martes, 28 de abril de 2020

Cientos de textiles marcharon en Trelew contra la rebaja salarial firmada por la AOT


La conducción nacional del gremio entregó a los trabajadores firmando un descuento de los sueldos superior al 50%. Ayer la cúpula de la CGT hizo lo propio avalando una baja del 25%. Con la excusa de la pandemia, las patronales pretenden hacer pasar de hecho una reforma laboral. ¿Se suma el sector privado a los estatales y ambientalistas del “No a la Mina” al “Chubutazo”? Entrevista a delegado de Sedamil.






Por Iván Marín

Más de 500 operarios se concentraron en la sede local de la Asociación Obrera Textil (AOT), en 28 de Julio y Marconi, donde realizaron un breve acto antes de marchar hacia la municipalidad de Trelew para reunirse con el intendente Adrián Maderna para que interceda ante el nefasto acuerdo firmado entre la conducción nacional del sindicato y la Federación Argentina de Industrias Textiles (FITA), por el cual se les descuenta más del 50% del salario a los trabajadores que están en cuarentena.


La acción fue una autoconvocatoria como hacía mucho tiempo no ocurría en el sector, uniendo a la totalidad de las bases textiles del histórico parque industrial de nuestra localidad. José Pizarro, quien trabaja hace más de 20 años en la fábrica más importante del rubro, Sedamil, y delegado electo por sus compañeros, le expresó a Prosa Urgente que “la posibilidad de manifestarnos ya se venía manejando debido a la situación que veníamos atravesando en particular en Sedamil con respecto a los pagos. Y debido a lo que firmó AOT nacional en Buenos Aires no hizo falta decir nada. La gente nos solicitó de manera imperante de que saliéramos a las calles a manifestarnos, más que nada buscando el apoyo del intendente para de alguna manera instar a que los empresarios pongan la parte que les corresponde”.  


Los obreros tomaron todos los recaudos para la movilizaron y lo hicieron respetando la distancia y con sus respectivos barbijos, lo que no imposibilitó que expresaran su bronca ante la situación. A quienes tomaron la palabra en la concentración afuera de la AOT se les escuchó esgrimir contra la conducción nacional en manos de Hugo Benítez, entre otras cosas, que “regalaron los sueldos”, y “nos sentimos robados por quienes nos representan, tiraron a la basura nuestros salarios”. Afuera de la municipalidad se escuchó en más de una oportunidad el grito de “gremialistas chorros”.


Foto: diario El Chubut


Pizarro denunció que “la situación actual es por decisión de nuestro sindicato a nivel nacional. Han decidido firmar un acuerdo con la cámara de textiles, FITA. Este acuerdo es una reducción del 50% de nuestros sueldos desde base. Inclusive en algunos casos tenemos compañeros, por lo menos en Sedamil, en los que el descuento va a ser superior. De hecho, ni siquiera se ha hablado de porcentajes sino de montos fijos. Como máximo el empleado de Sedamil con la categoría más alta va a recibir 20 mil pesos por mes”. En esa fábrica no se trabaja desde el 20 de marzo, día en que el presidente Alberto Fernández firmó el decreto de “aislamiento social, preventivo y obligatorio”. Además, se cobran las quincenas de forma desdoblada, a razón de media quincena por semana, aunque la correspondiente al mes de abril aun no la percibieron.


Consultado si las patronales pretenden aprovechar la pandemia para ajustar sobre los trabajadores, el delegado respondió que “por supuesto. No hay otra manera de entender todo esto. De hecho, inclusive desde el gobierno nacional muchas veces el presidente en sus discursos da a entender esto, de que los empresarios por ahí se están haciendo un poquito los zonzos con respecto a los pagos”. Además, aclaró que de los 20 mil pesos que deberían cobrar los obreros producto del acuerdo inconsulto entre la dirigencia y las patronales, los empresarios solo van a poner 3 mil pesos, el resto sería aportado por el Estado. “Es una ecuación mi triste”, cerró.


Ante la pregunta de qué respuesta obtuvieron del intendente Maderna, contestó que les “hizo saber el apoyo que tenía con el trabajador textil, que obviamente estaba al tanto de lo que venía pasando. Él asumió el compromiso, y este viernes nos vamos a juntar el municipio, la parte empresarial y nosotros”. Agregó que está en contacto con fábricas que están también movilizadas en Mar del Plata, Río Grande y Colón.


Foto: diario El Chubut


Como dijimos más arriba, la jornada de hoy rompió con varios años de relativa pasividad en el sector textil. Si bien se han presentado luchas a los cierres de fábricas, despidos y suspensiones en el sector, hacía mucho tiempo que las bases de todas las fábricas no coordinaban una acción en común. Durante la movilización de este mediodía, marcharon obreros de Soltex, Pelama, Unilan, Tendlraz y Sedamil.


