Desde el violento desalojo a la comunidad mapuche del 4 de octubre último, se encuentran con prisión domiciliaria 4 mujeres junto a sus 9 hijos. La machi Betiana Colhuan Nahuel, Romina Rosas, Celeste Ardiz Guenumil y Luciana Jaramillo en esta extensa entrevista recordaron con detalles aquella jornada en que fueron reprimidas y torturadas por las fuerzas del “Comando Unificado”, denunciaron que son las únicas presas en el país por una causa de “usurpación” y advirtieron que su “gente se seguirá levantando aunque continúe la persecución y encarcelen a sus autoridades”.
Por Iván Marín
El 31 de enero debió llevarse adelante en Bariloche una “mesa
de diálogo” entre el Gobierno Nacional, representantes de comunidades mapuche y
de organismos de derechos humanos con el objetivo de destrabar distintos
conflictos que hacen a los pueblos indígenas de la zona, en especial la
libertad a las cuatro mujeres de la lof Winkul Lafken Mapu, quienes se
encuentran con prisión domiciliaria hace casi 4 meses, tras el desalojo del 4
de octubre último. Sin embargo, y previsiblemente, el Gobierno pospuso el
encuentro para el próximo 8 de febrero. Es en ese marco que se había dispuesto
la realización de un festival en la localidad para acompañar la actividad y
exigir el retorno de la machi Betiana al rewe y a la lof. Para la ocasión se
hicieron presentes representantes mapuche y de organizaciones sociales de
distintos puntos del país, como así también diversos artistas que hicieron
cientos de kilómetros para solidarizarse presentándose en el evento. De la
costa chubutense partió un colectivo colmado. El festival fue muy concurrido y
terminó con una ruidosa movilización por el centro de la ciudad.
Desde Prosa Urgente fuimos partícipes de la delegación que
partió desde el Valle y la Costa. El lunes por la tarde noche entrevistamos a
las cuatro mujeres con prisión domiciliaria en el centro comunitario en el que
se encuentran detenidas junto a sus nueves hijos. A continuación un extracto de
la entrevista que podés ver completa en el enlace a YouTube.
LA JORNADA DEL 4 FUE EXACTAMENTE IGUAL QUE COMO NUESTROS
ANTIGUOS VIVIERON LA “CONQUISTA DEL DESIERTO”
“El 4 de otubre nuevamente sufrimos un gran atropello a
nuestra comunidad donde en el año 2017 asesinaron por la espalda a nuestro weichafe
Rafael Nahuel. Hoy nos encontramos llevando adelante dignamente esta prisión
domiciliaria. Porque claramente nosotros desde ese momento hasta hoy estamos
siendo perseguidos y criminalizados solo por pertenecer a un pueblo
preexistente que nunca dejó de luchar, que viene luchando desde que el winka
llegó a nuestros territorios, desde esa mal llamada “Campaña del Desierto” en
la que Roca junto a su gente no pudo terminar su trabajo”, comienza su relato
la macho Betiana, autoridad espiritual mapuche. Recordó que ellos hacen más de
5 años decidieron recuperar el “territorio usurpado por el winka, que está
siendo explotado por los intereses del winka, que solo busca la destrucción del
territorio, minería, petrolera, forestales, del turismo”.
Remarca que “desde nuestro nacimiento nos imponen la
nacionalidad, vivir de una forma. No es que nosotros desconozcamos al Estado
argentino. Obviamente que nosotros tenemos que reconocer al Estado que nos
oprime día a día porque desde nuestro nacimiento vivimos oprimidos”. Denuncia
que “la jornada concreta del 4 fue exactamente igual
que como nuestros antiguos vivieron la Conquista del Desierto”. Aclara que no
están ahí por “ser una guerrilla, por tener un ideal solamente político sino
que estábamos en ese espacio por ser mapuche y por tener una conexión
espiritual, que no la rompe nadie, que no se vende”.
