jueves, 11 de septiembre de 2025

El asesinato de Charlie Kirk en EE.UU. y la posición del marxismo acerca del terrorismo individual según León Trotsky

La noticia del asesinato de Charlie Kirk, influencer reaccionario de estrechos lazos políticos con el fascista Donald Trump, despertó una inmediata simpatía en importantes franjas del activismo militante de la izquierda y el progresismo a nivel mundial. A continuación, compartimos 5 artículos de León Trotsky polemizando con el terrorismo individual y los límites e inconvenientes que este supone para la organización consciente de la clase obrera en su lucha contra los capitalistas.

 


Por Iván Marín

 

Atentados como el que se cobró la vida del ultraconservador Charlie Kirk no son nuevos en la política, como así tampoco la reflexión teórica y estratégica desde una perspectiva marxista. León Trotsky ubica su génesis en la lucha de los populistas rusos contra el zarismo, hacia finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte. El revolucionario ruso escribió mucho sobre el particular. En esta oportunidad compartiremos cinco textos seleccionados y prologados por Will Reissner que se encuentran publicados en el sitio marxists.org.

 

ACERCA DEL TERRORISMO

 

Índice

 

Introducción (Will Reissner, 1974)

La posición marxista acerca del terrorismo individual (León Trotsky, 1911)

La bancarrota del terrorismo (León Trotsky, 1909)

El terrorismo y el régimen estalinista en la Unión Soviética (León Trotsky, 1937)

A favor de Grynszpan: contra las bandas fascistas y la canalla estalinista (León Trotsky, 1939)

El terrorismo y los asesinatos de Rasputín y Nicolás II (León Trotsky, 1938)

Notas

 

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Editado por: Will Reissner, 1974.

Publicado por: Secretariado Centroamericano del Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo.

Edición digital: Secretariado Centroamericano del Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo, septiembre de 2001.

Fuente: El Trabajador Centroamericano, página del Secretariado Centroamericano del Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo.

Esta edición: Marxists Internet Archive, noviembre de 2001.

 

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

La efectividad del terrorismo individual como método para lograr un cambio social era una de las cuestiones más calurosamente debatidas en el movimiento revolucionario ruso a finales del siglo pasado y comienzos de éste. Los marxistas rusos desarrollaban una constante lucha polémica contra las fuertes organizaciones terroristas, la Narodnaia Volia (Voluntad del Pueblo) y el Partido Social Revolucionario. A la orientación terrorista hacia los asesinatos individuales de funcionarios odiados y a las acciones de pequeños grupos, los marxistas contraponían la necesidad de organizar las masas de obreros y campesinos rusos para la acción contra el zarismo.

En los últimos años, como respuesta a las brutalidades e inhumanidades del capitalismo, ha habido un incremento de los secuestros, ejecuciones, bombas y otros actos de terrorismo individual cometidos por grupos radicalizados. La última década ha visto el surgimiento de organizaciones terroristas en muchas partes del mundo, por ejemplo los Tupamaros en Uruguay, varias en la Argentina, ETA en España, el IRA Provisional en Irlanda, la organización palestina Setiembre Negro y diversos grupos pequeños en los Estados Unidos como los Weathermen y el Ejército de Liberación Simbiótico. Los mismos problemas que debatía hace tres cuartos de siglo el movimiento revolucionario ruso se discuten ahora nuevamente en todo el mundo.

Esto realza la importancia de los cuatro escritos sobre el terrorismo individual que hemos seleccionado de León Trotsky, dirigente de la revolución Rusa y fundador de la Cuarta Internacional. Aunque fueron escritos entre 1909 y 1939, los temas que tratan hoy son nuevamente objeto de acaloradas controversias en el movimiento revolucionario.

La oposición de Trotsky al terrorismo individual no surge de ninguna aversión pacifista, moralista o ética hacia la violencia en cualquier situación, ni de ilusiones reformistas sobre la posibilidad de una revolución social pacífica. Más bien surgía de una comprensión básica de la inefectividad del terrorismo individual como estrategia para el cambio social. Repitió una y otra vez los tres temas principales de sus argumentos: primero, que los actos terroristas no pueden eliminar más que a miembros individuales de la clase dominante y no a la propia clase dominante; segundo, que el terrorismo es un intento de sustituir la movilización social necesaria de las propias masas con las proezas técnicas de un pequeño grupo; y tercero, que no importa cuánto quieran los terroristas ligar sus proezas al movimiento de masas y a la lucha de clases, la necesidad de insistir en la más estricta seguridad y clandestinidad, y los esfuerzos que implica la preparación de las acciones obligan inevitablemente a los terroristas a abandonar todo trabajo agitativo y organizativo en la clase obrera y el campesinado.

Junto con las principales figuras del marxismo revolucionario, Trotsky hacía una distinción fundamental entre el terrorismo individual, sobre el que trata esta selección, y el terrorismo revolucionario que las masas oprimidas pueden emplear contra sus opresores, como ocurrió por ejemplo en la Guerra Civil rusa o sucede ahora en Vietnam, en respuesta al despliegue terrorista iniciado por los contrarrevolucionarios. Su respuesta definitiva a las críticas de Karl Kautsky al "Terror Rojo" de la Guerra Civil rusa se editó con el título de Terrorismo y comunismo.

 

Marzo de 1974

Will Reissner

 

 

 

LA POSICIÓN MARXISTA ACERCA DEL TERRORISMO INDIVIDUAL

 

[Este artículo apareció originalmente en la edición de noviembre de 1911 de Der Kampf (Nuestra Lucha), órgano teórico de la socialdemocracia austríaca, con el título “Acerca del terrorismo”. Trotsky lo escribió a pedido de Federico Adler, director de Der Kampf, como respuesta a las actitudes terroristas que ciertos elementos difundían en la clase obrera austríaca. La traducción del ruso al inglés fue realizada por Marilyn Vogt y George Saunders.]

 

Nuestros enemigos de clase tienen la costumbre de quejarse de nuestro terrorismo. No resulta claro qué quiere decir. Les gustaría ponerles el rótulo de terrorismo a todas las acciones del proletariado dirigidas contra los intereses del enemigo de clase. Para ellos, el método principal del terrorismo es la huelga. La amenaza de una huelga, la organización de piquetes de huelga, el boicot económico a un patrón superexplotador, el boicot moral a un traidor de nuestras propias filas: todo esto y mucho más es calificado de terrorismo. Si por terrorismo se entiende cualquier que atemorice o dañe al enemigo, entonces la lucha de clases no es sino terrorismo. Y lo único que resta considerar es si los políticos burgueses tienen derecho a proclamar su indignación moral acerca del terrorismo proletario, cuando todo su aparato estatal, con sus leyes, policía y ejército no es sino un instrumento del terror capitalista.

Sin embargo, debemos señalar que cuando nos echan en cara el terrorismo, tratan, aunque no siempre en forma consciente, de darle a esta palabra un sentido más estricto, menos indirecto. Por ejemplo, la destrucción de las máquinas por parte de los trabajadores es terrorismo en este sentido estricto del término. La muerte de un patrón, la amenaza de incendiar una fábrica o matar a su dueño, el atentado a mano armada contra un ministro: todos éstos son actos terroristas en el sentido estricto del término. No obstante, cualquiera que conozca la verdadera naturaleza de la socialdemocracia internacional debe saber que ésta se ha opuesto de la manera más irreconciliable a esta clase de terrorismo.

¿Por qué? El "terror" mediante la amenaza o la acción huelguística es patrimonio de los obreros industriales o agrícolas. La significación social de una huelga depende, en primer término, del tamaño de la empresa o rama de la industria afectada; en segundo lugar, del grado de organización, disciplina y disposición para la acción de los obreros que participan. Esto es cierto tanto en una huelga económica como en una política. Sigue siendo el método de lucha que surge directamente del lugar que en la sociedad moderna ocupa el proletariado en el proceso de producción.

Para desarrollarse, el sistema capitalista requiere una superestructura parlamentaria. Pero al no poder confinar al proletariado en un ghuetto político, debe permitir tarde o temprano, su participación en el parlamento. En las elecciones se expresa el carácter masivo del proletariado y su nivel de desarrollo político, cualidades determinadas por su rol social, sobre todo por su rol en la producción.

Al igual que en una huelga, en las elecciones el método, objetivos y resultado de la lucha dependen del rol social y la fuerza del proletariado como clase.