El parque industrial textil de Trelew supo ser el motor económico de la ciudad en los años setenta y ochenta, llegando a albergar entre 7 y 8 mil trabajadores en su esplendor. En los últimos años del gobierno de Raúl Alfonsín comenzó la crisis, que se profundizó durante la primera gestión de Carlos Menem. Supo de algún leve repunte al comienzo del gobierno de Néstor Kirchner, en donde se desempeñaron alrededor de 2 mil operarios, pero ya antes que llegara al poder Cristina Fernández la crisis se hizo nuevamente presente y pegó un salto con gobierno de Mauricio Macri. Hoy en día las cifras auspiciosas indican que trabajarían con suerte alrededor de 800 obreros.


A esta situación, se suma otra traición de las conducciones sindicales realizada ayer, cuando la cúpula de la CGT (Confederación General del Trabajo) rubricó un acuerdo con la UIA (Unión Industrial Argentina) y el gobierno de Alberto Fernández que va en el mismo sentido de lo firmado por la AOT, una enorme rebaja salarial, aunque esta vez del 25%. En todo el país ya se hizo sentir el rechazo al respecto y se avizora un escenario conflictivo en los próximos días.


La defensa de la cuarentena se hace imprescindible si se pretende defender la salud del pueblo, pero debe hacerse desde la perspectiva de los intereses de la clase obrera y no de las patronales. Ante las empresas que aducen crisis, se debe exigir la apertura de los libros de contabilidad y la defensa irrestricta del salario. Las amenazas de cierre se deben enfrenar con la ocupación y puesta en funcionamiento bajo gestión obrera. Los trabajadores deben deliberar en asambleas las medidas de lucha y forzar a las conducciones sindicales a que respondan a sus intereses y no al de las patronales, como ha ocurrido históricamente, en especial en el sector textil. Alguna responsabilidad les cabe para que de 8 mil trabajadores haya solo 800 en la actualidad en el parque industrial. Las bases deben mandar.


¿Y el “Chubutazo”?

La provincia vive momentos de incertidumbre pese a haberse registrado tan solo 2 casos confirmados de COVID 19, los cuales ya fueron dados de alta. Es que la crisis económica en la que estaba inmersa antes de decretarse la cuarentena sigue su curso y al día de la fecha la inmensa mayoría de los trabajadores estatales, tanto activos como pasivos, no cobró su sueldo del mes de marzo, y esto incluye al sector salud.


Debe recordarse que a último momento se suspendió lo que iba a ser la primera movilización provincial del año a Rawson contra las políticas de ajuste del gobernador Mariano Arcioni el 18 de marzo último. Esa convocatoria surgió de una iniciativa de las bases ante la pasividad de la Mesa de Unidad Sindical y del resto de los sindicatos estatales durante los primeros dos meses del año.


Chubut se encuentra hace más de dos años movilizada. Durante el primer semestre de 2018 las ocupaciones de edificios públicos en reclamo del cobro en tiempo y forma de los salarios paralizó la provincia y puso en jaque a Arcioni, quien había asumido la gobernación a fines de octubre en reemplazo del fallecido Mario das Neves. En el segundo semestre del año pasado ocurrió algo similar, aunque esta vez los métodos de lucha no solo se radicalizaron, con puebladas, cortes de rutas, incendios de puertas de Casa de Gobierno y Legislatura, sino que lograron mayor coordinación de las bases, llegando por momento a desbordar a las conducciones sindicales, quienes estaban más preocupadas por garantizar la gobernabilidad de Arcioni que por defender a los trabajadores. Este proceso de resistencia a las políticas de ajuste fue bautizado por las propias masas en las calles como “Chubutazo”, en clara alusión al proceso de 1990, que se llevara puesto al entonces gobernador Néstor Perl.


Durante el verano la tercera etapa del “Chubutazo” tuvo como protagonista la lucha contra la megaminería, que está prohibida en la provincia por la ley 5001. El presidente Alberto Fernández ordenó a Arcioni avanzar al respecto, pero se encontró con la enconada resistencia del todo el pueblo a lo largo y ancho de la provincia, generándole una crisis política al gobernador que derivó, entre otras cosas, en la ruptura del bloque en Legislatura cuando aun no se habían desarrollado sesiones ordinarias. Al gobierno no le quedó otra que dejar momentáneamente en “stand by” la cuestión minera, aunque en las últimas semanas han trascendido distintas maniobras que hacen presagiar que podría propiciar una nueva intentona poniendo como excusa la crisis económica que se acentúa con la cuarentena.


