos decir, que están en plena crisis y
haciendo como si eso no existiera, es la mejor receta para ser absolutamente
destrozados en esa batalla cultural. Me parece que lo que hay que hacer es
justamente salir a plantear ese debate, quizás con otras herramientas. Por eso
me parece que es importante poner sobre la mesa cuáles herramientas son más
útiles, más legítimas, más potentes hoy, tomando en cuenta cuál es la realidad
del presente, que no es la realidad ni de hace 30 años ni de hace 20, que es la
realidad de 2025, que hay que poder asumir esa realidad para ver cómo se da ese
debate.
¿Puede
ser que ese haya sido uno de los principales límites o flaqueza en quienes
adhieren a los sectores progresistas, de derechos humanos, de izquierda? Te
digo esto porque en mi experiencia como docente observo como que se dio por
sentado que ciertos temas estaban inscriptos. Por ejemplo, la discusión de los
30 mil desaparecidos, la teoría de los dos demonios y demás. Y uno charlando
con los estudiantes ya en quinto o sexto año, observa que no lo vieron. No sé
si lo ves así vos.
Yo creo
que sí, que efectivamente lo que ocurrió fue lo siguiente: hubo un ciclo muy
largo ascendente, creo yo, en la disputa por las representaciones desde el fin
de la dictadura hasta un período que podríamos fechar entre el 2009-2010-2011,
por ahí, donde hubo muchísima potencia, que tenía que ver con la capacidad de
revisar permanentemente todo lo que hacíamos, con un carácter crítico muy
acendrado. Y creo que eso le dio mucha potencia al movimiento popular. Creo que
a partir de ese momento, uno lo podría fecha un poquito atrás, en 2006 o un
poquito más adelante, 2012, pero más o menos en algún momento que está ahí
cambió la lógica y empieza un ciclo descendente justamente porque lo que se
instala es una repetición de mantras de las mismas cosas, se instala un
vocabulario para hablar de los temas que no es crítico, en el sentido que no se
revisa. Bueno, “ahora a eso, le decimos así”, “ahora a esto le decimos
terrorismo de Estado”, “ahora a esto le decimos dictadura cívico-militar”, “ahora
se habla de esta manera”, “ahora en el lenguaje tenemos que usar la ´e`”. Y
esta lógica tan prescriptiva, que es casi, lo diríamos en el lenguaje popular,
de “maestro ciruela”, que te quiere decir cómo hablar, cómo denominar cada
cosa, mucho uso del eufemismo, o sea, no se dice más “negro”, ahora se dice
“afrodescendiente”. Toda esa lógica creo que fue absolutamente perjudicial
porque eliminó el pensamiento crítico. O sea, si ya sabemos cómo se dicen todas
las cosas, si ya tenemos todas las respuestas y creemos que son las respuestas
para siempre; bueno, es la mejor receta para que surjan otras miradas opuestas
a las nuestras, críticas, que interroguen nuestros núcleos de contradicción y
que logren sobre todo interpelar a la juventud, que es lo que ocurrió, que es
en general la que siempre busca nuevas respuestas. Y entonces me parece que
esto es un poco la explicación del cambio de dirección de ese ciclo, de cómo un
ciclo tan largo ascendente donde parecía que la sociedad podía construir cada
vez representaciones más y más interesantes, y usos más interesantes del
pasado, se transformó en una situación que ya lleva entre 15 y 20 años donde la
sociedad está siendo capaz de producir usos cada vez más tremendos del pasado y
que son los que van logrando ser más potentes porque el carácter crítico está
de su lado. Y eso uno lo ve en el último video producido por el Gobierno en
relación al 24 de Marzo, que es el de Agustín Laje, donde lo que hay es un
montón de preguntas, donde lo que hay es un montón de contradicciones que se
ponen sobre la mesa, que es la manera más inteligente, por supuesto que también
hay un montón de distorsiones. Pero yo diría, hay distorsiones, no hay
mentiras, y hay preguntas que son provocadoras y potentes, y que claro, uno
puede con esas preguntas hacer otras cosas, y creo que ese es el desafío. Uno
puede interpelar a Laje desde otro lugar, uno puede dar lugar a otros análisis,
uno puede señalar sus distorsiones. Pero es un trabajo que no se está haciendo.
Está la cuestión de “cómo puede decir eso”, y repetir lo mismo que se viene
diciendo. Bueno, esa no es una salida. La lucha por las representaciones no se
construye prescriptivamente, no se construye diciéndole a la gente cómo hablar
y no se construye repitiendo siempre lo mismo. Se construye con la capacidad de
análisis crítico. Y me parece que eso es un poco lo que hemos perdido y el desafío
es poder recuperarlo. El desafío es ser capaz de revisarnos nosotros mismos de
esa manera crítica.
¿Qué
implica que sean distorsiones y no mentiras?
Es una
diferencia fundamental porque uno a una mentira la refuta directamente poniendo
la verdad al lado. La distorsión es un proceso más complejo, que es una media
verdad. Es muy interesante porque es exactamente lo que denuncia Laje lo que
hace. Laje dice “nos han contado medias verdades”, y en algunos casos tiene
razón y en algunos casos no. Pero es increíble que todo el video que produce es
una media verdad. Hace exactamente lo que cuestiona. Y esto uno se lo podría
poner sobre la mesa y cuestionar, pero no es en clave de decir “está
mintiendo”. Por eso esta idea de “justicia, verdad y memora completa”. Si hay
algo que no hace el video del gobierno es hacer un análisis completo. Es un
análisis absolutamente sesgado. Pero el problema es que es cierto que hubo
algunos sesgos en las miradas oficiales de los períodos previos, y entonces
Laje busca poner sobre la mesa esos sesgos. Hay que ser capaz de reconocer eso
pero después desnudar los sesgos muchos más graves que tiene el propio Laje.
Pero cuando uno habla de sesgos, no habla de mentiras, habla de medias
verdades. Yo te digo cosas que son ciertas pero te cuento solo una parte de
eso. O sea, eso es lo que es una media verdad, te pongo algo sobre la mesa pero
no te digo…Por empezar el propio Laje, él dice “soy un joven que no sabe nada y
que no vivió esto” y se hace preguntas. Y eso es una media verdad, porque es
cierto que es joven, es cierto que no vivió esos años, pero también es cierto
que es familiar de genocidas. Entonces, esto podría ponerse sobre la mesa y te
cambia de todo el discurso. “Soy un familiar de genocidas tratando de cubrir la
historia de su familiar”. No es lo mismo que “soy un joven que no tiene nada
que ver y trato de descubrir”. Pero no es exactamente una mentira porque es
cierto que es joven, es cierto que se hace preguntas, es cierto que no vivió
esos hechos. Yo te diría, desde ese inicio podemos ir a cada uno de sus
argumentos para ver que funcionan de esa manera. No funcionan como mentiras,
funcionan como medias verdades. Te digo algo que es cierto, te escondo otra
parte que también es cierta que cuestionaría lo que estoy diciendo. Pero bueno,
me parece que ese es el trabajo que hay que hacer. Es lo que nos debemos, es el
trabajo crítico sobre nosotros, sobre los demás, para poder iluminar otras
maneras de pensar el pasado y utilizarlo en el presente.