Sólo los obreros pueden hacer huelga. Los artesanos arruinados por la fábrica, los campesinos cuya agua envenena la fábrica, los lumpenproletarios en busca de un buen botín, pueden destruir las máquinas, incendiar la fábrica o asesinar al dueño.

Sólo la clase obrera consciente y organizada puede enviar una fuerte representación al parlamento para cuidar de los intereses proletarios. Sin embargo, para asesinar a un funcionario del gobierno no es necesario contar con las masas organizadas. La receta para fabricar explosivos es accesible a todo el mundo, y cualquiera puede conseguir una pistola.

En el primer caso hay una lucha social, cuyos métodos y vías se desprenden de la naturaleza del orden social imperante; en el segundo, una reacción puramente mecánica que es idéntica en todo el mundo, desde la China hasta Francia: asesinatos, explosiones, etcétera, pero totalmente inocua en lo que hace al sistema social.

Una huelga, incluso una modesta, tiene consecuencias sociales: fortalecimiento de la confianza en sí mismos de los obreros, crecimiento del sindicato, y, con no poca frecuencia, un mejoramiento en la tecnología productiva. El asesinato del dueño de la fábrica provoca efectos policíacos solamente, o un cambio de propietario desprovisto de toda significación social.

Que un atentado terrorista, incluso uno "exitoso", cree la confusión en la clase dominante depende de la situación política concreta. Sea como fuere, la confusión tendrá corta vida; el estado capitalista no se basa en ministros de estado y no queda eliminado con la desaparición de aquéllos. Las clases a las que sirve siempre encontrarán personal de reemplazo; el mecanismo permanece intacto y en funcionamiento.

Pero el desorden que produce el atentado terrorista en las filas de la clase obrera es mucho más profundo. Si para alcanzar los objetivos basta armarse con una pistola, ¿para qué sirve esforzarse en la lucha de clases? Si una medida de pólvora y un trocito de plomo bastan para perforar la cabeza del enemigo, ¿qué necesidad hay de organizar a la clase? Si tiene sentido aterrorizar a los altos funcionarios con el rugido de las explosiones, ¿qué necesidad hay de un partido? ¿Para qué hacer mítines, agitación de masas y elecciones si es tan fácil apuntar al banco ministerial desde la galería del parlamento?

Para nosotros el terror individual es inadmisible precisamente porque empequeñece el papel de las masas en su propia conciencia, las hace aceptar su impotencia y vuelve sus ojos y esperanzas hacia el gran vengador y libertador que algún día vendrá a cumplir su misión.

Los profetas anarquistas de la "propaganda por los hechos" pueden hablar hasta por los codos sobre la influencia estimulante que ejercen los actos terroristas sobre las masas. Las consideraciones teóricas y la experiencia política demuestran lo contrario. Cuanto más "efectivos" sean los actos terroristas, cuanto mayor sea su impacto, cuanto más se concentre la atención de las masas en ellos, más se reduce el interés de las masas en ellos, más se reduce el interés de las masas en organizarse y educarse.

Pero el humo de la explosión se disipa, el pánico desaparece, un sucesor ocupa el lugar del ministro asesinado, la vida vuelve a sus viejos cauces, la rueda de la explotación capitalista gira como antes: sólo la represión policial se vuelve más salvaje y abierta. El resultado es que el lugar de las esperanzas renovadas y de la excitación artificialmente provocada viene a ocuparlo la desilusión y la apatía.

Los esfuerzos de la reacción por poner fin a las huelgas y al movimiento obrero de masas han culminado, generalmente, siempre y en todas partes, en el fracaso. La sociedad capitalista necesita un proletariado activo, móvil e inteligente; no puede por tanto, tener al proletariado atado de pies y manos por mucho tiempo. En cambio la "propaganda por los hechos" de los anarquistas ha demostrado cada vez que el Estado es mucho más rico en medios de destrucción física y represión mecánica que todos los grupos terroristas juntos.

Si esto es así, ¿qué pasa con la revolución? ¿Queda negada o imposibilitada? De ninguna manera. La revolución no es una simple suma de medios mecánicos. La revolución sólo puede surgir de la agudización de la lucha de clases, su victoria la garantiza sólo la función social del proletariado. La huelga política de masas, la insurrección armada, la conquista del poder estatal; todo está determinado por el grado de desarrollo de la producción, la alineación de las fuerzas de clase, el peso social del proletariado y, por último, por la composición social del ejército, puesto que son las fuerzas armadas el factor que decide el problema del poder en el momento de la revolución.

La socialdemocracia es lo bastante realista como para no desconocer la revolución que está surgiendo de las circunstancias históricas actuales; por el contrario, va al encuentro de la revolución con los ojos bien abiertos. Pero, a diferencia de los anarquistas y en lucha abierta con ellos, la socialdemocracia rechaza todos los métodos y medios cuyo objetivo sea forzar el desarrollo de la sociedad artificialmente y sustituir la insuficiente fuerza revolucionaria del proletariado con preparaciones químicas.

Antes de elevarse a la categoría de método para la lucha política el terrorismo hace su aparición bajo la forma del acto individual de la venganza. Así fue en Rusia, patria del terrorismo. Los azotes a los presos políticos llevaron a Vera Zasulich a expresar el sentimiento de indignación general con un atentado contra el general Trepov. [1] Su ejemplo cundió entre la intelectualidad revolucionaria, desprovista del apoyo de las masas. Lo que comenzó como un acto de venganza perpetrado en forma inconsciente fue elevado a todo un sistema en 1879-1881. [2] Las oleadas de atentados anarquistas en Europa Occidental y América del Norte siempre se producen después de alguna atrocidad cometida por el gobierno: fusilamientos de huelguistas o ejecuciones de la oposición política. La fuente psicológica más importante del terrorismo es siempre el sentimiento de venganza que busca una válvula de escape.

No hay necesidad de insistir en que la socialdemocracia nada tiene que ver con esos moralistas a sueldo que, en respuesta a cualquier acto terrorista, hablan solamente del "valor absoluto" de la vida humana. Son los mismos que en otras ocasiones, en nombre de otros valores absolutos -por ejemplo, el honor nacional o el prestigio del monarca- están dispuestos a llevar a millones de personas al infierno de la guerra. Hoy su héroe nacional es el ministro que da la orden de abrir fuego contra los obreros desarmados, en nombre del sagrado derecho a la propiedad privada; mañana, cuando la mano desesperada del obrero desocupado se crispe en un puño o recoja un arma, hablarán sandeces acerca de lo inadmisible de la violencia en cualquiera de sus formas.

Digan lo que digan los eunucos y fariseos morales, el sentimiento de venganza tiene sus derechos. Habla muy bien a favor de la moral de la clase obrera el no contemplar indiferente lo que ocurre en éste, el mejor de los mundos posibles. No extinguir el insatisfecho deseo proletario de venganza, sino, por el contrario, avivarlo una y otra vez, profundizarlo, dirigirlo contra la verdadera causa de la injusticia y la bajeza humanas: tal es la tarea de la socialdemocracia.

Nos oponemos a los atentados terroristas porque la venganza individual no nos satisface. La cuenta que nos debe saldar el sistema capitalista es demasiado elevada como para presentársela a un funcionario llamado ministro. Aprender a considerar los crímenes contra la humanidad, todas las humillaciones a que se ven sometidos el cuerpo y el espíritu humanos, como excrecencias y expresiones del sistema social imperante, para empeñar todas nuestras energías en una lucha colectiva contra este sistema: ése es el cauce en el que el ardiente deseo de venganza puede encontrar su mayor satisfacción moral.

 

LA BANCARROTA DEL TERRORISMO

 

[Este es un extracto del artículo titulado "El colapso del terror y de su partido (Acerca del caso Azef)" publicado originalmente en el periódico polaco Przeglad Socyal-demokratyczny en mayo de 1909.]

[Se trata de un análisis de las sensacionales revelaciones acerca de Evno Azef, alto dirigente de la Organización de Combate, brazo terrorista del Partido Social Revolucionario.A principios de 1909 se reveló que Azef era agente de la policía secreta zarista. En el curso de su trabajo como provocador, Azef llegó a ser responsable del asesinato del ministro cuyo departamento lo había contratado. (Los dos tercios restantes de este artículo aparecen en The Militant del 1º de febrero de 1974.)]