En ese marco se debe inscribir el despertar de los obreros textiles. La movilización de esta mañana fue muy bien recibida en redes sociales por los protagonistas del “Chubutazo” en curso, tanto los trabajadores estatales como activistas del movimiento “No a la Mina”. Recuerdan quienes vivieron el Chubutazo de 1990 que uno de los principales límites que tuvo fue el no haber logrado que se coordine la lucha estatal con la del sector privado, quien recién movilizaría un tiempo después de la renunciar del ejecutivo provincial. La solidaridad con los textiles debe discutirse en todos los lugares de trabajo y en la medida de lo posible plantearse acciones de coordinación. La necesaria cuarentena hace difícil la movilización pero la propia dinámica de la crisis la pone a la orden del día en distintos sectores que sufren los intentos de las patronales de quebrar conquistas históricas. ¿Estaremos en la puerta de una nueva etapa del “Chubutazo”? El “Fuera Arcioni” sigue más firme que nunca en el activismo…

miércoles, 22 de abril de 2020

Lo nuevo de Pearl Jam: puteadas a Trump y fina psicodelia


Recorremos el reciente disco editado por la banda de Seattle. Una campaña de difusión novedosa, el homenaje a Chris Cornell, su militancia contra Trump y en defensa del medio ambiente y el giro hacia un sonido setentoso.


Ilustración Gastón Spur
                                                                  





Por Gastón Spur

La última banda emblemática del grunge presenta un nuevo álbum llamado Gigaton a través de una ingeniosa campaña publicitaria que utiliza redes sociales, y lanza novedosas aplicaciones para interactuar con su público. Su eje conceptual central es el cambio climático, la crítica política Donald Trump y un recuerdo al cantante Chris Cornell. Luego de un largo impasse de siete años los músicos de Pearl Jam (Eddie Vedder, Stone Gossard, Mike Mc Cready y Matt Cameron) salen nuevamente al ruedo.


Un Gigaton equivale a un millón de toneladas, es una unidad de medidas con la cual se miden las emisiones humanas de dióxido de carbono que genera el efecto invernadero causante del derretimiento de grandes masas de hielo en los polos. Esta forma de contaminación ha cambiado el clima y son la causa de las cascadas que caen desde un glaciar noruego, cuya imagen del fotógrafo y biólogo Paul Nicklen es usada como portada para del álbum. Una imagen que a primera vista nos evoca a las portadas de paisajes psicodélicos de los años ‘70 y que al tener la información de cuál es el origen de esta postal su sentido cambia totalmente y ya no es una imagen ingenua o decorativa sino que pasa a ser la denuncia de esta catástrofe.


Campaña de difusión

El 19 de enero la banda lanzó una ingeniosa campaña de promoción en la que anticipó la portada del álbum con grandes afiches callejeros. Bajando una app los transeúntes podían ver una animación de las cascadas en sus teléfonos celulares.


A partir del 22 de enero lanzó tres videos de la misma canción: Dance of the clairvoyants. El subtitulo Mach hace referencia a una unidad de medición de la velocidad y la barrera del sonido de uso cotidiano en la aviación.  Mach I, el primero de la serie, arranca con un bastidor de un cuadro donde la naturaleza y sus elementos son los protagonistas con impactantes imágenes documentales de montañas, desiertos, océanos, bosques, abejas, flores, cielos estrellados, auroras boreales, grandes nubes arremolinadas, rayos, truenos y lluvia, lava, aves y termina con impactantes incendios en las laderas de unas montañas. Mach II comienza con el primer plano de un ojo humano y nuevamente esta secuencia de imágenes documentales que nos muestran la inmensidad de la naturaleza y, cada tanto, imágenes de planos de detalles de la banda tocando casi sin mostrar los rostros de los músicos. En Mach III, la última pieza del tríptico donde vemos a Eddie Vedder que es el autor de este cuadro, los protagonistas son los músicos y las imágenes documentales de la naturaleza son un telón de fondo imponente y aplastante.





Continuando con su campaña, el 12 de febrero lanza una nueva aplicación para celulares desde su página oficial, en la que nos permitía escuchar el nuevo corte de difusión Superblood wolfmoon si capturábamos una imagen de la luna llena de esa semana. Días después salió un video del mismo tema, una animación muy primitiva con caricaturas de la banda hechas con un lápiz común conocida también como Tini concert animated video.


Para terminar con su lanzamiento, el 27 de marzo el álbum desembarca en todas las plataformas digitales de difusión y en su canal de YouTube. Todos los temas de la placa salieron acompañados por su video, en los que vamos recorriendo una serie de paisajes en el mundo que se han visto modificados y afectados por la contaminación siguiendo la estructura visual y conceptual de su primer corte Dance of clairvoyants (Mach I). Destacamos el video Who ever said dentro del conjunto porque se centra en los paisajes patagónicos del Chaltén (también conocido como Monte Fitz Roy) y sus cerros aledaños, donde año a año los glaciares de sus cumbres van desapareciendo.