Aquella madrugada del 4 de octubre Betiana se encontraba con
sus dos hijos, uno de 4 años y otro de 8 meses, a los cuales tuvo que cambiar
rápido. “Ya teníamos esa experiencia de atropello. En mi caso personal desde
muy chica he sufrido la represión del Estado”, recalca. “Lo primero que
hicieron las fuerzas represivas fue disparar. Fue decir o se tiran al piso o
las matamos”, finaliza.
TORTURAS Y VIOLENCIA OBSTÉTRICA
“Yo estaba con la panza muy evidente. Tenía 40 semanas de
embarazo, con una buena preparación, con la señora que ayuda a recibir a los
niños a nacer. Teníamos todo preparado para que nazca en la lof, íbamos a
enterrar la placenta en el territorio como lo hicieron los demás lamuen. Se
frustró todo la mañana del 4 de octubre, en donde a los gritos y tiroteos
llegaron y gasearon todo. A mí con la panza también me tiraron gases, me
redujeron, a mí hija (8 años) también. Un efectivo que no tenía la máscara
quedó tirado en el suelo porque no podía respirar. Y los demás tenían todos
máscaras y no les importó nada, ni ese compañero que estaba tosiendo tirado en
el piso”, comienza su relato Romina, quien se encontraba embarazada al momento
del desalojo y dio a luz bajo prisión domiciliaria. Prosigue: “Ahí nomás nos
manotearon y nos llevaron abajo sin dar ningún tipo de explicación, con total
impunidad y diciendo todo el tiempo que querían matar a un mapuche. El shock
psicológico que tenemos desde ese día grandes y niños es muy fuerte. Nos llevan
a la ruta, estaba lloviendo, estaba helado”, describe.
“Yo tuve que estar parada, sin tomar agua ni nada. No nos
dejaron buscar abrigos ni pañales para los otros lamuen que tenían sus bebitos
ahí. Nos requisaron en la ruta, adelante de toda la gente que estaba, con
testigos, todos tenían cámaras, y todos estaban ahí expectantes a que nosotras
nos desnuden ahí. Porque la jueza (Silvina Domínguez) apareció y dijo ´acá mando
yo`”, denuncia.
¿Las desnudaron en la ruta?
Sí, nos sacaron nuestra vestimenta, todo. Ahí a mí me
separan del resto y me llevaron arrastrando hacia una camioneta. Y se cayeron
encima de mí como 40 oficiales. Fue humillante. ¡Tanto racismo puede haber! Ahí
quedé paralizada, me perdí de la impotencia. Lo único que pedía era por mi
hija, que quería volver con las lamuen. Después me cerraban la puerta contra
las piernas para que yo entrara a la camioneta. Yo no quería subir porque yo
decía ´me ban a matar. ¿Qué me van a hacer? ¿Me van a desaparecer? `
Señala que de ahí la llevaron al hospital con contracciones
donde estuvo dos o tres horas y después a la PSA (Policía de Seguridad
Aeroportuaria), en donde la filmaron todo el tiempo. “Me tuvieron una salita
refría sin calefacción, no me daban nada y encima querían que yo esté sentada
quieta. Y a cada rato me daban como contracciones. Una de las chicas que estaba
de testigo se descompensó y se quiso retirar porque no aguantaba más la
situación. ¡Era una tortura psicológica!”, denuncia.
¿Pensaste en algún momento que podías perder a tu hijo?
En todo momento.
Romina acusa que no las dejaban hablar con sus abogados ni
ver a sus hijos. Luego la volvieron a llevar al hospital, en el que nuevamente
la estuvieron filmando todo el tiempo.
Informa que durante todo el operativo “los efectivos nos
decían que estaba todo destruido, que habían prendido fuego la lof. Una tortura
psicológica terrible”.