 

Durante todo un mes, la atención de toda persona capaz de leer y reflexionar ha estado dirigida hacia el caso Azef, tanto en Rusia como en el resto del mundo. Todos conocen el "caso" a través de la prensa legal y las crónicas parlamentarias, por el pedido de interpelación sobre Azef presentado por algunos diputados en la Duma.

Ahora Azef ha tenido el tiempo necesario para pasar a la trastienda. Su nombre aparece cada vez menos. Sin embargo, antes de relegar a Azef al basural de la historia de una vez por todas, creemos necesario resumir las principales lecciones políticas, no en lo que hace a las maquinaciones tipo Azef en sí, sino con respecto al terrorismo en su conjunto, y a la actitud que mantienen hacia el mismo los principales partidos políticos del país.

El terror como método para la revolución política es nuestro aporte "nacional" ruso.

Por supuesto que el asesinato de "tiranos" es casi tan antiguo como la institución de la "tiranía", y los poetas de todas las épocas le han cantado más de una loa a la daga libertadora.

Pero el terror sistemático, que asume la tarea de eliminar a sátrapa tras sátrapa, ministro tras ministro, monarca tras monarca -"Sashka tras Sashka" (Diminutivo aplicado a los zares Alejandro II y Alejandro III. [N. Del T.]) como formulara familiarmente el programa del terrorismo un militante de Narodnaia Volia en 1880- esta clase de terror, que se ajusta a la jerarquía burocrática del absolutismo y crea su propia burocracia revolucionaria, es producto de los singulares poderes creadores de la intelectualidad rusa.

Desde luego, deben existir profundas razones para esto. Debemos buscarlas, primero en la naturaleza de la autocracia rusa, y luego en la naturaleza de la intelectualidad rusa.

Para que la idea misma de destruir el absolutismo por medios mecánicos pudiese difundirse, el aparato estatal hubo de aparecer como un simple órgano de coerción externo, sin raíces en la organización social. Y ésa es, precisamente, la forma que asumió la autocracia rusa a ojos de la intelectualidad revolucionaria.

Esta ilusión poseía un fundamento histórico propio. El zarismo se formó bajo la presión de los estados culturalmente más adelantados de Occidente. Para poder competir, debía desangrar a las masas populares y moverles así el piso a las propias clases privilegiadas. Estas clases no pudieron alcanzar el nivel político de sus similares de Occidente.

A ello se agregó, en el siglo XIX, la fuerte presión de la Bolsa de Comercio europea. Cuanto mayores eran las sumas que ésta le prestaba al régimen zarista, menos dependía éste de las relaciones económicas internas.

El capital europeo le permitió armarse de tecnología europea, convirtiéndolo así en una organización (relativamente, desde luego) "autosuficiente", ubicada por encima de todas las clases sociales.

Semejante situación naturalmente podía dar surgimiento a la idea de hacer volar esta superestructura foránea con dinamita. La intelectualidad se sintió llamada a realizar esta tarea. Al igual que el Estado, la intelectualidad habíase desarrollado bajo la presión directa e inmediata de Occidente; al igual que su enemigo el Estado, se adelantó al nivel de desarrollo económico del país: el Estado, tecnológicamente; la intelectualidad, ideológicamente.

Mientras que en las viejas sociedades burguesas europeas las ideas revolucionarias se desarrollaron más o menos a la par de las grandes fuerzas revolucionarias, en Rusia los intelectuales tuvieron acceso a la cultura y política prefabricada de Occidente; su pensamiento sufrió una revolución antes de que el desarrollo económico del país hubiese dado surgimiento a clases revolucionarias serias en las cuales apoyarse.

En estas circunstancias, nada les quedaba a los intelectuales sino multiplicar su ardor revolucionario con el poder explosivo de la nitroglicerina. Así surgió el terrorismo clásico de Narodnaia Volia.

Alcanzó su cenit en dos o tres años y luego quedó rápidamente reducida a la nada, habiendo consumido en sus fogosas luchas todas las reservas de combate que la intelectualidad, numéricamente débil, era capaz de proveer.

El terror de los socialrevolucionarios fue en gran medida producto de los mismos factores históricos: por un lado, el despotismo "autosuficiente" del estado ruso; por otro, la "autosuficiente" intelectualidad rusa.

Pero dos décadas no habían transcurrido en vano, y cuando aparece la segunda oleada de terroristas, lo hacen como epígonos, con el sello "perimidos por historia".

La época del "Sturm und Drang" (tormenta y tensión) capitalista de las décadas 1880-1890 dieron nacimiento y permitieron la consolidación de un gran proletariado industrial, afectando seriamente el aislamiento económico del campo y ligándolo más estrechamente a la fábrica y la ciudad.

Detrás de Narodnaia Volia no había realmente una clase revolucionaria. Los socialrevolucionarios simplemente no querían ver al proletariado industrial; al menos, no fueron capaces de apreciar su significación histórica.

Por supuesto, sería fácil juntar una docena de citas de la literatura socialrevolucionaria para demostrar que ellos no plantean hacer terrorismo en lugar de la lucha de masas, sino junto a las mismas. Pero éstas sólo atestiguan la lucha que los ideólogos del terror han debido librar contra los marxistas, ideólogos de la lucha de masas.

Ello no cambia las cosas. El trabajo terrorista, por su propia esencia, exige tal concentración de energías para el "gran momento", tal sobreestimación de la significación del heroísmo individual y, por último, una conspiración tan hermética que -psicológica si no lógicamente- excluye totalmente el trabajo organizativo y la agitación entre las masas.

Para los terroristas, no existen más que dos focos centrales en el terreno político: el gobierno y la Organización de Combate. "El gobierno está dispuesto a aceptar temporalmente la existencia de todas las demás corrientes -escribía Gershuni [uno de los fundadores de la Organización de combate de los socialrevoluconarios] a sus camaradas en momentos en que pendía sobre él una sentencia de muerte-, pero ha decidido dirigir todos sus golpes hacia la destrucción del Partido Social Revolucionario."

"Confío sinceramente -decía Kaliaev [otro terrorista socialrevolucionario]-, en que nuestra generación, dirigida por la Organización de Combate, liquidará la autocracia."

Todo lo que queda afuera del marco del terror no es más que la puesta en escena para la lucha; en el mejor de los casos, un medio auxiliar. Con el fogonazo enceguecedor de las bombas que explotan, los contornos de los partidos políticos y las líneas divisorias entre las clases en lucha desaparecen sin dejar rastros.

Y escuchamos la voz de Gershuni, el mayor de los románticos y el mejor activista del nuevo terrorismo, instando a sus camaradas a "evitar una ruptura no solo con las filas revolucionarias, sino también con los partidos de oposición en general".

"No en lugar de las masas, sino junto con ellas." El terrorismo, empero, es una forma de lucha demasiado "absoluta" como para contentarse con un papel limitado y subordinado dentro del partido.

Engendrado por la falta de una clase revolucionaria, resucitado luego por la falta de confianza en las masas revolucionarias, el terrorismo puede subsistir solamente si explota las debilidades y falta de organización de las masas, si minimiza sus conquistas y exagera sus derrotas.

"Ven que es imposible, dada la naturaleza del armamento moderno, que las masas populares utilicen tridentes y palos -armas milenarias de defensa popular- para destruir las bastillas de los tiempos modernos", dijo Jdanov, abogado defensor de los terroristas, durante el juicio de Kaliaev.

"Después del 9 de enero [3] comprendieron bien la situación; y respondieron a la ametralladora y al fusil de repetición con el revólver y la bomba; ésas son las barricadas del siglo XX."

Los revólveres de los héroes en lugar de los palos y tridentes del pueblo; bombas en lugar de barricadas: tal es la verdadera fórmula del terrorismo.

Y sea cual fuere del papel subordinado que le asignan al terrorismo los teóricos "sintéticos" del partido, siempre ocupa, en los hechos, el sitio de honor. Y la Organización de Combate, colocada por la dirección del partido bajo el Comité Central, inevitablemente termina colocándose por encima del Comité Central, por encima del partido y todas sus tareas, hasta que el destino cruel coloca bajo el Departamento de Policía.

Y es precisamente por ello que la caída de la Organización de Combate, como resultado de la infiltración policial, significa inevitablemente la caída política del partido.