Homenaje a Chris Cornell

El disco cierra con River cross, canción que la banda presentó en 2017, dos meses después de la muerte de Chris Cornell, al cual su público la bautizó no oficialmente "Share the light". En esta primera presentación la canción fue ejecutada por Vedder tocando un órgano en completa soledad. La canción, despojada de guitarras eléctricas, es acompañada con arreglos de cuerdas y una batería que marca el pulso y agrega épica en sus momentos más rockeros a una melodía que es una plegaria con algo de mantra chamánico y de canto litúrgico cercano al góspel.







El disco

En esta ocasión la banda de Seattle trabajó con Josh Evans en la producción, logrando un sonido más limpio y por momentos más experimental. En muchas canciones los pianos y sintetizadores dominan la melodía, en otras son las guitarras, a veces guitarras eléctricas bien punk y otras veces violas acústicas en modo folk rock, a veces con unos riffs y melodías muy pegadizas y otras con acordes disonantes que apenas acompañan a los teclados. Vedder también explora desde lo vocal, experimentando con climas muy logrados en cada canción, dándole otra dimensión y profundidad a las letras, enfatizando lo apocalíptico y dramático con su interpretación.


Las letras de las canciones retoman el espíritu de la literatura beatnik, su lado experimental, su inconformismo y su lucidez para criticar al capitalismo y a la vez expresar su profundo amor a la naturaleza y a la vida vivida en plena libertad. A través de una serie de relatos de ciencia ficción apocalíptica nos invitan a pensar el futuro como algo no tan lejano y con urgencia y seriedad. No solamente centra su crítica a los efectos de la contaminación bajo el capitalismo, también hay lugar para la denuncia política con alguna puteada a Trump y su militarismo imperialista en países de medio oriente como en Quick escape. El tono general del conjunto es oscuro y desolador por momentos, en otros más melancólico recordando a los jefes indios sioux Toro Sentado y Caballo Loco como ejemplos de resistencia y sabiduría ancestral.


El resultado es un sonido ecléctico pero muy sólido el conjunto resultante, sonido de una banda con la suficiente experiencia y oficio como para experimentar lejos de la comodidad y la actitud conformista dando como resultado uno de los mejores discos del año. En días donde todo el globo está en vilo por la cuarentena del coronavirus pudimos acceder a través distintas plataformas digitales a la nueva obra de Pearl Jam, en ésta coyuntura la obra se hace más grande y toma otra dimensión.





sábado, 11 de abril de 2020

Los militares en los barrios, ¿solo un servicio sanitario? Mmm…


Cuarentena, lucha de clases, sanitarismo castrense y perspectiva de rebeliones populares. Respuesta a la Mesa Ejecutiva del Partido Obrero Tendencia (y, ya que estamos, al PTS).



Ilustración: Gastón Spur

Por Iván Marín


La coyuntura abierta en nuestro país a partir de la llegada de la pandemia del coronavirus, que tiene en vilo al mundo en su conjunto, ha puesto de relieve una vez más la endeblez del sistema de salud en la Argentina. El colapso sanitario se produce mientras el gobierno nacional negocia una deuda impagable con los acreedores internacionales. Crisis sanitaria y económica se entrelazan mutuamente no solo en nuestro país, sino a nivel internacional. En ese marco es notorio el desconcierto del personal político de la burguesía, más allá del incremento de la imagen positiva del presidente Alberto Fernández en las últimas semanas. Las muestras frágiles de “unidad” entre los distintos partidos patronales al comienzo de la cuarentena duró un suspiro ante las consecuencias que provoca el parate en la economía.


Cuando Fernández anunció la noche del jueves 19 de marzo la cuarentena para tratar de aminorar la curva de contagios del COVID 19, a ninguna organización de derechos humanos ni partidos de izquierda se le pasó por alto la tónica represiva con la que se disponía a hacer efectiva la medida. La Tendencia del Partido Obrero emitió inmediatamente un comunicado titulado “La defensa de la vida y la salud depende de los trabajadores y su organización, no de las requisas policiales”. Entre otras cosas, luego de hacer mención a la “impronta represiva” del anuncio, se advierte que “El régimen político, visiblemente impotente para dar cuenta de la pandemia, como ocurre en todo el mundo, se sirve sin embargo de ella para establecer las bases de un estado de excepción, en este caso, bendecido por la ´unidad nacional` que adicionan macristas y radicales. Se busca un régimen personal, no para dar cuenta de la pandemia, sino de una crisis social pavorosa, que incluso la precede”.


El 22 de marzo Jorge Altamira difunde un artículo con su firma bajo el título “El estado de sitio infecta”. Allí, luego de repasar los distintos estados de sitio decretados desde la vuelta al régimen constitucional en 1983 y analizar las contradicciones en las que se desarrollaría en la actualidad si el Gobierno se decidiera por esa opción, Altamira exhorta: “Todo el movimiento popular debe pronunciarse contra el estado de sitio y en favor del despliegue de las organizaciones populares para atender las necesidades de la mayoría sin trabajo regular o desocupada”.