Romina, una vez ya con prisión domiciliaria, se vio obligada
a dar a luz como lo dispuso el Estado y no de acuerdo con la tradición en que
ella se identifica. “Todo el tiempo estuvieron pinchándome que si no iba al
hospital me iban a venir a buscar por la fuerza, que si me habían hecho cesárea
-en su primer parto- me tenían que volver a hacer cesárea, que tenía que
adaptarme a lo que decía la jueza. Y ahí nosotras empezamos a hacer fuerza
porque nosotros tenemos derecho a dar a luz, el parto tiene que ser respetado
para nosotras que somos mapuche y para cualquier ciudadano, y sin ser
violentadas. Ahí realmente la violencia obstétrica que recibí es muy alevosa”, denuncia
una vez más.
“Mi hija nació bien, como que vino a hacer justicia
porque ella vino sanita. Se llama Llowko (agua de vertiente). Nuestros hijos
que tuvieron que pasar todos estos atropellos son víctimas pero también un
aliento, una esperanza, una semilla que venimos a dejar nosotros acá”,
enfatiza con orgullo.
“LE PAGARON PATADAS A MI BEBÉ DE UN MES”
Celeste aporta otro relato sobre la espeluznante represión
del 4 de octubre: “Bajo y veo que vienen 5 o 6 policías y empiezan a decir ´al
suelo, al suelo, o las matamos`. Y mientras decían eso disparaban. Entonces con
mi hija del medio y la bebé (de un mes) nos tiramos enseguida al suelo. Y mi
hija más grande (9 años) sale corriendo y ellos les disparan. A mí me empezaron
a patear, yo tenía una cunita para poder transportar a mi bebé y la empezaron a
patear diciendo ´¿qué tenés acá?`. Le pegaron patadas a mi bebé, y mi nena del
medio les dice ´acá está mi hermanita`, y ahí es como que bajó un poco la
violencia. Estaban sacadísimos, claramente ellos se drogan, ellos vienen ya
formateados para matar. Tiraron gases lacrimógenos, explosivos. Gritaban ´dónde
están sus machos para defenderlas`, ´tírense al suelo que a ustedes les gusta
comer tierra`”.
Luciana tiene un hijo de ocho años y otro de cuatro y estuvo
presente en el desalojo del 23 de noviembre de 2017 que precedió al asesinato
de Rafael Nahuel dos días más tarde. Su hijo mayor, entonces con solo 3 años,
aparece en brazos en la última foto que se sacó el joven mapuche asesinado por
prefectura. Con esa experiencia de haber vivido otras represiones es que su
hijo le dice en la madrugada del 4 de octubre que se tenían que ir porque ya
había cientos de efectos en la lof. “Empiezo a escuchar que se quiebran las
ramas, entonces digo ´están en todos lados`. Cuando a mí me agarran miro hacia
atrás y veo a los nenes subir (escapando hacia el bosque). Mi nene más grande
se iba con ellos. A mí se me fue un poco el cuerpo ahí porque vi cómo les
disparaban”.
¿Los niños están preparados para saber cómo actuar?
Claro. En ese momento ellos tomaron la decisión. Nosotros
como madres obviamente nos preocupamos pero entre que les peguen y vayan a un
lugar que conocen preferimos eso, pero más vale que sentimos temor porque les
estaban disparando. Y a nosotros nos iban agarrando en diferentes partes del
territorio. A mí me agarran con mi nene más chico. Como yo no me quería tirar
al piso, me pegaron en la espalda y me tiraron.
Las entrevistadas denuncian que ellas están con prisión
domiciliaria por “ser supuestamente usurpadores, pero ninguna persona en el
país está presa por usurpar”. Cierran con una declaración de principios: “A
pesar de todo lo que nos hizo este Estado racista y represor, no lograron su
cometido, nosotros no les tenemos miedo, no le tenemos miedo a la muerte ni a
la cárcel ni a nada. Nuestra gente se va a seguir levantando aunque continúe la
persecución, aunque encarcelen a nuestras autoridades como es el caso del Lonko
Facundo Jones Huala, la Machi Betiana”.
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