 

EL TERRORISMO Y EL RÉGIMEN STALINISTA EN LA UNIÓN SOVIÉTICA

 

[Para justificar el terror oficial desatado contra la oposición de izquierda trotskista -y prácticamente contra toda la vieja generación revolucionaria- en las sangrientas purgas de los años 30, Stalin y su aparato policial y judicial lo acusaron de conspiración y terrorismo antisoviéticos, incluyendo el sabotaje, asesinato, etcétera.]

[En el siguiente testimonio, pronunciado ante la "Comisión Internacional de Investigación de los Cargos pronunciados contra León Trotsky en el juicio de Moscú" el 17 de abril de 1937, Tortsky se refirió al trasfondo político de las acusaciones de Stalin contra la Oposición, explicando por qué los terroristas no podían siquiera pensar en recurrir al terror en la lucha contra la burocracia stalinista en la URSS.]

[Las referencias al asesinato de Kirov aluden a Sergio Kirov, dirigente del Partido Comunista de Leningrado, asesinado por Nikolaiev en diciembre de 1934. Nikolaiev había apoyado a Zinoviev en la Oposición conjunta de 1926-27. Su atentado terrorista fue utilizado para enjuiciar a Zinoviev, Kamenev y otros grandes dirigentes de la Revolución Rusa por complicidad con el asesinato. [4]]

 

Si el terror es factible para un bando, ¿por qué considerarlo vedado para el otro? Este razonamiento, seductoramente simétrico, es falso hasta la médula. No se puede colocar el terror de una dictadura contra su oposición en el mismo plano que el terror de la oposición contra la dictadura. Para la camarilla dominante, la preparación de asesinatos por intermedio de una corte o de una emboscada es lisa y llanamente un problema de técnica policial. En la eventualidad de un fracaso, siempre pueden sacrificarse algunos agentes de segunda categoría. Para la oposición, el terror supone la concentración de todas sus fuentes en la preparación de los atentados, sabiendo de antemano que cada atentado, tenga o no éxito, provocará la liquidación de decenas de sus mejores hombres. Una oposición no podría permitirse ese insensato despilfarro de sus fuerzas. Por esta razón y por ninguna otra, la Comintern no recurre a actos terroristas en los países donde imperan las dictaduras fascistas. La Oposición tiene tan poco interés en la política suicida como la Comintern.

Según la acusación, rayana en la ignorancia y la haraganería mental, los "trotskos" están decididos a liquidar al grupo dominante para abrirse el camino al poder. El filisteo corriente, sobre todo si lleva la chapa de "amigo de la URSS" razona de la siguiente manera: "La Oposición no puede sino luchar por el poder y debe, por tanto, odiar al grupo que lo detenta. ¿Por qué, entonces, no ha de recurrir al terrorismo?" En otros términos, para el filisteo la cuestión termina donde en realidad comienza. Los dirigentes de la Oposición no son advenedizos ni novatos. El problema no radica en si luchan o no por el poder. Toda tendencia política sería lucha por el poder. La pregunta es: ¿Podía la Oposición, educada por la enorme experiencia del movimiento revolucionario, creer por un solo instante que el terror es capaz de aproximarla al poder? La historia rusa, la teoría marxista y la psicología política responden: ¡No, no podía!

Aquí es necesario clarificar, aunque sea brevemente, el problema del terror desde el punto de vista de la historia y la teoría. En la medida en que se me tacha de iniciador del "terror antisoviético", debo darle a mi exposición un carácter autobiográfico. En 1902, recién llegado a Londres, luego de casi cinco años de prisión y exilio en Siberia, tuve la ocasión, en un artículo recordatorio del bicentenario de la fortaleza de Schlusselburg, con sus trabajos forzados, de enumerar a lo revolucionarios muertos bajo la tortura en ese lugar. "Las sombras de esos mártires claman por la venganza..." Pero agregué inmediatamente: "Una venganza no personal sino revolucionaria. No la ejecución de un ministro sino la de la autocracia." Esas líneas iban dirigidas contra el terror individual. Su autor tenía veintitrés años de edad. Desde los primeros días de su actividad revolucionaria ya era un adversario del terrorismo. De 1902 a 1905 pronuncié, en varias ciudades de Europa, ante estudiantes y emigrados rusos, decenas de informes políticos contra la ideología terrorista, que a comienzos de siglo volvía a cundir entre la juventud rusa.

A partir de la década de 1880, dos generaciones de marxistas rusos experimentaron la era del terror, aprendieron sus trágicas lecciones y asimilaron orgánicamente una actitud negativa hacia el aventurerismo heroico del individuo solitario. Plejanov, fundador del marxismo ruso; Lenin, dirigente del bolchevismo; Martov, máximo representante del menchevismo; todos ellos dedicaron miles de páginas y cientos de discursos a la lucha contra la táctica terrorista.

La inspiración ideológica proveniente de estos maestros del marxismo alimentó mi actitud hacia la alquimia revolucionaria de los círculos intelectuales cerrados durante mi adolescencia. Para nosotros, los revolucionarios rusos, el problema del terror era una cuestión de vida o muerte en el sentido tanto político como personal del término. Para nosotros, el terrorista no era un personaje novelesco sino un ser humano viviente y familiar. En el exilio convivimos con los terroristas de la vieja generación. En las cárceles y bajo la custodia policial conocimos terroristas de nuestra misma edad. Nos enviábamos mensajes, en la fortaleza de Pedro y Pablo, con los terroristas condenados a muerte. ¡Cuántas horas, cuantos días, invertimos en apasionada discusión! ¡Cuántas veces rompimos relaciones personales por esta cuestión tan candente! La literatura rusa sobre el tema, alimentada por estos debates, llenaría una gran biblioteca.

Las explosiones terroristas aisladas son inevitables allí donde la oposición política traspasa ciertas fronteras. Semejantes actos tienen casi siempre un carácter sintomático. Pero la política que consagra al terror, la que lo eleva a la categoría de sistema, eso es otra cosa. "El trabajo terrorista -escribí en 1909-, por su propia esencia, requiere tal concentración de energías para el ‘gran momento’, tal sobreestimación de la significación del heroísmo personal y, por último, una conspiración tan hermética que [...] excluye totalmente el trabajo organizativo y de agitación entre las masas [...]. Al luchar contra el terrorismo, la intelectualidad marxista defendió su derecho o su deber de no salir de los barrios obreros para cavar túneles bajo los palacios de los zares o grandes duques". Es imposible engañar a la historia. A la larga la historia coloca a cada cual en su lugar. La característica fundamental del terrorismo como sistema es que busca compensar su falta de fuerza política mediante compuestos químicos. Existen, desde luego, circunstancias en que el terror puede sembrar la confusión entre las filas gobernantes. Pero, en ese caso, ¿quién puede cosechar los frutos? No la organización terrorista, ni las masas a cuyas espaldas transcurre el duelo político. Así en su momento, los burgueses liberales rusos simpatizaron con el terrorismo. La razón es clara. En 1909 escribí: "En la medida en que el terror siembra la confusión y la desorganización en las filas del gobierno (al precio de desorganizar y desmoralizar las filas revolucionarias), les hace el juego nada menos que a los liberales". Encontramos la misma idea, expresada en casi las mismas palabras, un cuarto de siglo más tarde en relación al asesinato de Kirov.

El hecho mismo de los actos terroristas individuales es señal inconfundible del atraso político de un país y de la debilidad de las fuerzas progresistas en el mismo. La Revolución de 1905, que reveló la fuerza inmensa del proletariado, puso fin al romanticismo del combate singular entre un puñado de intelectuales y el zarismo. "El terrorismo ruso ha muerto -reiteré en una serie de artículos- [...]. El terror ha emigrado al Lejano Oriente, a las provincias de Punjab y Bengala [...]. Puede que en otros países de Oriente el terrorismo esté destinado a conocer una época floreciente. Pero en Rusia ya es parte de la herencia de la historia."

En 1907 me encontré nuevamente en el exilio. El azote de la contrarrevolución se abatía salvajemente, y las comunidades rusas en las ciudades europeas se volvieron muy numerosas. Dediqué todo el período de mi segunda emigración a hacer informes y artículos contra el terror de la venganza y la desesperación. En 1909 se reveló que a la cabeza de la organización terrorista de los autotitulados "socialrevolucionarios" había un agente provocador, de nombre Azef. "En el callejón sin salida del terrorismo -escribí en enero de 1909- la mano del provocador actúa con seguridad". El terrorismo sigue siendo para mí un "callejón sin salida".