En ocasión de un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1976, la Tendencia publicó un comunicado titulado “24 de marzo: no al Estado de Sitio. La declaración, correcta de comienzo a fin en cada punto y coma, señala en un pasaje: “La justificación para instaurar la dictadura fue: declarar que Argentina estaba en guerra. Es lo que hemos vuelto a escuchar de parte del santafesino Perotti, del santiagueño Zamora o del jujeño Morales - un arcoíris de los partidos que hoy gobiernan -, para reclamar la declaración del estado de sitio. No la han ´descartado` tampoco algunas ministras y ministros, que se reivindican, históricamente, del lado de enfrente de aquella dictadura militar. Si los ministros ventilan el tema, una de dos: o anticipan una decisión de los Fernández, o el régimen político (gobernadores, Congreso, Justicia) enfrenta una crisis”.


Como se observa, la Tendencia se vio preocupada desde el comienzo de la cuarentena frente a la avanzada cualitativa del estado represivo. Planteaba la necesidad del aislamiento pero no sin dejar de denunciar el autoritarismo en la que se desarrollaba. Y, lo más importante: advertía que todo este dispositivo tenía por propósito inmediato tratar de evitar las asambleas y deliberaciones de los trabajadores, en especial aquellos que se desempeñan dentro de las actividades esenciales decretadas por el gobierno nacional.


En ese marco, con Ana Belinco coescribimos un artículo para Prosa Urgente titulado “Cuarentena precaria y la cuestión militar: una bomba de tiempo”. Allí entre otras cosas planteamos que “las medidas del Gobierno nacional para combatir el COVID 19 se desarrollan en un mar de contradicciones entre un aislamiento acotado y el avance del estado policial”. En la primera parte del texto nos preguntamos retóricamente si necesitamos una cuarentena en defensa de las patronales o del pueblo trabajador, en clara alusión al carácter acotado de la misma, que dejaba afuera del aislamiento a la mayoría de los trabajadores. Luego hicimos hincapié en la necesidad del régimen en represtigiar a las Fuerzas Armadas y que no dejarían de utilizar esta coyuntura para tratar de ir una vez más por este fin, que es una tarea estratégica pendiente de la burguesía en nuestro país, y que además cumple un rol preventivo ante la posibilidad más que segura del empalme de la crisis sanitaria y económica, y con ello futuras rebeliones populares.


En ese escenario debe inscribirse el artículo publicado en nuestro blog “La Nación, los milicos y el coranavirus: una nueva editorial que busca la reconciliación”, y que fuera fervientemente criticado por la Mesa Ejecutiva (ME) de la Tendencia en un texto titulado equívocamente “Un gran equívoco político”, en el que no solo se entra en contradicción con la orientación anterior respecto al punto de la cuestión represiva y que ya citamos más arriba, sino que también al tomar nuestro análisis como “ejemplo” para polemizar con el resto de la izquierda termina deformando nuestras afirmaciones.


El artículo de la ME nos achaca que confundimos “la coerción estatal que se aplica para supervisar un régimen excepcional de salud, en Argentina y en todo el mundo, sin excepción alguna, como una expresión del propósito de producir un cambio de régimen político, hacia otro, que no define, de naturaleza esencialmente represiva”. Sin embargo, los compañeros no aportan una sola cita al respecto para respaldar esta afirmación. “El avance del Estado policial no puede sino leerse como una medida preventiva ante la inminencia de una ´potencial crisis sanitaria y social sin precedentes (...)`, como el propio gobierno adelantó en el decreto de ´aislamiento social, preventivo y obligatorio`”, se afirma en nuestro texto. Como se observa, en ningún momento hacemos referencia a cambio de régimen alguno. Utilizamos sí coloquialmente la expresión “Estado policial” para hacer referencia a la profundización de las medidas represivas del Estado que la propia Tendencia denunció desde que se implantó la cuarentena. Es decir, no identificamos “Estado policial” con Estado de Sitio ni mucho menos con una dictadura consolidada ni en víspera a hacerlo. Tampoco adelantamos ninguna “bonapartización” del régimen, lo cual por otro lado, es apresurado descartar de antemano.


En lo que sí mantenemos una diferencia con todos los artículos escritos hasta el momento por la Tendencia, incluso con aquellos que denunciaron correctamente la avanzada represiva, es en la utilización de las Fuerzas Armadas para “tareas humanitarias” en las barriadas populares, pues claramente es una maniobra que pretende, entre otras cosas, represtigiarlas de cara a toda la sociedad. Por ello, hay consenso en todas las fuerzas políticas patronales al respecto.


