Una psicóloga denuncia que le rompieron los vidrios del auto
y su acompañante resultó herida cuando volvían de traer compañeras que se
alojaban en una escuela del barrio, además señala que efectivos policiales
hacían chistes machistas, y remarca que no hay que estigmatizar al barrio sino
que la responsabilidad es de la sociedad y sus autoridades.
Por Iván Marín
La histórica y conmovedora marcha de cierre del Encuentro
Nacional de Mujeres en Trelew terminó con varias compañeras detenidas y heridas
tras una feroz represión de la Policía del Chubut, que incluyó personal de
civil infiltrado y lúmpenes fascistoides contratados para agredir a las
mujeres. Los máximos responsables son el gobernador Mariano Arcioni, el
ministro de Gobierno Federico Massoni y el jefe de policía Miguel Gómez, y los
sectores religiosos más reaccionarios de la zona, como así también la gran
mayoría de los medios de comunicación tradicionales de la provincia que le
dieron rienda suelta a estos actores para que se generara un clima agresivo
contra las mujeres que se organizan para luchar por sus derechos.
Verónica es psicóloga con orientación comunitaria. Su
experiencia en trabajos territoriales en otras provincias del país, y en la
nuestra en particular, no la hace una improvisada a la hora de acercarse a los
barrios más postergados en distintas localidades. En las últimas horas del
domingo y primeras del lunes, se apersonó a fiscalía de Trelew donde se
encontraban decenas de mujeres exigiendo la liberación de las 10 compañeras
detenidas. “Una de las integrantes de la Comisión Organizadora me cuenta que
estaban preocupadas las chicas detenidas porque no querían volver al lugar
donde se encontraban alojadas, que fueron distribuidas en distintas escuelas, que
algunas estaban en la del barrio Inta, que habían estado dos noches sin
seguridad, que era medio zona liberada”, le comenta a Prosa Urgente la
profesional.
Agrega que mientras todo esto sucedía, otra compañera “le
mostraba las publicaciones que se estaban haciendo en distintas redes sociales
de la gente de la zona generando una cuestión de agitar para que se vaya a
agredir a las mujeres que estaban del Encuentro. Yo desconfié un poco de esas
publicaciones, me pareció que no podía ser tan así, que tanta violencia no se
podía generar”.
Verónica recuerda que entre todas las que estaban afuera de
fiscalía comenzó a organizarse espontáneamente una caravana para ir a buscar a
12 compañeras a la escuela: “Fuimos 6 autos a buscarlas, adelante iba un patrullero
con la referente de la comisaría de la Mujer, y nosotras atrás, una por auto. Yo fui con una amiga que viajó desde Salta especialmente al
Encuentro.”
“Cuando llegamos –prosigue la entrevistada- estaba la
policía en el descampado que estaba enfrente a la escuela, con chalecos
antibalas, armas. Y ya ahí sentimos una tensión bastante importante”.
Inmediatamente llegaron “como 4 patrulleros mientras estábamos esperando afuera.
Ya habían tirado algunas piedras. Les tiraban a la escuela y a la policía. La
verdad que no se sabía ni de dónde venían”, describe.
Adentro del establecimiento educativo se alojaban alrededor 300 mujeres: “Estaban
todas con mucho miedo porque la noche anterior también habían sufrido las
agresiones, entonces se querían ir todas. Y la verdad que también nos pareció
que era algo lógico, pero teníamos solamente 6 autos. Había colectivos que iban
a ir a las 5 de la mañana. Finalmente empezamos a cargar las cosas de las
compañeras a alrededor de las tres y media de la mañana”, relata. Mientras
cargaban las pertenencias a los autos, los efectivos policiales que se encontraban
en el lugar “hacían chistes machistas al lado nuestros”, comenta con
indignación.
“Llevó bastante tiempo terminar de cargar las cosas, y eso a
mí me estaba preocupando porque me daba cuenta que en cualquier momento pasaba
algo”, continúa con su reconstrucción de los hechos Verónica. “Arrancamos con
dos patrulleros adelante, otros dos más atrás. En un momento frenaron de golpe,
yo tuve que hacer lo mismo, y ahí llegó un impacto, como un bloque que cayó en
el vidrio de mi acompañante, que lo trizó por completo, y saltó en pedazos
hacia adentro del auto. También pegó otro en el parabrisas. Ese fue un momento
de terror porque no sabíamos cómo seguía el tema. Arranqué, traté de ir por el
costado y salimos”, detalla. Y agrega que “de ahí se fueron a la guardia del hospital
para que revisaran a mi compañera. Tenía molestias en el ojo y sufrió heridas
en la mano. Nos atendieron bien. Llegaron las chicas de la Comisión
Organizadora muy preocupadas y tensionadas por toda la situación. Por suerte no
había nada grave”. Dice que recién llegaron a su casa a descansar a alrededor
de las cinco y media de la mañana.
Para finalizar, la psicóloga reflexiona sobre la situación
que les tocó vivir, enfatizando en que no hay que estigmatizar al barrio: “Me
parece que no es una cuestión por el barrio que es, ni por los vecinos, sino
que me parece que hay una cuestión de caldeamiento social que genera este tipo
de acciones. Y que después termina estigmatizando a la gente de ese barrio
cuando en realidad me parece que la responsabilidad es de todos nosotros como
sociedad. Y también de las autoridades”. Remarca que “los medios de
comunicación apenas sucedió lo que pasó con las chicas sacaron modos de contar
que generó más violencia, y que me parece que las agresiones que sufrimos
fueron una consecuencia de la circulación de la información mirada desde ese
lugar misógino”.
Desde ya, aunque los sectores más reaccionarios de la
sociedad hicieron lo imposible por intentar empañar la enorme movilización de
mujeres durante tres días en la zona, estuvieron muy lejos de lograrlo. La
inmensa mayoría de la comunidad coincide en que serán imborrables las
experiencias de solidaridad y lucha que nos dejaron más de 50 mil luchadoras de
todos los puntos del país.
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