En el mismo periodo escribí: "La actitud irreconciliable de la socialdemocracia rusa para con el terror burocrático de la revolución como método de lucha contra la burocracia terrorista del zarismo ha suscitado el asombro y la condena, no solo de los liberales rusos sino también de los socialistas europeos". Éstos, al igual que aquéllos, nos acusaron de "doctrinarismo". Nosotros, los marxistas rusos, atribuimos esta simpatía hacia los terroristas rusos al oportunismo de los dirigentes de la socialdemocracia europea que se habían acostumbrado a transferir sus esperanzas de las masas a las cúpulas dominantes. "Quien quiera que ande al acecho de una cartera ministerial ... lo mismo que aquellos que, portando una máquina infernal bajo la capa, acechan al propio ministro, deben sobreestimar por igual al ministro: a su personalidad y a su puesto. Para ellos el sistema desaparece y retrocede y sólo queda el individuo investido con el poder". Más adelante veremos, en relación al asesinato de Kirov, cómo reaparece este pensamiento, que está presente en mis décadas de actividad.

En 1911 cundieron sentimientos terroristas entre ciertos grupos de obreros austríacos. A pedido de Federico Adler, editor de Der Kampf, mensuario teórico de la socialdemocracia austríaca, escribí un artículo a propósito del terrorismo:

Que un atentado terrorista, incluso uno "exitoso, cree la confusión en la clase dominante, depende de la situación política concreta. Sea como fuere, la confusión tendrá corta vida; el Estado capitalista no se basa en ministros de Estado y no queda eliminado con la desaparición de aquellos. Las clases a las que sirve siempre encontrarán personal de reemplazo; el mecanismo permanece intacto y en funcionamiento.

Pero el desorden que produce el atentado terrorista en las filas de la clase obrera es mucho mas profundo. Si para alcanzar los objetivos basta armarse con una pistola, ¿para qué sirve esforzarse en la lucha de clases? Si una medida de pólvora y un trocito de plomo bastan para perforar la cabeza del enemigo, ¿qué necesidad hay de organizar a la clase? Si tiene sentido aterrorizar a altos funcionarios con el rugido de las explosiones, ¿qué necesidad hay de un partido? ¿Para qué hacer mítines, agitación de masas y elecciones si es tan fácil apuntar al banco ministerial desde la galería del parlamento?

Para nosotros el terror individual es inadmisible precisamente porque empequeñece el papel de las masas en su propia conciencia, la hace aceptar su impotencia y vuelve sus ojos y esperanzas hacia el gran vengador y libertador que algún día vendrá a cumplir con misión.

Cinco años después, al calor de la guerra imperialista, Federico Adler, a cuyo pedido escribí este artículo, asesinó al ministro-presidente austríaco Stuergkh en un restaurante vienés. El escéptico oportunista heroico no pudo encontrar otra válvula para su indignación y desesperación. Naturalmente, mis simpatías no estaban con el funcionario de los Habsburgo. Sin embargo, a la acción individualista de Adler contrapuse el accionar de Carlos Liebknecht, quien en plena época de guerra salió a una plaza de Berlín a distribuir un manifiesto revolucionario dirigido a los obreros.

El 28 de diciembre de 1934, cuatro semanas después del asesinato de Kiov, cuando el poder judicial soviético aun no sabía hacia qué lado apuntar las flechas de su "justicia", escribí en el Boletín de la Oposición:

[...] Si los marxistas han condenado categóricamente el terrorismo individual [...] aun cuando las balas fueran dirigidas contra agentes del gobierno zarista y de la explotación capitalista, tanto más implacablemente condenarán y rechazarán el aventurerismo criminal de los actos terroristas dirigidos contra los representantes burocráticos del primer estado obrero de la historia. Las motivaciones subjetivas de Nikolaiev y Cía, nos son indiferentes. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Mientras la burocracia soviética no sea derrocada por el proletariado -lo que eventualmente ocurrirá- cumple una función necesaria en la defensa del estado obrero. En caso de cundir, el terrorismo al estilo Nikolaiev podría, si se dieran otras circunstancias desfavorables, servir sólo a la contrarrevolución fascista.

Sólo los farsantes políticos podrían tratar de incluir a Nikolaiev en la Oposición de Izquierda, aunque sólo fuera como miembro del grupo de Zinoviev tal como existía en 1926-1927. La organización terrorista de la juventud comunista no es alentada por la Oposición de Izquierda, sino por la burocracia, por su descomposición interna. El terrorismo individual es en esencia la otra cara del burocratismo. Los marxistas nos descubrieron esta ley recién ayer. El burocratismo no confía en las masas, y trata de sustituirlas. El terrorismo hace lo mismo; quiere hacer felices a las masas sin dejar las participar. La burocracia ha creado un repugnante culto al líder, otorgando a los dirigentes poderes divinos. El culto al "héroe" es también la religión del terrorismo, sólo que con un signo negativo. Los Nikolaiev imaginan que basta con eliminar con revólveres a unos cuantos dirigentes paraque la historia tome otro rumbo. En tanto que grupo ideológico, los terroristas comunistas están hechos con la misma madera que la burocracia stalinista. [No.41, de enero de 1935].

Como ustedes ya han podido convencerse, estas líneas no fueron escritas adhoc. Sintetizan la experiencia de toda una vida, enriquecida a su vez por la experiencia de dos generaciones.

Ya en la época del zarismo, un joven marxista que pasara a integrar las filas del partido terrorista era un fenómeno relativamente raro: lo suficiente como para que se lo señalara con el dedo. Pero en esa época se desarrollaba una polémica teórica incesante entre las dos tendencias; las discusiones públicas eran cosa de todos los días. Ahora, en cambio, quieren hacernos creer que no son los revolucionarios jóvenes sino los viejos dirigentes del marxismo ruso, que tienen tras de sí la experiencia de tres revoluciones, los que se han volcado repentinamente, sin crítica, sin discusión, sin una sola palabra de explicación, hacia el terrorismo que siempre rechazaron, por considerarlo un suicidio político oficial, y ni qué hablar de la justicia soviética. A las convicciones políticas logradas a través de la experiencia, selladas por la teoría, templadas al fuego de la historia de la humanidad, los falsificadores contraponen testimonios de fuentes sospechosas y desconocidas, rudimentarios, contradictorios y sin ninguna clase de prueba.

 

A FAVOR DE GRYNSZPAN: CONTRA LAS BANDAS FASCISTAS Y LA CANALLA STALINISTA

 

[Herschel Grynszpan asesinó a un funcionario nazi en la embajada alemana en París el 7 de noviembre de 1938. En este artículo, aparecido por primera vez en la publicación estadounidense Socialist Appeal el 14 de febrero de 1939, Trotsky se solidariza con el heroísmo personal de Grynszpan, a la vez que señala la inutilidad de su acción.]

 

Resulta claro para cualquiera que posea siquiera mínimos conocimientos de historia política, que la política de los pandilleros fascistas provoca, abierta y a veces deliberadamente, actos terroristas. Lo más asombroso es que hasta ahora haya habido un solo Grynszpan. Indudablemente esos actos proliferarán.

Los marxistas consideramos que la táctica del terrorismo individual es inconveniente para la lucha liberadora, tanto del proletariado como de las nacionalidades oprimidas. Un héroe aislado no puede reemplazar a las masas. Pero comprendemos con toda claridad la inevitabilidad de semejantes actos de desesperación y venganza. Todas nuestras emociones, nuestra simpatía están con los sacrificados vengadores, aunque ellos hayan sido incapaces de descubrir el camino correcto. Nuestra simpatía es mayor porque Grynszpan no era un militante político sino un joven inexperto, casi un muchacho, cuyo único consejero fue la indignación. ¡Arrancar a Grynszpan de las manos de la justicia capitalista, capaz de decapitarlo para servir a la diplomacia capitalista, es la tarea elemental, inmediata, de la clase obrera internacional!