La ME afirma que “bien mirado, este editorial de La Nación es menos virulento que los precedentes”, sin aportar ningún argumento para respaldar esa sentencia, salvo por el hecho de que esta vez no contó con la reprobación pública de veces anteriores, como si eso en sí mismo respaldase dicha afirmación.


Los compañeros pretenden dar cátedra de marxismo y nos recuerdan que un régimen proletario también se verá en la necesidad de aplicar la coerción en una situación similar. Chocolate por la noticia, pero eso nunca se puso en cuestión. Nótese que el artículo de Política Obrera cuenta con más de 14 mil caracteres de extensión contra los tan solo 5 mil de Prosa Urgente, por lo que obviamente abarcaron muchos más temas de los pretendidos por el texto con el que se polemiza.


La clase de dialéctica que ensaya la ME choca de frente ante su esquematismo de reducir la coerción estatal solamente a motivos sanitarios, como si no hubiera fuertes razones preventivas ante la posibilidad de un estallido social. ¿O acaso vamos a suponer, al igual que los “plumíferos” de La Nación, que el ejército en las barriadas es insustituible? En su afán de hacerle decir al texto de Prosa Urgente afirmaciones que nunca esgrimió, llegan a comparar la colaboración del ejército ruso en el norte de Italia con las tareas de las FF.AA. de nuestro país en el conurbano bonaerense.


La desproporción de las comparaciones esconde no solo la subestimación de la militarización de las barriadas populares, si no también que efectivamente este intento de represtigiar a la institución transcurre en una situación excepcional propicia a esos fines (el "represtigio" en discusión). Lo que no implica que necesariamente lo logren. Para los revolucionarios no se trata solo de denunciar estas maniobras para preservar las conquistas democráticas como un valor en sí mismo, sino que tiene un contenido estratégico. La propia Tendencia emitió un comunicado esta semana donde se afirma: “La clase capitalista se quiere servir de la actual emergencia, no para una ´reactivación`, que es inviable bajo el actual derrumbe económico internacional y local, sino para avanzar en un ataque estratégico contra la clase obrera. Un documento entregado por las ´fuerzas vivas` de la clase capitalista al gobierno, días atrás, exigía la reforma laboral y un plan de despidos estatales, como parte de la emergencia”. Sería sumamente ingenuo suponer que la burguesía no va a pretender preparar a sus fuerzas represivas para semejante propósito.


Le deformación realizada por la ME de nuestro artículo llega a su cenit cuando sostienen: “La equivocada presentación de una ´unidad nacional` que tiene por finalidad organizar un estado policial y la militarización del país viene acompañada, en el planteo del compañero, de lo que sería una rebelión popular en ciernes; una Argentina en vísperas de una guerra civil. Alentar una rebelión popular en las circunstancias actuales sería más que un error”. En ningún momento en nuestro artículo se hace referencia a ninguna “unidad nacional” consolidada ni nada por el estilo. Ahora bien, negar el escenario de rebelión popular es ubicarse a la derecha de la caracterización prevista por el decreto de “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, que, como se dijo, prevé una “potencial crisis sanitaria y social sin precedentes", es decir una rebelión popular, salvo que se considere que el pueblo dejará pasar dicha crisis sin resistencia. Los trabajadores del Frigorífico Penta en Quilmes ya nos adelantan que esa no será la respuesta.


Por otra parte, una rebelión popular se dará o no con independencia de lo que opine la izquierda, es una consecuencia objetiva de la propia dinámica social. Es decir, no se trata de alentar o no dicha situación, sino de intentar prever los contornos de los tiempos que se avecinan para actuar al respecto. El escenario es abierto, y la clase obrera argentina cuenta en su haber no cargar con derrotas históricas en los últimos años. Desde ya, una rebelión popular nunca sería contra la cuarentena, si no, en todo caso, para exigir su cumplimiento, como sucede en algunas regiones de Chile, si es que se da mientras transcurre el aislamiento decretado por el Gobierno. También podría suceder que el estallido ocurra si la pandemia llega a los sectores más postergados de la sociedad, lo que tendría resultados dramáticos.  A esto debemos agregarle las consecuencias de la crisis económica. En Chubut, por ejemplo, un sector importante de los trabajadores estatales aun no cobró el mes de febrero, ¿a alguien le podría sorprender que en algún momento esta situación vuelva a poner a la provincia al rojo vivo como ya sucedió el año pasado o en 2018?


