miércoles, 17 de octubre de 2018

Luego de la represión del domingo, otras compañeras sufrieron ataques misóginos en el barrio Inta


Una psicóloga denuncia que le rompieron los vidrios del auto y su acompañante resultó herida cuando volvían de traer compañeras que se alojaban en una escuela del barrio, además señala que efectivos policiales hacían chistes machistas, y remarca que no hay que estigmatizar al barrio sino que la responsabilidad es de la sociedad y sus autoridades.






Por Iván Marín

La histórica y conmovedora marcha de cierre del Encuentro Nacional de Mujeres en Trelew terminó con varias compañeras detenidas y heridas tras una feroz represión de la Policía del Chubut, que incluyó personal de civil infiltrado y lúmpenes fascistoides contratados para agredir a las mujeres. Los máximos responsables son el gobernador Mariano Arcioni, el ministro de Gobierno Federico Massoni y el jefe de policía Miguel Gómez, y los sectores religiosos más reaccionarios de la zona, como así también la gran mayoría de los medios de comunicación tradicionales de la provincia que le dieron rienda suelta a estos actores para que se generara un clima agresivo contra las mujeres que se organizan para luchar por sus derechos.


Verónica es psicóloga con orientación comunitaria. Su experiencia en trabajos territoriales en otras provincias del país, y en la nuestra en particular, no la hace una improvisada a la hora de acercarse a los barrios más postergados en distintas localidades. En las últimas horas del domingo y primeras del lunes, se apersonó a fiscalía de Trelew donde se encontraban decenas de mujeres exigiendo la liberación de las 10 compañeras detenidas. “Una de las integrantes de la Comisión Organizadora me cuenta que estaban preocupadas las chicas detenidas porque no querían volver al lugar donde se encontraban alojadas, que fueron distribuidas en distintas escuelas, que algunas estaban en la del barrio Inta, que habían estado dos noches sin seguridad, que era medio zona liberada”, le comenta a Prosa Urgente la profesional.


Agrega que mientras todo esto sucedía, otra compañera “le mostraba las publicaciones que se estaban haciendo en distintas redes sociales de la gente de la zona generando una cuestión de agitar para que se vaya a agredir a las mujeres que estaban del Encuentro. Yo desconfié un poco de esas publicaciones, me pareció que no podía ser tan así, que tanta violencia no se podía generar”.


Verónica recuerda que entre todas las que estaban afuera de fiscalía comenzó a organizarse espontáneamente una caravana para ir a buscar a 12 compañeras a la escuela: “Fuimos 6 autos a buscarlas, adelante iba un patrullero con la referente de la comisaría de la Mujer, y nosotras atrás, una por auto. Yo fui con una amiga que viajó desde Salta especialmente al Encuentro.”


“Cuando llegamos –prosigue la entrevistada- estaba la policía en el descampado que estaba enfrente a la escuela, con chalecos antibalas, armas. Y ya ahí sentimos una tensión bastante importante”. Inmediatamente llegaron “como 4 patrulleros mientras estábamos esperando afuera. Ya habían tirado algunas piedras. Les tiraban a la escuela y a la policía. La verdad que no se sabía ni de dónde venían”, describe.


Adentro del establecimiento educativo se alojaban alrededor 300 mujeres: “Estaban todas con mucho miedo porque la noche anterior también habían sufrido las agresiones, entonces se querían ir todas. Y la verdad que también nos pareció que era algo lógico, pero teníamos solamente 6 autos. Había colectivos que iban a ir a las 5 de la mañana. Finalmente empezamos a cargar las cosas de las compañeras a alrededor de las tres y media de la mañana”, relata. Mientras cargaban las pertenencias a los autos, los efectivos policiales que se encontraban en el lugar “hacían chistes machistas al lado nuestros”, comenta con indignación.


“Llevó bastante tiempo terminar de cargar las cosas, y eso a mí me estaba preocupando porque me daba cuenta que en cualquier momento pasaba algo”, continúa con su reconstrucción de los hechos Verónica. “Arrancamos con dos patrulleros adelante, otros dos más atrás. En un momento frenaron de golpe, yo tuve que hacer lo mismo, y ahí llegó un impacto, como un bloque que cayó en el vidrio de mi acompañante, que lo trizó por completo, y saltó en pedazos hacia adentro del auto. También pegó otro en el parabrisas. Ese fue un momento de terror porque no sabíamos cómo seguía el tema. Arranqué, traté de ir por el costado y salimos”, detalla. Y agrega que “de ahí se fueron a la guardia del hospital para que revisaran a mi compañera. Tenía molestias en el ojo y sufrió heridas en la mano. Nos atendieron bien. Llegaron las chicas de la Comisión Organizadora muy preocupadas y tensionadas por toda la situación. Por suerte no había nada grave”. Dice que recién llegaron a su casa a descansar a alrededor de las cinco y media de la mañana.


Para finalizar, la psicóloga reflexiona sobre la situación que les tocó vivir, enfatizando en que no hay que estigmatizar al barrio: “Me parece que no es una cuestión por el barrio que es, ni por los vecinos, sino que me parece que hay una cuestión de caldeamiento social que genera este tipo de acciones. Y que después termina estigmatizando a la gente de ese barrio cuando en realidad me parece que la responsabilidad es de todos nosotros como sociedad. Y también de las autoridades”. Remarca que “los medios de comunicación apenas sucedió lo que pasó con las chicas sacaron modos de contar que generó más violencia, y que me parece que las agresiones que sufrimos fueron una consecuencia de la circulación de la información mirada desde ese lugar misógino”.





Desde ya, aunque los sectores más reaccionarios de la sociedad hicieron lo imposible por intentar empañar la enorme movilización de mujeres durante tres días en la zona, estuvieron muy lejos de lograrlo. La inmensa mayoría de la comunidad coincide en que serán imborrables las experiencias de solidaridad y lucha que nos dejaron más de 50 mil luchadoras de todos los puntos del país.



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