Tanto más repugnante en su policíaca estupidez e inconfesable violencia es la campaña contra Grynszpan de la prensa estalinista internacional, bajo las órdenes del Kremlin. Tratan de pintarlo como agente de los nazis. Al meter en una bolsa al provocador y a su víctima, los estalinistas atribuyen a Grynszpan la intención de crearle a Hitler un pretexto para sus pogromos. ¿Qué puede decirse de estos "periodistas" venales a quienes ya no les queda vestigio de pudor? Desde el inicio del movimiento socialista la burguesía ha atribuido toda muestra violenta de indignación, sobre todos los actos terroristas, a la influencia degeneradora del marxismo. Aquí como en otros campos, los estalinistas han heredado las tradiciones mas sucias de la reacción. La Cuarta Internacional [5] puede enorgullecerse con toda razón de que la escoria reaccionaria, incluido el estalinismo, vincule a la Cuarta Internacional toda acción y protesta audaz, todo estallido de indignación, todo golpe dirigido contra los verdugos.

Así ocurría con la Internacional de Marx en su momento. La solidaridad moral nos une, desde luego, a Grynszpan, no a sus carceleros "democráticos" ni a los calumniadores estalinistas que necesitan el cadáver de Grynszpan para apuntalar, aunque sólo sea parcial e indirectamente, los veredictos de la Justicia moscovita. La diplomacia del Kremlin, degenerada hasta la médula, trata al mismo tiempo de utilizar este incidente "feliz" para renovar sus maquinaciones tendientes a lograr un acuerdo internacional entre varios gobiernos, incluidos los de Hitler y Mussolini, para la extradición mutua de terroristas. ¡Cuidad maestros del engaño! La aplicación de semejantes ley requerirá la entrega de Stalin a por lo menos una docena de gobiernos extranjeros.

Los estalinistas gritan en los oídos de la policía que Grynszpan asistía a reuniones "trotskistas". Lo cual desgraciadamente, no es cierto. Porque si se hubiese acercado a la Cuarta Internacional habría descubierto una válvula distinta y más efectiva para su energía revolucionaria. Personas capaces de clamar contra la injusticia y la brutalidad, las hay a montones. Pero aquéllos que, como Grynszpan, son capaces también de actuar, hasta el punto de sacrificar sus vidas si es necesario, son la preciosa levadura de la humanidad.

En el sentido moral, aunque no por su forma de actuar, Grynszpan puede servir de modelo para todo joven revolucionario. Nuestra sincera solidaridad moral con Grynszpan nos otorga el derecho de decirles a todos los futuros grinszpans; a todos aquellos capaces de sacrificarse en la lucha contra el despotismo y la bestialidad: ¡Buscad otro camino! No es el gran vengador sino sólo el gran movimiento revolucionario de masas el que puede liberar a los oprimidos, movimiento que no dejará vestigios de la estructura de explotación de clase, opresión nacional y persecución racial. Los crímenes sin precedentes del fascismo crean un deseo de venganza totalmente justificable. Pero es tan monstruosa la envergadura de estos crímenes, que no puede satisfacerse este deseo mediante el asesinato de burócratas fascistas aislados. Para ello es necesario poner en movimiento a millones, decenas y centenas de millones de oprimidos de todo el mundo y conducirlos al asalto de las fortalezas de la vieja sociedad. Sólo el derrocamiento de toda forma de esclavitud, solo la destrucción total del fascismo, sólo los pueblos juzgando implacablemente a los bandidos y matones contemporáneos pueden dar una verdadera satisfacción a la indignación popular. Esta es precisamente la tarea que ha asumido la Cuarta Internacional. Limpiará el movimiento obrero de la plaga del estalinismo. Reunirá en sus filas a la heroica generación juvenil. Abrirá el camino a un futuro más digno y humano.

 

EL TERRORISMO Y LOS ASESINATOS DE RASPUTÍN Y NICOLÁS II

 

[Este artículo está fechado el 14 de noviembre de 1938. La presente traducción se tomó de Writings of Leon Trotsky (1938-1939) (Escritos de León Trotsky), que Pathfinder editó con permiso de la Harvard College Library, Cambridge, EE.UU. Para más detalles sobre la ejecución de la familia real, véase Trotsky´s Diaryin Exile (Diario de Trotsky en el exilio), Harvard University Press, 1958; en las anotaciones de los días 9 y 10 de abril de 1935.]

 

Me preguntan qué papel personal desempeñé en el asesinato de Rasputín [6] y en la ejecución de Nicolás II. Dudo que este problema, ya que pertenece a la historia, pueda interesar a la prensa; trata de cosas que pasaron hace mucho.

Yo nada tuve que ver con el asesinato de Rasputín. Rasputín fue asesinado el 30 de diciembre de 1916. En ese momento mi esposa y yo nos hallábamos a bordo de un barco que había zarpado de España rumbo a Estados Unidos. Esta separación geográfica basta para demostrar que yo no tuve participación en el asunto.

Pero existen también razones políticas profundas. Los marxistas rusos no tenían nada en común con el terrorismo individual. Fueron los organizadores del movimiento revolucionario de masas. El asesinato de Rasputín fue, en realidad, obra de ciertos elementos que rodeaban la corte imperial. Participaron directamente en el asesinato, entre otros, el diputado ultrarreaccionario monárquico de la Duma [7] Urishkevich, el príncipe Yusupov, pariente de la familia real, y otras personas de esa calaña; parece que uno de los Grandes Duques, Dimitri Pavlovich, tuvo participación directa.

El propósito de los conspiradores era salvar la monarquía, liquidando a un "mal consejero". El nuestro era liquidar a la monarquía junto con todos sus consejeros. Jamás nos ocupamos de aventuras de asesinatos individuales, sino de la tarea de preparar la revolución. Como es sabido, el asesinato de Rasputín no salvó a la monarquía; la revolución sobrevino apenas dos meses después.

La ejecución del zar fue otra cosa totalmente distinta. Ya el Gobierno Provisional [8] había arrestado a Nicolás II; lo mantuvo bajo custodia primero en Petrogrado, luego en Tobolsk. Pero Tobolsk es una ciudad pequeña, sin industria ni proletariado, y no era una residencia bastante segura para el zar; era de esperar que los contrarrevolucionarios intentaran rescatarlo para ponerlo a la cabeza de las Guardia Blancas [9]. Las autoridades soviéticas trasladaron al zar de Tobolsk a Ekaterinburgo (en los Urales), un importante centro industrial. Allí se le podía garantizar una custodia adecuada.

La familia real vivía en una casa particular y gozaba de ciertas libertades. Hubo una propuesta de hacerles al zar y a la zarina un juicio público, pero no prosperó. Mientras tanto, el curso de la guerra civil dispuso otra cosa.

Los Guardia Blancos rodearon Ekaterinburgo y podía esperarse que cayeran sobre la ciudad de un momento a otro. Su propósito fundamental era liberar a la familia imperial. En esas circunstancias el soviet local decidió ejecutar al zar y a su familia

En ese momento yo me hallaba en otro sector del frente y, por extraño que parezca, me enteré de la ejecución una semana más tarde, si no más. En medio del torbellino de los acontecimientos, el hecho no me impresionó mayormente. Jamás me preocupé por averiguar "cómo" ocurrió. Debo agregar que demostrar un interés especial en los asuntos de realeza, gobernante o depuesta, evidencia cierto grado de instintos serviles. Durante la guerra civil, provocada especialmente por los capitalistas y terratenientes rusos con la colaboración del imperialismo extranjero, murieron cientos de miles de personas. Si entre ellos se encuentran los miembros de la dinastía Romanov, es imposible no ver en ello un pago parcial de los crímenes de la monarquía zarista. El pueblo mejicano, que fue muy duro con el Estado imperial de Maximiliano, posee una tradición al respecto que no deja nada que desear.[10]

 

NOTAS

[1] Vera Zasulich (1849-1919), perteneció a la dirección del Partido Socialdemócrata Ruso hasta 1903, en que éste se dividió en mencheviques y bolcheviques. Pasó entonces a la dirección de la fracción menchevique. El 24 de enero de 1878 atentó contra el jefe de policía, Trepov, por cuya orden un detenido había sido sometido a castigos corporales poco antes.

 

[2] Narodnaia Volia (Voluntad del Pueblo) era el partido de los narodniki (populistas), intelectuales rusos organizados para liberar a los campesinos con concepciones anarquistas y medios terroristas. Después del asesinato del Zar Alejandro II en 1881, la organización fue aplastada por el gobierno zarista.