Por eso llama poderosamente la atención este volantazo a la derecha de la ME en el artículo con el cual estamos polemizando, cuando la propia Tendencia fue expulsada del Partido Obrero por la camarilla que lo dirige como respuesta burocrática al debate respecto a las caracterizaciones de la crisis económica internacional y la forma de intervenir en ella. El error no podría ser mayor, ya que por omisión la ME lleva agua al molino del centrismo democratizante del Frente de Izquierda, quien podría llegar a un posible escenario de estallido social (sea cuando fuere que se dé) con la autoridad de sí haber advertido, aunque en tono derrotista, del uso en las barriadas populares de las Fuerzas Armadas en la actual coyuntura. Se hace imprescindible corregir este giro y denunciar y exigir la expulsión de las FF.AA. de las barriadas.


El debate llegó a las fuerzas que integran el Frente de Izquierda. El oficialismo del PO respondió con un texto anodino que ayer fue contestado correctamente por Jorge Altamira, aunque mantiene la posición equivocada respecto a subestimar y no denunciar la presencia de los milicos en las barriadas populares para tareas que no son imprescindibles.


Por su parte Christian Castillo del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS, el partido de Nicolás del Caño y Myriam Bregman, para quienes no lo conozcan por su nombre), también respondió el texto de la ME. Si bien hace algunos señalamientos correctos respecto a la polémica del ejército en los barrios, le atribuye a la Tendencia una política claudicante ante la crisis abierta por la pandemia: “A nuestro entender es el extremo de una política sindicalista y corporativa hacia la clase obrera, totalmente escéptica de que esta pueda intervenir en la crisis en forma independiente. Para esta visión, la intervención del movimiento obrero durante la pandemia debería limitarse al derecho a no trabajar”. La declaración de la Tendencia citada más arriba, y titulada “La cuarentena solo puede ser asegurada con un programa y un plan de acción de los trabajadores”, es tan solo un ejemplo que desde el inicio de la coyuntura se planteó una intervención independiente de la clase obrera. Desde ya, hubo correcciones a medida que transcurría la cuarentena, producto de debates internos y de la propia dinámica de los acontecimientos.


El escepticismo que Castillo le imputa a la Tendencia respecto a las posibilidades de una intervención independiente en la crisis en realidad no es más que el reflejo de las propias caracterizaciones derrotistas de la corriente en la que él milita. Sin ir más lejos, un compañero suyo, Juan Dal Maso escribió en Ideas de Izquierda, un texto titulado “¿Estamos en guerra? Apuntes sobre el consenso coercitivo” donde da cuenta de una supuesta “derechización” de la sociedad basada en algo que para los marxistas nunca existió, pero que para el PTS tiene una entidad real: la “opinión pública”. Dal Maso introduce un concepto propio del liberalismo, que en última instancia expresa de forma distorsionada las ideas de las clases dominantes, pero NUNCA del conjunto heterogéneo de una sociedad dividida en CLASES SOCIALES. El “duranbarbismo” petesiano no solo fue la base para una intervención democratizante y parlamentarista en la campaña electoral del año pasado, cuyo telón de fondo es una concepción conservadora respecto de las potencialidades clase obrera, sino que también lo lleva a abordajes electorareros de la crisis sanitaria, económica, social y política que vive el país.


Párrafo aparte merece la mala leche con la que aborda el debate Castillo con la Tendencia del PO, a la que denomina grupo de Altamira y Ramal, por un lado, y por el otro afirma que no fueron expulsados del Partido Obrero sino que se escindieron por decisión propia. No cabe duda que este es un guiño al solanismo. 


Quien escribe estas líneas saluda la apertura al debate de la ME de la Tendencia, práctica poco frecuente en otras fuerzas políticas donde prima el pensamiento único y rara vez se encontrarán debates públicos. 


En una entrevista que le hicimos al otro día del anuncio de la cuarentena, Altamira adelantó un abordaje para la coyuntura abierta: “Acá hay que decirles a los trabajadores dónde estamos parados. Y donde estamos parados es en una solución obrera a la salud”. Sobre lo que concluyó: “A partir de este enfoque estratégico, seguir atentamente (y estar presente también) los movimientos de reclamos de los trabajadores para descubrir la fisonomía que le van dando, y a partir de ahí poder formular una acción unificada. No imponer los términos de una acción artificialmente desde una organización, sino que sea la traducción de tendencias que se manifiestan en el mundo del trabajo como consecuencia de cómo vive la agresión de esta crisis sanitaria por un lado, y derrumbe económico y financiero por el otro”. La orientación propuesta precisa como condición sine qua non denunciar las maniobras del régimen que tengan por objetivo una mayor intervención del aparato represivo, y eso implica necesariamente la denuncia del uso de las Fuerzas Armadas en las barriadas, que no es más que otro intento de “dar vuelta la página”, como sentenció el presidente días antes del 24 de marzo.



jueves, 2 de abril de 2020

La Nación, los milicos y el coranavirus: una nueva editorial que busca la reconciliación


El diario de los Mitre y otra arenga para lavarle la cara a las Fuerzas Armadas, mientras se desarrolla la cuarentena parcial. La derecha argentina y el Estado policial.





Por Iván Marín

Bajo el título “Las Fuerzas Armadas y su insustituible aporte”, diario La Nación publicó este lunes una editorial que pretende insistir, nuevamente, en la reconciliación de la sociedad argentina con los militares. El artículo no lleva firma, por lo que no deja lugar a dudas que es de la línea de los propietarios de la empresa de comunicación.


Luego de hacer un racconto de las intervenciones que están efectuando y podrían realizar las Fuerzas Armadas para intentar contener la pandemia del coronavirus en la Argentina, el texto apela a una supuesta “unidad nacional”, artilugio ideológico que es bajado desde el gobierno de Alberto Fernández y compartido por la oposición patronal y el conjunto de medios de comunicación tradicionales del país: “El desafío es enorme. El aporte que pueden realizar las FF.AA. es insustituible. Como sociedad, las dramáticas horas que transitamos nos recuerdan la importancia de trabajar unidos”. Y, finalmente, se despachan con una conclusión de clara tónica reconciliadora: “No hay lugar para viejos rencores ni recriminaciones. Ante la pandemia que asuela al mundo, los hombres de armas hacen honor al juramento prestado de servir a la patria con una vocación inclaudicable”.


Si bien esta vez se cuidaron de no recurrir a los lugares comunes de la derecha negacionista argenta, como lo hicieron al día siguiente del triunfo de Mauricio Macri en el ballotage de 2015 con otra editorial titulada “No más venganza”, y que fuera ampliamente repudiada, lo cierto es que en última instancia el objetivo no deja de ser similar. Las afirmaciones vertidas tienen por objetivo aprovechar la crisis sanitaria, económica y social en que se desarrolla la pandemia para lavarle la cara a las FF.AA. y naturalizar su presencia en las calles.


Caracterizar como “insustituible” el supuesto aporte de las FF.AA. en las barriadas populares del país no solo es falso, sino que es una clara operación ideológica que busca una vez más saldar una cuenta pendiente que tienen las clases dominantes en nuestro país desde el regreso al régimen constitucional en el 83: el represtigio de las Fuerzas Armadas. Esta tarea estratégica para la burguesía chocó una y otra vez contra la resistencia de amplios sectores del pueblo consciente.


La resistencia en las calles a las diversas tentativas de todos los gobiernos nunca pudo ser quebrada. Así ocurrió con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida de Ricardo Alfonsín, los indultos de Carlos Menem, el procesamiento y encarcelamiento a una minoría de genocidas durante el kirchnerismo mientras la abrumadora mayoría gozó de libertad y el fallido intento de Mauricio Macri de otorgarle el 2 por 1 a los milicos.





Bajo el ropaje de “ayuda humanitaria” ahora todo el arco político patronal pretende aprovechar una situación acuciante en el pueblo para una vez más intentar restituirle autoridad a las FF.AA. Ayer, por ejemplo, diversos medios de comunicación transmitían en vivo el reparto de guiso de lentejas que realizaba el ejército en La Matanza. Las organizaciones de derechos humanos, el movimiento popular, y con más razón la militancia revolucionaria, debe llamar la atención sobre el asunto. La advertencia tiene un carácter también estratégico para el pueblo trabajador: ¡no perdonamos, no olvidamos, no nos reconciliamos! Los milicos no tienen nada que hacer en las barriadas. Las propias organizaciones que allí militan, las vecinales e incluso comités organizados por los propios involucrados se puedan encargar de esas tareas, con la supervisión de personal sanitario y especializado del Estado.


La tónica represiva bajo la cual se desarrolla esta trucha cuarentena, que deja afuera a la mayoría de los trabajadores que se ven obligados a desarrollar sus tareas habituales bajo el yugo de la patronal, lleva en su haber decenas de miles de detenidos en todo el país, y numerosos casos de abusos y torturas denunciadas desde las redes sociales. El avance del Estado policial no puede sino leerse como una medida preventiva ante la inminencia de una “potencial crisis sanitaria y social sin precedentes (...)", como el propio gobierno adelantó en el decreto de “aislamiento social, preventivo y obligatorio”.


La posibilidad de rebeliones populares fue uno de los principales temas de agenda en las reuniones entre Alberto Fernández, los gobernadores e intendentes de las ciudades más populosas. De ahí el reforzamiento del aparato represivo. La izquierda debe estar alerta ante la posibilidad de esta avanzada y propiciar y acompañar la deliberación y autoorganización en los lugares de trabajo y en los barrios para combatir la pandemia. El proceso en otros países ha puesto a la orden del día la huelga general para garantizar la cuarentena en los servicios no esenciales y reclamar por mejores condiciones de vida. Debemos prepararnos para ese escenario en la Argentina.