 

[3] El 9 de enero de 1905 fu la masacre del "domingo sangriento" que marcó el comienzo de la Revolución Rusa de 1905.

 

[4] La Oposición de Izquierda se formó en 1923, a iniciativa de León Trotsky, como fracción del Partido Comunista Ruso para luchar contra la burocratización y por la vuelta a los principios de la democracia y el internacionalismo proletario. En 1926-1927 se formó un bloque con otros sectores que también pasaron a oponerse a Stalin. Uno de los dirigentes de la Oposición conjunta fue Grigori Zinoviev (1883-1936), que había ayudado a Stalin en su campaña contra los "trotskistas". Juntamente con León Kamenev (1883-1936) formaron parte de la Oposición hasta que ésta fue derrotada en diciembre de 1927. Luego capitularon ante Stalin y fueron reincorporados al partido. En 1932 los expulsaron nuevamente, y los reincorporaron en 1933. En las parodias de juicios de Moscú de 1936 fueron condenados y ejecutados.

 

[5] En 1930 se formó la Oposición Internacional de Izquierda, como fracción de la Comintern, con el objetivo de hacerla retornar a los principios revolucionarios. Cuando el Partido Comunista Alemán dejó que Hitler tomara el poder sin mover un dedo, y la Comintern ni siquiera discutió la derrota, Trotsky decidió que la Comintern había muerto como movimiento revolucionario y que había que formar una nueva internacional. La conferencia de fundación de la Cuarta Internacional se llevó a cabo en París el 3 de septiembre de 1938.

 

[6] Grigori Rasputín (1871-1916), un monje proveniente de una familia de campesinos pobres, llegó a tener tal ascendiente sobre el zar y la zarina que se convirtió en la principal influencia en la política de la corte. Su ignorancia y corrupción fueron legendarias. Lo asesinó un grupo de nobles para sustraer a la familia real de su influencia.

 

[7] La Duma era el parlamento ruso en la época zarista.

 

[8] El Gobierno Provisional se estableció en Rusia con la Revolución de Febrero de 1917. El poder estaba en manos de los burgueses liberales (Partido Demócrata Constitucional o Cadete), mencheviques y socialrevolucionarios (populistas).

 

[9] Guardias Blancas, o "los blancos", era el nombre que se les daba a las fuerzas contrarrevolucionarias rusas después de la Revolución de Octubre.

 

[10] Fernando Maximiliano José (1832-1867), Archiduque de Austria, fue coronado emperador de México en 1864, cuando Francia había conquistado parcialmente el país. Napoleón III debió retirar sus tropas por presión de los EE.UU. y Maximiliano fue derrotado por las fuerzas mexicanas de Juárez, juzgado por una corte marcial y fusilado.

 

*El texto fue tomado en su totalidad desde el siguiente enlace https://www.marxists.org/espanol/trotsky/terrorismo.htm#4

 


viernes, 25 de julio de 2025

Organizaciones de derechos humanos apoyan a Noelia Silva en su denuncia a la Comisión contra la Impunidad

Ayer se conoció un comunicado proveniente del Paralelo 42 en la cordillera chubutense y rionegrina, en la que organizaciones apoyan a los compañeros que perdieron el juicio contra la policía del Chubut por la represión y torturas sufridas en diciembre de 2019. Allí mismo, entre otras cosas, resaltan la importancia de “asumir las críticas de la compañera Noelia Silva, hacia integrantes de la Comisión contra la Impunidad y por la Justicia de Chubut, como una lectura válida en relación al rol que debemos cumplir las organizaciones. No es menor que el veredicto se ensañara especialmente con la compañera, revictimizándola y exponiéndola nuevamente”.

 


Por Iván Marín

 

En las últimas semanas se conoció que la justicia pretendía imponerle el pago de alrededor de 20 millones de pesos por costas a los ambientalistas Noelia Silva, Roberta Gogorza, Jairo Epulef y Juan Salvador, tras perder el juicio contra policías que los reprimieron y torturaron en diciembre de 2019. Desde Prosa Urgente fuimos parte de la campaña para tratar de impedir el pago de las costas, que finalmente se redujo a poco más de 500 mil pesos sobre Epulef. El resto lo tendrá que pagar el Estado, lo cual igualmente es injusto ya que estamos hablando de un juicio contra policías del propio Estado.

 


Luego del fallo, también se conoció gracias a Prosa Urgente, que Mariela Flores Torres de la Comisión contra la Impunidad desmintió el testimonio de Noelia Silva en el juicio, lo cual facilitó la absolución a los policías acusados. En declaraciones a este medio. Silva dio detalles del asunto.

 


Luego la Comisión contra la Impunidad, emitió un comunicado vaciado de contenido explícito sobre el tema en el que se intentó desviar el eje de la acusación y abroquelar a su propia base. Sobre este comunicado, reflexionamos en el siguiente video.

 


Como dijimos al comienzo, ayer tres organizaciones sociales de El Bolsón, con militancia en la cordillera rionegrina y chubutense, emitieron un comunicado en apoyo a Silva. Nos referimos a la Agrupación Otoño, al Colectivo de Militante por los Derechos Humanos de El Bolsón y al FOL El Bolsón.  A continuación el comunicado.

 

 

Queremos expresar nuestro apoyo a los y las compañeras ambientalistas Noelia Silva, Roberta Gogorza, Jairo Epulef y Juan Salvador, militantes por el NO A LA MEGAMINERIA que se manifestaron en la legislatura, detenidos en Rawson, por una causa armada y torturados por la policía de Chubut, en el año 2019.

 

No creemos que sea necesario aclarar que este tipo de denuncia contra la represión estatal, rara vez llega a conducir a una condena contra la institución policial. Tampoco es novedad el calvario que tuvieran que transitar lxs compañerxs durante estos seis años, hostigados, expuestos públicamente y finalmente señalados por la jueza Karina Brekle, quien decidió absolver a los policías, hace pocas semanas.

 

Pero sí merece nuestra reflexión y posicionamiento, como organizaciones, frente a la avanzada represiva y fascista que viene acompañada por el poder judicial en su conjunto.

Muchos compañerxs están siendo reprimidos y judicializados a lo largo de todo el país por diferentes reclamos. Es importante que estos compañeros no queden aislados, que sean reconocidos y fortalecidos por las organizaciones que luchamos contra la represión, así como las organizaciones que convocan y organizan estos reclamos, para que continúen luchando.

 

Las causas que tienen como acusados a las fuerzas de seguridad y otros cómplices institucionales cuentan con el apoyo de jueces, “pierden” y amañan pruebas fotográficas y forenses. Nos pasó en la causa de Otoño Uriarte, víctima de trata de personas, nos pasó en la causa del asesinato de Guillermo “Coco” Garrido, en la comisaría de El Bolsón, e incluso truchan ruedas de reconocimiento como en el caso de Jorge Pilquimán, quien “apareció” flotando en el Lago Nahuel Huapi de Bariloche.

 

Aquellas organizaciones que hemos decidido ser independientes, lo hacemos porque entendemos que el aparato institucional ES AUTOR Y CÓMPLICE DE LA REPRESIÓN ESTATAL. NO HAY EQUIVOCACIONES. NO “SE LES FUE LA MANO”. LA REPRESIÓN ESTATAL SIRVE A LOS FINES DE EXPLOTACIÓN QUE HOY SON MÁS EVIDENTES QUE HACE UNOS AÑOS, PERO QUE SIEMPRE HA FORMADO PARTE INTRÍNSECA DE ESTE SISTEMA.

 

Más allá de esta posición, propia de nuestras organizaciones, entendemos indispensable para todo el campo de la lucha contra la represión no colaborar jamás en la condena de un compañero militante o en el fracaso de una denuncia por represión. A tal fin creemos indispensable ejercer la autocrítica y construir estrategias de cuidado para los compañeros perseguidos.

Lamentablemente este fallo sienta un precedente nefasto para los procesos organizativos de resistencia frente a la avanzada fascista.

 

Ser denunciante en una causa como la presente, conlleva muchísima responsabilidad compañera: por las presiones políticas, por la presiones durante el juicio, y por la necesidad de sostener acuerdos con otros espacios de lucha.

 

Es por ello que volvemos a reconocer a los/as compañeros/as que tomaron la decisión de sostener la denuncia por torturas durante seis años. Las pruebas fueron públicas y el sobreseimiento fue una más de las decisiones políticas de premiar a los policías torturadores, el subcomisario Juan Benigno García, Matías Leonardo Basualdo, Verónica Larsen y Cynthia rodriguez.

Se hace aún más evidente la responsabilidad del perito forense Diego Rodríguez Jacob, que se excusó de dar testimonio en el juicio oral, ayudando a que se desestimen las pruebas.

A pesar de esto, está claro que los compañeros reprimidos están denunciando con valentía la verdad.

 

Por otro lado, es importante asumir las críticas de la compañera Noelia Silva, hacia integrantes de la Comisión contra la Impunidad y por la justicia de Chubut, como una lectura válida en relación al rol que debemos cumplir las organizaciones. No es menor que el veredicto se ensañara especialmente con la compañera, re victimizándola y exponiéndola nuevamente.

 

EL ESTADO Y EL PODER JUDICIAL SON RESPONSABLES DE IMPONER CON PERSECUCIÓN LAS POLÍTICAS DE SAQUEO Y HAMBRE

CONTINUAREMOS PROTESTANDO Y ORGANIZANDONOS CONTRA LA REPRESIÓN

DESPROCESAMIENTO DE TODOS LOS COMPAÑERXS POR LUCHAR

LIBERTAD A FACUNDO JONES HUALA DETENIDO EN EL PENAL FEDERAL DE RAWSON.

 

 

AGRUPACIÓN OTOÑO

COLECTIVO DE MILITANTES POR LOS DERECHOS HUMANOS DE EL BOLSON

F.O.L. EL BOLSÓN

sábado, 21 de junio de 2025

Crónica y balance del piquete de marineros en Ruta 3

Olelé, olalá, si esto no es la pesca, ¿la pesca dónde está?”. “No se toca, el convenio no se toca”. “El que no salta es español”. Cánticos como estos estuvieron presentes durante las casi 4 horas de piquete intermitente en el Acceso Norte a Puerto Madryn, desarrollado durante feriado por el Día de la Bandera y el Paso a la Inmortalidad del General Manuel Belgrano. La acción se llevó delante de espalda a la casi totalidad de medios de comunicación y funcionarios políticos provinciales y municipales, que brillaron por su ausencia en la ruta. Según pudo informarse Prosa Urgente desde el lugar de los hechos, se prepara una caravana nacional de marineros a Capital Federal para este jueves. Se espera una veintena de colectivos de varias localidades del país, de los cuales aproximadamente siete partirían desde la ciudad donde se cocina el “Madrynazo”. En paralelo, cientos de marineros debaten otras acciones de lucha inmediatas.



Por Iván Marín

 Aproximadamente a las 11:30 de la mañana de este viernes feriado, alrededor de 200 marineros, encabezados por la conducción local del SOMU (Sindicato de Obreros Marítimos Unidos), se apostaron a la vera de la Ruta Nacional N° 3, en el Acceso Norte a Puerto Madryn con la intención de visibilizar su lucha contra la intención de las cámaras empresariales de modificar unilateralmente el convenio colectivo de trabajo y, con ello, entre otras cosas, aplicar una reducción salarial de aproximadamente el 30%. A los pocos minutos la acción se transformó en lo que era evidente que ocurriría: un piquete, aunque en este caso de ostensible flexibilidad, ya que consistía en la interrupción del tránsito durante 15 minutos y la posterior liberación de la ruta por otros 15 minutos. Hacia el mediodía, la cantidad de marineros en el lugar se duplicó y se sostuvo hasta el final. Tras una breve asamblea, y la entonación del Himno Nacional Argentino, el intermitente corte se levantó dos o tres horas antes de lo previsto, y alrededor de las tres de la tarde la normalidad regresó a la ruta. La acción había concluido.

En diálogo son este medio sobre la agitada calzada, César Zapata, secretario General del SOMU en Puerto Madryn, informó que se llegó a esta situación porque no obtuvieron respuestas favorables del Consejo Federal Pesquero. En la entrevista que puede escucharse completa acá, el referente sindical agregó que “estamos con un ensañamiento de la parte empresarial, que directamente lo único que quiere es el 30% del salario del marinero y también quieren tocar nuestro convenio colectivo de trabajo”. Consultado sobre la posición de los funcionarios que responden al presidente Javier Milei, respondió que “el Gobierno nacional lo único que dice es que es un problema de privados. Sinceramente nosotros lo tomamos como una extorsión porque están jugando con el recurso de los argentinos”.

En términos generales, la mayor parte de los marineros y sus familias coinciden en la responsabilidad de todo el arco político en la acuciante situación que están atravesando: desde el presidente Milei con sus políticas propatronales hasta el gobernador Ignacio Torres y el intendente local Gustavo Sastre, a quienes acusan de inmovilismo, también propatronal. “Los empresarios pesqueros bancaron todas las campañas electorales de quienes hoy nos gobiernan. Están atados de pies y manos. Nunca harían algo contra sus patrones”, denuncian. A ello se agrega que la casi totalidad de medios de comunicación de la zona reciben publicidad de las empresas pesqueras y pauta oficial del Gobierno provincial como del municipio, por lo que cubren el conflicto de manera tendenciosa contra los marineros. Ayer el único medio que estuvo presente a lo largo de toda la jornada fue Prosa Urgente. Se acercó una radio local, hizo una breve entrevista a Zapata y se retiró. El resto de las empresas de comunicación “informaron” de la acción desde sus redacciones, sin amagar a acercarse al lugar. La lucha de estos trabajadores tiene del otro ladro del cuadrilátero a todo el régimen político madrynense e incluso chubutense.

Algunas voces críticas, tras el piquete manifestaron que mientras transcurría el corte de ruta, el gobernador Torres se encontraba en el muelle Comandante Luis Piedra Buena visitando el rompehielos ARA “Almirante Irízar”. Plantearon que no debieron alejarse de la ciudad o, en su defecto, dejar una delegación de marineros para abordar al mandatario provincial y expresarle su descontento por la situación. Sospechan que el corte fue una maniobra distraccionista para evitar una acción de este tipo. Otros trabajadores se quejaron de no haber realizado también un piquete en el Acceso Sur de la Ruta 3, que es donde más impacto generaría. No son pocos los que dijeron que un piquete debe ser “más contundente”, es decir con liberación del tránsito cada una, dos o tres horas y no cada quince minutos.

Por estas horas, y durante todo el fin de semana, las bases debaten cómo continuar la lucha. Muchos no están conformes con que la única acción de la semana sea el viaje a Buenos Aires: se partirá este miércoles, se llegará a destino el jueves y, posiblemente, el viernes o sábado ya estén de regreso. Hay quienes plantean que los principales responsables políticos de la situación pertenecen al Gobierno nacional, por lo cual ven con buenos ojos movilizar a Capital Federal. Pero también trascendió que los marineros madrynenses exigieron la presencia en la localidad de Raúl Omar Durdos, secretario General a nivel nacional del SOMU, quien habría respondido que no vendría al sur y ordenado a todas las regionales en conflicto movilizar a la sede central del sindicato. Miles de marineros concentrarían este jueves en Buenos Aires. Por el momento, se desconoce si habrá asamblea y movilización, pero todo apunta a que habrá alguna acción en las calles porteñas. Como se dijo, un sector de trabajadores considera que deben profundizarse acciones duras en la localidad: cortes de rutas y en los accesos a los puertos, como así también movilizaciones por las calles céntricas. También hay quienes resaltan la necesidad de una movilización a Casa de Gobierno, en Rawson.

El colectivo de marineros, y sus familias, debaten y realizan balance de las acciones desarrolladas hasta el momento. Lo hacen, por el momento, de manera atomizada, por grupos. Hay que darle un cauce unitario a este estado de deliberación casi permanente y realizar una gran asamblea general para profundizar las acciones de lucha. Las patronales y sus gobiernos intentan quebrar la lucha de los marineros para luego ir por todo el sector pesquero. Es una lucha estratégica desde todo punto de vista. Se precisa rodear de la más amplia solidaridad de clase a los marineros y sus familias. La incorporación de toda la comunidad madrynense en favor de los marineros no solo será un gran golpe para las patronales y gobiernos ajustadores sino que cambiará la situación de los trabajadores en general en la provincia. Un “Madrynazo” en defensa propia contra los explotadores y negreros que se la llevan en pala a costilla del sudor obrero. Ese es el camino para triunfar.